21
—Si, ya apareció la idea de regresar a la escuela— comentó Luisa
—Claro, todos querían estudiar una carrera, es lógico que quieran hacerlo ahora que están de vuelta— dijo el padre de Demetrius
—No creo que sea una buena opción, no sé si ustedes también lo han notado con sus hijos en las 24 horas que llevan aquí, pero, a veces comienzan a llorar de la nada— contó el padre de Athan
Todos asintieron
—Mentalmente no están muy bien— sugirió el padre de Dru
—¿Solo mentalmente? Físicamente también están hechos polvo— argumentó la madre de Kal
—Deberían tomarse, al menos, un año libre antes de decidir qué hacer con sus vidas— propuso la madre de Egan.
—Está bien— aceptó Dru, en nombre de los doce, aceptó que se tomarían un año antes de tomar cualquier decisión.
—Es cierto que estamos para el arrastre, hoy en la mañana me levanté y me tronaron los tobillos al dar el primer paso— contó Kal
—A mí me truena la espalda al sentarme y levantarme— siguió Cálix
—Deja eso, a mí me truena la mandíbula al comer— agregó Azariel.
—¡Caray! Además de guapos, crujientes— se burló Alex y todos rieron.
Después cada quien volvió a su departamento, el acuerdo era que sus padres vivirían con ellos una semana, después los dejarían solos.
—Egan, ¿Podrías sacar la basura?— preguntó Sofía, su madre.
—Claro— tomó la bolsa y salió, caminó por el pasillo y al pasar por la puerta de Kal, éste salió.
—Hola— se saludaron
—¿A dónde vas?— preguntó Egan, Kal le mostró un billete que llevaba en la mano.
—A comprar pan molido— respondió —A ti ya ni te pregunto, porque a menos que lo que lleves ahí sea un cadáver, estoy seguro de que vas a tirar la basura— comentó
—Si, ¿Puedo ir contigo?— preguntó Egan, Kal sonrió y asintió
—Claro, no quería ir solo, de hecho, si no me lo hubieras pedido yo te habría rogado para que me acompañaras—
Así fueron conversando hasta la tienda, cuando volvieron, al abrir la puerta, apareció frente a ellos una chica refunfuñando
—¡Vete al diablo!— gritó y después los miró, solo se miraron entre ellos.
—Hola, emmm... ¿Viven aquí?— les preguntó, le habían parecido demasiado atractivos como para dejarlos ir sin hablarles, pero ellos, incómodos, solo asintieron y siguieron caminando.
—Llegué— gritó la chica al entrar a su casa, —no vas a creer lo que vi— comentó emocionada a su padre y hermana que preparaban la comida.
—Por favor, Emma, no la hagas de emoción— respondió Olivia, su hermana
—Ash, ví a dos chicos guapísimos— dijo dando saltitos en su lugar
—¿Dónde?— preguntó Aaron, su padre
—¡Aquí en el edificio, cuando iba saliendo a la papelería los encontré entrando, nunca los había visto así que les pregunté si vivían aquí y dijeron que si!— respondió eufórica.
—Solo no los asustes como sueles hacer— se burló Olivia
—Claro que no taradupida— insultó Emma y se fue a encerrar a su cuarto.
Después, durante la comida, planteó lo que había estado pensando desde antes
—¿Y si los vamos a visitar? Ya saben, con el pretexto de darles la bienvenida y todo eso—
—Podría ser, ¿Sabes en qué departamento viven?— preguntó Aaron. Emma pensó un momento, no lo sabía, lo único que había visto era que habían subido por la escalera y no dudó en hacérselo saber
—Eso no ayuda, hay doce departamentos en el segundo piso— objetó Olivia
—Pues hay que ir tocando en todos— propuso.
—Pero yo conozco a los dueños, ellos no viven aquí— comentó Aaron
—Vamos, y con el pretexto de que los quieres saludar investigas— pidió Emma.
—Esta bien, pero ahora come— concluyó Aaron.
Alex estaba viendo la televisión cuando tocaron el timbre.
—¿Abres?— preguntó su mamá desde la habitación
Alex se levantó y abrió la puerta, se encontró a un hombre y dos chicas que lo miraron con sorpresa.
