Capítulo 4
Dedicado a -BrihamnaSosa5
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Poco a poco comencé a abrir mis ojos. Me encontraba aturdida por lo que acababa de suceder, y no era como si la molesta luz que había en la habitación ayudara. Cuando mis sentidos regresaron a la normalidad, rápidamente busqué a Oliver.
—Veo que al fin despiertas, Eva.
Me di vuelta al escuchar la voz de un hombre a mis espaldas ¡¿Y acaso acababa de decir mi nombre?! Al salir de la sorpresa, me di cuenta de que el señor que tenía delante compartía varias similitudes con Oliver, excepto el color de ojos. Sin duda ese debía de ser su padre.
Él me miraba con una sonrisa, pero de repente sus ojos fueron en dirección a mi boca la cual para mi terror no tenía la venda. Sin embargo no pareció sorprendido.
—Así que lo que ella dijo era cierto.
Empezó a reír con histeria, cada carcajada me causaba un estremecimiento.
—Todo lo que dijo era verdad —enredó los dedos en mechones de cabello para luego tirar de él—. Dios, y pensar que no le creí.
"¿A quién?"
Regresó a la realidad con el sonido de mi voz en su cabeza. Me miró con desconfianza por mucho tiempo.
—Eso no importa. Debemos despertar a Oliver antes.
"¿Oliver? ¿Él se encuentra bien?"
No pude evitar preocuparme por él. Después de todo él era al único que podría considerar como un amigo. Además de que fue mi culpa. Pero ahora que me detenía pensar ¿Qué fue todo eso que vi? ¿Acaso eran recuerdos de Oliver? ¿Cómo fue qué hice eso? Empecé a creer que ese poder se estaba descontrolando y me daba muchísimo miedo no llegar a conocer todo lo que podía hacer con él y mi capacidad, temía no poder controlarlo y hacerle daño a otras personas al igual que Oliver.
¡Maldición! Debía aprender a controlarlo, o sino podría pasar algo terrible.
La voz de una mujer hizo que volviera a la realidad.
—¡Richi! ¡Oliver acaba de despertar!
¿Richi? ¿Por qué me resultaba familiar? ¿Era un nombre, o un apodo?
El hombre dejó de prestar atención para fijar sus orbes en el débil cuerpo de Oliver. Él me contemplaban con una mueca de confusión plasmada en su lindo rostro.
Me sentía fatal, hacerle daño así.
Me apresuré a ponerme en pie para ir hasta él pero una mano en mi brazo me detuvo.
—Llévalo a su habitación, necesita descansar.
"Oliver, no sabes cuánto lo lamento. Perdóname, no sabía...no quería hacer eso."
Esperé una respuesta por su parte pero no emitió palabra. Su madre lo ayudó a abandonar la habitación hasta un lugar libre del caos que había causado.
El hombre me ayudó a incorporarme y se sentó a mi lado en la cama. Mis sienes palpitaban dolorosamente, podía sentir un ligero líquido caliente en mi labio superior.
—Estoy seguro de que se va a recuperar.
"Le he hecho daño, no merezco estar aquí"
Él era la única persona buena en mi vida y lo había arruinado como siempre.
—Debes aprender a controlarlo.
Por tanto tiempo había estado luchando sola contra el mundo, no saber qué era lo que poseía era una carga más añadida a mis hombros. Controlar algo desconocido era tan difícil. No sabía cómo funcionaba, no sabía si al entrar en sus mentes les robaría todo aquello que los identificaba y en su lugar dejaría lagunas, recuerdos imposibles de recuperar, un cuerpo vacío.
"No sé cómo hacerlo."
El nudo en mí garganta me produjo frustración.
—Lo lograrás —se rascó la barbilla antes de tenderme la mano de nuevo—. Ven, vamos a ver a Oliver.
Acepté su mano no muy segura. Mientras caminaba por los pasillos no pude evitar admirar cada rincón; en las paredes habían diferentes cuadros y pinturas. Por otro lado, en el rechinante piso de madera, se encontraban grandes macetas y mullidas alfombras. Cuando el señor se detuvo frente a una puerta, hice lo mismo situándome a sus espaldas.
