Capítulo 8
Perdón por la demora 😿
Aquí está el nuevo capítulo.
Dedicado a noelia1486
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—Chiquilla, ¿sabes al menos dominar tu poder? Ese monstruo que casi te mata, ¿quién crees que lo creó? —enterró sus dedos en mi barbilla y acercó tanto su rostro al mío que pude sentir su aliento—. Exacto, yo. Y tú lo destruiste por error.
No podía ser cierto, si él era quien creó ese monstruo, eso quería decir que era como yo. Era uno de los de mi generación como dijo Margaret y eso no era bueno, se suponía que debíamos estar juntos, ¿no? Para evitar que aquellas personas nos asesinaran uno por uno.
Al parecer él no tenía ese plan, de lo contrario, no hubiera tratado de matarme con ese horrible monstruo, pero...¿con qué propósito?
Me parecía increíble que fuera la única persona como yo que encontrara y resultara ser una de las tantas personas que estaban buscándome.
"Tú no sabes nada."
Mis ojos destilaban furia. Sin duda esto no era como lo imaginé. El chico me retuvo con más fuerza mientras movía la mano que tenía en mi barbilla, la deslizó lentamente hasta la parte de atrás de mi cabeza y con un solo tirón, el pañuelo cayó al suelo. Traté de tomarlo para devolverlo a su lugar pero él fue más rápido y tomó mi mano libre apretando mi muñeca con fuerza, tanta que solté un quejido de dolor.
Su mirada recorrió mi rostro deteniéndose en mis labios, los contempló y luego sonrió con burla.
—Solo mírate. Fueron los humanos con los que estás, ¿no?
"No tienes idea de lo que estas diciendo."
Dije intentando zafarme lo que solo provocó que su agarre se afianzara más. Miré a mi alrededor en busca de alguien que no estuviera lo suficientemente borracho como para ayudarme, pero para mi mala suerte, nadie prestaba atención. Todos seguían agitandose al ritmo de la música.
—Rindete, ellos no te quieren. Si te matara ahora mismo estoy seguro que ni siquiera se darían cuenta.
"Te equivocas."
—¿Ah, sí? —ladeó la cabeza mientras entrecerraba los ojos— ¿Por qué iban a quererte?
Lo miré a los ojos sin responder, ¿a dónde quería llegar con esto?
—No has encontrado la razón ¿verdad?—apreté la mandíbula—. Nadie te quiere porque no hay nada especial en ti.
Escupió las palabras cargadas de desprecio. No pude responder, no porque no quisiera, sino porque empezaba a dudar, podía tener razón. No había nada especial en mí.
—¿Eva?
La voz de Oliver hizo que mis músculos se relajaran un poco. El chico soltó mis muñecas repentinamente y dio un paso atrás.
—Nos veremos pronto, querida.
Me dirigió una sonrisa frívola antes de marcharse a paso despreocupado.
(...)
Las calles de la ciudad estaban iluminadas por las farolas que proyectaban nuestra sombra por la acera. Caminábamos de regreso a casa. Observé la luna sobre nuestras cabezas, se veía hermosa con su resplandor mientras miles de estrellas se expandían por el oscuro cielo.
Guardé mis manos en los bolsillos de mi buzo cuando una ráfaga de viento me erizó la piel. La noche estaba fría. Oliver caminaba a mi lado mientras pateaba algunas piedritas que se cruzaba en el camino. Las calles no estaban tan solas ya que no era demasiado tarde.
Después de que ese extraño se fue la fiesta transcurrió normal. Solo eran personas aglomeradas por cada parte de la casa. En algún momento nos cruzamos con Cristal y Gael quienes se acercaron a saludar pero yo no les prestaba atención. Estaba perdida en mis pensamientos y tratando de recordar si ya había visto a aquel sujeto.
Era extraño, pero sus palabras habían calado, y mucho. Recordé algo en lo que no había reparado todo ese rato, había estado tan perdida en sus argumentos que no había notado la cicatriz que surcaba su rostro. Cruzaba casi toda su mejilla, se notaba que era una cicatriz que había dejado una herida hace mucho. A pesar de eso debía admitir que no le quitaba atractivo aunque era espantoso su comportamiento, a eso, sumandole que era una de las personas a las que buscaba, más no la indicada.
—Oye, ¿quién era el que estaba contigo?
