Capítulo 13
—Sí analizamos todo lo que tenemos hasta ahora, será suficiente para dar con el paradero de las personas desaparecidas.
—Estoy de acuerdo, pero tendremos que retrazar ese caso, ahora mismo la situación está empeorando.
Mi cabeza dolía y me resultaba difícil entender todo lo que decían, en especial porque las voces se escuchaban desde distintos ángulos.
—Es técnicamente imposible que alguien que no quisiéramos supiera donde se encuentra exactamente la base. Ese monstruo no llegó solo.
—Lo encontramos en uno de los pasillos que casi nunca usamos, ¿verdad? A lo mejor hay otra entrada a este lugar que no hemos descubierto.
—Tiene sentido, pero, ¿por qué atacarla a ella precisamente?
Esta vez so logre distinguir la voz de Owen a mi lado.
—Ese sujeto tiene algo contra la chica, una razón más para que no participe en nuestra misión.
—Ya basta, Katherine. Necesitamos toda la ayuda posible y los iguales debemos estar unidos. Tenemos que averiguar cómo y porqué exactamente entró ese monstruo y acabar con ese sujeto. Y no, nadie va a quedarse fuera de esta misión.
La voz de Gael había sonado demandante. Sin lugar a discusión.
Las sienes me dolían y abrir los ojos requirió de mucho esfuerzo pero volví a cerrarlos a causa de la cegadora luz sobre mi cabeza. Él resoplido de Katherine me hizo volver a abrirlo a pesar del escozor.
—Oh, genial. La princesita ya despertó.
Me dirigió una mirada afilada y se giró para tomar algo de la mesa a su lado. Desapareció por uno de los pasillos dando grandes zancadas.
Me incorporé. Había estado acostada en una de las mesas en el interior de la cúpula. Una cantidad exagerada de papeles reposaban esparcidos por el suelo. Me senté con los pies colgando del borde de la mesa.
"¿Qué sucedió?"
Gael suspiró lastimeramente y se cruzó de brazos sin mediar palabra. Fue Owen quien respondió a ni pregunta.
—Cuando ese monstruo entró, falló la electricidad y hubo un cambio en la atmósfera. Fuimos a buscarte y te encontramos tirada en el suelo con el monstruo a punto de arrancarte la cabeza.
Muy bien, empezaba a artarme de mis desmayos inoportunos. Me estaba pasando demasiado seguido.
—Intenté llevarlo a otra dimensión y para eso necesitaba que cruzara el portal —resopló—. Y fallé en eso —subió su camiseta dejando a la vista una venda manchada de sangre alrededor de su torso—. Casi me saca las entrañas.
Soltó una risa nerviosa pero se detuvo de inmediato poniendo una mueca de dolor.
"Oye, ¿Estás bien?"
Bajé de un salto de la mesa y me acerqué a él. Pasé mis dedos sobre la venda. La sangre aún seguía fresca y el parecía un poco pálido. Lo empujé hacia la mesa para que tomara asiento.
—Sí, ya hemos cosido la herida. Sólo duele un poco.
"Lo imagino."
Gael carraspeó tan fuerte que seguro se habría hecho daño en la garganta.
—Al final Katherine ha tenido que usar su habilidad y fue lo más efectivo —habló totalmente serio, no pasó desapercibido lo tenso que estaba.
"¿Cuál es su habilidad?"
—Ondas sónicas.
"¿Dónde está ella ahora?"
—En alguna parte de este enorme lugar.
—Había algo raro con este monstruo —dijo Owen—. Cuando intenté tocarlo mi mano lo atravesó, solo era como...una sombra, pero parecía como una araña gigante con todas esas manos y garras. Y sus ojos eran realmente aterradores.
Su cuerpo se sacudió por culpa de un escalofrío. Sin duda este chico era idéntico a Oliver. Padres del dramatismo aunque no lo culpaba, casi habia sido asesinado por uno de esos monstruos.
