Capítulo 19
En algún lugar
Estás a salvo siempre y cuando haya luz, la oscuridad esconde monstruos listos para abalanzarse sobre ti en cuanto entres a ella.
Eso es lo que pensaba la chica mientras caminaba por la acera, y tenía tanta razón. Sus nudillos se habían vuelto blancos por la fuerza con la que agarraba el bolso.
Al doblar la esquina la iluminación era más tenue por la falta de farolas. El golpeteo de sus pasos apresurados era lo que rompía el silencio; sin embargo, lo único que ella escuchaba era la voz en su cabeza repitiendo "solo unas cuadras más". Una y otra vez.
Era rutina de todos los días. Salir tarde y exhausta del trabajo, caminar apresuradamente por las calles aferrandose al bolso colgado de su hombro. Sin dejar de mirar a su alrededor, alerta, hasta llegar a casa y así el día siguiente. Su vida había sido así desde que su tutor falleció por un ataque al corazón.
El miedo se instaló en su pecho como cada noche al cruzar el puente de los esclavos. No veía ni un alma por el lugar, pero la brisa azotando las ramas de los árboles encubrían sus pisadas.
En el fondo la chica sabía que esa noche no sería como las demás y estuvo completamente convencida en cuanto las luces se apagaron de golpe y todo quedó sumido en la oscuridad.
Un suspiro largo de derrota fue lo único que escapó de sus labios cuando sintió una mano fría y nudosa en su cuello. Eso sería realmente el inicio de todo el dolor que sufriría.
(...)
Eva Gorner
—Es por eso que el helado de menta es mejor que el de fresa. —Concluyó Oliver con su absurda explicación—. ¿Entendiste, Eva?
"¿Eh? ¿Estabas hablando conmigo?"
Tras mi pregunta, nadie pudo evitar reírse. Oliver me miraba un poco molesto, e ignorando su vergüenza me comenzó a reclamar por no hacerle caso. Por supuesto que no lo hice con mala intención, simplemente me encontraba sumergida en mis pensamientos. Tenía muchas dudas. Y me frustraba el hecho de que todas esas dudas regresaran a su punto de partida. No encontraba respuestas, solo más incógnitas. Me sentía como si estuviera cayendo en un pozo sin fondo.
—¡Eva! —el grito de mi amigo me regresó a la realidad—. ¿Estás bien? Pareces ida. ¿Hay algo que te esté molestando? —Preguntó mirándome preocupado.
Cuando estaba a punto de responderle, la voz de Owen resonó por todo el lugar.
—¡Malas noticias!
Todos lo miramos, se veía muy alterado. ¿Qué había pasado ahora?
—¿Qué sucede, Owen? —interrogó Katherine.
—Encontramos el cadáver de otro de los nuestros.
Silencio total.
En las miradas atónitas de Gael y Katherine se comenzó a reflejar una gran ira. Por otro lado, Cristal, Oliver y yo seguíamos sin poder procesar bien la información. Debía de ser una broma. Solo habían pasado dos días desde que vine a la base y sucedió lo de Gael. Entonces no entendía, ¿cómo habían podido morir treinta y dos personas en tan poco tiempo? ¿Dónde estaba la lógica?
—Maldición, esto es muy malo —susurró Cristal mientras se agarraba la cabeza—. Podríamos ser los siguientes si no tenemos cuidado.
—Es cierto —apoyó Owen.
—¿Quién fue está vez?
—Fue Emma, la que trabajaba en el sector tuyo Katherine.
—Sí, sé a quién te refieres —dijo sentándose en una silla—. La situación está empeorando. —Suspiró—. ¿Qué vamos a hacer?
La tensión se hizo presente en el ambiente. Nadie sabía que decir. Incluso el cotorro de Oliver se había mantenido callado. Por mi parte, seguía sin poder comprender o justificar la razón de todas estas muertes. ¿Por qué atacaban a las personas con poderes? No lo entendía.
Un momento, ¿poderes?
"Oigan, ¿cómo saben esas personas quienes son los que tienen habilidades?"
Ante mi duda, los ojos de los presentes se abrieron como platos.
—No habíamos pensado eso —susurró Gael—. ¿Cómo no nos dimos cuenta antes? Esto cada vez se hace más extraño, y nunca conseguimos respuestas.
—Esta situación está empezando a artarme. —Se quejó Owen.
—No eres el único. —le apoyó Cris.
Cuando los chicos me explicaron toda esta operación, había pensado en millones de cosas pero no en eso. Y empezaba a creer que la respuesta a esa incógnita sería el conecte de todo.