Abrió la puerta para seguidamente, invitarme a entrar. Ahogué un grito al a Oliver con una venda alrededor de su cabeza. Me acerqué rápidamente para inspeccionarlo, con la preocupación carcomiendome.
La venda había sido puesta hace poco. Aún tenía un hilillo de sangre seca bajo su nariz; su piel estaba demasiado pálida.
"¿Estás bien? Lo siento muchísimo."
Agaché la cabeza tratando de evitar su mirada. Se incorporó difícilmente llevando la mano a su cabeza. Posiblemente por dolor o mareo.
La culpa me hizo removerme en mi lugar y retroceder, alejándome de él.
"Creo que lo mejor será que me aleje de ti. Yo...yo...¡No quiero lastimar a nadie más!"
Las lágrimas calientes deslizaban por mis mejillas. Estaba segura de que él me odiaba en estos momentos. Empecé a sentirme marejada hasta que un recuerdo azotó mi mente.
—¡Hermano! ¡Te extrañé tanto!
Grité antes de salir corriendo a su encuentro. Me abalancé sobre él envolviendo mis brazos alrededor de su cuello. Su aroma característico a lavanda inundó mis sentidos.
Lo recordaba a él diciendo siempre que no importaba lo que dijeran, a él le encantaba oler a lavanda.
Sentía mi cuerpo demasiado pequeño contra el suyo; debía tener unos cuatro años. El recuerdo estaba un poco borroso por lo que no podía identificar nada de nuestro entorno.
—Pero qué dices, Eva —contestó devolviendome el abrazo—, solo estuve fuera por dos horas.
—Eso no quita...me preocupaste —corregí.
Regresé a la realidad para sentir la calidez de dos brazos rodeandome. Era Oliver. Me estaba abrazando.
—No digas tonterías, Eva. No me has lastimado, estoy bien. Solo deja de llorar, me duele verte así.
Secó algunas de mis lágrimas con la llema de sus dedos. Sentí una gran calma en mi corazón, hacía ya tiempo que no me sentía así. Oliver me recordaba tanto a mi hermano. Talvez a ese sentimiento...¿se le podía llamar amistad?
(...)
"¿Recuerdas...eso"?
Pregunté a Oliver; estábamos sentados al frente de la casa de sus padres. Llevábamos rato ahí pero no me había atrevido a preguntarle sobre lo ocurrido. Me sentía tan mal que al hablar de ello sentía que lo revivía.
Oliver; al contrario, parecía un poco pensativo. Era muy probable que no volviera a recordar nada de lo que yo había visto al escurrirme en su mente.
Seguía sin poder ver a Oliver o a sus padres a la cara. Me sentía muy apenada. Ellos me habían aceptado en su casa pero no sabía si eso sería algo bueno para su seguridad. Por lo que dijo Oliver el día que vio mi boca, había personas buscándome y deseando asesinarme. Había aceptado quedarme por unos días, tenía la esperanza de que si lo hablaba con él a lo mejor me ayudaría.
—¿Los recuerdos que viste en mi mente? —asentí—. No lo tengo muy claro, pero si siento como...si algo faltara, ¿sabes?
Me sentí repentinamente mal.
"Lo lamento muchísimo..."
—Deja de disculparte, Eva. Está bien, supongo que tarde o temprano lo iba a olvidar, todos olvidamos cosas irrelevantes, ¿no?
El problema era que esos recuerdos no eran para nada irrelevantes, eran muy importantes en realidad. Eran tres recuerdos pero estaba segura que ninguno era irrelevante. En especial aquel en el que ese hombre leía una carta que iba dirigida hacia...¡Dios! Ya no recordaba el nombre.
Pero había algo más que me preocupaba, y era el recuerdo de Oliver de pequeño, saliendo de aquella enorme casa para encontrarse con un hombre y una mujer que lo recibieron con una gran sonrisa. Temía que nunca volviera a recuperar ese recuerdo y olvidara lo feliz que había sido. Lo sentí.
"¿Puedo...preguntarte algo?"
—Dime.
Se giró hacia mi con una pequeña sonrisa.
