Una mala decisión conlleva una pelirroja furiosa
Narrador omnisciente:
Mina mantenía sus ojos completamente amplios observando el blanquecino techo de la habitación, la muchacha no recordaba el instante que fue capaz de girarse ni mucho menos cuando Nayeon recostó su rostro sobre su sostén deportivo, solo era consciente que su caliente respiración le estaba colocando de los nervios, y para que hablar como su piel se erizaba bajó las palmas frías de la joven posadas sobre su plano abdomen, la muchacha de bonitas facciones estaba causando la perdida de razón en la extranjera. La japonesa suspiró cerrando con fuerza sus párpados, quería huir de ahí, deseaba alejar el cuerpo de la castaña, para luego tomar sus cosas y marcharse como la cobarde que se caracterizaba en ser, pero no podía, no cuando le había hecho una promesa al diablillo, aunque más que eso, una parte de ella quería ver a la mayor despertar entre sus brazos, realmente anhelaba poder sentir esa emoción y el revoloteo de las inexistentes mariposas que atacaban su estómago por cada vez que sus ojos hacían contacto con los de la contraria.
La japonesa suspiró parpadeando con suavidad, su vista rápidamente se acostumbro a la penumbra habitación dándole la facilidad de poder notar la decoración del lugar, la joven sonrió arrugando el puente de su nariz al oír la suave respiración de la castaña, era sorprende, constantemente Nayeon le brindaba un cálido silencio, pero ahora, descansando entre sus brazos podía jurar que estaba escuchando como su respiración resbala entremedio de aquellos apetitosos labios carnosos. ¿A caso era posible? Se cuestionó la extranjera completamente embobada por el sonido que la castaña causa, era delicado y sutil, algo digno de ser expuesto por una joven como la coreana, o tal vez era igual que el de la demás persona, con la diferencia que, quien lo oía era una persona enamorada. Mina jadeó con sus párpados expandidos, ¿Ella enamorada de Nayeon? se preguntó sintiendo como el calor se propagaba por sus mejillas.
La extranjera aterrada alejó con suavidad el cuerpo de la coreana de su anatomía, la japonesa observó con cierto pavor como la mayor se giraba arrebatándole con un toque de fuerza el cojín que mantenía su cabeza un poco inclinada. Mina, al notar como la castaña le arrebata aquel objeto no pudo evitar el reír sintiéndose completamente fascinada de notar aquella posible manía que Nayeon le había mostrado.
Mina inclinó su torso atrapando con un toque de dificultad su teléfono móvil, la muchacha apoyó su espalda contra la cabecera de la cama pasando su mirada de la pantalla de su aparato tecnológico para luego fijarse en la espalda de la mayor, la japonesa se tomó su tiempo en admirar como la castaña dormía de forma pacífica sobre el colchón, la menor podía sentir el calor corporal de la contraria golpeando su torso, provocando que nuevamente la sangre caliente se instalaba en el nuevo lugar favorito de su rostro; los pómulos.
La japonesa desbloqueó la pantalla yéndose con rapidez hacia sus contactos, buscó en el mar de conocidos que tenía anotados encontrando rápidamente el apodo de su mejor amiga. Mina apretó el botón "Llamar" para luego llevarse el aparato hacia su oreja, sintiendo el nerviosismo invadiendo sus pensamientos.
La joven espero; primer tono, nada, segundo tono, seguía siendo lo mismo... al cuarto tono la muchacha por fin pudo oír la voz adormilada de la rubia.
—M~Mamá cinco minutos más...—susurró Momo sin ser del todo coherente en sus palabras, la pelinegra estaba casi segura oír la mezcla japonesa y coreano en aquella frase.
—Soy Mina, Momoring—contestó la mencionada escuchando la exclamación de la rubia desde el otro lado.
—¿Qué paso? Tu solo me llamarías por tres razones—habló Momo despertando por completo del sueño que le había atontado más de la cuenta—se te ilumino la vida, te cogiste a alguien, o te mandaste una cagada, dime Minario, ¿Cuál de las tres fue? —cuestionó logrando que la pelinegra soltase un suspiro—ay no, esto es grave... ¡tenemos un 3312, tenemos un 3312! —alzó la voz importándole muy poco que estuviesen sus padres en la habitación continua—Mina dime que no fuiste tan estúpida de caer por el encanto de la sorda Im, por favor dime que no te enamoraste tan rápido de ella.
—No lo entiendes... Nayeon es fantástica en todos los aspectos y derivados de la palabra, es divertida sin siquiera intentarlo, te mira de esa forma que sientes que te esta observando el alma, me siento segura a su lado, ¿Entiendes? Cada vez que tengo la oportunidad de verla haciendo algo lo único que siento es admiración por todo lo que ha logrado, ella sola, ¿Comprendes esa mierda Momo? Ha llegado tan lejos con su discapacidad que, ni siquiera el idiota de Bambam podría lograr llegarle si quiera a sus talones—confesó Mina observando el cabello de la coreana olvidando por completo que estaba en llamada con la rubia.