—No sabemos cómo encontró la base ni cómo logró entrar pero está claro que venía a por ti.
Como todos los que habían aparecido hasta ahora, yo era su objetivo, el de su creador.
Gael abandonó su silla y recogió una carpeta del suelo, me la tendió.
—He investigado sobre tu habilidad, espero no te moleste —negué con la cabeza y él continuó—. Habían pocas pocas y que seguramente ya sabes; puedes entrar a la cabeza de las personas y leer sus pensamientos. Puedes ver sus recuerdos siempre y cuando no te sobrepases. Si te sobreesfuerzas acabarías haciéndote daño a ti y a la otra persona.
Sí, esas eran cosas que había comprendido con los errores que había cometido.
—Pero hay algo más —abrió la carpeta por mí y señaló una hoja de entre el montón—. Tú habilidad y tu...condición, te han permitido desarrollar una nueva capacidad. Dado que tus labios están cellados, la razón por la cual has podido sobrevivir sin comida y agua es porque te alimentas de emociones. Emociones positivas. Aquellos sentimientos de felicidad.
Aquel día en la cafetería, cuando vi a una familia celebrar felizmente el cumpleaños de uno de sus miembros, me había sentido bien, como si algo en mi se hubiera renovado, me sentía plena.
Todo esto era muy predecible.
—Sin embargo, la información no está completa. Al parecer alguien la ha robado.
Esa hoja que él había señalado, le hacía falta la mitad inferior.
—Así que si estás dispuesta a descubrir tu sola la constitución y contrarrestantes de tu habilidad, podemos ayudarte a controlarla.
Asentí en agradecimiento pero lo que más quería era salir a tomas aire y pensar, asimilarlo todo.
—¿Sabes? Tu habilidad no es muy diferente a la mía. Tiene sus contrarestantes y son un poco duros. Si me sobrepaso, la única forma de recuperarme es tomando la energía que hay a mi alrededor: ya sea de objetos lumínicos, plantas, animales, e incluso seres humanos. En el caso de estos tres últimos, me estoy alimentando de su esencia de vida.
Lo interrumpo.
"Espera, ¿eso quiere decir que los...?
—¿Los mato? —asentí—. Si y no, es difícil de explicar. Se siente mal hacerlo pero aveces no me queda otra opción.
Lo dijo bajito para que solo yo pudiera escucharlo.
Enmudecí. No sabía qué decir. Me gustaría apoyarlo, decirle que me identifico un poco con su dolor, pero me era imposible.
"Gael, yo..."
Me abrazó de repente. Para esos momentos, Owen se había retirado. Nos quedamos solos en aquel lugar, y entre los dos reinaba el silencio, no de esos incómodos, sino, de esos agradables. Durante los diez años que llevaba con la boca cosida, había aprendido algo; no siempre las palabras podrán demostrar nuestros sentimientos más profundos.
Unas fuertes punzadas se presentaron en mi cabeza. Las lágrimas empezaron su descenso debido al dolor, y Gael soltó un grito ronco. Lo había hecho de nuevo.
(...)
Un niño corrió a los brazos de su madre. Ambos rieron mientras que un hombre los observaba desde lejos con una sonrisa. Los tres formaban una familia, la mujer y el niño compartían unos bellos orbes de azul profundo.
—Gael, es hora de irnos.
La escena cambió. Ahora es navidad. Varias personas estaban sentadas a la mesa disfrutando de la cena navideña, no paraban de hablar, pero sus voces sonaban distorsionadas, no los entendí.
¿Estos eran los recuerdos de Gael?
Su mirada no era la misma, parecía incluso cálida. Me recordó a mí. La mirada de las personas cambia después de descubrir la verdad acerca de la realidad.
—¡Feliz navidad a todos! —la mujer alzó su copa—. Que el próximo año traiga consigo nuevas aventuras, y muchos más momentos de felicidad para cada uno de los miembros de mi adorada familia.