Miré a Oliver de reojo, ya me observaba esperando una respuesta. Suspiré antes de contarle todo y ver exactamente sus expresiones mientras relataba el suceso de hacía unas horas. Él no habló hasta que terminé, y ahí si hizo aquel montón de preguntas de las cuales yo ya estaba preparando desde mucho antes de contarle.
—Está claro que ese tipo está mal —asentí sin decir nada—. Creo que debemos tener más cuidado con esto de las búsquedas. Encontraste a eso sujeto sin buscarlo. Y está claro que puede llegar a ser muy peligroso, Eva.
"Lo sé."
No dijo más y yo tampoco lo hice, avanzamos por las calles en silencio hasta llegar a la zona residencial, entramos a la casa con la llave de Oliver. Nos topamos con sus padres esperándonos en la sala. Richard apoyaba su cabeza en el regazo de Julieta mientras ella le acariciaba el cabello.
Al vernos entrar el señor Richard se apresuró a levantarse y carraspeó alisando su ropa. La madre de Oliver mordió su labio para contener la risa y yo sonreí bajo el pañuelo.
Sabía que el padre de Oliver no era muy cariñoso en público y me causaba un poco de gracia su actitud en ese momento.
Ambos nos preguntaron sobre la fiesta y como nos había ido, Oliver se los resumió sin mención al chico raro, por supuesto. Después de estar un rato con ellos, ambos subimos y entramos a nuestras respectivas habitaciones. Estaba cansada después de tanto, muchas cosas habían pasado ese día así que no me sorprendió que en cuanto posé mi cabeza sobre la almohada me quedara profundamente dormida.
(...)
Bajé las escaleras esa mañana sintiendo el delicioso aroma a comida, cerré los ojos y aspiré hondo. Podía oler delicioso; sin embargo, mi estómago no reaccionaba a él, no rugia en una clara sensación de hambre, nunca lo hacía y no entendía por qué. Tenía claronque no era como las demás personas, pero sobrevivir tanto tiempo sin una migaja de comida, ¿Cómo lo hacía?
Negué con la cabeza y me dirigí a la cocina, en la mesa se encontraba Oliver y sus padres disfrutando del desayuno. Noté una sonrisa incómoda y a la vez lástima pero no presté atención.
"Buenos días."
Todos respondieron al unisono. Observé al señor Richard, iba vestido con un traje negro y su corbata estaba desaliñada, me dirigió una mirada antes de volverla a su plato.
Avise que estaría en el patio trasero y asintieron. Me senté en el columpio de antes meciendo mis pies. Hoy nadie asistiría a clases, después de lo del monstruo del otro día, el director —el padre de Oliver— había decidido cerrar la institución por seguridad de todos. A pesar de ser el primer día de clases, todos estaban felices de que no hubieran más, al menos por un tiempo prolongado.
Minutos más tardes Oliver apareció con una carretilla en la cual llevaba un pesado saco de lo que parecía tierra, sobre él una pequeña palita y abono y una bolsita con semillas. La llevó hasta una parte desolada del patio y lo dejó todo ahí.
"¿Qué haces?"
Dirigió sus ojos café a los míos y sonrió.
—Bueno, esta fue la condición de mis padres para dejarnos ir a la fiesta—dijo encogiendose de hombros y sacando unos guantes para jardinería de su bolsillo.
"Ya decía yo que no podían ser tan bueno."
Oliver rió. Me acerqué a ayudar. Oliver copio el saco de tierra y lo abrió de un corte con una pequeña navaja que guardó en el bolsillo de sus pantalones. Se inclinó para basearlo sobre el pequeño espacio, se levantó para coger las semillas y la palita.
Oliver era de complexión delgada pero bastante alto, me pasaba como una cabeza, su piel blanca y tersa, su nariz respingada y sus labios delgados y rosados. Sus rulos estaban despeinado como siempre. Debía admitir que eso era lo que lo hacía ver lindo.
Recordaba que el día que nos conocimos él llevaba unas gafas de pasta más no lo había visto volver a usarlas.
Me agaché a su lado, hicimos agujeros en la tierra abonada y plantamos las semillas. A la madre de Oliver esto le venía de mucha ayuda con su idea de hacer un jardín en su patio.