—Pues díselo, o sea no, espera, fue sin querer—se corrigió con rapidez soltando una torpe carcajada—lo que quería decir es que deberías no sé, ¿Escribirle una carta? Así bien pasiva tú, o podrías aprender lenguaje de señas, no es tan complicado—dio un par de ideas logrando hacer que el imaginario foco arriba de la japonesa de la pelinegra se encendiera.
Mina mordió su lengua para luego soltar un suspiro, le haría una carta para luego comenzar a aprender el lenguaje de señas. De repente, la japonesa frunció su ceño, ¿Momo sabe lenguaje de señas? ¿Por qué lo sabe? Se cuestionó sintiéndose verdaderamente confundida por la pequeña confesión camuflada de su torpe amiga.
—Espera, ¿Cómo sabes tú que no es tan complicado? —cuestionó Mina completamente interesada por saber la razón.
Momo se atoró con su propia saliva para luego hacer un muy notario intento por aparentar que la línea de la llamada estaba fallando.
—M~Mina... [whoosh] Tengo m~mala... [whoosh] s~señal... adiós—se despidió la rubia haciendo unos muy fingidos sonidos.
Mina frunció el ceño para luego simplemente dejarlo pasar, más tarde tendría tiempo para pregunta que había sido ese estúpido numerito por parte de Momo.
La japonesa estiró su torso dejando el teléfono sobre la mesita de noche, sus ojos rápidamente viajaron hacia la pequeña pizarra que Nayeon había dejado con anterioridad, la curiosidad pudo con ella teniendo el instinto de tomar aquel objeto, la poca iluminación de la habitación le impidió ver con completa claridad que era lo que aquello contenía, pero aun así con mucho esfuerzo pudo leer su nombre escrito con una bonita caligrafía. Mina sonrió en el momento que sus ojos pudieron descifrar el mensaje, "Buenos días Minari" era un mensaje sencillo, pero, ¿Por qué aquello le había emocionado? La pelinegra sabia el por qué, no tenía que ser un genio para entender que su emoción se debía a la responsable de lo escrito, Mina era más que consciente que todo lo que fuese hecho por Nayeon a ella le iba a fascinar.
Mina suspiró dejando la pizarra sobre la madera, luego de aquello la joven giró su rostro observando la tranquila respiración de lo ajeno, sus ojos se mantuvieron en el cuerpo de la mayor, no pudo evitar el cuestionarse si ella era real, si, de verdad Nayeon había tomando la decisión de pasar la noche con ella y no con la coreana de cabello oscuro. La japonesa era consciente que estaba mal, que, no debería estar acomodándose sobre el colchón para luego quedar de frente con la espalda de la castaña, ¿Se molestará? Fue la primera duda que ejerció en sus pensamientos, la muchacha sentía un ligero pavor por pensar que la castaña se incomodaría si ella la abrazaba, pero es que tenía frio y por ningún motivo se iba a levantar de la cama en busca de su camiseta, así que lo hizo, con el corazón apunto de abandonar su caja torácica Mina envolvió sus brazos sobre el abdomen de la coreana apegando su pecho con la espalda ajena. La joven se quedó estática sintiendo la calmada respiración de la castaña rozando su pecho, podía sentir como la espalda ajena se expandía y contraria a causa de las bocanadas de aire que estaba reteniendo en sus pulmones.
Rápidamente el sueño la venció llevándola por fin al descanso que tanto necesitaba sentir.
Horas después Nayeon fue la primera en despertar, se mantuvo con los párpados cerrados sintiendo una cálida respiración chocando contra su nuca, su cuerpo se tensó a la vez que sus músculos se contraria, ¿Jennie la estaba abrazando? El recuerdo de estar acostada con la coreana había golpeado sus pensamientos aturdiéndola por completo. Velozmente la castaña se incorporó sintiendo como los brazos ajenos se deslizaban hasta envolverse sobre sus caderas. La coreana podía sentir su corazón vibrando con fuerza, posiblemente de una forma descontrolada, Nayeon, asustada giró su rostro alzando ambas cejas ante la sorpresa de tener a Mina a su lado le había causado.
La castaña se sonrojó de una manera impresionante, ahora lo recordaba, ella se había levantando de su cama al no poder conciliar el sueño, sus pensamientos la estaban atormentando al tener a Jennie tan apegada a su espalda, Nayeon no se iba engañar, el recuerdo del beso que ella le robó todavía la hacia sentirse jodidamente incómoda. La coreana sacudió su cabeza enfocándose en Mina, la muchacha sonrió mientras estiraba sus manos acariciando el cabello ajeno, a la joven le hubiese gustado poder oír su risa en el momento que notó los labios entreabiertos de la pelinegra, se cuestionó si Mina roncaba, o si suspiraba mientras dormía, le hubiese encantado poder oír aquellos sonidos desprendiendo del cuerpo de la extranjera.