El recuerdo desapareció, y antes de darse la oportunidad de que aparezca otro. Un desgarrador grito resonó con fuerza por todo el espacio. Me alarmé cuando caí en cuenta que no veía nada.
Los sollozos y lamentos de alguien provocaron un desagradable sentimiento en mi corazón.
Una imagen surgió ante mis ojos entre tanta oscuridad. Estaba en un cementerio, era de noche y una gran tormenta estaba cayendo. La lluvia caía con tal magnitud que parecía un diluvio. El niño estaba recostado sobre una tumba y acariciaba la lápida con sus deditos. Sus ojos estaban hinchados de tanto llorar. Alguien muy preciado para él había fallecido.
—Lo siento, mamá. Es mi culpa, yo lo hice. Por favor perdóname. Lo siento tanto.
Repetía una y otra vez.
—Eres un asesino —casi escupió las palabras—. A partir de ahora, ya no eres mi hijo.
Habló el padre de Gael marchándose del lugar.
No entiendo por qué debe de existir tanto dolor en el mundo. Gael, me pregunto cuánto habrás sufrido. Nunca pensé que tú y yo fuéramos tan parecidos, ambos hemos perdido a la persona más importante de nuestra vida. Todo esto me parte el alma, ¿por qué no pudimos ser normales? ¿Es que era demasiado pedir?
El destino de las personas como yo, ¿acaso es el sufrimiento eterno? ¿Qué hicimos para merecer esto? ¿Es que solo somos un simple error del mundo?
Dios; ¿Qué pecado cometimos?
Estos poderes, son una maldición, la cual vamos a tener que cargar hasta el fin de nuestras vidas. Porque el silencio y la oscuridad son lo único que nos queda.
(...)
Me aturdí en cuanto Gael desciso el abrazo. Elevó su mano para limpiar la sangre que salía de su nariz. Me miró con el ceño profundamente fruncido.
Me hundí.
También llevé mis dedos a mi nariz y tal como lo suponía, los retiré manchados de aquél líquido carmesí.
Di una bocanada de aire, giré sobre mis propios pies y salí corriendo en busca de la salida. Lo hice con Oliver, dos veces. Y ahora Gael.
Mi corazón latía desbocado cuando llegué a casa de los padres de Oliver. Abrí la puerta principal con la llave que me habían brindado. En cuanto cerré a mis espaldas, mi amigo se abalanzó sobre mí. Después de retirarse y dejarme respirar al fin, me tomó por los hombros y me dio una leve sacudida.
—¿Pero qué pasa contigo? ¿Por qué no me dijiste a donde irías? Estaba muy preocupado por ti.
Bajé la barbilla.
"Lo siento, no era mi intención."
—Debiste haberme dicho algo. —señaló su cabeza.
Por encima del hombro de Oliver pude ver la mirada preocupada de sus padres. Nunca creí que me arrepentiría tanto de algo.
El timbre resonó por toda la casa. Oliver me soltó y se adelantó para abrir la puerta. Noté como se puso tenso de pronto.
—Son ellos de nuevo. —susurró.
Abrió la puerta del todo y ahí estaban. Ambos tenían una mirada angustiada. En cuanto nos vio a todos en el vestíbulo la mujer sucumbió a las lágrimas.
—Buenas noches. Somos sus vecinos, Lena y Eric Gorner —se presentó con la voz temblorosa.
Mi respiración se volvió errática. Di unos cuantos pasos atrás con el cuerpo tenso y la mirada clavada en aquel hombre.
El padre de Oliver posó su mano en mi hombro para adelantarse. Oliver se movió hasta quedara mi lado.
—Verá, hemos pasado por muchas cosas y nos encantaría poder hablar con...nuestra hija un momento.
Siguió hablando el hombre pero yo ya no lo escuchaba. Solo el oír la palabra hija de sus labios me causaba repulsión.
No quería. No quería tener que verlos de nuevo.
