Capítulo 17
Pasé los brazos por sobre mi cabeza para estirarme. Faltaba muy poco para que la clase por fin terminara. Lenguaje era la única asignatura que me parecía un poco aburrida o quizá solo era la forma en la que el profesor la impartía.
Cristal —que desde que llegué a la escuela se había sentado a mi lado— guardó apresuradamente todas sus cosas en su mochila y me instó a que hiciera lo mismo. En cuanto el timbre sonó, tiró de mí mano entre todos aquellos estudiantes que parecían salvajes intentando salir del salón.
—¡A un lado, chicos! O me atreveré a dañarles la comida en la cafetería todos los días. —Gritó.
Algunos se apartaron, cediendo el paso. Quizá no por su amenaza, sino por miedo a que los aplastara o les encajara un codo o rodilla en su camino.
Era extraño ir a la escuela sin Oliver. Extrañaba sus bromas e incluso su dramatismo. Mis días habían pasado mortalmente aburridos y tristes. Había pasado ya casi una semana y Richard y Julieta seguían turnándose para poder estar con él.
No habían señales de la persona que no tuvo escrúpulos para hacerle aquello y yo solo esperaba con ansias que mi amigo despertara.
En la salida de la escuela nos encontramos con Gael, Owen y Katherine. Gael llevaba su mochila en su espalda y Owen y Katherine cargaban con unos globos y algunos Snacks. Arrugué mis cejas en confusión.
—Queremos ir a visitar a Oliver. —Explicó Cris. —Nos conocimos hace mucho tiempo y también es nuestro amigo.
Era verdad. El primer día ellos habían mencionado que ya se conocían y que eran amigos. Sonreí ante su acción.
Owen se acercó a mi y me abrazó en modo de saludo. Al separarse me tendió uno de los globos amarillos que llevaba. Katherine hizo un asentimiento y sonrió enseñándome sus blancos dientes. Le devolví la sonrisa aún sabiendo que no podría verla.
Clavé mis ojos en el último integrante del grupo. No lo había visto en todo el día a pesar de que íbamos a las mismas clases. Inconscientemente recordé aquel momento en el parque. Ambos nos habíamos acercado mucho y había mirado mis labios tan fijamente. No sabía cómo sentirme al respecto. No sabía si lo había hecho solo para observar mejor los hilos que atravesaban mis labios, o si lo había hecho por otra razón.
Hace unos días, cuando estaba viendo aquellas novelas románticas con Julieta, algo similar había pasado entre los protagonistas. Pero en esta ocasión, ambos sellaron sus labios en un tierno beso, o eso había dicho Julieta. Pero no entendía porqué exactamente lo habían hecho. Necesitaba que Oliver despertara pronto para poder preguntarle. Era el único en el que confiaba.
Caminamos juntos por las calles. Las personas que concurrían por ahí se volteaban a veces para observar al grupo de adolescentes ruidosos que iban caminando por ahí. Antes de saber que los chicos también vendrían a ver a Oliver yo ya tenía planeado hacerlo, por lo que Richard estaba enterado y no habría problema. Cuando regresara a casa sería momento de realizar las tareas y luego el entrenamiento. Al final del día terminaba exhausta.
Y sí, Richard y yo habíamos retomado el entrenamiento, aunque esta vez con cosas más leves.
Nos tomó un poco de tiempo llegar, pero en cuanto estuvimos ahí tuvimos algunos problemas para entrar ya que no permitían muchas visitas. Yo entré primero como visitante de Oliver y los demás se colaron junto a personas que iban entrando para ver a sus familiares o seres cercanos.
El pasillo estaba libre de enfermeras por lo que corrimos escuchando el sonido de nuestros zapatos. Toqué ligeramente la puerta con mis nudillos para avisar mi presencia y la abrí, en cuanto todos estuvimos dentro la cerré de golpe.
Me giré para ver a una Julieta sorprendida al ver a tantos adolescentes desubicados en una sola habitación.
—¿Pero qué hacen todos aquí?
—Buenas tardes, señora. —Respondieron todos al unisono.
—Hemos venido a visitar a Oliver, pero como sabe, nos costó un poquito el ingreso acá —se adelantó Cris señalando la puerta.
Julieta sonrió y se levantó de la silla al lado de la camilla.
—No sabía que Oliver tenía tantos amigos.
—Oh, pero si Oliver es una persona tan molesta. —Cris susurró la última palabra, a lo que Owen respondió con un codazo en las costillas. Tosió con fuerza—. Digo, él...es un encanto de persona. Se lleva bien con todos.