Emma lo analizó de arriba a abajo, a él no lo había visto.
—Buenas tardes, ¿Se encuentra la señora Mía?— preguntó Aaron, Alex asintió y se hizo a un lado para que entraran, después cerró la puerta y fue a su habitación a buscar a su mamá.
—Te llaman— dijo
—¿Terminas de doblar la ropa?— preguntó ella y después salió.
Alex sacó su teléfono y escribió un mensaje a Athan "¿Puedo escuchar lo de la sala?" el mensaje se marcó como leído pero no obtuvo respuesta, después de unos segundos comenzó a escuchar la voz de Aarón.
—...me alegra, ¿Y el jóven?— preguntó
—Es mi hijo, ahora lo llamo, él va a vivir aquí, van a ser vecinos, ¡Alex!— dijo Mía, Alex colocó la ropa doblada a un lado y salió.
—Mira, te los presento, él es Aaron, y ellas son sus hijas, Emma y Olivia— señaló
—Él es mi hijo Alex— finalizó.
—Un gusto— comentó Aaron y extendió su mano hacia Alex, él dudó pero la tomó
Aaron movió con fuerza la mano de arriba a abajo causando que la herida que Alexander tenía ahí doliera, pero resistió y no dejó ver su dolor, sin embargo, por debajo de la manga de su camisa se asomó la venda que cubría su muñeca.
Aaron la miró fijamente, Alexander retiró su mano y ocultó la venda.
—¿Y por qué nunca lo había visto?— preguntó a Mía.
—Estuvo viviendo con su padre en el extranjero— explicó ella, esa era la excusa que habían acordado dar sobre la ausencia de sus hijos.
—¿Enserio? ¿En dónde?— miró a Alexander, pero él no sabía qué responder
—España— intervino Mía.
Alexander regresó a su cuarto y se acostó sobre su cama, cerró los ojos y escuchó la conversación en la sala: que si la renta subió este mes, que si cortaron la luz durante dos días, que si ya casi no hay agua, estaba concentrado escuchando cuando sintió a alguien sentarse a su lado, se sentó rápidamente, causando que doliera la herida en su abdomen, llevó su mano al lugar y miró a quien estaba en su cama.
—¿Estás bien?— preguntó Emma al verlo sufriendo
—Si, ¿Por qué?— preguntó Alexander
—¿Te duele?— cuestionó Emma señalando su abdomen, Alex miró su mano y la retiró rápidamente.
—No, claro que no— dijo.
—Parecía doler, en fin, ya nos presentaron pero quise venir a conocerte un poco mejor, yo soy Emma— extendió su mano y Alex la tomó, entonces ella levantó su camisa dejando al descubierto gran parte de la venda.
—¿Qué te pasó?— preguntó.
Alexander le arrebató su mano y cubrió de nuevo su brazo, algo irritado por la confianza.
—Me asaltaron— dijo secamente.
—Lo siento, tenía curiosidad— se disculpó.
—Está bien, es que, creo que estoy un poco sensible— explicó Alex y al recordar todo lo que le había pasado en el Olimpo sintió un nudo en la garganta.
—Creo que deberías regresar con tu papá— señaló la puerta, amablemente estaba corriendo a Emma de su habitación, ella comprendió y salió, Alexander cerró la puerta detrás de ella, se dejó caer al piso y lloró en silencio.
Adriana estaba viendo una película con Demetrius mientras acariciaba a Mik que se encontraba convertida en gato sobre las piernas de Adriana, cuando sonó el timbre Luisa fue a abrir, al escuchar el "pasen" ambos se levantaron, apagaron la televisión y Mik se convirtió en una mosca.
—Buenas tardes Aaron— saludó.
—Buenas tardes, ¿Tus hijos también regresaron?— preguntó al ver a Demetrius y Adriana mientras se sentaba en la sala.
—Solo ella es mi hija—
—Yo vivo en el departamento 15, soy Demetrius— saludó
Emma y Olivia entraron detrás de su padre observando todo con mucha atención.
—¿Cuántos años tienen?— preguntó Aaron, Adriana y Demetrius no supieron qué responder, según ellos tenían 17, pero por los cinco años que habían pasado tendrían 22.
