Capítulo 1: Recuerdo en blanco.
Melodías se pasó las manos por el rostro después de lavarse, soltó un suspiro largo y con cierto agobio. El viaje era largo, pero por lo menos ya había encontrado a Diane y a Ban, con ello Elizabeth iba mejorando su manera de sacar información.
—¡Heeeeey! ¡Ven a desayunar!—exclamó Hawk al otro lado de la puerta
—¡Meliodas-sama!—añadió Elizabeth
Estaban en busca de los 7 pecados, a ese ritmo podrían encontrar a dos más o quizá a uno cerca de otro. Pero los rumores los hacían titubear.
Meliodas salió de su habitación y camino directo al último piso mientras dirigían su curso hacia King.
—¡Oye, capitán! ¿Pero que no King está muerto?—farfullo Ban
—. Son rumores.—se limitó a decir con cierta neutralidad
—¿Que mosca le pico?—musitó Hawk
Sin embargo, había un ambiente casi de luto. En su mente paso una imagen casi vaga pero femiliar. Eran unos cabellos blancos con destellos plateados, manchados de sangre y ojos carmesí...
—¿Meliodas-sama?—le habló preocupada Elizabeth
—¡Vamos por King!—exclamó casi con una sonrisa llena de decisión
Elizabeth lo miro con cierta preocupación, Meliodas le devolvió la mirada, añadiendo una sonrisa.
—¡S-si!—lo apoyo la princesa de Liones
*. *. *.
Se vio así misma, en aquel reflejo tan familiar; un castillo de cristal, destruido y a la vez construido como una fortaleza única. La fortaleza que más hubieran deseado los 7 pecados o incluso los caballeros sagrados.
«¿Cuánto tiempo había pasado? ¿700 años? ¿10 si quiera?» no tenía ni la más mínima idea. Pero ahí, a su lado izquierdo estaba lo que la retenía. Un árbol grande, fuerte y con sus ramas secas extendidas.
Debajo de este, unas flores habían crecido, _________ puso los ojos en blanco.
—. Lo haces bastante bien, para fastidiarme—trono la boca hablándole al árbol, seguido de ello suspiró—. Este árbol está muerto... Debieron condenarme de una vez por todas.—murmuró
—. Ese árbol no está muerto.—le dijo alguien detrás de ella
Se masajeo las sienes al saber quién era, seguido de ello volteo, encontrándose con el rostro misericordioso de Dios.
—. Es tu alma.—añadió
—. Como si no lo supiera.—dijo tajante _________
El apenas sonrió y pasos su lado, recogiendo las flores que habían crecido a los pies del árbol, lúgubre y seco, perfecto para una historia de terror.
—. A estas alturas, no se si soy como ellos, un demonio o alguien muerto.—confesó _________
—. Tu no estás muerta.—le aclaró aquel ser y se acercó a ella pasándole una flor por el oído.—. Tu tiempo se estancó, es todo.
Lo detestaba, si hubiera sido por ella le habria aplastado el cráneo en aquel instante aún en ese árbol estaba su espada, esa que contenía millones de almas, almas que murieron en sus manos.
—. Este árbol...—siguio el rostro misericordioso de Dios—. Un día también avanzará su ciclo...—inahlo como si aún estuviera con aquella esperanza—. Florecerán preciosas flores, y estará abundante de colores, también se caerán ...
—. Se está tardando mucho—objetó ________
El le posó una mano en su hombro, ella miraba con repugnancia ese árbol.
—. Lo hará. Tenlo por seguro.—afirmó
—¿Por qué?—por primera vez miro a los ojos al dios de la misericordia
—. Porque ese árbol eres tú.—susurró con dulzura, para después desaparecer
________ ladeó la cabeza se acercó al árbol. Hizo una mueca pensando que tal vez tenía que ser así, su tiempo congelado, desde hace más de 700 años. Tocó el árbol y fue fundida en en un túnel blanco.
Explosiones
Gritos
Sangre
Abrió sus ojos de golpe. Era su alma.
Sus últimas memorias. O tal vez tenía razón aquel dios, ella era el árbol.
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