—Bien pensado, Eva. —Katherine se apresuró a abandonar su silla y se dirigió al muro con fotos, al cual se le unió la fotografía de la reciente víctima llamada Emma—. Tenemos muchas preguntas pero creo que ya podemos ir conectando todo.
Me acerqué un poco al círculo que habían formado a su alrededor para escuchar sus teorías.
—Muy bien, sabemos que tenemos incontables muertos, también tenemos muchos desaparecidos que no tardarán en unirseles...
—Pero qué optimista.
—Todos ellos tienen algo en común; sus habilidades —continuó—. Por años han existido generaciones de personas como nosotros y han tenido el mismo final, entonces, no somos los únicos. Ellos nos han atacado desde antes.
Conforme iba uniendo sus ideas empezó a andar de un lado a otro del muro, dicha acción me puso de los nervios.
—Por lo general, van por todos los sectores a la vez pero los más afectados son los que ya tenemos bajo nuestro cuidado, ahora han buscado uno nuevo, y es el mío. Ya han acabado con casi toda las personas de los anteriores lugares y buscan nuevas víctimas. Sabemos donde van a atacar.
Al decir lo último se formó un breve sonrisa de victoria en los labios de Katherine. Se notaba que se sentía satisfecha al dar con las personas que habían estado buscando por tanto tiempo. Pero faltaba algo.
"Y ahora, lo que no sabemos."
Todos me miraron, atentos.
"Asesinan de manera horrible a personas y les roban su sangre. No sabemos con qué propósito hacen todo esto. Además, ellos tienen alguna forma de saber quiénes son nuestros iguales, creo que esto es lo más importante a averiguar."
A pesar de enterarme no hacía mucho tiempo de toda esta situación, la había analizado y había llegado a algunas conclusiones. El esposo de Margaret tenía una habilidad parecida a la mía, y él junto a sus compañeros habían sido asesinados, pero ya sabía a manos de quién.
"Sea quien sea su líder, sabe cosas que nos ponen a todos en peligro."
(...)
—¡Oliver! —gritó furiosa Cristal mientras lo perseguía—. ¡Ven aquí, cobarde!
Íbamos todos de camino a casa de Oliver, quien no paraba de molestar a Cris. Por otro lado, Owen estaba sacando a Katherine de sus casillas. Y en el caso mío y de Gael, entre nosotros había un incómodo silencio. Me sentía extraña, nerviosa, insegura, feliz. En fin, habían muchos sentimientos en mi interior. Pero una duda no paraba de dar vueltas en mi cabeza.
"Gael, ¿te puedo preguntar algo?"
El susodicho me miró y asintió.
"¿De qué murió tú madre?"
Dije sin rodeos, aunque creo que fui demasiado brusca. Gael se detuvo de golpe; sin embargo, como él y yo íbamos más atrás del grupo, los chicos no se dieron cuenta. Rápidamente me acerqué a él mientras lo miraba con una notoria preocupación. Tuve que haberme quedado callada.
"Gael, lo siento. No debí..."
Fui interrumpida por el movimiento repentino que hizo Gael, quien sujetaba con fuerza mi mano. Nos quedamos callados mirándonos a los ojos. Era como un duelo de miradas, el cual se rompió a los segundos que él llevó mi mano a su cabeza.
"¿Quieres qué lea tus pensamientos?"
En respuesta, asintió.
"Está bien."
Y entré en su cabeza.
"En primer lugar, caminemos para que los demás no se den cuenta y que no hagan especulaciones absurdas."
Hice lo que el pidió y a los segundos ya habíamos alcanzado al resto.
"Eva, respondiendo a tú pregunta, te voy a hacer otra. ¿Sabes cuál es mi poder?"
"El nombre creo que antes Cristal me lo había mencionado, pero no lo recuerdo. Aunque tú una vez me explicaste tú habilidad. Y no entiendo, ¿qué tiene que ver tu habilidad con la muerte de tu madre?"
"Ya verás la relación entre las dos cosas, no desesperes. Bueno, mi poder recibe el nombre de Energía; y como te expliqué la otra vez, tiene sus contrarestantes y son un poco duros. Si me sobrepaso, la única forma de recuperarme es tomando la energía que hay a mi alrededor; ya sea de objetos lumínicos, plantas, animales, e incluso seres humanos. En el caso de estos tres últimos, me estoy alimentando de su esencia de vida. O sea, si me excedo los puedo matar."
"Sigo sin encontrar la relación."
De un momento a otro, algo hizo click en mi cabeza. ¡No puede ser! ¿Acaso Gael...?
"Eres impaciente, Eva. La relación es que el día que yo desperté mis poderes, mi madre estaba a mi lado. Por lo que al no saber como controlarlo, me robé toda su esencia de vida. Eva, yo maté a mi propia madre."
