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LIBERTAD DE EXPRESIÓN EN LAS RESEÑAS VS LA HUMANIDAD DE LAS AUTORAS


Como diría Hannah Montana, que en paz descanse: I've got the best of both worlds.

La gran mayoría de los que os paseáis por aquí me conocéis porque os recomendaba historias que me gustaban o porque reseñaba y criticaba obras, tanto populares, como nacionales, como de Wattpad. A la par, soy autora, con un libro publicado en el mercado y, por tanto, estoy expuesta a las críticas de los lectores. Puede decirse que tengo un pie en cada mundo y eso me da cierta perspectiva.

Además, no me corto ni un pelo en hacer críticas negativas si no me ha gustado la historia por la razón que sea. No me importa quién sea la autora o la editorial que lo ha publicado, porque considero que no vamos sobradas de honestidad en el mundo editorial. ¿Pero sabéis lo que nos sobra?

Toxicidad.

En el mundo del libro, tanto en el círculo de las lectoras como de las escritoras tienes que ir esquivando minas de toxicidad. A veces es tan difícil esquivarlas que no te queda otra que tankearlas, que es lo que suelo hacer yo, porque no es mi estilo preocuparme por contentar a todo el mundo. Por eso estoy aquí, escribiendo esto en vez de dedicarme a cosas más productivas.

Hay infinidad de aspectos tóxicos que o bien me he comido o bien he presenciado. En este caso quiero hablaros en concreto de lo tóxico que es utilizar la bandera de "la libertad de expresión" como escudo para lanzar verdaderos maremotos de odio y acoso.

Esos maremotos los he encontrado en ambos lados, pero hoy me apetece hablar del acoso de muchas lectoras (y que en su gran mayoría ni siquiera son lectoras de la autora a la que acosan sino que estaban por ahí y aprovechan) hacia las personas que ya están bastante expuestas al ojo público por el mero hecho de que su nombre salga más o menos grande en su libro.

Si eres una de esas personas que ha acosado a alguna autora (y ya soy bastante generosa al pensar que se va a dar cuenta, se sentirá identificada y hará autocrítica), me gustaría preguntarte: ¿Tendrías cojones a tratar así a Stephen King? ¿A Joe Abercrombie? ¿A Blue Jeans?

No quiero soltar un intento de verdades universales tan generales que pueden utilizarse para argumentar cualquier cosa. Quiero contar mi experiencia personal con esto de "la libertad de expresión a la hora de reseñar", "escribir críticas concienzudas", "mi derecho a contar por qué no me ha gustado una historia" y mi "humanidad como autora".

Después de pasar varios años en esto quiero contaros lo que para mí ha sido atentar contra mi libertad de expresión y quiero contaros cómo percibo yo las críticas negativas, tanto como creadora de contenido como autora. Nadie se libra de las críticas negativas y yo quizás tenga el don de sobrellevarlas de maravilla, porque nunca me importan una mierda (hay cosas que me angustian más en la vida), así que tengo la sangre fría para hablar de todo esto sin tomármelo a lo personal.

Sí. Sí he estado en el lado de la reseñadora a la que "censuran" por decir una crítica negativa.

Os prometo que esa censura no es como os pensáis que es. Cuando alguien os llama la atención porque estáis cruzando la línea de la descalificación personal y el acoso no es porque os estén censurando, es porque hasta para criticar y reseñar hay que saber algo; como mínimo, algo de empatía y el problema no está en que no te guste un libro, sino en que canalizas tu enfado contra una persona que no tiene la culpa de que su libro sea malo (o no te guste a secas) en el 99% de los casos.

Digo que no quiero soltar verdades universales y aquí estoy. En fin.

Iba a contar que a mí nunca nadie me ha dicho "oye borra esto", pero es mentira. Sí se dio el caso de un autor muy educado que me pidió que borrara la crítica que ni siquiera había escrito yo pero que estaba en mi cuenta y lo ignoré completamente. No porque quisiera fastidiar al autor, que no es por eso. Es porque considero que los lectores nos merecemos espacios donde nos permitamos hablar de lo que nos dé la gana y borrar esa crítica era ceder. Y yo no cedo.