Casi todos. Oliver y Sofía se odiaban mutuamente. Y su relación con Cristal no era precisamente buena ya que a mi amigo le encantaba fastidiarla.
—Claro, gracias por venir.
Seguidamente cogió su chándal murmurando que saldría por un momento.
Me acerqué a la camilla y tomé su lugar.
Las pequeñas heridas de su rostro se habían curado casi por completo, pero aquella cosa que mantenía su cuello rígido seguía ahí. Su brazo escayolado reposaba a un lado de su cuerpo. Ese sentimiento de impotencia se volvió a presentar en mí. Las lágrimas amenazaron con salir.
"Yo no hice nada...no intenté evitarlo."
Katherine se acercó a mí y me rodeó por los hombros. Yo solo observaba a mi amigo aún inmóvil en la camilla.
—No estaba en tus manos. No puedes culparte por algo así. Ya no lo hagas.
Su mirada chocó con la mía y comprendí muchas cosas. En cierta forma ella y yo nos entendíamos. Aún se sentía culpable por lo que había pasado a su novio y trataba de superar lo ocurrido. Al parecer teníamos más en común de lo que pensaba.
Tomé la mano de Oliver y entrelacé nuestros dedos. Recordaba a la perfección el día en que nos conocimos. Como dijo que también se ocultaba de alguien que lo molestaba. Cómo llegó conmigo todos los días y charlaba aunque yo no respondía a ninguna de sus incógnitas. Cómo de pronto empezó a llamarme Ángel, recordándome a su abuela.
Todo a mi alrededor pareció esfumarse, las voces, los chicos. Solo estábamos Oliver y yo sentados detrás de aquel arbusto, extrañaba tanto a mí amigo.
Sentí un leve apretón en mi mano y volteé a ver a Oliver que me miraba con una sonrisa en su rostro. Mis cejas se dispararon hacia arriba por la sorpresa.
Me abalancé sobre él y lo envolví en un fuerte abrazo. Tanto que hasta emitió un quejido bajo. Dios, creí que lo perdía.
"Te he extrañado tanto, cabeza hueca."
Rompí en llanto sin poder evitarlo. A mi alrededor escuché el alboroto y la voz de Owen llamando a una enfermera. En cuanto esta llegó se apresuró a revisar a Oliver.
—¿Pero qué hacen todos aquí? Tienen que salir antes de que llegue el doctor.
—Pero...
—No van a dejarlos volver a entrar si no salen ahora. —Cortó la enfermera a las protestas de los demás.
Obligué a mis extremidades a alejarse de Oliver, quien parecía tener una lucha contra sus párpados que se cerraban continuamente. A la habitación ingresaron más enfermeras que nos insistieron en salir de ahí, solo necesitaban a sus padres. En el pasillo vimos al doctor que iba hasta la habitación de Oli pero nos lanzó una mirada de reproche. Julieta caminaba tras él con los ojos humedecidos. Al pasar por mi lado tomó mi mano y le dio un apretón antes de seguir avanzando.
Mis amigos y yo nos quedamos en la sala de espera. Algunas de las personas ahí nos observaban de manera extraña porque, ¿qué harían tantos jóvenes en un hospital?
El tiempo pasó relativamente lento. En algún momento Richard había llegado aún vestido con el traje que le vi por la mañana.
Mi rodilla empezó a moverse de arriba a abajo. Me recordaba al día en el que Oliver había sido ingresado y no habíamos tenido noticias sobre él.
Gael que estaba sentado a mi lado se inclinó hacia adelante, rozando mi brazo en el proceso.
—Pronto podrás entrar a verlo, ten paciencia. —Dijo posando su mano en mi rodilla para que detuviera mis movimientos—. Solo están checando que todo esté en orden.
Asentí levemente con la cabeza, sin ánimos de responder. Solo quería verlo.
Pasó cerca de una hora y yo no había dejado de removerme en mi asiento.
Al cabo de un rato apareció una enfermera llamando mi nombre. Me giré hacia Gael quien me sonrió y me dio un leve empujón para que avanzará. Seguí a la mujer por el pasillo hasta la habitación de Oliver, me sonrió y se marchó por el pasillo contínuo. Abrí lentamente la puerta y me adentré en el pequeño espacio. Los padres de Oliver me esperaban al lado de la camilla.