"Gael, no sé que decir."
"Nada, aveces el silencio es mejor para todos. Aunque al estar en silencio es cuando una persona más sufre. Eva."
Mencionó mi nombre con dulzura, y sentí como su mano agarraba con gentileza la mía. Lo miré a los ojos, esos ojos de azul profundo que ahora se encontraban cristalizados.
"Tú siempre estás en silencio, así que dime: ¿Cuánto has sufrido?"
No respondí. No me atreví a recordar, porque yo solo quería huir de mi pasado.
Al llegar a casa de Oliver, a Julieta por poco le da un infarto al ver a tantas personas en la casa. Después de todo, Oliver no le había avisado que nuestros amigos vendrían a cenar. Y mientras que Julieta regañaba a Oli, yo me quedé con los chicos y su padre.
Estuvimos hablando sobre cosas triviales, ignorando la parte de los poderes de nuestros amigos y la operación caza. Aunque el señor Richard se sorprendió cuando se enteró que ellos conocían mi "condición". Aunque en realidad no era nada nuevo con las personas que me conocían. Además, en los entrenamientos con el señor Richard había mejorado muchísimo, y fallaba a veces pero ya no había nada que me hiciera darme por vencida.
Había lastimado a muchas personas con mi habilidad, pero ahora intentaba protegerlas.
A los minutos Oliver regresó vivo del regaño.
—Muy bien, hagan que ese regaño valga la pena. —Comentó colocándose el cuello de la camiseta.
Se le notaba el nerviosismo al pobre chico.
—¡La comida está lista! —avisó Julieta desde la cocina. Apareció desatándose el nudo de su delantal de corazones.
Todos avanzaron por la casa hasta estar sentados todos a la mesa. Podría resultar un poco extraño el que yo los acompañara, pero parecía no incomodarle a ninguno. Así como las personas comunes deben alimentarse para recuperar energías, yo lo hacía con solo escucharlos reír y bromear.
—¡Oye! Hay muchas personas con fobia por las arañas. —se defendió Cris ante las burlas de Owen.
—De hecho, tiene razón —le apoyó el señor Richard—. Aunque también hay personas que le temen a cosas insignificantes.
Dijo esto último echándole una mirada de reojo a Oliver, quien enmudeció inmediatamente. Julieta rió abiertamente.
—Recuerdo perfectamente a Oliver corriendo por el jardín y gritando que la libélula que se posó en su dedo iba a devorarlo. —Continuó Julieta aún riendo y los demás no tardaron en acompañarla.
—No es gracioso —se quejó Oliver engullendo de un bocado su comida.
—Sí lo es, son momentos que nos mantienen felices.
—Pues a mí no. Estaba muy asustado. Y encima, ustedes no dejaban de decirme que estaba en peligro. A veces creo que son muy malos padres —se hizo la víctima.
Julieta tenía razón de cierta forma. Pueden haber momentos en los que nos asustamos, pero una vez ya superado lo ocurrido, puede que incluso al recordarlo te sientas feliz por haber dejado aquello a un lado.
En mi vida todo era drama, peligro, dolor...y aún así tenía momentos felices en los cuales refugiarme. Los momentos junto a mi hermano cuando yo era una niña, los momentos con mis amigos. Quizá era hora de dejar ir todo.
Entre chistes, burlas y comentarios, logré escuchar el timbre de la puerta. Julieta hizo el amago de levantarse pero avisé que iría yo mientras ella seguía disfrutando de la felicidad que desbordaban las personas en la mesa.
Sentí el frío pomo de la puerta en mi mano y lo giré. Tarareaba una canción que Oliver me había contagiado hacía unos días, no dejaba de repetirse en mi cabeza. Sin embargo, mi tarareo se detuvo que golpe cuando mis ojos chocaron con dos orbes idénticos a los míos. Un leve movimiento me hizo separar la vista de ellos.
A su lado estaba el hombre que había llegado a odiar más que nada en mi vida. Ahí frente a mí, solo me parecían más repugnantes que antes.
—Hola de nuevo, hija.
Tenía razón. Era momento de dejar ir todo. Ya no podía seguir huyendo de mi pasado.
Cuando llegué con Oliver y sus padres, hice cosas horribles, aunque no había sido mi intención. Richard me escuchó y en ningún momento me desamparó. Ellos no lo merecían, pero estaba dispuesta a darles la oportunidad de hablar. Porque con silencio no se soluciona nada.
—Escucha, lamentamos tener que acecharte y perseguirte con el pasado —continuó hablando el hombre—. Pero solo pedimos que nos dejes explicar lo sucedido.