Noté un movimientos por el rabillo del ojo y alcé la vista. El sol estaba en lo alto, muy cálido, entrecerré los ojos para poder ver. El movimiento fue en la casa vecina, en una de las ventanas del piso superior que daban al jardín de los padres de Oliver. La cortina no estaba corrida y dentro se podían ver pocas cosas, sentí algo raro en el pecho que me obligó a apartar la mirada.
"¿Sabes quienes viven ahí?"
Mi amigo contempló la casa antes de contestar.
—Sí, ellos han vivido aquí por años aunque no se les ve mucho —se encogió de hombros mientras se quitaba los guantes sucios de tierra—. ¿Por qué?
Jugué con mis dedos con nerviosismo.
"Me ha parecido... nada, olvídalo."
Oliver frunció el seño y tensó la mandíbula. Él no era de las personas que se aguantaban para hacer preguntas pero esa vez lo hizo. No insistió. Recogimos las cosas que habíamos utilizado y las llevamos dentro.
(...)
Era la hora del almuerzo. Cuando todos nos encontrábamos sentados, listos para comer como una familia —excepto yo por obvias razones—. Alguien llamó a la puerta, así que me levanté para ir a responder al llamado. Lo admito, en el momento que abrí esperaba toparme con cualquier cosa. Aunque no estaba en mis pensamientos, ni siquiera me lo planteé. Esos orbes azules que tanto me hipnotzaban me miraban con una leve sorpresa.
—Hola de nuevo, Eva.
Era incapaz de pronunciar una sola palabra. Solo estaba ahí, parada como estatua. Me sentía tan vulnerable ante su imponente presencia, la cual provocaba un mar de emociones en mi interior. Además, había algo en él que... la verdad, es que no sabía cómo explicarlo, pero ese algo no solo lo sentía en él. También estaba presente en Cristal, e incluso en el chico de la fiesta. Era muy extraño.
—¿Quién es, Eva? —la voz de Oliver a mis espaldas me devolvió a la realidad—. ¡Oh! Gael, Cristal. ¿Qué hacen aquí?
¿Cristal? Ni siquiera me había dado cuenta de su presencia.
—¡Hola, chicos! —saludó animadamente Cristal—. Vinimos para ver si querían salir a dar un paseo con nosotros.
Nos dirigió una sonrisa espléndida mientras guardaba las manos en los bolsillos de su abrigo. Antes de que Oliver pudiera responder con un probable "sí". Lo agarré de la camisa haciendo que me viera de reojo.
"No creo que sea buena idea, Oliver. Aquí hay algo que no me gusta."
"No te preocupes, Eva. Si llegara a pasar algo que no va a pasar. Te voy a proteger, lo prometo"
Pensó de vuelta. Así que no dije nada más.
Luego de nuestra pequeña charla mental Oliver le pidió permiso a su madre para salir, y diciéndole que iba a comer algo en alguna cafetería. Regresó con nuestros abrigos y emprendimos nuestra marcha a paso lento.
Oliver y Cristal parloteaban sin parar, caminaban unos pasos por delante de nosotros. Pude notar que Gael echaba miradas rápidas a su alrededor.
"¿Estás incómodo?"
—¿Eh? —me miró confundido—No...estoy bien.
Volví mi vista al frente. La zona residencial en la cual estaba la casa de los padres de Oliver, contaba con un mini parque, algunas personas llevaban a sus hijos ahí, como en ese momento.
Sentí una mano fría contra mi palma, involuntariamente sentí un cosquilleo ahí donde nuestras manos se tocaban. Recorrí su antebrazo con la vista, su brazo, su cuello, su mandíbula marcada hasta llegar a sus orbes azules como el mar.
—Escucha, yo...tengo algo que decirte —miró a su alrededor una vez más—. Pero no puedo hacerlo aquí.
Fruncí el ceño, extrañada. Quizá esa era la razón por la que lo notaba tan raro; sin embargo, había algo que me decía que no era así. Algo negativo.
—Oigan, chicos. Hace frío y tengo hambre, podríamos ir a una cafetería.
Ante el pedido de Oliver todos accedimos por lo que nos encontrábamos sentados en una de las mesas de la cafetería, contemplaba a las personas en el exterior, corriendo de un lado a otro.
Un camarero había llevado nuestro pedido a la mesa, se le notaba nervioso. Debía ser nuevo, era un chico joven, pelirrojo y de ojos azulados, miles de pecas cubrían su nariz y pómulos. Me sonrió y deseé corresponderle, pero era obvio que no podría verlo.
