Momo y Nayeon
Narrador omnisciente:
Luego de que Mina hubiese tenía la oportunidad de probar la exquisitez en los labios ajenos, la muchacha tomó la decisión de huir del lugar completamente apenada de saber que no tendría las fuerzas suficientes para ver a la coreana nuevamente a los ojos. Para su suerte Nayeon había comprendido su excusa, realmente encontró tierno que la joven no se hubiese molestado por sus palabras baratas, a pesar de que no quería hacerle creer a la castaña cosas erróneas, se sentía bien consigo misma por no ver una mala reacción de su parte.
Mina se encontraba sentada sobre el colchón de su cama observando el nerviosismo emanando del cuerpo de la rubia; la japonesa había llamado a Momo en el instante que llegó a su hogar, tenía varias dudas que resolver y no tenía la paciencia suficiente para esperar a que llegase el día lunes para tener aquellas respuestas.
La japonesa se cruzó de brazos observando como Momo se mordía el labio inferior recostando su espalda contra el respaldo de la silla, era muy notorio la incomodidad que la rodeaba, parecía que se veía incapaz de verle a los ojos, como si le estuviese escondiendo algo. Mina suspiró cansada de aquella actitud por parte de su amiga, desenredó el agarre de sus brazos para llevarse sus dos palmas al rostro despeinando con la punta de sus dedos el comienzo de su cabello negro.
—¿Por qué sabes lenguaje de señas? —volvió a repetir la pregunta al no tener ningún tipo de respuesta por parte de la joven.
Mina subió sus palmas hundiendo sus dedos en su cuero cabelludo, sus intranquilos ojos observaban como la rubia simplemente se acariciaba sus desnudos brazos en una actitud conocida de preocupación. La japonesa era consciente que su amiga escondía algo y que aquello era algo realmente malo para una de las dos.
—¿Recuerdas que el verano pasado te comenté que había conocido una chica? —preguntó Momo tomando todo el valor que mantenía en su cuerpo alzando su mirada para ver los oscuros ojos de Mina fija en sus facciones.
La japonesa asintió su cabeza.
—La chica peculiar, hablaste de ella los tres meses de vacaciones—comentó Mina mientras alzaba sus comisuras recordando lo emocionada que llegaba la rubia luego de estar con aquella desconocida chica de verano.
Momo tragó saliva rascando con la yema de sus dedos la cabeza.
—Si... bueno, yo aprendí el lenguaje de señas por ella—confesó sintiéndose verdaderamente insegura por no saber que reacción tendría la pelinegra.
La extranjera frunció el ceño sin comprender lo que la rubia le había confesado, no entendía su nerviosismo, ni mucho el por qué no era capaz de verle a los ojos.
—¿También te enamoraste de alguien como Nayeon? —cuestionó Mina encontrando casi adorable el hecho de que su mejor amiga también se había fijado en alguien con el mismo padecimiento que tenía la coreana—¡Eso es genial! Deberías presentarla... Me alegro mucho de que vieras la belleza en gente como Nayeunnie, me siento muy orgullosa de ti Momoring.
Y aquel fue el momento donde la rubia se levantó mientras que las lágrimas de frustración descendían por sus mejillas. La pelinegra frunció el ceño al percatarse de la humedad en la piel ajena.
—¿Por qué lloras? —preguntó la japonesa confundida, a la vez que, por instinto también se colocaba de pie acercándose lentamente hacia su amiga.
—¡Porque me enamore de Nayeon! —confesó Momo con tanto dolor que perdió por completo el equilibro sentándose en el frío suelo de la habitación—perdón Minari, si hubiese sabido que a ti también te gustaría no me hubiese ilusionado con ella.
La japonesa parpadeó confundida terminando por acercarse hacia su amiga, la joven con cuidado tomó asiento al lado de la rubia escuchando como intentaba limpiarse su húmeda nariz. Mina observó en silencio como la muchacha sollozaba a su lado, verdaderamente dolía por aquellos sentimientos prohibidos.
—¿Por qué no me lo dijiste? —cuestionó la pelinegra notando como Momo giraba su rostro para verle a la cara—a ti te gustó primero, aprendiste lenguaje de señas por ella, te veías tan emocionada... soy una egoísta, siempre estás para mi y ¿Ahora? No fui capaz de verla por tu felicidad—ahora la japonesa se sentía fatal siendo irónicamente calmada por los brazos de la rubia.