Más allá de ese caso aislado, la "censura" no es eso tan basto que os enciende tanto. Os peleáis contra gigantes que son molinos de viento en realidad. Lo llamo censura para entendernos, porque es algo más sutil. Por ejemplo, es que te hable la autora en privado con un claro tono victimista para decirte que ya sabe que su obra no es perfecta, ponerte buena cara y luego ir dándote fama de mala persona solo porque no te ha gustado su libro que estaba objetivamente mal corregido y hasta ella lo admitía.

Por ejemplo, es ese ambiente colectivo de booktubers, booktokers, bookstagrammers que no se atreven a decir nada malo de un libro. Aunque la crítica global sea positiva, no sacan ni un solo defecto para que a las editoriales y los autores no les parezca nada mal y así les sigan enviando ejemplares o les den visibilidad en redes o incluso publiquen sus propios manuscritos. Porque no vamos a ser meapilas Como mínimo el 50 % de los reseñadores que consumimos solo hacen reseñas para crear engagement y tener una baza con la que entrarle a los editores. No son el diablo por hacerlo, mucho menos desde el momento en el que las editoriales miran los seguidores y piden literalmente influencers, pero tampoco vamos a fingir ceguera, por Dios.

A mí me pasó. Todos mis compañeros hablando auténticas maravillas de un libro. Yo cojo, lo leo pensando que me va a gustar y lo que me encuentro es un libro muy mal escrito, racista, machista, con lagunas en la trama y muy aburrido. ¿Qué ha pasado aquí? Entonces, como reseñadora tienes una encrucijada moral. ¿Disides? En serio, ¿vas a ser la única que coja y suelte: pues este libro es malo y el resto de reseñadores o no tienen gusto o son unos mentirosos? Esa censura es inevitable, colectiva y velada.

Por ejemplo, es enfrentarte a la posibilidad de que una editorial no publique tu novela porque has dicho cosas negativas de su obra. Y detrás de las editoriales hay humanos que llevas mejor o peor las críticas, así que ese posibilidad, como digo, siempre está. También a la inversa: tener que mentir o soltar eufemismos para que la editorial esté contenta y quiera publicarte. Es absurdo negar que esta atmósfera existe. Cualquiera que esté un poco al día lo sabe, aunque no se hable de ello, por una vez más, sí. Miedo. Lo de la libertad de expresión solo os gusta en el papel.

Curiosamente, nunca he tenido el apoyo de todas esas lectoras que se lanzan a la yugular para defender la libertad de expresión. Si he querido defender mi libertad de expresión he tenido que pagar el precio. El precio es que pulule por ahí fama injusta hacia mi persona. Esto es importante: personal. Porque yo he hecho hilos enteros mientras leo novelas que no me gustaron, como Los juegos del hambre o La bruja de Near y he señalado hasta en clave de humor todo lo que me parecía ridículo. Pero nunca he cogido y he insultado a una autora. Sí señalo sus tendencias clasistas, machistas y, en resumen, retrógradas, porque creo que es necesario para que avancemos como lectores, pero jamás voy al insulto fácil, ni mucho menos he acosado a nadie. Tampoco he etiquetado a los autores de mis críticas negativas. Mis derechos como lectora se acaban donde empiezan los derechos de los demás.

También es curioso que reseñadores que ahora mismo tienen un montón de seguidores y se benefician de esos seguidores ya sea con feedback o incluso ganando dinero, han conseguido esos seguidores acosando a autoras día a día para decir que sus libros son vergonzosos. Que lo serán, pero utilizar a alguien para hacerte tú famoso no es ejercer tu derecho a la libertad de expresión, es ser un mierdas.