—17— respondió rápidamente Luisa.
—¿Enserio? Esa edad tienen mis hijas, tal vez puedan ser amigas—
Adriana miró a Emma y Olivia.
—¿Yo amiga de ella? Por favor, eso jamás— argumentó rápidamente Emma.
Adriana sintió terrible al escuchar eso, pero casi pudo escuchar a Leo decir "Ignórala, tiene miedo de verse como tlacuache aplastado a tu lado" sonrió tranquilamente y se encogió de hombros
—Ni hablar, con permiso, tengo algo que hacer— se despidió y salió de ahí junto con Demetrius, una vez afuera se detuvo sin saber qué hacer.
—¿Estás bien?— preguntó Demetrius preocupado
—Claro, ví morir a Leo y sigo aquí, así que lo que ella diga me da exactamente igual— respondió ella.
—¿Y qué hacemos ahora—- volvió a preguntar él
—No sé, vamos a ver cómo está Damian—
Fueron hasta el departamento de Damian y entraron, adentro estaba Damian con Azariel, Jace y Athan.
—Había reunión y no nos invitaron— dijo Adriana con falsa indignación.
—Pues es que tú, se te ocurre venir justo ahora— se burló Jace.
—¿Ya recibieron las visitas incómodas?— preguntó Kal saliendo de la cocina con una paleta de hielo en la mano
—Si— respondió Adriana y se sentó en la sala —parece que no les caigo muy bien— Mik se convirtió en gato nuevamente y caminó hasta acostarse sobre las piernas de Damian que la acarició suavemente
—No les hagas caso, a nosotros nos caes de maravilla— animó Kal dándole un abrazo, entonces tocaron a la puerta y unos segundos después entró Dru.
—Hola— saludó —Voy a ver a Susana, dijo mi mamá que le pidió que me dijera que quería darme algo, ¿Van conmigo?— preguntó.
—Claro— dijo Adriana, los demás solo asintieron y salieron, afuera ya estaban los demás dioses.
—¿Y qué colores lanzaste? — preguntó Dru mientras Miguel se retiraba la pulsera.
—Azul y amarillo — dijo mientras la entregaba.
—¿Qué poder tiene la pulsera —- preguntó Damian viendo a Dru colocarla en su muñeca
—Estuve investigando... — intervino Susana —Y esto es lo que encontré — entregó un libro a Damián, él lo abrió y leyó lo que tenía escrito.
—"Doce cuentas, doce estatuas, doce animales, doce colores y doce energías, el artículo que las reúne, permite que quien se va, regrese en quien no se ha ido hasta que se vaya por haber regresado" — dijo confundido, nadie había entendido, miraron a Susana esperando una explicación pero ella se encogió de hombros
—Yo tampoco entendí, pero supongo que cuando llegue el momento lo entenderán — explicó y se quitó el collar pero Dru la detuvo, después presionó el colgante sobre el pecho de Susana, unos segundos después, la piedra comenzó a brillar.
—El collar de Manuel puede dar inmortalidad, claro, mientras lo porten — explicó y dividió la piedra en dos, formándose al instante otro collar que Dru colocó en el cuello de Miguel.
—Deben entregárselo a Manuel cuando vuelva — dijo y sonrió
Pasó una semana y ya todos vivían solos, aunque pasaban casi todo el tiempo juntos. Un día, mientras comían en el departamento de Adriana el timbre sonó, ella se levantó y fue a abrir.
—Hola— saludó una señora -como no has ido, yo vine a darte lo de la renta- informó. Adriana no sabía qué hacer
—Claro, solo deme un minuto— pidió y cerró la puerta
—¡Egan! — llamó, él se levantó y se acercó de inmediato
—Ve a buscar a mi mamá, dile que olvidó decirme sobre la renta— dijo. Egan se teletransportó a la casa de Luisa y la encontró en la cama con un hombre.