—Esta bien, Nayeon ya no me gusta, ahora solo somos buenas amigas—confesó a medias, la joven quería hacer sentir mejor a la pelinegra, porque a pesar de que tuviese sentimientos por la coreana jamás se lo diría a Mina, no se veía capaz de arrebatarle la felicidad.
Mina se limpió aquellas lágrimas que no sabía que habían descendiendo observando a su amiga verdaderamente apenada consigo misma al no notar la forma en que Momo veía a Nayeon.
—Te quiero muchísimo—confesó la pelinegra siendo aquel momento uno de las mayores intimidades que ambas jóvenes habían sido capaces de tener.
Momo rio entre dientes dándole ligeras palmadas a su espalda, intentando de aquella manera el poder reconfortarla.
—Ya, ya... esta bien—comentó la rubia sonriendo de manera tierna logrando que sus regordetas mejillas ocultaran el brillo de sus ojos—ven, anda, levántate—pidió mientras se colocaba de pie, sintiendo como su rostro tomaba un tono carmesí—¿Q~Quién es ella? —cuestionó observando a la muchacha semi desnuda de la casa vecina.
Mina se levantó observando con verdadero interés hacia la dirección de la venta, su rostro enrojeció de la misma forma que el de su amiga; ahí estaba Sana, con un bonito bikini color negro, el cual lograba resaltar exquisitamente con su blanquecina piel. La pelinegra alejó su mirada de aquella imagen preguntándose el por qué no había cerrado las cortinas, ¿Es que acaso no tenía pudor? Se cuestiono la joven a la vez que tomaba la decisión de girar sobre sus talones creyendo que el tono opaco de su puerta era más entretenido que lo que sea que estuviese tramando la pelirosa.
—Es bonita—comentó Momo logrando que la pelinegra alzara una de sus cejas.
—¿En serio? —cuestionó Mina mientras notaba como la rubia asentía con su cabeza—pues se llamaba Sana y esta soltera—aclaró queriendo ver alguna reacción por parte de su amiga. Muy, pero muy a sus adentros sonrió al ver como la rubia se relamía su labio inferior para luego agitar su mano.
—Esta mirando... se ha sonrojado que adorable, espera, me ha devuelto el saludo—la forma animada con que Momo comentaba le provocó a la pelinegra el sonreír con sinceridad—oh mierda, ha abierto su ventana, ¿Qué hago? —el pavor con que Momo intentaba buscar una respuesta por parte de la japonesa, provocó que la pelinegra simplemente se riera de ella.
—Pues abre la ventana—comentó Mina ante lo obvio al mismo tiempo que se giraba para darle un par de palmadas al hombro de su amiga para luego saludar a la pelirosa sonrojada—se me ha quedado algo en la casa de Nayeon, puedes quedarte aquí y conversar con la vecina—mintió sobre la coreana, notando como la joven volvía asentir con su cabeza para luego pasar de su existencia caminando hacia la ventana.
Ahora Mina tenía una nueva excusa para ver a Nayeon, así que no lo iba a desaprovechar.
Nayeon se encontraba jugando con Dahyun un videojuego de pelea, sinceramente a la mayor se le daba del asco todo lo relacionado con la tecnología, pero encontraba verdaderamente adorable el hecho de que su hermana estuviese tan extasiada por ganarle. La menor de los Im saltó de su sitio haciendo los mismos movimientos que había ejercido la coreana cuando apenas era una niña de cinco años. Nayeon sonrió completamente enternecida de leer los labios de su hermana el "Te he ganado" le había generado el mismo calor que Mina le causaba cuando sus ojos se posaban en ella, la castaña hubiese perdido todas las veces que fuesen necesarias para ver aquella alegría en su pequeña. Cualquier cosa que hiciese sonreír a Dahyun ella lo haría sin medir en sus consecuencias.
Tiffany se había ido a trabajar mientras que su esposa había salido a comprar la mercadería que les faltaban, las jóvenes madres habían distraído a Dahyun para darle el tiempo suficiente que Nayeon y Mina necesitaban, sin percatarse que no habían comprado lo que se suponía que debieron comprar.
El timbre resonó con fuerza, logrando que la coreana girara su rostro al sentir la vibración del sonido golpeando sus oídos. Nayeon sintió como su hermana corría en dirección de la entrada principal notando como la pequeña pelinegra saltaba sobre un cuerpo desconocido, la castaña rápidamente se colocó de pie sintiendo la preocupación fluyendo por sus venas, ¿Quién era aquella persona y por qué su hermana había saltado sobre su cuerpo? Nayeon realmente estaba preocupada.
Nayeon al acercarse se quedó completamente helada observando como Mina mantenía a duras penas el cuerpo de su hermana sobre sus brazos, sus mejillas lentamente se tiñeron de un tono carmesí en el instante que su castaña mirada se posó con aquel peculiar par oscuro, la joven la había visto hace un par de horas atrás, pero, ¿Entonces porque sentía que había sido mucho tiempo más? La castaña sonrió avergonzada al leer el saludo de la japonesa, los pensamientos impuros golpearon su cabeza al recordar cómo, horas atrás su boca había hecho posesión de los labios ajenos.
Mina se acercó a la castaña envolviendo rápidamente su mano con la de la joven.
—¿Sabes jugar videojuegos? Nayeon es realmente mala, y ya me he aburrido de ganarle—comentó Dahyun mientras que seguía sosteniéndose del cuello de la extranjera—por fis, por fis, juega conmigo—suplicó logrando que la pelinegra riera para luego asentir con su cabeza—¡Sí!
—Pero primero quiero mostrarle algo a tu hermana—contestó la joven observando como la menor de la familia se bajaba de sus brazos para observarla de mala manera—solo serán un par de minutos, lo juro—agregó alzando su mano libre hacia el cielo.
—Estaré en mi habitación, mami dice que cosas de adultos yo no puedo estar presentes, así que no te tardes—aclaró la pequeña pelinegra dando pequeños saltitos hacia las escaleras.
Mina giró su rostro al oír como Dahyun desaparecía de la sala principal. De repente la joven jadeó al sentir una boca ajena chocando contra sus labios arrebatándole todo el oxígeno que mantenía en sus pulmones, por instinto la japonesa soltó la mano de Nayeon envolviendo sus manos alrededor de su pequeña cintura, realmente Mina había ido a mostrarle un video que había encontrado en su exhaustiva búsqueda por hallar información sobre lo que la coreana padecía, pero no podía engañarse con que sentir los labios de la coreana no le estaba gustando, porque mentiría, le encantaba desde aquella mañana el probarlos.
Nayeon soltó su boca luego de un par de minutos sintiendo como su rostro se iluminaba a causa de la sangre caliente adherida bajo su piel. Mina avergonzada tomó la mano de la contraria tirando de su cuerpo hacia el sofá, la pelinegra rápidamente había sido capaz de visualizar la pequeña pizarra que había visto en la habitación de huéspedes tomando el atrevimiento de estirar sus manos para atrapar aquel objeto. La japonesa agradeció en sus pensamientos la ingeniosa persona que había colocado al plumón un pequeño cordel para mantenerse adherido al pizarrón.
Rápidamente Mina comenzó a escribir sobre el objeto sintiendo el cuerpo de la coreana adhiriéndose contra su torso. La japonesa se sentía verdaderamente nerviosa de sentir la penetrante mirada de la castaña fija en sus acciones. Al terminar, la joven se enderezó entregándole el pizarrón para que fuese capaz de leer su contenido.
"Hace unos días atrás he encontrado una canción, y quiero que la veas"
Nayeon frunció el ceño observando con verdadera curiosidad como la japonesa sacaba su teléfono móvil, desbloqueando la pantalla para luego simplemente comenzar a buscar en YouTube el video. La coreana relamió sus labios sintiéndose verdaderamente nerviosa por lo que sea que la pelinegra le estaba por mostrar.
—Ten—susurró Mina sintiendo su corazón golpeando con fuerza en su caja torácica.
La pelinegra observo como Nayeon se acomodaba a su lado apoyando sus hombros sobre su torso mientras que, sus bonitos ojos se mantenían fijos en la pantalla que comenzaba a cargar.
