El señor Tofu y un pequeño descubrimiento.
Narrador Omnisciente:
El doctor había llamado a las madres de Nayeon, Mina había hecho todo lo posible para oír parte de la conversación, pero no lo logró, así que, completamente frustrada la joven se acercó hacía la pequeña Dahyun observando como la menor jugaba con su pequeño peluche rosa, la japonesa tomó asiento al lado de la pelinegra viendo en silencio como las pequeñas lágrimas descendían por la suave piel de la coreana, por instinto la extranjera estiró su dedo pulgar deslizando la yema por el húmedo recorrido que el llanto creo sobre las mejillas de Dahyun, Mina continuó en silencio intentando limpiar las lágrimas, se sentía mal por la pequeña, no podía imaginarse cuan doloroso debía ser para la joven saber que su hermana nuevamente estaba en el hospital, se cuestionó cuantas veces la vio en aquel estado, ¿Por cuanto tiempo? Y a pesar de que verdaderamente tuviese aquella duda, Mina era lo suficientemente egoísta por no querer saberlo, no deseaba sentir el mismo dolor que sentía la pequeña coreana, no quería ser parte de su sufrimiento, no lo deseaba y se lamentaba que no fuese capaz de ayudar a la pelinegra con su malestar.
—Q~Quiero que se mejore—admitió Dahyun con su voz temblando por el llanto mientras que, aferraba con sus manos el peluche contra su pecho—le prometí a Diosito que me comportaría, que no volvería a llorar si me caía, iba a ser fuerte, lo juro Mila—y la pobre hablaba ante la desesperación que la consumía a la vez que inclinaba su pequeño cuerpo contra el torso de la japonesa—el señor Tofu se ofreció a cuidar a Nayeon, porque él sabe que a ella no le gustan los hospitales...—confesó acariciando el muñeco con su palma mientras que, su aguada mirada se posaba contra los oscuros ojos de la japonesa—¿Podrías llevar al señor Tofu a Nayeon?—preguntó esperanzada.
Mina tragó saliva sintiendo aquel conocido nudo inexistente envolviendo su tráquea, la joven de cabello oscuro intentó alzar sus comisuras queriendo demostrarle a la pequeña que todo estaba bien, que no se preocupara por lo que podría a llegar a su suceder a su hermana, pero todos sus esfuerzos se fueron a la basura en el instante que, desde sus oscuros ojos comenzaron un caliente descenso de lágrimas que la hicieron verse vulnerable. La japonesa entreabrió sus labios soltando un entrecortado suspiro mientras que, completamente sorprendida aceptaba el abrazo que Dahyun le estaba proporcionando a su cintura, la extranjera mordió su labio inferior al notar como la pequeña estiraba su mano permitiendo que la joven envolviera con su brazo bueno el cuerpo de felpa del animal.
La japonesa dejó el animal sobre el asiento desocupado estirando su brazo hacia el cabello de la pelinegra, con suavidad Mina pasó con la yema de sus dedos por el cráneo de la coreana sintiendo como la menor recostaba su cabeza sobre su muslo, la pelinegra se quedó en silencio proporcionándole suaves caricias al cabello ajeno intentando relajar a la sollozante pequeña.
—Deberías ser tu quien le entregue a Nayeon el señor Tofu, ¿No crees?—preguntó la japonesa siendo más que consciente que Tiffany no quería que la menor de sus hijas viera a la castaña en el hospital, pero Mina no le podía quitar el derecho a Dahyun de ver a su hermana mayor, simplemente no se veía capaz de seguir observando como la menor lloraba ante la desesperación de no conocer el estado de la coreana—lo sé, lo sé—aclaró en el instante que se percató como Dahyun alzaba su cabeza para ver con completa incredulidad lo que la extranjera había soltado—pero tu madre no lo sabrá, así que...¿Que te parece la idea de visitar a tu hermana?—cuestionó con una suave sonrisa adornando su bello rostro.
La pequeña Im se levantó de su asiento con sus ojos rebosando en emoción, Mina suspiró sintiendo el calor envolviendo su corazón al notar la forma en que Dahyun había comenzando a brincar notando con verdadero cariño su felicidad. Sin esperar más, la japonesa se levantó de su asiento estirando su brazo sano hacia el peluche, entre sus dedos sostuvo uno de los brazos rosados del animal observando como la pelinegra rodeaba su cuerpo para ganarse hacia el otro lado tomando el otro extremo del peluche.
—Mila—llamó Dahyun con suavidad mientras que, ambas jóvenes continuaban su caminó hacia las escaleras de emergencia, rehusándose ambas en soltar las extremidades del señor Tofu.
—¿Sí?—preguntó la mencionada apoyando su hombro para ejercer presión contra la puerta, teniendo la posibilidad de que la pelinegra y ella fuesen capaces de ingresar en la pequeña habitación que daba en dirección de las escaleras de emergencia.