Julieta tenía los ojos hinchados de tanto llorar. Me acerqué a ellos a paso lento y tomé la mano de mi amigo con fuerza. Su respiración lenta me indicó que dormía.
Julieta me envolvió en un fuerte abrazo que no tardé en devolver aún con la mano de Oliver entre la mía.
—Él está bien. —Susurró en mi oído.
Sentí como su delgado cuerpo temblaba por sus sollozos, seguidamente de sentir los brazos de Richard a nuestro alrededor.
Si años atrás me hubieran dicho que el abandono de mis padres fue lo mejor que me pudo pasar, me habría reído. Gracias a todo lo que había pasado, contanto el tiempo que estuve en esa casa, contando todo mi tiempo con Margaret y luego su partida. Contando aquel lapso de tiempo que volví a estar sola hasta que ellos me acogieron. Era muy feliz en estos momentos.
Lo malo se acaba. Puedes sufrir incontables veces pero la vida siempre va a recompensarte.
A mi me había recompensado con una nueva familia. Una que me aceptaba y amaba tal y como era.
Sentí el relicario colgar de mi cuello. Aquel que Margaret me había obsequiado y no pude evitar romper en llanto.
Yo ya había encontrado mi lugar feliz junto a estas personas. Quería a Margaret como mi abuela, a Julieta y Richard como mis padres, y a mi querido Oliver como el hermano que una vez perdí.
Estar junto a ellos era lo único que me importaba ahora. Quería ser feliz y lo estaba consiguiendo.
(...)
Bajé los últimos escalones hasta el pequeño cuarto oscuro. Los rincones se iluminaron cuando Richard encendió la luz amarillenta en el centro del lugar.
La silla bajo el bombillo seguía ahí. Avancé hasta ella y tomé asiento.
Richard se situó frente a mí con la cadera apoyada en la mesa de madera.
Habíamos bajado al sótano para entrenar mi habilidad, como hacíamos todos los días. Ahora tenía un mayor dominio sobre ella, podía entrar a la mente de las personas y ver sus recuerdos sin que nadie saliera dañado. Y tal como había pasado aquella vez que Katherine me permitió ver sus recuerdos, al estar ahí como una intrusa ya no afectaba ni alteraba nada. Los recuerdos seguían ahí.
—Bien, haremos una prueba más.
Obtener buenos resultados con los entrenamientos no había sido algo fácil. Había requerido mucho esfuerzo por parte de ambos, y aunque al principio no estuve de acuerdo al usar a Richard por miedo, él me había dado su completa confianza.
Me acomodé en mi asiento con la espalda erguida y clavé mis uñas en la palma de mis manos. Ahora la falta de concentración no era un problema.
Pronto todo a mi alrededor se volvió negro hasta que de repente me encontraba en un salón grande. A ambos lados de las paredes se encontraban incontables camas cubiertas por sábanas que en algún momento fueron blancas.
Las paredes eran de un gris un poco sucio y varias partes estaban manchadas con crayolas de colores.
La poca iluminación que entraba por las pequeñas ventanas me permitió ver a un niño que reposaba en una de las camas. Su cabello con ondas estaba despeinado. Cuando alzó el rostro para contemplar algo que sostenía en alto en sus manos, pude verlo.
Era Richard cuando pequeño.
Sus orbes marrones iban de un lado a otro por el papel que sostenía. Sus cachetes estaban un poco sucios pero eso parecía no importarle. Me acerqué a él a sabiendo que no podía verme. Al estar a su lado pude reconocer lo que él había estado observando.
Era la fotografía de Margaret con su esposo y un bebé en brazos que sin duda era él. Pasó sus delgados dedos por el contorno del rostro de su madre y sonrió.
Margaret se la había dado el día en que lo dejó. Apesar de estar en ese lugar lleno de niños huérfanos, él sabía que tenía una madre en algún lado y no le guardaba rencor por haberlo dejado ahí, eso fue lo que me contó cuando pregunté. Al estar ahí había hecho amigos; sin embargo, se preguntaba por qué ella lo había hecho.
En ese momento entró un niño de tez morena, con el cabello corto. Asomó la cabeza para ver a Richard.
—Eh, Richi. La señorita Lagos dice que es la hora de comer.
Seguidamente desapareció. La versión pequeña de Richard suspiró y guardó la fotografía debajo de la almohada. Se puso de pie y se encaminó fuera del lugar.