Una punzada en mi sien me hizo jadear. De inmediato Oliver me aferró por el codo, vi que su boca gesticuló algo pero no pude oírlo. Las punzadas eran muy fuertes y el mareo no tardó en aparecer. Cerré los ojos con fuerza intentando dispersar el cúmulo de pensamientos que me abordaron, pareció funcionar hasta que de pronto volvieron mucho más fuertes. Mis rodillas cedieron, sentí un escozor en mi nariz cuando una imagen llegó a mí.
¿Cuántos días han pasado ya? Miré mi reflejo en la ventana mientras que la lluvia caía. Caminé en dirección a mi cama donde me senté nada más llegar. Al llevar mis manos a mi boca, pude sentir los hilos que encierran mi voz. Sigo sin poder comprender el motivo de esta carga.
Silencio.
Desde la muerte de mi hermano, todo se había tornado en un aburrido color gris. En esta habitación, mi único entretenimiento era contemplar al hijo del vecino como una acosadora, u observar un punto fijo en la pared.
No fue mentira.
No maté a mi hermano, soy inocente, nunca le haría daño a la persona más importante en mi vida. Pero mis padres no me creían, me han tachado como una mentirosa, algo que no soy. ¿Por qué no me creen? ¿Por qué me odian sin motivos?
Un ruido en la puerta me hizo estremecer. Tenía que esconderme, no quería que me volvieran a lastimar.
Rápidamente me escondí dentro del armario, aunque siendo sincera, estaba segura de que me iban a encontrar. Digo, ¿a dónde más podría ir? Escuché cómo lentamente se abrió la puerta, y las voces de mis padres resuenaron. Me estaban buscando, mi madre se acercó Mi escondite ya había sido descubierto.
—Aquí estás —sonrió frivolamente antes de agarrar con fuerza mi brazo y lanzarme a los pies de aquel hombre, al cual llamé padre.
Golpe tras golpe. El dolor que sentí en mi cuerpo no se comparó con el de mi corazón. Sangre corrió de mi boca debido a los inútiles intentos de soltar un grito, además de las constantes patadas en mi estómago.
No podía hacer nada, era una cobarde. Solo podía observar como las personas que me dieron la vida, trataban de arrebatármela. Y lloré al pensar que me lo merecía, era mala ¿verdad? Mi abuela tenía razón, traje con mi nacimiento un mar de desgracias. Soy uno de muchos errores que existen en esta podrida realidad.
Sentí las manos de Julieta —la madre de Oliver— apartar el cabello de mi rostro, el señor Richard volteó a verme y se giró de inmediato a la puerta que había estado bloqueando.
—Yo creo que está más que claro que a ella no le apetece hablar con ustedes.
La mujer al borde de la histeria reaccionó al fin, agarrando a Richard por los antebrazos.
—Por favor, solo un minuto. Necesitamos explicarle lo que pasó.
Su acompañante la alejó suavemente cuando el padre de Oliver frunció el ceño.
—Me temo que ni eso podré conceder. Ahora, les agradecería que se marcharan.
La mujer desistió de convencer a Richard perro trató de abrirse paso para llegar hasta a mí.
—Eva, por favor —cubrí mis oídos, no quería oírla—. Escúchame. No era mi intención hacerte esto, nunca quise hacerte daño, mi niña.
"No quiero tus disculpas."
Hablé pausadamente.
—Hija...no sabes cuánto lo siento, nunca quise...no quería que él llegara a ti, ¡Por eso lo hice! Por favor, perdóname.
El mareo sucumbió de nuevo, mi vista se emborronó. Todo a mi alrededor daba vueltas y la discusión de la que no era partícipe me aturdia más.
Me senté sobre la alfombra y abracé mis piernas. Sentía los brazos de Oliver a mi alrededor y su voz susurrando a mi oído que me calmara, que todo estaría bien después. Pero lo dudaba mucho.
Soy incapaz de seguir adelante, cuando mi pasado me sigue sin importar a donde vaya.
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