—¿Cuando te quitarán las vendas?—cuestionó la menor con aquella inocencia que la caracterizaba provocando que la extranjera le diera una suave sonrisa mientras que, rápidamente comenzaba a subir por los peldaños de metal—¿Te duele?—y sus preguntas no cesaban logrando que Mina simplemente estirara su mano acariciando el cabello de la pequeña parlanchín.
—Se supone que en unos diez o quince días, y no, no duele porque me han puesto un par de ungüentos—aclaró la extranjera notando como Dahyun veía con asombras las vendas de su brazo y antebrazo llegando a notar un par gasas envueltas en el dorso y palma de la misma extremidad lastimada.
—¿Se te caerá el brazo?—preguntó de forma ingenua provocando que Mina simplemente riera negando con la cabeza, mientras que aprovechaba para abrir la puerta haciendo un suave ademán que le indicaba a la menor de que podía salir.
—No, simplemente me quedarán un par de cicatrices—aclaró nuevamente la pelinegra observando como Dahyun aferraba al señor Tofu contra su pecho impidiendo que ella fuese capaz de tomar el brazo del muñeco—ahí—avisó apuntando hacia la puerta que daba la habitación de la coreana—¡Dubu no corras!—y era primera vez que la japonesa utilizaba aquel apodo para la pequeña coreana provocando que la mencionada dejase de correr para girarse con un completo asombro—...Dahyun no corras—aclaró lo antes mencionado logrando que ahora fuese la pelinegra quien comenzase a reírse de ella—no te rías—gruñó entre dientes percatándose como la coreana se quedaba de pie frente a la habitación de Nayeon. Mina se acercó a la joven posando su palma contra el delicado hombro de la muchacha—abre la puerta, ella estará emocionada de verte—le dio un ligero empujón logrando su cometido.
Dahyun estiró su mano atrapando el pomo de metal contra su palma, lentamente la joven comenzó a girar aquella pieza provocando que la puerta cediera entreabriéndose para que ambas vieran el interior de la habitación. Mina tragó saliva observando como la menor de los Im ingresaba en el lugar aferrando al señor Tofu contra su cuerpo, la japonesa se apoyó contra el marco de la puerta queriendo ver la interacción entre las hermanas sin llegar a interrumpir su intimo momento fraternal.
—Te he traído al señor Tofu—avisó Dahyun con suavidad mientras que notaba como su hermana se encontraba pacíficamente descansando sobre la camilla—él te protegerá de los monstruos, de las pesadillas y si esta de buenas, tal vez te de un abrazo—aclaró apoyando a su peluche contra el torso de la castaña—tienes que decirle que le quieres, y que es el mejor Tofu que existe, porque sino se sentirá triste—comentó siendo más que consciente que la coreana no la estaba escuchando, pero sinceramente no le importó, porque sabía que su peluche iba cuidar de su mayor sin importar que monstruo se le pusiese enfrente.
Mina apretó la quijada llevando su dorso sano hacia su rostro limpiando sus húmedas mejillas, la joven no podía contra la ternura de la pelinegra, simplemente se veía incapaz de no llorar cuando Dahyun intentaba hablar con su hermana siendo más que consciente que esta no podía escucharla.
—Mila ha hecho una carta para ti... ella también quiere que te mejores—comentó intentando subirse a la camilla, siendo completamente en vano sus movimientos—Mila—llamó provocando que la japonesa alejara su hombro de la madera para caminar en dirección de la coreana, con rapidez la extranjera llevó sus manos a la pequeña cintura de la pelinegra mordiendo su lengua para no chillar del dolor al sentir como su piel lastimada se adhería contra las vendas—gracias—habló en el instante que su trasero encontró la suavidad del colchón, las japonesa simplemente asintió viéndose incapaz de responder a su agradecimiento—cuando te mejores te enseñaré mas canciones para que se las dediques a Mina—y aquello lo susurró contra el oído de su hermana porque no quería que la mencionada escuchara su plan y que le había llamado por su nombre, pero a pesar de que verdaderamente intentó que Mina no lo escuchara la japonesa mordió su labio intento no sonreír ante las palabras de la joven—no quiero que te operen otra vez—admitió logrando que la japonesa frunciera el ceño prestando rápidamente atención a lo que había dicho.
La extranjera se dirigió nuevamente a la coreana menor tomando asiento al borde de la camilla logrando llamar la atención de Dahyun.
—¿Ya la habían operado?—cuestionó Mina sintiéndose verdaderamente confundida de notar como la pelinegra asentía con su cabeza acariciando el "pelaje" del señor Tofu—¿Cuándo? ¿Por qué?—insistió observando como Dahyun fruncía el ceño.