Yo también he leído libros que sabía antes de empezar a leer que no me iban a gustar y los he reseñado públicamente en vídeo, porque tengo derecho, nadie con dos dedos de frente lo negaría. De autoras de Wattpad. Me he pasado una hora hablando de todas las cosas que no me han gustado de un libro, porque creo que es importante señalar sobre todo ciertas tendencias machistas para que nos vayamos concienciando y he sufrido "acoso" o un intento de acoso de lectoras de esas autoras con insultos de vuelta cuando yo no he insultado a nadie ni he acosado a nadie. El problema es que para mí eso es la otra cara de la misma moneda: la mediocridad de ser agresiva antes de entender el contexto y pensar en la perspectiva del otro lado. Para mí esas lectoras son iguales que las lectoras que acosan a las autoras por "defender su libertad de expresión". Las autoras somos humanas y en tu casa cuando te lees un libro en una tarde es muy fácil juzgarlo, solo son trozos de papel que se pueden quemar. Pero para la autora es un trabajo muy complejo y no solo escribirlo, lidiar con todo el proceso de publicación.

Aquí entra la ignorancia de las lectoras. De creer que una autora es totalmente responsable de cómo se publica su libro. Las autoras no suelen tener potestad ni para decidir qué cubierta quieren. A veces tienen que cambiar contenido de su historia para que encaje con lo que busca la editorial y a veces tienen que aceptar porque si no la editorial las manda a paseo y cogen a otra autora entre mil que hay deseando publicar a costa de cualquier cosa. Somos desechables y lo único que nos da un poco de poder es el apoyo de nuestras lectoras. Nuestras lectoras deberían ser nuestro salvavidas, no nuestro verdugo. Para tiranos por el suelo ya tenemos a los editores.

Salvando las distancias, no todos los editores son problemáticos. Hay editores que solo te dan facilidades, pero de nuevo, hay que hablar también de las experiencias que no son tan positivas, que existir, existen.

Es muy probable que una autora no esté totalmente contenta con el resultado de su libro publicado. Por una parte está la naturaleza de las escritoras. ¿Cuándo estamos contentas con nuestras historias si se dice que se publica para dejar de corregir? Y por otro está que no siempre nos gustan las decisiones de la editorial porque tenemos otra visión. Es una inseguridad total sacar al mercado algo con lo que no estás totalmente segura y te lo tienes que comer, porque forma parte de nuestro trabajo. Lidiamos con el impostor todo el tiempo y lo peor es que sabemos que nunca se conseguirá la novela perfecta así que las autoras hacemos una cosa muy difícil que no todo el mundo tiene que hacer en su miserable existencia: mirar en un espejo cada uno de nuestros defectos, asumirlos y aceptarlos cuando alguien nos lo señala.

Es como si fuéramos a clase con un grano enorme y tu compañera de pupitre te dijera: "hostia tía que grano más feo e infecto tienes en toda la cara" y tú no lo puedes disimular. Tienes que sonreír y asentir y decir: "ya, tía, qué mierda" y seguir con tu vida todo el día sabiendo que hay gente que mirará tu grano infecto y pensará que das putoasco. Sigues siendo consciente de que causas rechazo. Las que no se exponen así pueden tapar sus granos. Nosotras no. Nosotras no podemos escudarnos en "ojos que no ven, corazón que no siente". Y lo sabemos, nunca hemos querido (o no deberíamos querer) ser intocables.

Lo que queremos es respeto.

Estoy más que de acuerdo en que hay autoras muy entrometidas que se equivocan mirando las críticas de su novela. A mí me ha pasado, que he dejado una mala puntuación en Goodreads, sin ganas de escribir los motivos porque consideraba que no merecía mi tiempo y que automáticamente el autor viniera a acosarme, preguntándome por qué. Para mí eso es ser un autor amateur y me parece más grave que escribir ocho adverbios terminados en -mente en una página. Por supuesto que sucede. En ese caso lo ignoré y ahí se terminó el asunto. Yo tengo derecho a ignorarlo, no a insultarlo. Al menos no públicamente. En vuestra cocina de casa haced lo que os dé la gana.