Me quedé unos segundos meditando mis palabras, no sabía cómo decírselo pero sentía que debía hacerlo. Además, necesitaba su ayuda. Patee una piedrita cerca de mi zapato.
"He visto en tu recuerdo a un hombre en un estudio, leía una carta de espaldas a ti y te escondías. ¿Recuerdas algún fragmento? Aunque sea algo."
Se miró las manos un momento, pareció dudar hasta que cerró los ojos con fuerza. Puso una mueca.
—La verdad es que no.
Suspiré.
Me sentía mal pidiéndole tal cosa sabiendo que por mi culpa lo había olvidado y era un poco injusto pedirle que recordara algo cuando yo lo había borrado todo, pero debía hacerlo, era la única persona que me apoyaría.
"Necesito tu ayuda; tengo el deber de entregar una carta a alguien y sospecho que es la persona en tu recuerdo."
No sabía si continuar pero me arriesgué.
"Sé que suena ridículo, pero, ¿podrías ayudarme a encontrarlo?"
Esperé su respuesta casi escuchando un rotundo no, pero lo que salió de su boca me sorprendió.
—Puede que ahora que no lo recuerdo sea inútil, pero te ayudaré. Nunca diría que no a una nueva aventura.
Sentí el impulso de sonreír al ver que el Oliver que había conocido hace unos días, había vuelto.
(...)
—¿Qué crees que hace?
"No lo sé."
—Parece que busca algo.
Oliver y yo estábamos escondidos detrás de unas mesitas con frutas. Habíamos decidido salir un rato a buscar a aquel hombre. Tenía la sensación de que se encontraba en ese pueblo o Margaret no me habría dicho que regresaría pero no en ese momento.
Llevábamos un buen rato observando a un señor de cabeza calva, ojos marrones y expresión de permanente aburrimiento.
El mercadillo no estaba muy transitado, la mayoría de los puestos estaban desiertos, tales como el puesto en el que nos escondiamos. El dueño del puesto se paseaba de un lado a otro sin dejar de observar a su al rededor hasta que en cierto punto, se detuvo y empezó a urgar dentro de una mochila vieja y sucia.
No era él, pero era una forma entretenida y divertida de pasar el tiempo con Oliver. Observando a la gente e inmiscuyendonos en algunos chismesillos nos habíamos enterado de muchas cosas, todas irrelevantes, como una cartera extraviada, el inicio de año escolar, rumores de un señor y su amante, sin duda era lo más interesante.
El señor no dejaba de revolver cosas en la mochila, parecía frustrado de no poder encontrar lo que necesitaba.
—Estoy seguro de que sacará un arma y nos volará la cabeza a todos.
"Claro, y luego venderá los órganos que pueda."
—Eso no es divertido —hizo un mohín—. ¿Te imaginas que sea un psicópata y, además, carnívoro? Tendría todo un festín humano.
"Estás loco."
Comenté con aire divertido.
—Imagina la sangre escurriendo por su barbilla mientras destroza un pedazo de piel con sus dientes —describió mientras interpretaba sus palabras—, y luego le saca los ojos a un cuerpo para proceder a comérselos mientras limpia el jugo de sus dedos con la lengua.
"¡Eso es asqueroso, ya déjalo!"
Se rió fuerte observando mi expresión. Gracias a eso, el dueño del puesto se percató al fin de nuestra presencia y empezó a gritarnos groserías. Tuvimos que correr para que no nos siguiera o nos disparara con el arma que tenía en la historia de Oliver, el susodicho no paraba de reírse a carcajadas.
Cuando llegamos a casa de los padres de Oliver, estaba oscureciendo. Richard y Julieta —los padres de Oliver—, nos esperaban en la pequeña salita, sentados uno al lado del otro. Me senté con Oliver frente a ellos.
Me sentía nerviosa al estar en presencia de ambos, me recordaban a antes; a mi hermano y a mis padres. La pareja frente a mí había aceptado que me quedara en su casa, seguía sin entender muy bien por qué si yo había hecho daño a su hijo. La única razón lógica que pude encontrar fue que ellos eran demasiado bondadosos, al igual que su hijo. No me observaban de manera extraña y siempre que me veían aparecer me sonreían cálidamente, así fueron esos dos días anteriores.
