21. V E I N T I U N O
Erick no es un idiota.
O eso es lo que me ha demostrado en la pasada hora que he charlado con él y con Kang, puede que sea muy pronto para afirmar eso pero por ahora confiaré en mis instintos y en lo que he observado. Ni una sola vez ha hecho un comentario ligeramente machista o desagradable, tal vez en su programa él es un personaje, he visto a personas hacer eso, ser un personaje ante el publico completamente diferente a como son en realidad.
Bueno, con la excepción de Kang, el chico que escucho en la radio es el mismo chico que tengo frente a mi: la tranquilidad de su voz, la confianza en lo que dice, la calidez de sus palabras. Cada vez que lo miro, siento que mi corazón se va a salir y siento un cosquilleo en el estomago que nunca he sentido de esta forma.
Todas estas sensaciones son nuevas y refrescantes para mi, antes de que comenzará todo el trayecto de la enfermedad de mamá no había pensado en chicos, tenía apenas 14 años, no voy a mentir, si había comentado con mis amigas que chicos en la preparatoria me parecían lindos pero nunca había pasado de eso. Y cuando mi madre murió hace dos años, fue mi turno de enfrentarme al Cancer. Los chicos no han sido mi prioridad en años, he estado enfocada en sobrevivir y salir adelante.
Así que, Kang, eres mi primera vez en todo.
Primera vez que hablo con un chico que me gusta.
Primera vez que siento todas estas sensaciones y reacciones en mi cuerpo alrededor de un chico.
Lo observo golpear a Erick en el hombro después de que le dijo algo para molestarlo, mis ojos caen sobre sus labios y como se curvean para formar esa linda sonrisa que tiene.
¿Serás mi primer beso, Kang?
Me sonrojo, bajando la cabeza, ¿Qué estas pensando, Klara? No te hagas ilusiones, él te ve como una amiga más, es todo.
Esto es lo que me he temido de ver a Kang, no solo mostrarle como luzco sino también las ilusiones que vienen con esto. Tenerlo a mi alcance solo hace que me guste más y que quiera más de él cuando tal vez él solo quiera una amiga. Quisiera decir que puedo controlar lo que siento, pero eso sería como decir que puedo controlar mis ataques de pánico.
Oh, mi oscuro sentido del humor, bienvenido.
—Oh, por cierto,— Erick comenta al darse un trago de la lata de Sprite que le dio Kang, —La Sra. Romes me mandó a buscarlos, creo que deberíamos volver antes de que ella misma venga por nosotros.
Kang le da una mirada de pocos amigos, —Llevas casi una hora con nosotros y se te olvidó mencionar ese pequeño detalle.
Erick se encoge de hombros, —Ey, tienes comida, no me culpes por la distracción.
Nos ponemos de pie, y frente a estos dos me siento como un pequeño elfo.
Uso ambas manos para agarrar la capucha y ponerla sobre mi cabeza, Kang me da una mirada de desaprobación pero no me dice nada.
Erick se inclina sobre mi y yo doy un paso atrás, —¿Te vas a sentar con nosotros en el pasillo?
Aunque quiero pasar más tiempo con ellos, no quiero llamar la atención y sentarme con dos de los chicos más populares de la escuela en mi segundo día de clases no es exactamente la manera de pasar desapercibida. Y también esta Perla, se que tendrá muchas preguntas al respecto.
Kang parece notar mi duda porque dice, —Déjala respirar, Erick.— y me da una sonrisa, —Cuando quieras puedes venir a sentarte con nosotros.
—De acuerdo.— les despido con la mano y Erick es el primero en cruzar para volver al pasillo.
Kang se queda parado ahí, mirándome y me falta el aire de nuevo, pero me las ingenio para hablar.
—Hasta luego, Batman.
Le digo recordando cuando me contó que cantaba en un bar de la calle 14 incognitamente, usando una mascara de Batman.
Kang se cruza de brazos y da dos pasos hacia mí, —Así que recuerdas eso.
—Recuerdo todo lo que me dices.
¡Ah! ¡Klara! No digas cosas como esa.
Kang alza una ceja y se lame el labio inferior, —¿Y por qué recuerdas todo lo que te digo, Klara?
—Tengo buena memoria.
¡Si! ¡Una respuesta coherente!
—Yo no tengo buena memoria,— se acerca un poco más, —sin embargo, recuerdo claramente lo que me importa.— mi corazón esta al borde del colapso, —Así que recuerdo absolutamente todo de tí.
