22
La visión de Athan se oscureció por completo, dentro de ese fondo aparecieron los doce guías, cada uno con los ojos brillando del color de sus respectivas auras.
Sara:Blanco
Sava:Negro
Uriel:Rojo
Rafa:Café
Leo:Azul
Ilan:Amarillo
Salem:Violeta
Fanny:Naranja
Ricardo:Verde
Manuel:Púrpura
Karen:Rosa
Ami:Morado
Después fueron desapareciendo uno por uno, parecían despedirse, ¿O saludaban? No logró identificar lo que hacían, al final solo quedaron las auras de Leo e Ilan, su forma física había desaparecido.
Cuando su visión volvió a la normalidad todos lo miraban preocupados.
—¿Estás bien?— preguntó Sebastián aún sosteniéndolo.
—Si, lo siento— se disculpó soltando su brazo y trató de recuperar la compostura.
—Cierto, Sebastián, tenías resaca ¿verdad?— preguntó Jace tratando de cambiar el tema
—Si, así es, realmente es feo, o bueno, tal vez no tanto, estaría dispuesto a sufrirlo de nuevo, yo creo que vale la pena— dijo él.
Jace le entregó un vaso con un líquido rojo dentro.
—Bebe esto, te hará sentir mejor—
Después todos cenaron y cuando Sebastián se fue, rodearon a Athan esperando explicaciones.
—No sé— dijo sentándose en la sala
—Vi a los guías, pero no tengo idea de por qué, usualmente mis visiones son muy lúcidas, siempre sé exactamente de lo que se trata, pero esta vez no— contó con algo de pena.
—No te preocupes, si es importante, ya tendrás otra visión— animó Azariel tratando de que no se sintiera tan mal.
—¡Lo logré!— dijo Adriana emocionada cerrando la puerta del departamento de Damian, los once la escucharon sentados en la sala —¡Ya tengo licencia para conducir!— informó.
—Felicidades, eras la única que faltaba— dijo Damian tomando un trago de su jugo
—Ash, amargados— se quejó Adriana quitándole la botella y dando también un trago.
—Yo si estoy feliz por ti— dijo Azariel dándole un abrazo por detrás.
—Sabia que lo lograrías— dijo Athan sonriendo.
—Ven aquí— dijo Adriana abriendo los brazos para darle un abrazo, Athan le hizo caso y se abrazaron.
Más tarde llegó Sebastián.
—Traigo grandes noticias, ¿Quieren saber? Bueno, igual se los diré, ya conseguí las guías de estudio para la universidad, como vamos a entrar juntos, pensé que tal vez podríamos estudiar juntos, así iremos a la misma escuela y pasaremos mucho tiempo juntos, claro tampoco tanto, pero si estudiamos en escuelas distintas ya casi no nos vamos a ver, bueno, yo digo, no sé, ¿Ustedes qué dicen?— preguntó.
—Me gusta la idea— dijo Azariel
—Estoy de acuerdo— aceptó Damian
Los demás solo asintieron
—Excelente, bueno, ahora, ¿cómo están?— preguntó.
—Preguntaste lo mismo esta mañana, creeme que no ha pasado mucho desde entonces— dijo Jace sentado sobre la alfombra.
—Yo conseguí mi licencia para conducir— dijo Adriana emocionada
—¡Genial!— la felicitó y se levantó para abrazarla.
—No hagas una tontería— pedía Olivia.
—Claro, tú porque ya eres amiga de casi todos ellos, pero yo tengo que recurrir a métodos desesperados— se quejó Emma.
—Yo puedo presentarlos y ya dependerá de ti que sean tus amigos también, pero esto es peligroso—trataba de hacerla entrar en razón
—Cállate, ya viene— dijo Emma. Del otro lado de la calle apareció Dru dirigiéndose al edificio mientras miraba algo en su teléfono.
—Primera y última vez que te sigo la corriente— dijo Olivia y subió las escaleras. Emma respiró profundo y se lanzó por los once escalones que estaban frente a ella, justo cuando Dru entró, aún la vió rodar por los últimos tres escalones, siguió de largo, pasando a un lado de ella y comenzó a subir las escaleras.
—Hay que tener cuidado con las escaleras— dijo y Emma se quejó, realmente se había lastimado.
Dru volteó discretamente y la miró sufrir en silencio, aunque quería continuar con su camino no fue capaz de hacerlo cuando vio algo que llamó mucho su atención, casi contra su voluntad regresó y se puso en cuclillas a un lado de ella.
—¿Estás bien?— preguntó, ella asintió pero rápidamente reconsideró su respuesta.
—Me duele el cuello y la pierna— dijo adolorida
—Llamaré a una ambulancia— dijo y comenzó a marcar el número de emergencias
—No, si mi papá se entera me va a matar— rogó ella. En ese momento apareció por la puerta Kal.
—¿Qué pasó?— preguntó.