—Disculpen la formalidad, chicos —habló Richard—, pero tengo un tema que tratar contigo, Eva.
Esperé en silencio a que continuara.
—No sé exactamente lo que has tenido que vivir y tampoco quiero imaginármelo, y sé que por eso le temes a todo y a todos, estás en todo tu derecho.
Aparté la mirada por instinto, lo hacía cada que algo me recordaba cosas de mi pasado. No sabía muy bien porqué me decía eso pero no dije nada. Oliver escuchaba atentamente a mi lado, pude sentir sus dedos rozando ligeramente los míos.
—Solo queremos decirte que cuentas con todo nuestro apoyo —continuó—. Eres consiente de que estás en peligro en este pueblo y aún así te arriesgas. Deben tener cuidado, chicos.
Acepté su consejo. Estaba en peligro en ese pueblo pero no podía irme sin encontrarlo, le había hecho una promesa a Margaret y no iba a fallarle, no cuando eso parecía tan importante para ella.
—En cuanto a tu habilidad, podemos descubrir qué es lo que puedes hacer y aprender a manejarlo, aún no tengo muy claro cómo lo haremos pero estoy dispuesto a descubrirlo.
Temía nunca poder aprender a controlar mi poder, pero también temía que en el intento todo saliera mal y les hiciera daño a ellos también.
Estaba punto de contestar cuando el timbre sonó. La señora Julieta se levantó para ir a abrir, no sin antes decirnos a Oliver y a mi que subieramos a su habitación por precaución.
"¿Crees que sea lo correcto?"
Sabía a lo que me refería por lo que esperé su respuesta mientras me acostaba a su lado en la cama.
—Mis padres han decidido cuidar de ti y protegerte de quien sea que quiera hacerte daño, así que sí. Aprender a controlar esa habilidad que tienes no estaría mal.
"Lo sé, es solo que no quiero..."
—No lastimaras a nadie, si es lo que tanto temes. Siento que solo usas tu habilidad como autodefensa, así que relájate, estas a salvo.
Lo peor era que no lo estaba, y ellos tampoco; lo sentía, muy, muy en el fondo.
—¿Crees que también haya más personas con habilidades como las tuyas?
"Las hay."
—¿En serio? —se sentó en la cama, emocionado—. ¿Crees que yo sea una de ellas?
Sonreí, divertida.
"¿Por qué lo dices?"
—Digo, sería genial tener una. A lo mejor y sí tenga una habilidad pero no está desarrollada. ¿Cuál crees que sería?
Mi miró con intriga mientras alzaba y bajaba las cejas.
"No lo sé."
—Levitación, suena genial ir volando por ahí aunque...ahora que lo pienso, me gusta más la invisibilidad. Podría ir por ahí espantando a las chicas en los baños —soltó una risita mientras volvía a tenderse sobre el colchón—. Oh, sería tan divertido.
Me dormí escuchando los comentarios e ideas de Oliver sobre habilidades. Era lindo saber que nada había cambiado después de esa noche.
(...)
Recordaba perfectamente el día en que todo había empezado, el día en que mi pesallida dio inicio y parecía que no iba a tener un final.
Cada que recordaba a Tobías sentía impotencia, hasta el punto de no querer recordarlo para no sentirlo más. Pero sabía que no podría olvidarlo, era mi hermano, lo quería.
Bueno, así fue como llegué a la actualidad y no iba a negar que estaba nerviosa. Me pregunté si era muy pronto para salir corriendo. Las miradas que estaba recibiendo por parte de los demás estudiantes me ponían de los nervios. Sentía que estaban por comerme viva.
El sonido de unos pasos acercándose a mi y el grito de alguien diciendo mi nombre, me dio a conocer que ya no podría escapar.
—¡Eva! Eres muy mala —Oliver me miraba "molesto"—¿Por qué no me despertaste?
"No soy tu niñera, Oliver."
Le respondí antes de seguir caminando. Era muy divertido molestarlo.
—...Solo porque eres tú lo dejaré pasar, pero, apúrate que llegaremos tarde.