¿Cómo se respira? Esos ojos oscuros son tan profundos ahora que esta tan cerca. Retrocedo cobardemente pero Kang toma los mismos pasos hacia mi que yo doy hacia atrás.
Él me ofrece su mano, —De nuevo, un placer conocerte, Klara con K.
Eso me hace sonreír como tonta mientas tomo su mano, las mejillas de Kang se enrojecen y aparta la mirada, soltando mi mano para rascarse la parte de atrás de la cabeza, —Mierda, que sonrisa tan bonita tienes.
Es mi turno para ponerme roja, el calor invadiendo mis mejillas, —Eh, gracias.
Kang se aclara la garganta, dando un paso atrás, —¿Nos vamos?
—Ve tu primero, ya salgo.
—¿Te da pena que te vean conmigo?— finge un chillido de sorpresa, —¿Soy tu pequeño secreto, Klara?
Le sigo el juego, —Algo así.
Él se pone ambas manos sobre el corazón mientras sigue caminando hacia atrás,—Me hieres, Klara, me hieres.
—Sobrevivirás.
—¿Ah si?
—Claro, eres Batman después de todo.
Kang se detiene y baja sus manos, me da una sonrisa genuina, esos huequitos en sus mejillas haciéndolo lucir adorable antes de desaparecer en la esquina del pasillo.
No se cuanto tiempo me quedo de pie ahí, observando el lugar donde él estaba hace unos segundos, una parte de mi aún esta asimilando todo lo que ha pasado hoy.
Conocí a Kang.
Hablé con él personalmente.
Me dijo que era muy bonita y que tenía una sonrisa bonita también.
Hasta conocí a Erick y no lo odié.
Charlé con mi crush y no morí en el intento.
Me doy una palmada en el pecho, —Buen trabajo, querido yo, lo has hecho bien, Klara.
Cuando regreso y vuelvo a sentarme al lado de Perla, no puedo evitar notar la confusión en su rostro y las miles de preguntes en sus ojos. No se que tanto vio pero si se que me vio huir de Kang hace rato.
Mis ojos se encuentran con los de Diego frente a mi, quien me esta dando una sonrisa conocedora, como si lo supiera todo.
Nah, me lo estoy imaginando.
—¿De qué me perdí?— pregunto, tratando de normalizar el ambiente entre Perla y yo.
—Un charla sobre las hormonas,— Perla responde, —créeme, agradece que no estabas aquí.
—Oh las hormonas, Eri— me detengo abruptamente antes de decir ese nombre, —si, eso escuché por ahí.
La electricidad vuelve, iluminando el pasillo lleno de adolescentes, muchos están bromeando, sus risas haciendo eco por todo el pasillo.
La Sra. Romes aparece al principio del pasillo, —La nieve ha parado por ahora así que los camiones trataran de limpiar los caminos lo más que puedan, calculamos que tomaran otras horas más hasta que sus padres puedan venir por ustedes. Esperemos no pasar la noche aquí.
Diego sonríe para hablar con un tono de voz muy alto, —¡Claro! Nadie quiere lidiar con las hormonas, Sra. Romes.
La Sra. Romes le da una mirada fría, —Muy gracioso, Diego, creo que se reirá más con horas extras en la sala de castigos después de la escuela mañana.
Todo el mundo deja salir un 'Ohhhhhh'
Al enfocarme en el principio del pasillo donde esta la Sra. Romes, puedo ver a Kang y a Erick sentados por allá. Los ojos de Kang encuentran los míos, y con la mano por lo bajito la sacude en forma de saludo. Yo aprieto los labios para no reírme y hago lo mismo.
Bajo la mirada, controlando mi sonrisa, y cuando la levanto, Diego esta observándome con complicidad.
Ah, ¿Es qué no tiene más nada que hacer?
Las siguientes horas las paso charlando con Perla, me sorprende que no me pregunte sobre Kang, supongo que no quiere hablar de él porque sabe que yo también tengo muchas preguntas para ella, quiero saber el porque de su advertencia.
Uno a uno los estudiantes comienzan a irse, sus padres viniendo por ellos, la Sra. Romes aparece frente a nosotras, —Perla, tu padre vino por ti, ve con él, yo me voy más tarde cuando todos los estudiantes se hayan ido.
Perla suspira, y me da una sonrisa, —bueno, esta aventura fue divertida mientras duro, nos vemos mañana, Klara.
Le devuelvo la sonrisa, —Hasta mañana.