Los miré por unos segundos. Habían cambiado mucho después de diez años; sin embargo, no podía decir si para bien o para mal. En mi caso había sido la segunda opción y solo verlos me causaba una opresión en el pecho.
"No será aquí."
Hice un movimiento con la cabeza para señalar la calle. No quería arruinar el buen momento que todos estaban pasando dentro de casa, pero sí deseaba resolver mi problema.
El viento corría fresco, el cabello suelto de la mujer ondeaba de un lado a otro. Mis ojos se dirigieron a su rostro de inmediato, ella poseía unos labios pequeños y rosados. Recordaba que de pequeña algunas personas admiraban el parecido entre mi madre y yo, siempre mencionaban nuestros ojos y labios. Aunque, claro, eso fue antes de todo.
"Muy bien, los escucho. Eso era lo que querían desde el principio."
La mujer que se hacía llamar mi madre bajó la mirada en vergüenza, y eso de cierta forma me alegró, porque mis palabras tenían un trasfondo.
—Sabemos que no existe justificación para lo que hicimos —empezó ella—. Y aún así, te agradecemos el que nos des la oportunidad de hablar contigo.
—Después de todo, no tienes por qué perdonarnos —mi vista se dirigió al hombre—. Nuestros actos fueron terribles y lo sabíamos; sin embargo...
"No les importó."
Fue una afirmación que después de tanto tiempo, no me costó aceptar. Pero lo que recibí de ellos fue un suspiro lastimero.
—Creo que debemos explicarte todo, o al menos lo que podemos.
Empezaba a dudar de si había hecho lo correcto, no sabía con exactitud si ellos hablaban con sinceridad pero permanecí atenta a cada palabra.
Había una organización en la que ellos estaban involucrados. Por lo relatado y cambiando a mí resumen; agachaban la cabeza y obedecían como perritos falderos a cada orden que les daban, y todo esto sin saber exactamente el propósito de la organización.
Sentía que había algo que no estaban diciendo y empecé a retorcer mis dedos para calmar mi ansiedad.
—En cuánto supimos de los verdaderos planes del dueño de la organización decidimos no seguir, sobre todo por las consecuencias que todo eso nos causaría. No obstante, hubo algo que nos impidió dejarlo por completo —la mujer movió el cuello de su blusa, a un lado de su clavícula había una marca difusa, fui incapaz de identificar el símbolo—. Todos los integrantes de la organización fuimos obligados a llevarla.
—Y. H. sabía muy bien lo que hacía cuando lo inició todo. —Concluyó mi supuesto padre.
"¿Has dicho Y. H?"
Asintió.
"¿Qué tan involucrada está esa persona en todo esto? ¿Quién es?"
Había escuchado esas iniciales desde mucho antes, lo sabía. En uno de los recuerdos que tenía de mis padres. Estaba hastiada de tantos secretos y de tener a más personas a las cuales temer. Creía tener la oportunidad de saber por qué esa persona era todo un peligro.
—Lo lamento, pero no podemos darte toda la información que desearíamos. Esta no es solo una marca —señaló su clavícula—. Es para camuflar lo que está verdaderamente dentro de nuestra piel. Si nosotros llegamos a hablar de más, Y. H. eliminaría a estas piezas de su tablero. Conocimos a una persona que lo hizo y sufrió las consecuencias. No sabía en lo que se estaba metiendo, él sólo era un niño.
Mi respiración se volvió más rápida, escuchaba los latidos de mi corazón en los oídos y me era imposible quedarme quieta.
—Esa noche él decidió quedarse en casa a cuidar de su hermana menor, solo que no vió lo que se avecinaba.
Mi vista se comenzó a volver borrosa por las lagrimas, los latidos de mi corazón se escuchaban cada vez más fuertes. Seguro y no era sana la forma en la que retorcía mis dedos.
—No lo hiciste. Siempre supimos que tú no habías asesinado a tu hermano, Eva.
Los miré con desprecio y rencor. Juré que si mi habilidad no hubiera sido telepatía mis padres estarían de todo menos vivos, y no sería a causa de Y. H.
"Entonces, ¿por qué...?"
—No eres la única condenada a guardar silencio, Eva.
Frase del capítulo: Es fácil perdonar a quien te lastimó, lo difícil es olvidar.
***
Holaa, nos alegra poder volver con un nuevo capítulo lleno de revelaciones, poco a poco se van aclarando las cosas al parecer. Y ugh esos padres de Eva que siempre están volviendo 🫣
Bueno espero este capítulo les haya gustado (si es que aún hay alguien leyendo esto), y como muestra de disculpa por el tiempo que demoramos, dejo un pequeño boceto que hice de uno de los personajes de la historia. A que no adivinan quién es 😏🤍
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro