La historia de Nayeon
Narrador omnisciente:
Para la sorpresa de todos los presentes Dahyun no había permitido que la japonesa anteriormente llamada "rompe hogares" se fuese a su hogar, a pesar de que estuviese cansada y probablemente con un castigo mas grande que su dignidad, la muchacha había terminando por ceder a los caprichos del pequeño diablo.
Como Mina sospechaba desde un principio su madre no puso problema en el que se quedase en el hogar de los Im, la joven mujer estaba hasta agradecida de que la pelinegra pudiese estar fuera de su hogar, según ella la pequeña Minari "Debía madurar" porque creía que la muchacha aun vivía en el mundo de la fantasía.
Mina se sentó sobre el sofá, mientras que Jennie se apoyó sobre el marco de la puerta observando en silencio como la japonesa había osado en arrebatarle su puesto en la familia de los Im, ella debía ser la que estuviese viendo aquella película con Dahyun y Nayeon, Mina solo era un estorbo en lo que ella había estado construyendo por tantos años.
—Nini, cariño, ¿No quieres tomar asiento? —preguntó Jessica con aquel característico tono materno que le caracterizaba.
La coreana de cabello oscuro negó con la cabeza para luego llevarse una de sus manos hacia su rebelde melena desordenando aún más sus mechones castaños.
—No, me esta doliendo un poco la cabeza así que creo que me iré a dormir—comentó Jennie a la vez que buscaba con su mirada la de la coreana, pero para su mala suerte la joven castaña estaba verdaderamente interesa en los subtítulos de la película infantil—buenas noches señoras Im.
—Buenas noches Nini—se despidió Jessica mientras se apoyaba en el hombro de su esposa.
Tiffany se sonrojó de la misma forma que se sonrojaba la japonesa cuando Nayeon osaba en atrapar sus manos. Mina observó los colores rojizos apoderándose de las mejillas de la joven mujer provocando que, por instintos la risa brotara entremedio de sus apretados dientes. La pelirroja alzó su mirada, la miró con molestia intentando camuflar sus pómulos encendidos con el tono de su cabello.
—¿De qué te ríes rompe hogares? —gruñó Tiffany sintiendo rápidamente como su esposa le golpeaba el brazo—agh, esta bien—bufó al recordar la anterior conversación que había mantenido con su mujer "Nada de molestar a Mina" ugh, la pelirroja realmente odiaba que la castaña defendiese con tanta vehemencia a la japonesa.
—¿Mina quieres ver algo? —preguntó Jessica emocionada logrando que aquella energía contagiara a la mencionada, la cual, simplemente asintió con su cabeza.
Tiffany frunció el ceño al igual que Dahyun, ambas mujeres observaron con completa confusión como la señora Jessica se colocaba de pie caminando en dirección de su mueble, para ser más específico, "El cofre familiar" hay se encontraba de todo, desde fotos graciosas de Tiffany en su juventud, hasta los videos de Nayeon cuando tan solo era un renacuajo de cinco años.
Mina se acomodó en el sofá pasando de forma despreocupada sus brazos por sobre los hombros de las hermanas Im, su cuerpo se paralizó al oír el gruñido por parte de la pelirroja, pero a pesar de que sentía que la joven mujer estaba que se abalanzaba contra su frágil cuerpo, la japonesa no pudo alejar su cómodo tacto de aquellas chicas, así que se mantuvo en esa posición. La japonesa colocó toda su atención en lo que la madre de Nayeon comenzaba ejercer contra el televisor, la pelinegra sonrió queriendo reír por la queja de la menor de los Im, la pequeña diablillo quería seguir viendo su película, pero al parecer Jessica tenía otras intenciones.
—Nayeon no quería mostrártelo porque le daba pena, pero eres su única amiga además de Nini, así que creo que mereces verlo—comentó Jessica logrando que la curiosidad de la japonesa aumentara más.
Mina alejó sus brazos de los hombros de Nayeon y Dahyun, para luego inclinarse hacia adelante apoyando sus codos sobre los muslos. Tiffany observaba con cierto temor a su esposa, ella sabia que iba a salir en aquel video, pero a pesar de que ya lo había visto innumerables veces todavía no era capaz de verlo hasta el final. La pelirroja suspiró abriendo sus brazos para atrapar la cintura de su esposa.
—Lo amarás—aseguró Jessica estando mas extasiada que la propia japonesa.
—La rompe hogares lo hará, cariño—admitió Tiffany en un murmullo, porque a pesar de que al principio no le agradace para nada, ahora, no podía dejar de pensar que "Mila" era lo mejor para su pequeña castaña.
Mina mordió su labio completamente emocionada mientras que esperaba que la madre de Nayeon le diera play. El cuerpo de la pelinegra se tensó en el instante que observó el cuerpo de una joven niña de no más de cinco años apareciendo en la pantalla, la japonesa entreabrió sus labios admirando la belleza de aquella castaña. Los ojos de la joven no despegan la televisión, ni siquiera lo hicieron cuando sintió los delgados dedos ajenos envueltos en su brazo, la muchacha estaba realmente concentrada viendo lo que aquel video podía ofrecerle.
—Mami—esa suave voz femenina hizo ecos en la habitación logrando que la piel de la japonesa se erizara por completo, por primera vez Mina estaba escuchando la voz de Nayeon y debía admitir que le había encantado oírla.
Los ojos de la extranjera se llenaron de lágrimas a la vez que sentía como su garganta se cerraba, la japonesa observaba la bonita coleta que la señora Jessica le estaba haciendo a su hija, la muchacha frunció el ceño en el instante que notó los audífonos que mantenía la castaña. Mina mantuvo sus cejas unidas, se cuestionó el por qué ahora no los usaba, ¿Caía la posibilidad de que los audífonos fuesen la solución?
—¡Mamí mida, doy una pindeda! —exclamó la castaña del video mientras que, de fondo se podía escuchar la risa de las madres Im.
Mina comenzó a llorar en un completo silencio, sintiendo sus mejillas humedeciéndose por culpa de las cálidas lágrimas. Nayeon se veía preciosa con aquel vestido rosado y su corona ladeada del mismo color, la japonesa admiraba a la coreana quien, comenzaba a bailar de forma graciosa, moviendo sus caderas de un lado hacia el otro mientras fruncía sus labios dándole un aspecto adorable.
Nayeon completamente avergonzada apoyó su mejilla contra la espalda de Mina sintiendo las vibraciones del corazón ajeno rebotando con fuerza. La coreana sabia que los latidos de la japonesa se encontraban erráticos, provocando que sonriera con mayor vergüenza al saber que aquello era provocado por ella.
La japonesa rio con la voz ahogada a causa de su llanto, la joven no pudo evitar reír en el instante que observó como la pequeña castaña caía de pompa contra el suelo al perder por completo su equilibrio. De repente, Mina giró su rostro observando como Tiffany se había levantado del sofá con sus puños apretados y las mejillas húmedas, se veía molesta, o tal vez simplemente estaba emocionada como ella. Mina jadeó al sentir un pulgar pasar por su mejilla, sus ojos viajaron por la habitación hasta toparse con unos castaños. Nayeon le brindó una cálida sonrisa para luego simplemente seguir limpiando en un completo silencio la humedad de sus pómulos.
—Mami te quido—confesó la coreana del vídeo para luego quedar en un completo silencio la habitación.
Mina tragó saliva sintiendo las lágrimas continuando su descenso, la joven esquivó la mirada de Nayeon para posarse en la de Jessica quien, estaba igual o peor que ella, hasta había sido capaz de oír el llanto de Dahyun, quien rápidamente se había aferrado al abdomen de la japonesa en un vano intento por protegerse de la voz de su hermana.
Todo el mundo quería escucharla y nadie podía hacerlo en realidad.
—Lamento hacerte llorar—comentó Jessica un tanto avergonzada mientras limpiaba con la palma de sus manos los cuencos de sus ojos—creí que te sentirías bien oír la voz de mi hija.
Mina asintió con su cabeza dejando que la coreana siguiese con su trabajo de quitar la humedad de su rostro.
—Llevaba semanas pensando si su voz era suave o gruesa, si era ronca o tal vez fina... usted me ha dado el mejor regalo de mi vida—admitió la japonesa sin saber que podía hacer para agradecer tremendo regalo que le había dado la señora Im—Y~Yo... ¿Señora Jessica? —preguntó mientras acariciaba el cabello de la diablillo, sus ojos siguieron fijos en la mujer, la cual, simplemente alzó sus cejas dándole la oportunidad de que continuase con su pregunta—¿Por qué ahí Nayeon podía hablar? ¿Qué sucedió después?
La mujer suspiró escuchando pasos provenientes de la entrada de la habitación, ambas mujeres giraron su rostro en dirección del umbral notando la presencia de Tiffany, la pelirroja tenía los ojos ligeramente rojos al igual que su puntiaguda nariz, miró sin interés a la extranjera para luego adentrarse en lugar.
—Acostaré a Dahyun—avisó la mujer mientras rodeaba el sofá notando como su pequeña hija se aferraba a la cintura de la japonesa—vamos cariño, ya es tarde y la rompe hogares no se irá—intentó razonar con la menor.
Dahyun subió su mirada observando a Mina, quien, aun no podía acostumbrarse a que el pequeño diablillo sintiera empatía por ella.
—¿No te irás? —preguntó la pequeña observando como la japonesa le sonreí para calmarla.
—No, no me iré, te lo prometo—respondió Mina mientras le daba un suave apretón a su delicado brazo— ahora ve con tu madre, no querrás que se moleste contigo, ¿Verdad? —cuestionó observando como la menor negaba con su cabeza liberando el agarre que mantenía con el cuerpo ajeno.
—Buenas noche Mami, buenas noches Nayeunnie—se despidió Dahyun mientras se levantaba del sofá besando la mejilla de las mencionada—buenas noches Mila—finalizo besando el pómulo de la japonesa, escuchando rápidamente su risa.
"Si no puedes contra ellos, úneteles" Aquella frase rebotaba en los pensamientos de la japonesa, quien simplemente negó con su cabeza aceptando el hecho de que la pequeña Dahyun le llamase de aquella manera.
La japonesa se quedó a solas con Jessica y Nayeon, la pelinegra observó como la mujer se había cruzado de brazos admirando en silencio la forma en que su hija se apegaba a la joven extranjera.
—Cuando Nayeon nació los doctores le encontraron un pequeño crecimiento en el oído medio, al principio nos dijeron que cuando ella comenzará a crecer el hueso defectuoso volvería a la normalidad—habló Jessica notando como Mina pasaba su brazo por los hombros de la castaña, dejando que la coreana recostara su mejilla contra su clavículas—pero al pasar los años la audición de Nayeon simplemente empeoraba hasta que el doctor de familiar nos dio una "Solución" —siguió hablando haciendo comillas al aire en su última palabra—al cumplir los cinco le colocaron los audífonos que viste en el video, pero aquello no duro por mucho tiempo... cuando Dahyun nació a Nayeon le diagnosticaron Otosclerosis, es poco usual en niños tan pequeño pero sucedió con mi hija—Mina observó en silencio como la mujer se limpiaba las lágrimas—Dahyun al cumplir los primeros meses de vida Nayeon ya no escuchaba. Desde ese día que ella vive de esta manera.
—¿No hay cura? ¿Tratamiento, algo? —comentó la japonesa notando como la mujer suspiraba.
—No, no la hay—respondió Jessica con amargura—nos habían dado la oportunidad de operarla, pero la cirugía era muy cara y el seguro no cubría este tipo de operaciones—admitió con tanta rabia que la pelinegra sintió pena por ella—nuestro doctor nos dice que todavía hay tiempo de operarla, pero nos comentó que era demasiado arriesgado.
—Pero vale la pena—contestó Mina sintiendo su corazón bombeando con fuerza. La joven observó como la mujer negaba con su cabeza—¡¿Cómo qué no?! Ella merece oír, escuchar lo que sucede a su alrededor.
—Es una cirugía peligrosa Mina, y no nos asegura que ella vaya a mejorar—admitió la mujer notando como la japonesa se levantaba seguida de su hija—no quiero perder a mi pequeña, entiéndeme.
Mina suspiró sintiendo la mano de Nayeon entrelazando sus dedos con los de ella.
—No lo comprendo, pero no pudo ir en contra de su palabra señora Im—confesó la extranjera notando como la mujer lloraba en silencio—si me disculpa Nayeon debe tener sueño, me despediré de ella y me marcharé.
—Es tarde, no te vayas, puedes dormir en la habitación de invitados—habló Jessica notando como la joven asentía con su cabeza para luego hacer una pequeña reverencia.
—Buenas noches señorita Jessica—se despidió Mina mientras giraba sobre sus talones sintiendo como la coreana se aferraba sobre su brazo.
Luego de que Mina dejase a la coreana en su habitación la muchacha se dirigió hacia la habitación que Nayeon le había indicado, la pelinegra mantenía los hombros tensos al recordar a Jennie pacíficamente descansando sobre la cama de la castaña, la joven no podía evitar que los celos intentaran en salir a flote al notar la presencia de aquella mujer en la habitación de la castaña.
Mina se quitó la camiseta blanca dejándola reposada sobre el respaldo de la silla, sus zapatos los colocó debajo de la cama mientras que, desabrochaba el botón de sus pantalones claros. La japonesa caminó hacia la entrada de la habitación estirando sus manos para apagar la luz, cuando lo consiguió giró sobre sus talones dirigiéndose hacia la cama estando completamente dispuesta a lanzarse contra el colchón y dormir de aquella manera.
La japonesa recostó su mejilla contra la almohada envolviendo sus brazos sobre aquel objeto. La muchacha intentó dormir, pero sus pensamientos no la dejaban en paz, ella realmente quería que Nayeon mejorara, pero también quería que estuviese bien, y no sabía si la operación lograría aquello. De repente, el sonido de la puerta de su habitación se hizo notar, la pelinegra cerró sus ojos tensando los músculos, se quedó en silencio escuchando unos suaves pasos aproximándose hacia su dirección, sus omóplatos se contrajeron en el instante que unas yemas acariciaron su piel expuesta. Mina entrecerró sus ojos viendo que, el desconocido en realidad era Nayeon, su pulsó se disparó en el momento que notó como la joven dejaba una pequeña pizarra sobre la mesita de noche.
La extranjera mantuvo la respiración en sus pulmones en el instante que sintió el peso ajeno en la parte libre de la cama, sus latidos comenzaron a hacerse notar en el momento que las manos de Nayeon rodearon su cintura dejando sus palmas posadas sobre su abdomen.
Mina continuó boca abajo intentando mantener su respiración normal, mientras que sentía la mejilla de la coreana posándose sobre sus omóplatos a la vez que su caliente respiración rozaba su blanquecina piel. La japonesa maldijo en su interior, ahora si que no podría dormir.
La extranjera jadeó al sentir los labios ajenos besando con suavidad su piel para luego sentir como la muchacha la estrujaba entre sus brazos. Mina sonrió percatándose que la castaña había decidido pasar la noche con ella y no con su rival.
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