Cada uno tomó su bebida lo cual consistía en un café, un capuchino y chocolate con leche. En el centro de la mesa había una bandeja con donas. Gael, a mi lado, Oliver y Cristal, frente a mí, mantenían una conversación muy animada y no me molesté en participar.
Observé mi alrededor, deleitándome con lo lindo que era el lugar, no recordaba haber ido a uno así alguna vez. Todo estaba decorado con minucioso cuidado, lo hacía ver acogedor. El lugar estaba casi lleno, algunas personas charlaban, parejas, algunas solo estaban sentados en algún lugar alejado del bullicio.
Entonces comencé a acercar mi bebida a mi boca —la cual seguía tapada con el pañuelo—. Quería probarla, pero me di cuenta de un detalle que había olvidado. Pareció que Oliver también se dio cuenta.
No podía hacerlo.
Sin duda habíamos metido la pata. ¿Qué iba hacer para librarme de esta situación? Entré en pánico, e intentaba ocultarlo.
—Oye, Eva, no has tocado tu bebida en ningún momento —habló por primera vez Gael—. ¿Pasa algo?
Su pregunta derribó todas mis paredes defensivas. Si, Gael, me pasa algo muy grave. Tengo que huir de este problema, ¿Cómo? No lo sé. De repente una leve patada en una de mis piernas provocó que mirara disimuladamente a Oliver. Tenía un plan, uno muy tonto, pero lo tenía.
—¿Te sucede algo, Eva? —preguntó inocentemente mientras se levantaba de su asiento bruscamente tirando por accidente todas las bebidas—. ¡Oh, lo siento, Eva! Te he manchado el abrigo
"No te preocupes, fue un accidente. Voy un momento al baño."
Respondí antes de marcharme a dicho lugar. En mi búsqueda del baño —que no encontraba—, vi a una familia riendo. Celebraban un pequeño cumpleaños. No pude evitar quedarme viéndolos por un momento, me recordaban a mi familia. Aunque eso no importaba ahora, ya que verlos sonreír, hizo que sintiera algo extraño en mi estómago, se sentía como...cálido. Me tensé. Tenía una idea de como era que me mantenía con vida.
—¿No ibas al baño, Eva?
La voz de Cristal a mis espaldas hizo que diera un salto del susto.
"Sí, pero no sé dónde está."
Después de decirlo ella se encargó de acompañarme y ayudarme a quitarme un poco la mancha del abrigo. Sin duda parecía ser una buena persona, sin embargo, en el periodo que viví con Margaret ella me enseñó que no existen las buenas ni las malas personas. También me demostró que el destino es como una telaraña, cada hilo es el camino o suceso que te va a tocar vivir. A veces puede estar a tu favor...
—¡Listo! Tu abrigo está casi como nuevo.
O en contra.
Fuertes gritos se comenzaron a escuchar por todo el lugar. Seguido de eso la puerta del baño de chicas fue abierta. Era Oliver, y se veía asustado. Gael estaba detrás de él con una expresión preocupada. ¿Qué estaba sucediendo?
—¡Tenemos que irnos! —gritaron al mismo tiempo.
Antes de que Cris o yo pudiéramos formular alguna pregunta. En el techo de la cafetería empezaron a formarse grietas cada vez más grandes, el techo cedió con un golpe sordo. Todos tratamos de protegernos para que alguna parte de la estructura no nos aplastara el cráneo. Tanto Oliver como Cris y Gael empezaron a toser de manera descontrolada por el polvo en sus pulmones, agradecí al pañuelo que llevaba.
El cielo había quedado a la vista, y no era lo único que se podía contemplar. Una enorme masa de oscuridad nos miraba con sus enormes ojos color sangre. ¿Era el monstruo del otro día? No, no podía ser, Oliver dijo que se había desintegrado. Además ese daba muchísimo más miedo. Era escalofriante.
Lo observamos desde los escombros. Sus ojos miraban a todos lados, no estaban fijos...o tal vez si. Dos de sus ojos estaban clavados en mí, mientras que los otros cuatro repasaban cada lugar. Era una mutación horripilante que hacía que el miedo se agolpara en mi pecho. Sus ojos causaban una sensación inquietante.