—No sé, yo era un bebé cuando sucedió... solo sé que ella detesta este lugar y el señor Tofu también lo sabe, por eso él se ofreció a cuidarla, le quiere mucho—aclaró Dahyun mientras que volvía a colocar toda su atención en el peluche artificial observándole con verdadero amor, quizás de la misma forma en que la japonesa veía a su hermana—¿Tu la cuidarás Mila?—preguntó de repente dejando a la mencionada completamente confundida—¿La cuidarás como el señor Tofu la cuida?—insistió girando su rostro para ver los labios entreabiertos de la japonesa—no quiero que sufra... la gente es mala, ¿Por qué son tan malos?—cambió drásticamente el tema logrando que la extranjera parpadeara sin poder comprender lo que estaba sucediendo.
—La cuidaré mucho Dahyun—admitió Mina al procesar la pregunta de la menor—y no sé la razón en la maldad de las personas—continuó estirando su mano buena para acariciar el cabello de la pequeña coreana—pero te prometo que nadie lastimará a tu hermana, ¿Bien? ninguna persona mala pondrá un dedo sobre el cuerpo de Nayeon, te lo juro—y ella no mentía, se podía notar en la forma en que observaba a la pelinegra intentando explicarle con su mirada brillante que ella estaba respondiendo sus preguntas de corazón.
—¿Lo prometes por el señor Tofu?—preguntó Dahyun con suavidad estirando su dedo meñique en dirección de la pelinegra.
Mina sonrió para luego estirar su mano.
—Lo prometo por el señor Tofu—contestó la japonesa envolviendo su dedo meñique con el pequeño de la coreana notando como el puente de la nariz de la joven se contraía ante la elevación de sus comisuras.
La menor de los Im le brindó una tierna sonrisa para luego simplemente girar su rostro tomando el señor Tofu entre sus dedos llevando el pequeño peluche hacia el pecho de la castaña, Mina observó en silencio como la coreana tomaba las muñecas de la mayor dejando el muñeco de felpa entremedio de aquellas extremidades, la japonesa se percató de la suavidad en que la menor trataba a la castaña, como intentaba no despertarla mientras que le dejaba un tierno beso sobre su frente. Mina le hubiese gustado ver por mayor tiempo la forma cariñosa en que Dahyun trataba a la coreana, esa suave forma maternal enternecía por completo el corazón de la extranjera, pero, para su mala suerte su teléfono comenzó a sonar provocando que tuviese que levantarse de la camilla saliendo rápidamente de la habitación de Nayeon.
—¿Hola?—preguntó Mina mientras que apoyaba su espalda contra la pared manteniendo sus ojos fijos en la puerta de la habitación de la castaña, sintiendo como lentamente su ceño se fruncía ante la confusión y la molestia—¿Momo?—cuestionó escuchando un murmullo del otro lado de la llamada.
—¡Mina!—contestó la rubia provocando que la japonesa suspirara sintiéndose bien por oír la voz de su mejor amiga—¿Recuerdas lo que me pediste?—preguntó logrando que la japonesa mantuviera sus cejas juntas cuestionándose en silencio el supuesto favor que le había pedido a su vieja amiga—Sana, por favor..., ahora no—comentó logrando que la pelinegra comenzase a reír olvidando por un par de segundos la pregunta que le había hecho minutos atrás—¡Ya! ¡Minari hice lo que me pediste!—se quejó como niña pequeña provocando que la mencionada volviese a soltar otro de sus conocidos suspiros.
Y ahí fue cuando la japonesa recordó el "Favor que le pidió a la rubia", sucedió luego de que escribiera junto a Dahyun la carta para Nayeon, a la joven se le había hecho demasiado extraño el comportamiento de las adultas y el de Jennie, Mina no iba a negar que le molestaba aquella forma egocéntrica y narcisista que tenía la coreana para dirigirse hacia su persona, como si ella no valiese nada a su lado, que era un verdadero desperdició para Nayeon. Mina suspiró, le había llamado a Momo para pedirle que buscara información sobre la operación de la coreana, no estaba muy convencida con lo que había dicho el doctor, se notaba muy nervioso mientras hablaba y eso no era común en un trabajador de salud. La japonesa mantuvo su brazo sano alzado apoyando sus dedos contra su teléfono, mientras que, el lastimado la mantenía presionado contra su abdomen.
—¿Que encontraste?—preguntó Mina recordando que ella también había buscado información siendo un completo fiasco en sus resultados de google.
—Bueno... En realidad Sana encontró, así que dejaré que ella te explique—comentó Momo logrando que, nuevamente el murmullo se creara del otro lado de la llamada—hola Minari—saludó Sana con aquella emoción que la mencionada había conocido.
—Hola Sana—saludo Mina con rapidez—¿Qué encontraste?—preguntó yendo de lleno contra su verdadera preocupación importándole bien poco si Sana se sentía ofendida por no preguntarle como se encontraba.