Me vuelvo un poco ansiosa mientras observo al pasillo vaciarse, ya no queda nadie de este lado del pasillo, a excepción de Diego por supuesto que esta jugando en su teléfono. Solo quedan algunos estudiantes al principio del pasillo entre ellos Kang con otro chico porque Erick se fue hace rato.
—Capuuuucha.— me susurra Diego, obteniendo mi atención.
Le doy una mirada cansada pero no le digo nada.
—Parece que solo somos tu y yo al final, Capucha. Es el destino que quiere que seamos amigos pero tu no colaboras.— él se pasa la mano por su cabello rojizo, —¿Tienes algo en contra de los pelirrojos?— meneo la cabeza, —Entonces, simplemente no soy digno del sonido de tu voz.
No, es eso, es solo que tu eres muy ruidoso y llamativo, sin mencionar que también eres muy popular. No quiero atraer más atención hacia mí.
Diego suspira, luciendo derrotado, —¿Capucha?
Me siento mal ignorándolo abiertamente, no soy ese tipo de persona, así que en contra de mis protestas internas le respondo, —Estoy segura de que ya sabes mi nombre, ¿Por qué me sigues llamando Capucha?
La sonrisa que se expande en su rostro es contagiosa, —Porque me gusta ser original.
—Bien, Sr. Original, ¿Por qué eres tan insistente?
Diego permanece sentado al otro lado del pasillo frente a mi, él presiona su espalda contra la pared, descansando sus codos sobre sus rodillas, sus manos guidando frente a él, —¿Por qué eres tan misteriosa?
—No respondas una pregunta con otra.
—Bien, te digo porque, si tu respondes algo primero, tengo mucha curiosidad.
—¿Qué?
—¿Cómo es que una chica nueva, en el segundo día de clases, la cual se oculta más que mi dignidad después de rogarle a mi ex, tiene una relación que parece bastante cercana con los dos chicos más populares de esta preparatoria?
—Es complicado.
—Esa también fue la respuesta de mi ex.
No puedo evitar sonreír, es gracioso, no lo niego, —No tengo porque explicarte eso, Diego.
—Oh sabes mi nombre.— me guiñe un ojo.
—¿Cómo no saberlo? No has dejado de molestarme desde que llegue.
—Yo no lo llamaría molestar, más bien, luchar por una amistad.
—Oh, ¿Todo eso ha sido una lucha por mi amistad? ¿Por qué el esfuerzo? La falta de amigos no parece ser algo de lo que tu sufras.
La sonrisa se esfuma del rostro de Diego y se pasa la lengua por los labios como si pensará con cuidado sus próximas palabras.
—No es la primera vez que te veo, Capucha.
Arrugo mis cejas, —¿De qué estas hablando?
—Hace tiempo, te vi muchas veces en el hospital, en la sala de quimioterapia.
Frío, una corriente fría cruza mi cuerpo ante la posibilidad de que él sepa mis secretos.
Trago, —No se de que hablas.
Él me da una sonrisa amable, —Me alegra que hayas sobrevivido, Capucha..
—¡Diego!— la voz de la Sra. Romes suena desde lejos, —Vinieron por tí, hora de irse.
Él se pone de pie, sacudiendo sus pantalones, —Bueno esta belleza exótica tiene que irse.
—Diego...— no se como preguntarlo, —¿Cómo... quién?
La tristeza que se expande por su rostro, no es una expresión que haya visto en él estos dos días, él siempre anda bromeando, alegre y molestando a los demás.
—Mi papá.— me contesta la pregunta escrita en mi rostro, su papá tenía cáncer, —él siempre hablaba de tí, la chica que lo hacía reír con bromas de humor negro en la sala de quimios mientras le pasaban por la vena su tratamiento.
Mi mente viaja al recuerdo de Dario, un señor en sus cuarenta que estaba luchando contra un agresivo cáncer de colon con el que compartí varias veces recibiendo mis quimios.
—¿Cómo haces para mantener ese humor en estas circunstancias?— me había preguntando pasando la mano por su cabeza calva, —Te admiro, Klarita.
—El cáncer me ha quitado demasiado,— le respondí con una gran sonrisa, —mi madre, mi cabello, mi energía, creo que si le dejo quitarme mi humor, lo habré perdido todo.
La realidad era que estaba muy deprimida, ni siquiera había podido pasar el luto de mi madre por completo antes de comenzar esta batalla, pero de alguna forma, Dario se veía aún más deprimido que yo. La primera vez que lo vi, no hablaba, no interactuaba con nadie. Eso me motivó a sonreír y a ser su fuente de risas, aunque estuviera muriendo por dentro, quería hacerlo sonreír. Él fue mi motivación para actuar fuerte durante las quimios.