Mina aprovechó el hecho de que la coreana se mantenía verdaderamente concentrada en la pantalla del teléfono, para comenzar a borrar lo anteriormente escrito en el pizarrón para escribir todo lo que pensaba respecto al video.
El corazón de la coreana comenzó a bombear con fuerza al observar la mujer que supuso que era la cantante moviendo sus manos pintadas de un completo blanco opaco, Nayeon sintió el sudor frío recorriendo su espalda al entender los movimientos de la mujer. De repente, sin poder evitarlo las lágrimas comenzaron a descender, habían aparecido más actores con diferentes colores en su mano para luego simplemente seguir los movimientos de la cantante, la tráquea de la coreana se cerró por completo al notar como las manos ajenas se reflejaban contra luz, dando un aspecto de paisajes para la protagonista, la canción contaba una historia, que, por primera vez en su vida Nayeon podía disfrutar con completa tranquilidad, sin tener que estar cuestionándose que decía o que se refería. La castaña frunció el ceño al ver como la pantalla se oscurecía apareciendo de la nada manos azules moviéndose de forma lenta y delicada.
Mina observó como la pantalla terminaba por oscurecerse mostrando la característica imagen de repetir el video, con preocupación la pelinegra se dedico a mirar cada acción que Nayeon ejercía percatándose como la joven le hacia entrega de su teléfono con su rostro aun humedecido por el llanto. La pelinegra se armó de valor estirando su mano para hacer el intercambio, ella quedándose con su móvil y Nayeon con el pizarrón.
"Sé que, por cosas del destino te arrebataron la posibilidad de poder escuchar uno de los mayores placeres como es la música, así que tomé la decisión de darte algo que fuese significativo para ti, como también para mí. La canción es de Sia, su nombre es Soon We'll Be Found, espero que te hubiese causado alguna emoción, porque a mí me lo ha causado el verte"
Nayeon terminó de leer con sus ojos inundado en lágrimas, la muchacha soltó un rasposo sonido en el momento que se percató como la japonesa se había quedado sin pizarra terminando de escribir lo más pequeño y legible que le fuese posible. Mina expandió sus párpados sintiéndose paralizada por lo que había oído, Nayeon se reía sin temor a no saber como era su voz.
La pelinegra ante la emoción que le recorría el cuerpo se abalanzó contra la anatomía de la castaña devorando sin mayores preocupaciones los labios ajenos, Mina envolvió sus palmas sobre la cintura de la coreana apegando su abdomen con el de la joven, la extranjera había acorralado el cuerpo de la coreana entre el sofá y su anatomía impidiendo que fuese capaz de huir de sus brazos. Ambas jóvenes se besaban con vehemencia, se aclamaban por cada mordida y lamía que ejercían contra la boca ajena, se anhelaban con una fuerza descomunal, mientras que, sus calientas palmas añoraban el poder tocar por debajo de la ropa.
—¡MILA! —el gritó de Dahyun desde el segundo piso provocó que Mina se alejara con brusquedad del cuerpo de Nayeon, sintiendo como su piel ardía por el ansiado tacto ajeno.
Nayeon atrapó su enrojecido labio inferior sintiéndose igual de frustrada como se sentía la japonesa.
—Maldición... ¡VOY! —gruñó la japonesa para luego avisar de que iría en un momento—regresaré—comentó con lentitud acercándose nuevamente hacia la castaña para robarle otro de esos calurosos besos. Dahyun volvió a llamarla logrando que ambas se separasen—joder, ¡QUE VOY! —la desesperación era notaría en la pelinegra provocando otra risa por parte de la castaña.
Nayeon se quedó en el sofá sosteniendo nuevamente el pizarrón, le había parecido una acción realmente tierna el de la pelinegra, a pesar de que no sería la gran cosa para las demás personas, la coreana realmente le había tomado un cariño especial aquella canción, porque se la había mostrado una persona que realmente se había tomado el tiempo para buscarla, solo para ella.
—Joder Dahyun... me agradabas más cuando me odiabas—admitió Mina mientras que caminaba por el segundo piso sintiendo aun el característico hormigueo por sus labios enrojecidos.
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