Entre la espesa masa de oscuridad se podían distinguir sus brazos, tan oscuros. Alzó uno de ellos y pude distinguir algo afilado, parecía como la hoja de un cuchillo que se volvía parte de su extensión. Inmediatamente mi mirada se dirigió a su otro brazo, no había una afilada hoja pero si garras grandes, fuertes y puntiagudas. Tragué bilis.
Los gritos de las personas empezaron a escucharse por todos lados, aterrorizados corrían para ponerse a salvo. Quizá podría vencerlo como lo hice ayer pero no sabía cómo lo había hecho, aún así lo intenté.
Caminé esquivando los escombros, debía estar más cerca de él para que entrara en mi rango y poder concentrarme. Vi de reojo que Oliver me seguía.
—¿Qué crees que estás haciendo?—Dijo aún tosiendo.
"Trataré de vencerlo."
—¿Estás loca?—me tomó del brazo—. No puedes enfrentarte sola a él.
"Tengo que hacerlo."
Traté de zafarme de su agarre pero escuché un grito a mi lado. Había una chica con la cara cubierta de polvo, gritaba de dolor, su pie había quedado atorado entre algunos escombros. Oliver y yo intentamos ayudarla pero ya era tarde. Su grito había alarmado al monstruo que había dirigido todos sus horripilantes ojos hacia nosotros. Se movía tan rápido que casi no pude verlo.
Su mano con garras chocó contra nosotros mandándonos a volar unos metros y haciéndonos chocar contra una de las paredes de la cafetería. Me estampé contra el suelo gimiendo de dolor, mis ojos escocieron por la falta de aire en mis pulmones.
Oliver, a un metro de mí, tosió una vez más y de su boca salió un hilillo de sangre, limpió sus labios con el ceño fruncido. En el suelo se proyectaba la sombra del monstruo que se acercaba cada vez más. Sus garras se dirigieron a mi amigo que aún yacía en el suelo. Traté de levantarme a pesar de las protestas de mi cuerpo dolorido.
Llegué junto a él justo cuando la escalofriante sombra lo envolvía con sus garras.
—¡No, Oliver!
Miré a todos lados en busca de algo que pudiera utilizar como arma, casi suspiré cuando vi una barilla vieja a mis pies. La aferré con fuerza mientras se la clavaba en la mano. La criatura rugió de dolor y soltó a Oliver. Corrí hasta él para tratar de ocultarlo pero no llegué muy lejos cuando sus garras volvieron a estrellarse contra mí enviándome al otro lado del lugar.
Una de sus garras me había rozado y había hecho un corte profundo en mi brazo. Me retorcí de dolor por haber recibido otro golpe. Traté de ponerme de pie pero mis extremidades no tenían la fuerza suficiente como para hacerlo.
Esta vez, ví impotente como volvía a rodear a Oliver con su mano y lo llevaba hasta sí mismo.
—¡Eva, ayúdame!
En los ojos de Oliver se reflejaba un miedo absoluto. Mi cuerpo era incapaz de moverse mientras sentía algo caliente bajo mi cabeza. No podía moverme pero podía usar mi habilidad. A pesar del dolor en mi cabeza traté de entrar a la suya. Según lo poco que había aprendido, mi habilidad no sólo servía para leer mentes.
Traté de entrar a su mente pero algo me sacó de golpe, contuve la respiración. Volví a intentarlo y pasó justo lo mismo, ya empezaba a desesperarme. No podía perder a Oliver. Cerré los ojos con fuerza apretando la mandíbula por la concentración. Sentí un cambio de atmósfera, lo había logrado, más lo único que escuché fue una risa malévola que lastimó mis tímpanos.
—¡No!
La voz de mi amigo me hizo abrir los ojos de golpe atisbando lo que parecía ser una sonrisa en la cara de la criatura antes de mostrar sus dientes a Oliver y engullirlo de golpe.
"Oliver..."
Frase del capítulo: No te voy a mentir, tengo miedo, pero miedo a fallarle a todos los que confiaron en mí.
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Ey...gracias por todo su apoyo, ya llegamos a 7.k vistas!!! Gracias por votar y comentar (leer sus comentarios es de lo mejor ❤)
Vamos a por esas 8.k vistas
¿Puedo pedir un favor?
¿Nos ayudarían (mucho más de lo que ya lo hacen) recomendando esta historia para que llegue a más personas?🥺
Con solo una cosa más que decir: el siguiente capítulo será dedicado al primer comentario 😁
Nos leemos pronto
Anyi <3
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