Durante esos días Richard y yo habíamos descubierto algo extraño sobre mi habilidad. En algunas ocasiones veía recuerdos indicados, como con Katherine. El recuerdo de su novio era el que ella quería que yo viera y así fue. Esta vez también era la misma situación. Richard quería que yo viera precisamente este recuerdo.
Pero cuando entraba en la mente de alguien y no había nada, mi habilidad reaccionaba buscando a lo que aferrarse sin importar a quién hiciera daño. Justo lo que había pasado con Oliver y Gael aquel día.
Richard me había dicho que tenía que respetar el límite, por esa razón, salí de su mente viendo como todo el recuerdo iba desvaneciéndose.
Cuando abrí los ojos me choqué con una sonrisa por parte de Richard. Esto me aseguró que lo había hecho bien, que su recuerdo seguía presente en su mente. Me dio un apretón en el hombro y yo me regocijé en satisfacción.
Me sugirió salir al jardín para tomar un poco de aire y relajarme después de haber estado ahí. Al llegar me senté en el columpio como hacía siempre, y él se sentó sobre el césped con las piernas cruzadas como indio. Mantuvimos el silencio por unos minutos en los que observé la casa que estaba al otro lado de la cerca.
Pensar que mis padres estaban tan cerca mío me aterrorizaba, pero sabía que tenía a Oliver y a sus padres. No podía creer que aquellas personas que me habían hecho tanto daño estaban a solo metros de mí.
Sentí la mirada de Richard sobre mi rostro. En cuanto volteé a verlo desvió la mirada a la casa de enfrente.
—Nos mudamos aquí hace mucho tiempo. Ellos ya vivían aquí. —Empezó. Sabía que se refería a mis padres—. Nos convencimos de que era buena idea ya que ellos eran nuestros vecinos y tenían dos hijos, un muchacho y una niña. Oliver tendría con quien jugar. Pero ninguno de nosotros tuvo la fortuna de conocer a esa niña. Ellos casi no salían de casa y a quien tuve la oportunidad de ver un par de veces fue a un muchacho de 16 o 17 años. Se llamaba Tobías según sé.
Me tensé ante la mención de su nombre y Richard lo notó, pero continuó hablando.
—Pasó un tiempo hasta que una noche se escucharon cosas extrañas en esa casa. Al día siguiente nos enteramos que al hijo de los vecinos lo habían asesinado. Acompañamos a la familia a sepultar el cuerpo pero ese día tampoco vi a la segunda hija de la familia Gorner. Los años se llevaron mi curiosidad por saber que pasaba en esa casa. Un día los vimos marcharse apresuradamente en su coche cargando algo que no pude distinguir. La casa pasó vacía un tiempo, por lo que creímos que se habían marchado definitivamente. Pero volvieron.
Sentí el escozor en mis ojos por contener las lágrimas.
—Y esa niña eras tú. —Concluyó.
Lo era. Ahora tenía sentido. Era Oliver a quien yo miraba jugar todos los días por la ventana de mi antigua habitación. Era por eso que cuando nos reencontramos en el pueblo me había resultado muy familiar. Gracias a aquel niño y toda aquella energía positiva y rebosante que lo perseguía a todos lados, yo estaba ahí. Porque cada vez que lo observaba jugar felizmente me sentía mejor de algún modo. Hasta ese momento no tenía idea, pero le debía demasiado a Oliver.
(...)
La enfermera que ayer nos había sugerido salir de la habitación de Oliver antes de que el doctor llegara, nos había ayudado a entrar hoy al hospital. Bueno, en realidad, lo había hecho desde antes. Ella se había encargado de guardar las cosas que habíamos traído para que nadie las viera.
Con Cristal acostada en la camilla, y los chicos y yo debajo de la misma, cubriendonos con las sábanas. Fue así como entramos.
Yo podría haber entrado normalmente, pero seguir las locuras de mis amigos era divertido. La enfermera empujó despacio la camilla hasta el pasillo desolado. Explicó que las cosas estaban en el cajón de la mesita, pero nos dijo que Oliver no podía comer aún ese tipo de cosas por la dieta de su recuperación.
Le agradecimos por haber hecho aquella travesía con nosotros y avanzamos hasta la habitación.
Oliver estaba mejor, pero los doctores dijeron que sería bueno que él reposara en el hospital. Sería dado de alta en unos días.
Cuando entramos, Oli estaba sentado en la camilla observando por la ventana. Parecía decaído. Aquella cosa de su cuello había desaparecido pero aún vestía la bata del hospital. En cuanto escuchó nuestras pisadas se giró rápidamente, sus cejas se dispararon hacia arriba al vernos, pero su sonrisa me calentó el corazón.