Ambos estábamos sentados uno al lado del otro, la medicación entrando a nuestras venas y guindando a un lado de nosotros. Dario me hizo señas para que me acercará, y me susurra, —¿Te cuento un secreto?— yo asentí, —Si dices que tienes nauseas y se te atonja una gelatina, te traen del sabor que quieras.
—¿De verdad?
Él asintió, —Pide de fresa, las demás saben a medicina.
Lo pongo a prueba y la enfermera me trae la gelatina.
Dario y yo chocamos las cincos, soltando una risita.
Cuando terminé mis tratamientos, fui a visitarlo porque no quería dejarlo solo en las quimios, muy pocas veces dejaban que los familiares entraran, y a veces los pacientes no querían que sus familiares los vieran ahí sino que esperaran afuera y Dario era uno de esos, se que se deprimiría de nuevo solo así que llevando un gran pote de gelatina de fresa fui a verlo solo para recibir la noticia de que había fallecido.
Me devastó su muerte de muchas formas que no puedo explicar.
Le envié una carta a su familia, dando mis condolencias, y contándoles lo maravilloso que había sido conocer a Dario y como él me había hecho ser más fuerte y tolerar mis tratamientos.
No puedo creer que Diego sea su hijo, Dario hablaba de él pero jamás se me habría cruzado por la cabeza que era el mismo Diego.
Diego me ofrece su mano y yo la tomo, poniéndome de pie, —Lo siento, Diego, no sabía que— él me jala hacia él y me abraza.
—En nombre de mi papá, que descansa en paz,— me susurra, —muchas gracias, Klara.
Lagrimas brotan en mis ojos y trato de controlarlas, no he pensado en Dario en tanto tiempo, es como si el dolor reviviera con su recuerdo.
Cuando nos separamos, los ojos de Diego están rojos, —Tu carta nos hizo mucho bien a mamá y a mí, gracias.
No se que decir, no tengo palabras.
Diego da un paso atrás, —Debo irme, pero te llevaré a comer la mejor gelatina de fresa del mundo, y no puedes decir que no.
Sonrío, mi vista borrosa por las lagrimas, —De acuerdo.
Diego finge una sonrisa mientras se aleja, —Lo siento pero tendrás que ser mi amiga quieras o no,— se encoge de hombros, —no tienes opción.
—Será un honor serlo, Diego.
Él me da su pulgar arriba antes de darse media vuelta e irse.
Incluso después de su muerte, Dario se las ingenia para alegrarme la vida, para hacerme más fuerte y hasta darme un nuevo amigo.
Gracias, Dario.
Xxxxx
Nota de la autora: El final de este capítulo es uno de mis favoritos. Creo que deja en claro que a pesar de que vemos a las personas y las percibimos de una forma, no sabemos que batallas o que cosas están pasando. La empatía es algo muy importante como seres humanos, esa capacidad de ponerte en los zapatos de los demás. Cada vez que me he sentido de una forma negativa hacia alguien, me pongo en sus zapatos, trato de ver las cosas desde su perspectiva, y a veces llego a conclusiones tan profundas que me hacen entenderlos acabando con esa percepción negativa. Por ejemplo, he tenido amigas que son extremadamente superficiales (creen que la apariencia física es lo más importante) y cuando indagando en lo que me cuentan de su vida, me doy cuenta de que esa forma de ser radica en muchas inseguridades, en la falta de amor en la infancia, en malas experiencias, en la necesidad de aprobación de los demás porque nunca se han sentido seguras de si mismas, esa necesidad de señalar los defectos de los demás es un mecanismo defensivo para ocultar los propios. Y no voy a juzgarlas, voy a ENTENDERLAS, y a tener conversaciones con ellas donde les hago entender lo maravillosas que son con defectos y todo porque TODOS los tenemos. No soy quien para cambiar a nadie pero si puedo ayudar teniendo esas conversaciones, lo hago. Tal vez ella escuchen, tal vez no, pero como amiga se los debo, juzgar a los demás no es productivo y no tiene nada bueno como resultado. Dediquemonos a dar amor, a brindar conversaciones ricas en buenos mensajes y hacer sonreír a los demás, no sabemos cuando alguien lo necesita con desesperación.
Mier... ya me volví a extender.
Muakatela,
Ariana G.
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