—Se lanzó por las escaleras— dijo Dru
Emma lo miró sorprendida
—Ay, brillante señorita— dijo Kal sonriendo. Se inclinó y cargó a Emma.
Subieron las escaleras y fueron hasta el departamento de Jace, Dru llamó a la puerta y después de unos minutos Jace abrió.
—¿Si lo hizo?— preguntó sin la más remota sorpresa
—Athan nunca falla— dijo Kal y le entregó a Emma —Voy a darme un baño y vuelvo— dijo y se retiró rápidamente.
—Voy a hablar con su hermana, ¿Necesitarás ayuda?— preguntó Dru.
—No, para nada— dijo Jace, Dru se fue y él llevó a Emma hasta su habitación y la acostó sobre la cama
—¿Qué te duele?— preguntó mientras abría su guardarropa.
—El tobillo derecho y el cuello—
—¿Solo eso?— preguntó Jace mirándola sorprendido con una camisa entre sus manos.
—Creo que si— respondió, por el dolor en su cuello no podía mover mucho la cabeza.
Jace se cambió la camisa y después sacó de un cajón alcohol, vendas, gasas y algodones.
—Sé que parecemos inalcanzables y te puede dar vergüenza hablarnos, pero somos como cualquiera, solo manda un mensaje tipo: "Hola su majestad, lamento interrumpir su existencia" y con mucho gusto te contestamos— bromeó Jace mientras acomodaba todo a un lado de la cama
Emma rio ante el comentario.
—Lo tendré en cuenta— dijo —¿Para qué todo eso?— cuestionó viendo los materiales de Jace.
—Para limpiar tu herida— dijo Jace desde la cocina, unos segundos después volvió con tres hojas de árbol entre sus manos.
—No tengo ninguna herida abierta— dijo ella completamente segura.
—¿Enserio?, ¿Y de dónde viene la sangre que está manchando mi cama?— Preguntó Jace doblando una de las hojas
Emma intentó mirar la cama pero el dolor se lo impidió, Jace dió un paso al costado dejando ver un espejo detrás de él y Emma pudo ver su reflejo, era cierto, estaba manchada de sangre.
—Por eso el otro se fue a bañar— dijo.
—Ese "otro" se llama Kal, y si, por eso, no te dijo nada para no asustarte, ahora, voy a tener que quitarte la ropa— dijo él como si fuera lo más normal del mundo
—¿Por qué?—
—Necesito ver si no tienes más heridas y para curar esta al menos debo quitarte la blusa—
Emma no quería que la viera semidesnuda, pero no podía hacer nada para evitarlo, realmente le dolía todo el cuerpo y no podía distinguir heridas de golpes.
—Abre la boca— indicó
—¿Para qué?—
—Estas hojas van a hacer que deje de doler, debes mantenerla bajo tu lengua— respondió y colocó la hoja en su boca.
Jace le quitó la blusa y el pantalón, observó la herida que tenía en el costado, seguramente habría sido causada por el filo de algún escalón, era profunda, necesitaría suturarla, pero quedaría cicatriz así que decidió usar su poder para curarla gradualmente, en primera instancia la cerró lo suficiente para que no sangrara y después la desinfectó, una vez que estuvo limpia la cubrió con vendas.
Revisó el cuerpo de Emma cuidando de no mirarla directamente, notaba lo nerviosa que estaba y no quería hacerla sentir peor.
—Abre la boca— indicó, cambió la hoja debajo de la lengua de Emma y después se concentró en su tobillo.
Dru fue hasta el departamento de Emma y llamó a la puerta, Olivia lo recibió unos segundos después.
—Ya estás al tanto de lo que hizo tu hermana, ¿Verdad?—
Olivia no sabía qué responder.
—Como sea, necesito un cambio de ropa para ella, y por favor avísale a tu padre que no va a venir a dormir—
Olivia no supo qué decir así que fue por la ropa de Emma y acompañó a Dru para verla.
Al llegar al departamento de Jace, Dru abrió la puerta y le indicó que entrara.
—Espera en la sala— dijo y se fue, Olivia se quedó sola y sumamente incómoda.
Diez minutos después salió Jace de su habitación y la miró.
—Puedes entrar, ayúdala a vestirse—
Olivia entró a la habitación y encontró a Emma acostada, solo en ropa interior.
—¿Estás bien?— preguntó
—Si, es muy bueno—
—¿Estamos hablando de lo mismo?— cuestionó Olivia dudando.
Emma soltó una carcajada —Claro, me refería a que es bueno tratando heridas, ya no me duele nada—
—Bueno, hay que vestirte— Olivia la ayudó a vestirse teniendo cuidado de no lastimar la herida de su costado ni su tobillo que ya contaba también con una venda envolviéndolo, una hora después Olivia salió y vio a Jace hablando con Egan en la sala, ambos la miraron.
—Con permiso— dijo ella y salió inmediatamente, por alguna razón, la presencia de Jace la incomodaba a pesar de que jamás habían conversado realmente.