Las orejas de la coreana se incendiaron de un tono carmesí al bajar la mirada; Mina se encontraba sin camiseta con su lindo sostén deportivo cubriendo sus pechos, Nayeon entreabrió sus labios sintiéndose verdaderamente avergonzada de estar admirando el abdomen de la pelinegra y como este se marcaba de forma ligera por cada respiración que ejecutaba.
Nayeon estiró su mano hacia la piel expuesta de lo ajeno, con la yema de sus dedos rozó las líneas que se marcaban en el abdomen de la pelinegra sintiendo como la sangre caliente envolvía las puntas de sus orejas, se sentía bien el rozar sus dedos contra el cuerpo de la japonesa, y más si podía sentir como sus músculos se contraía bajo su tacto.
Mina jadeo despertando de golpe ante la agradable sensación que sentía en su abdomen, sus ojos se expandieron con fuerza al percatarse de unas manos ajenas tocando su piel. La japonesa se quedó en silencio observando el rostro concentrado de la castaña, a pesar de que podía hablar la pelinegra decidió apretar sus labios queriendo hacer creer a la castaña de que ella seguía plácidamente dormida. De repente, la puerta se abrió de golpe logrando que la extranjera diera un brinco del susto.
—¡¿Qué haces con mi hija rompe hogares?! —bramó Tiffany mientras se adentraba en la habitación—¡Violación! —exageró al notar la falta de ropa en la pelinegra y la confusión plasmada en las facciones de su hija—¡Te estabas aprovechando de mi pequeño retoño! —alzó la voz a la vez que se terminaba de acercar estirando sus manos para atrapar el brazo de la japonesa—¡Te di un techo donde dormir y así me lo pagas, desgraciada! —Mina estaba aterrada, sus ojos buscaban con desesperación alguna señal de libertad, la pobre no entendía lo que estaba sucediendo, ella no recordaba el haber violado a Nayeon.
La extranjera giró su rostro buscando ayuda en la coreana, pero para su sorpresa la castaña se estaba riendo en silencio con sus dos manos posada sobre sus labios.
—¡NO LA MIRES! —gritó Tiffany ardiendo de los celos, logrando que las demás personas del lugar corrieran en dirección de la habitación de huéspedes.
—¿Pero qué? —cuestionó Jessica al ver la extraña escena que se había creado; Tiffany agarrando desde las tiras del sostén de Mina mientras que la pelinegra la observaba con horror, sin olvidar el hecho de su hija se hallaba en la cama de la extranjera partiéndose de la risa, una imagen cómicamente extraña de ver—Tiffany... déjala en paz, no estaban haciendo nada malo—intentó relajar la situación notando como su esposa tiraba del cuerpo ajeno contra la pared—¡TIFFANY IM! —gritó molesta logrando que la mencionada bufara soltando a la asustada japonesa.
—¡¿Qué?! ¡La rompe hogares trataba de corromper la pureza de mi bebé! —contestó la pelirroja mientras agachaba la cabeza caminando con los hombros caídos hacia su molesta esposa—lo siento amor—se disculpó con la castaña notando como esta pasaba de ella.
—Vamos, luego hablaré contigo Mina—aclaró Jessica posando sus ojos en la extranjera para luego simplemente girarse llevándose consigo a su esposa—vamos Nini—habló al notar como la coreana observaba a la pelinegra, posiblemente ardiendo de celos al igual que su mujer—Dahyun.
—Si mami—comentó la menor al entender la indirecta, ciertamente una parte de sus inocentes pensamientos se cuestionaba la razón que conllevo al semi desnudo de la japonesa y el por qué su madre Tiffany la quería matar por aquello, Dahyun no le veía nada de malo que Mila estuviese sin camiseta, ella solía pasearse por su hogar con traje de baño y jamás sus madres se molestaban por eso.
Mina respiró con tranquilidad al ver como la puerta era cerrada por la señora Jessica, con el corazón apunto de huir de su caja torácica giró su rostro observando con molestia la sonrisa divertida de Nayeon.
—Desgraciada—soltó la japonesa con una suave sonrisa adornando su rostro.
La japonesa tensó sus músculos al ver como la castaña asentía con su cabeza, para luego caminar por sobre el colchón acercándose peligrosamente hacia la pelinegra, sus ojos hicieron contactos para luego tomar el atrevimiento de besar la mejilla de la japonesa. Mina tragó saliva girando su rostro hacia donde la coreana le estaba apuntando, "Buenos días Minari" leyó el mensaje anteriormente mirado sintiendo su corazón nuevamente latiendo de forma frenética.
Mina casi muere por culpa de Nayeon, pero, ¿A quién intentaba engañar? Ella sabía perfectamente que estaría dispuesta a vivir aquello si eso significaba sentir los dedos de la castaña recorriendo su abdomen.
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