—¿Qué están haciendo todos aquí?
—Oye, no te sorprendas tanto. Vinimos desde ayer. —Respondió Cris.
Las cejas de Oliver casi llegaban al inicio de su cabello de lo sorprendido que estaba.
—¿Ayer? Pero si yo no...
—Oh, es que estabas muy ocupado uniendo cables. —dijo con burla.
Owen se adelantó a sacar las cosas que habían en el cajón y pareció decepcionado.
—También habíamos traído unos globitos, pero la enfermera seguro disfrutó pinchándolos —comentó con un puchero.
Ignoré su drama y me acerqué a mi amigo para darle un abrazo.
"No sabes cuánto me alegra que estés bien. Creí que te había perdido."
Me devolvió el abrazo y cuando llegó el momento de separarnos me senté a su lado. Julieta y Richar estaban descansando en casa ya que yo iba a estar con Oliver.
—No exageres. Ya era mi momento para asustarte a ti. —Golpeó mi hombro suavemente—. Consideralo como mi venganza.
Y vaya venganza. Había extrañado tanto sus bromas. Katherine y Gael también se acercaron a abrazar a Oliver, quien ya estaba haciendo un drama al ver que otro de sus amigos tenía poderes también. Todos se conocían desde hacía mucho más tiempo y le habían tomado cariño, almenos Gael y Cristal... solo un poco.
—¿Cómo está yendo la escuela sin mí? Apuesto que todos me extrañan.
"De hecho nadie se ha dado cuenta de que faltas tú."
Bromee. Algunos alumnos con los que Oliver tenía buena relación se habían extrañado por sus faltas, e incluso Sofía que pasaba molestando a Oli todo el tiempo, se había dado cuenta que no había llegado a la escuela. No los culpaba.
Pegué un bote cuando Owen se paró con dos bolsas en las manos. Sus ojos de diferentes colores brillaban con emoción. Depositó el contenido de ambas bolsas sobre las sábanas de la camilla.
—Creo que ya es hora de celebrar que el señorito lanza zapatos ha despertado al fin.
Todos rieron. Lo decía por el día en que nos conocimos. Oliver había lanzado su zapato directo a la cabeza de Owen cuando este apareció por el portal.
Los ojos de Oliver se crisparon y no dudó en tomar un Snack que arrebaté al recordar las palabras de la enfermera.
"Tú no puedes comer esto."
—No seas así, Eva. Estoy aburrido de esa comida fea de hospital.
"Pero si solo has estado despierto un día..."
Me interrumpí cuando vi la mano de Owen ofreciéndole otra bolsa grande de golosinas.
—Son de las mejores. —Susurró.
Oli no demoró en cogerla y empezar a engullir el Snack. Le lancé una mirada asesina a Owen quien solo me sonrió, también con la boca llena.
—Tú si me caes bien —habló Oliver—. No como la jefa gorila.
Cris se quedó con la golosina a medio camino de la boca y lo miró fijamente.
Ahí íbamos de nuevo.
—¿Has vuelto a llamarme jefa gorila?
—¿Yo? Pero si no he dicho una sola palabra.
Oliver era un caso perdido.
—¿Quieres que te rompa el otro brazo? —sonrió ante la expresión de miedo de Oliver que reaccionó aferrándose a mi brazo—. No creas que porque estas tendido en esa camilla tendré compasión de ti.
—Oh, tu tan cruel como siempre. A un enfermo no se le amenaza. Muy mal Cris-Cris, muy mal. —alzó el rostro con suficiencia.
A Cristal le temblaba un ojo por lo irritada que estaba. Al final todos tomaron asiento y no tardaron en hacer de un silencio incómodo, un espacio lleno de bromas y risas.
Los observé reír, hablar y devorar la comida. Me gustaba esto, me gustaba estar con mis amigos, divertirme y a la vez enojarme con sus bromas. Desee que ese momento fuera infinito. Y estaba seguro que se quedaría grabado muy profundo en mi corazón.
Continuará...
Frase del capítulo: Lo malo se acaba. Puedes sufrir incontables veces pero la vida siempre va a recompensarte.
***
Una disculpa por no haber actualizado el sábado pasado. Todo esto del regreso a clases nos tiene a mi amiga y a mí muy cortas de tiempo.
En fin, espero el capítulo les haya gustado💗
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