—Vamos— dijo Jace y Egan lo siguió, al entrar a la habitación, Emma los miró y sonrió.
Egan caminó hasta ella y la tomó en sus brazos.
—No te andes aventando por las escaleras, quiérete tres pesos por favor— reprochó Egan sonriendo.
—Ya lo sé, te aseguro que he entendido mi lección— dijo ella pasando sus brazos alrededor del cuello de Egan.
Jace cambió rápidamente las sábanas manchadas de sangre por unas limpias y le indicó a Egan que podía bajarla, él obedeció y la puso suavemente en la cama.
—Mañana tengo una fiesta y me compré un vestido hermoso, ¿Podré usarlo?— preguntó Emma preocupada,
—Claro— respondió Jace —solo no uses tacones, pero como sé que me vas a ignorar, cuando el dolor se vuelva insoportable, ven a verme, te daré un masaje para calmar el dolor— puntualizó entregando un pequeño papel.
—¿Qué es esto?— cuestionó ella
—Mi teléfono, si algo sale mal, llámame, iré por ti— dijo y salió dejando a Egan con Emma.
—Puedes quedarte aquí, mañana por la mañana podrás irte, supongo que ya te dijo todos los cuidados que deberás tener— indicó Egan
—Si, y que tengo que venir todos los días por las curaciones— contó ella
—Bien, descansa— Egan comenzó a caminar hacia la puerta pero Emma lo detuvo
—¡Oye!— la miró
—¿Cómo te llamas?—
—Egan— sonrió y siguió su camino, pero al último momento recordó algo —Y él es Jace— guiñó un ojo y después salió.
—Listo, puedes irte— dijo Jace y ayudó a Emma a levantarse, cuando salió de la habitación vio a los otros once en la sala, solo se despidió con la mano y salió.
Emma llegó a su departamento y se dejó caer sobre su cama, al poco tiempo entró Olivia.
—¿Cómo te sientes?—
—Mejor de lo que esperaba—
—Por cierto, llamó Simón, dice que no va a ir contigo a la fiesta—
—¡¿Por qué?!— casi gritó Emma.
—No tengo idea— se excusó Olivia, Emma estaba a punto de comenzar a hacer berrinche cuando recordó a sus once nuevos y apuestos vecinos.
—¿Tú ya conoces a todos los nuevos?— preguntó a Olivia, ella negó.
—Un poco a Azariel, Demetrius y Kal, a los demás no— indicó.
—¿Jace y Egan?—
Olivia negó
—¿Quién crees que quiera ir conmigo a la fiesta?— preguntó Emma
—Pues no sé, la verdad es que si se los pides correctamente yo digo que cualquiera, pero considerando que no los conoces de nada, creo que tu mejor opción será Kal—
Estaban todos los dioses jugando "¿Qué falta?". Demetrius estaba con los ojos cubiertos mientras los demás escondían el control de la televisión que siempre se encontraba sobre la mesa de centro, una vez que terminaron Demetrius se descubrió los ojos y comenzó a buscar lo que faltaba, en eso estaban cuando el teléfono de Kal sonó indicando la llegada de un mensaje, al abrirlo estalló en risas, todos lo miraron extrañados.
—¿Pero qué es esto?— dijo y les mostró el mensaje que decía: "Hola su majestad, lamento interrumpir su existencia pero me gustaría invitarlo a una fiesta hoy en la noche. Emma"
Todos rieron incluído Jace que vio que había puesto en práctica su consejo.
Emma estaba asentada en la sala viendo televisión con su papá y su hermana, cuando su teléfono sonó se apresuró a revisarlo y dejó salir un grito de emoción que tomó por sorpresa a Olivia y Aarón, inmediatamente guardó silencio y se fue a su habitación, ahí pudo celebrar con un poco más de libertad por aquél mensaje que ponía: "No pues con esa introducción ni cómo negarme, paso por ti a las ocho, por cierto, espero que no hayas hecho nada ilegal para conseguir mi número"
No cabía en sí de la emoción, por primera vez agradeció a su hermana por haberle dado el teléfono y haberle aconsejado que se lo pidiera a Kal, ya solo le quedaba la incertidumbre sobre si había sido una buena decisión
Diez minutos antes de las ocho Emma ya estaba lista y rogando por no lastimar demasiado su tobillo con los tacones.
A las ocho el timbre sonó y antes de que ella pudiera abrir lo hizo su padre y escaneó a Kal de arriba a abajo.
—Buenas noches, vengo por Emma—
—¿Qué intenciones tienes con ella?— interrogó el señor. Kal lo pensó un momento.
—Por ahora no tengo ninguna más allá de ser su amigo— dijo y sonrió, había aprendido gracias a Sara que esa respuesta siempre tranquiliza a los padres.
Emma salió y ambos se dirigieron al estacionamiento.
—¿Tienes coche?— preguntó Emma sorprendida
—Algo así, se puede decir que fue un regalo de Adriana—respondió él.
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