—Hablé con un amigo de mi padre que es otorrinolaringólogo... ¡Oh por Dios! Momo le he dicho bien—la emoción en Sana provocó una carcajada en la pelinegra logrando que la pelirosa volviese a centrarse en lo que estaba contando—perdón, en lo que estaba; él me explicó que la enfermedad que Nayeon padecía no tenía dificultades que conllevaran al peligro del paciente si es que deseaba operarse... esas fueron sus palabras, todavía las recuerdo—comentó logrando confundir a la japonesa mientras que, desde el otro lado se podía oír la carcajada de su mejor amiga—lo siento, cuando me emociono hablo más de la cuenta—y era verdaderamente adorable escucharla disculpándose.
—Espera...—habló Mina llevando su mano vendada hacia la frente sintiendo una fuerte dolor instalándose en el punto medio entremedio de sus cejas—¿Estas diciendo que me mintieron?—cuestionó sintiéndose verdaderamente herida de llegar a esa conclusión—Nayeon no morirá, es una operación sencilla... significa que lo que había buscado estuvo bien, ellos me mintieron—y la joven hablaba con rapidez escuchando el suave "Ajam" por parte de la pelirosa—¿Por qué me mintieron?—cuestionó escuchando como Sana intentaba encontrar una solución a su pregunta—¿Por que me hicieron creer sobre ese quince por ciento? ¿Por que me mintieron con que ella moriría?—su voz cada vez se apagaba más mientras que sentía como su espalda se deslizaba sobre la fría pared hasta sentir su trasero tocando el suelo.
—Debe existir una explicación razonable, Minari, no creo que ellas hubiesen tenido la intención de mentirte, saben lo mucho que te importa Nayeon—esta vez hablaba Momo con aquella suavidad poco usual en ella, pero a pesar de todo Mina estaba agradecida de que le estuviese reconfortando—no te atormentes por favor—suplicó conociendo muy bien la forma en que la pelinegra se castigaba a sí misma provocando que su autoestima se fuese hacia los suelos—¿Quieres que vaya allá y te haga compañía?—y la rubia estaba dispuesta perder su oportunidad de estar a solas con la pelirosa solo para cuidar y velar la seguridad de su amiga.
Mina suspiró sintiéndose verdaderamente enternecida en la forma que Momo siempre estaba dispuesta para ella, pero esta vez la japonesa no iba a ser egoísta, no iba dejar que su amiga perdiera nuevamente la oportunidad de ser feliz solo por que ella tuvo algún tipo de problema emocional.
—Estoy bien, Momo quédate con Sana—pidió la pelinegra con suavidad queriendo cortar velozmente la llamada porque era más que consciente que su amiga iba a insistir—daré una vuelta por ahí para relajarme, luego te llamo—se despidió presionando el botón de finalizado para luego simplemente guardar su teléfono contra el bolsillo trasero de sus pantalones.
La japonesa se despeinó su cabello para luego armarse de valor dando un par de pasos en dirección de la habitación de la castaña, rápidamente la extranjera abrió la puerta observando como Dahyun descansaba sobre el abdomen de la coreana con sus párpados cerrados y sus labios entreabiertos; era una imagen adorable, digna de ser fotografiada y enmarcarla en un cuadro. La pelinegra tragó saliva relamiendo su labio inferior, para luego simplemente caminar en el interior colocándose en uno de las esquinas de la camilla.
—Dahyun—susurró Mina estirando su dedo para presionar su yema contra la abultada mejilla de la mencionada—debemos irnos Dubu—susurró notando como la menor simplemente suspiraba aferrando sus manos en el cuerpo de su hermana, la japonesa cerró sus ojos para luego alzar su quijada hacia el techo—joder—gruñó sabiendo lo que tenía que hacer.
Sin dudarlo, Mina inclinó su cuerpo mordiendo su labio inferior al estirar sus dos brazos, con un poco dificultad y un agonizante dolor envolviendo su piel lastimada la japonesa tomó en brazos a Dahyun apegando a la menor contra su pecho. La pelinegra tragó saliva acomodando a la muchacha contra su anatomía intentando no poner peso en su brazo lastimado. Luego de un par de segundos donde la menor de los Im envolvió sus brazos sobre el cuello de la extranjera, esta por fin fue capaz de salir de la habitación tomando esta vez el ascensor.
Mina caminó por el pasillo llegando lentamente hacia la habitación de espera, la joven rápidamente observó como Tiffany se encontraba de brazos cruzados discutiendo con Jessica, ambas parecían verdaderamente acaloradas por la pelea, la japonesa desvió la mirada topándose con los oscuros de la coreana, una parte de ella deseaba plantar una fuerte bofetada para quitarle la mirada arrogante que ella poseía, pero en el fondo la joven era más que consciente que no se atrevía a lastimarla-o no por ahora-.
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