—Disculpen, odio interrumpir— dijo de pie en la puerta de la habitación, Luisa lo miró y se levantó rápidamente sin preocuparse por cubrir su cuerpo mientras el hombre se moría de pena aún en la cama
—Llegó una señora que le quiere pagar la renta a Adriana— dijo Egan mirando a Luisa directo a los ojos
—¿Qué se supone que haga? — preguntó
—Pues cobrarle, está en todo su derecho de cobrar las rentas— dijo ella con obviedad
—Claro, pero no sabe de cuánto es la renta, ¿Tienes algún registro? — volvió a preguntar él
El hombre se comenzó a levantar pero Egan levantó su palma hacia él y lo miró —No te molestes, solo debe darme el registro y me iré así que podrán continuar en lo que estaban— dijo mientras Luisa sacaba de un cajón un cuaderno que le entregó, Egan lo tomó y salió de ahí.
Cuando volvió al departamento se lo dió a Adriana que lo revisó rápidamente y regresó con la señora.
—Disculpe, es que no encontraba los registros— se excusó
Después de terminar de comer decidió ir a recoger las demás rentas, Egan se ofreció a acompañarla
Llegó a un departamento y tocó a la puerta
—Hola— dijo el chico que abrió la puerta y sonrió
—Hola, soy Adriana Garza, vengo por la renta— dijo ella
—¿Eres nueva empleada? —
—Soy la dueña— el chico quedó perplejo al escucharla.
—¡Papá! Vinieron por la renta— gritó
—Ya mi papá pensaba ir a buscarte porque se te pasó un poco la fecha, me alegra que estés aquí, hay pocas caras nuevas en este edificio, espero que nos llevemos bien, pareces ser buena persona, por cierto, soy Sebastian— se presentó él y extendió su mano hacia Adriana, después de un apretón se percató de la presencia de Egan —Ay, perdón, no te había visto- se saludaron también -Es que, ¿Sabes? Siento que estoy al borde de la muerte, tengo resaca, ayer me invitaron a una fiesta y creo que se me fue un poquito la mano, ¿Han sentido la resaca? —
Egan y Adriana negaron sonriendo, algo desconcertados por lo mucho que hablaba aquél chico
—De hecho es la primera vez que experimento algo como esto, casi no tomo, pero no tengo idea de lo que pasó ayer, seguro mi hermano a estas alturas se estaría burlando de mí, claro, no les había contado, tengo un hermano, es genial, ahora está con mi madre en Australia, seguro estaría feliz de conocerlos, ya todo el edificio sabe que son doce los nuevos inquilinos, espero conocer pronto a los demás, aunque tal vez hoy no, definitivamente me siento fatal, ay, lo siento, ¿Estoy hablando mucho? Si, seguro estoy hablando mucho, ya, me voy a callar, pero sigo hablando lo siento, me callaré, ¿Por qué sigo hablando? Dije que me callaré, digo, guardaré silencio, pero no les molesta, ¿O si? — dijo rápidamente, ellos sonrieron.
—Está bien, no te preocupes, por cierto, ¿Qué te parecería venir a cenar hoy a mi departamento? — preguntó Egan, Sebastián lo miró algo dudoso
—¿Enserio? — cuestionó, Egan asintió
—Claro, me encantaría, ¿Qué departamento es? —
—El 16—
—Bien, nos vemos allá, ¿a las ocho está bien? —
—Por supuesto—
unos minutos después salió el papá de Sebastián, pagó la renta y se fueron.
—¿Me repiten a quién estamos esperando? — se quejó Damian
—Se llama Sebastián, y ya no debe tardar en llegar— explicó Egan —Y prepárense porque el chico habla hasta por los codos— agregó
—Para haberlo invitado a tu departamento tan pronto lo conociste seguramente te cayó muy bien— dijo Azariel.
—Él y tú van a tener una gran conversación— se burló Demetrius, dado que Azariel era de los más callados entre ellos.
Athan parecía con la mirada perdida
—¿Estás bien? — preguntó Azariel
—Si, es solo que... Vi a alguien lanzándose desde un acantilado al mar— explicó
—¿Quién? —
—No tengo idea—
Sebastián llegó puntual a las ocho de la noche, todos se presentaron y después se dispusieron a comer, Athan caminaba a un lado de él con dirección a la cocina, de repente se tambaleó y se sostuvo del brazo de Sebastián, él lo miró y lo sostuvo.
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