Enarqué una ceja en su dirección. Era él el que iba demasiado tarde y me acusaba. Oliver sonrió ampliamente antes de apresar mi muñeca y empezar a correr. Así que me vi obligada a seguirle el paso mientras nos adentrábamos en la institución bajo las miradas poco amistosas de los demás.
Realmente no sé qué fue lo que más me sorprendió; si el hecho de que iba a empezar a ir a clases, o que el padre de Oliver era el director de la institución.
Para cuando llegamos a la entrada de nuestro salón, ya habían pasado como cinco minutos desde que el timbre se había escuchado, dando inicio al día escolar. Miré a Oliver con burla.
"No puedo creer que hayas olvidado donde se encuentra tu propio salón."
Antes de que él pudiera decir algo, la puerta del salón se abrió. Era el director —el padre de Oliver—. Nos miraba con el ceño levemente fruncido. Y más rápido que ese súper héroe del que me contó mi amigo; Oliver cruzó a toda velocidad la puerta para entrar al salón, arrastrándome con él.
"Ups."
Dije en su mente.
—Espera aquí un momento.
Se quedó estudiando el lugar antes de indicarme el lugar en el que debería sentarme. Comencé a caminar en dirección a la parte final del salón. A pesar de estar dando pasos seguros, no era capaz de alzar mi mirada, todavía no me sentía lista para ignorar por completo las miradas juzgadoras de las personas.
Estaba tan sumida en mis pensamientos, que no me di cuenta que alguien había puesto su pie en mi camino, lo que provocó que cayera al piso.
Me sentí tan humillada en ese momento. Todos se estaban riendo de mí, ni si quiera se molestaban en ocultarlo. Solo podía bajar la cabeza y mirar al suelo como si este fuera lo más interesante del mundo.
—Sois patéticos. Para llenar la carencia de emoción en sus vidas, humillan al más débil. Me dais asco —escuché como se acercaba hasta donde estaba y se agachó a mi altura para tenderme una mano—. ¿Estás bien?
¿Oliver? No, no era él.
Cuando levanté mi mirada me topé con dos bellos orbes de un azul profundo. Poco a poco comenzaba a sentir que me hundía en el mar de su mirada.
Un escalofrío me recorrió lentamente el cuerpo. Traté de disimular para que no lo notara. Pude haber sido amable y aceptar su mano pero seguía sin confiar demasiado en las personas, por lo que solo observé su palma por unos segundos y me limité a apartarla suavemente para ponerme de pie sola.
Guardó sus manos en sus bolsillos pero siguió observándome de esa manera tan intensa. Me tomé mi tiempo para observarlo mejor. Llevaba unos pantalones negros y una camiseta azul que hacía resaltar sus ojos, su cabello era muy claro, sus labios delgados y su nariz respingada. Salí de mi estupor cuando volvió a hablar.
—Me llamo Gael.
Se acercó tanto a mí como para poder crear un pequeño espacio de confidelidad y que nadie lo escuchara. Ladeó un poco la cabeza y esbozó una sonrisa socarrona.
—Un placer...Eva.
Frase del capítulo: He cometido errores de los cuales no estoy orgullosa, pero gracias a ellos he aprendido a levantarme después de cada caída.
***
Hola a todos, espero que les haya gustado el capítulo, y quiero que sepan que mi amiga y yo les agradecemos su apoyo.
A continuación, aquí les dejo algunas preguntas para saber sus opiniones acerca de los personajes:
¿Qué opinan de Eva?
¿Les agrada Oliver?
¿Por qué creen que Oliver le puso a Eva el apodo de "Angel"?
Si tuvieran a los padres de Eva delante de ustedes ¿Qué les dirían?
Si tuvieran a los padres de Oliver delante de ustedes ¿Qué les dirían?
Si pudieran hablar con Eva y Oliver ¿Qué les dirían a cada uno?
Si se encontraran con Eva el día que fue abandonada en el bosque ¿Qué harían?
Si pudieran decirle algo a Margaret días antes de su muerte ¿Qué le dirían?
Si fueran amigos de Eva y la encuentran llorando por la muerte de su hermano ¿Qué harían?
Nos leemos pronto. Lxs quiero.
Anyi <3
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