Eso no quiere decir que ignoremos el hecho de que hay autores que no se resisten a mirar críticas de sus libros. Yo no suelo hacerlo. Es más, yo me he puesto por norma no ver una sola reseña porque me parece lo más sano y aún así, han terminado por llegarme críticas, tanto positivas como negativas de mi novela. Por suerte, no me afecta ni la una ni la otra, pero una cosa, como dicen los psicólogos, es lo que diga tu cerebro y otra cosa lo que mande tu corazón. Cuando lees algo negativo hacia tu persona te dan un puñetazo en el estómago. Da igual que cinco segundos después respires y digas: "en realidad, me da lo mismo", el puñetazo lo recibes sí o sí. Otra cosa es cómo lo gestiones.

A muchas autoras les ayuda saber que la persona que las critica negativamente no tiene nada que ver con ellas. A mí me da lo mismo que venga un onvre a decirme que le aburrió mi novela porque no he escrito para él. Me ayuda a lidiar con algo tan chungo como la exposición. Igual que a alguna autora de juvenil pensará de mí que le da lo mismo que no me guste su libro porque a mí no me gusta la romántica juvenil. Y me parece bien. Es una simbiosis de respeto. Lo que no voy a hacer es no dejarle su espacio a la autora, si ella me deja el mío, y no dejar que me analice para gestionar sus movidas, porque permitidme que os diga, pero con una reseña también os exponéis. Si no queréis exposición, escribid en un cuaderno en vuestra casa. Yo lo hago y ahí hasta me pongo faltosa, porque solo lo voy a leer yo. No le hago daño a nadie, que es de lo que va el asunto, de no hacer daño, porque somos civilizados, quisiera pensar.

Otra cosa que se nos olvida es que muchas escritoras no quieren exponerse y no les queda más remedio. Lo de los seudónimos es importante por algo. Es muy complicado vivir de escribir y es muy normal que una autora famosa tenga un trabajo de oficina, sea profesora o informática, que tenga unos compañeros de trabajo y un jefe, que sea asalariada. Seguramente coma gracia a ese sueldo y se esté arriesgando mucho publicando su nombre. Pero, ¿cómo no vamos a publicar nuestro nombre y nuestra cara en un momento donde las editoriales lo que valoran es nuestra capacidad de atraer a las masas y no se puede atraer masas si no demuestras cercanía y un poco tu vida personal para interesar?

Nos exponemos al acoso, sí.

A mí me resulta incómodo que me reconozcan por la calle. Por suerte, nunca me ha pasado porque no tengo tantos seguidores, pero cuando voy a eventos como las ferias de libros o presentaciones, estoy con los huevos que no tengo de corbata porque no sabría cómo actuar. Imaginad cómo se sentirán autoras mucho más tímidas que yo y mucho más famosas a las que sí paran por la calle. La ansiedad que nos genera estar expuestas cada momento que pisamos la calle.

¿Quién nos garantiza que no vamos a estar comprando ropa en una tienda y alguien nos pare para contarnos que leyó nuestro libro? Vale, en su mayoría es para decirnos cosas bonitas, porque tampoco la gente suele atreverse a meterse en conflicto si no es bajo el anonimato, pero en nuestra cabeza tenemos que estar preparadas para cualquier cosa y la ansiedad genera escenarios fake, así que en nuestra cabeza, cuando te vas a acercar para decirnos que te gustó nuestra novela, también nos imaginamos la posibilidad de que nos digas que nuestra novela te pareció una mierda. Porque sabemos que tenemos un grano en la cara. Igual tú no lo has visto, pero nosotras lo vemos de sobra, nos hemos pasado horas y horas trabajando en ello.

Por supuesto que es nuestro trabajo. Lo aceptamos, por eso seguimos adelante. Lo que no es nuestro trabajo es aceptar el acoso y la mala educación. Porque somos humanas y nos merecemos un mínimo de respeto. Os repito que lo deberíamos intentar como especie ser civilizados.

Entonces aquí entra el conflicto. Si no nos respetáis sin más, tenemos que enfrentarnos a una encrucijada moral. ¿Defendemos nuestra salud mental o no?

Cualquiera dirá: pues si te faltan al respeto, responde y ya está. En caso de que merezca la pena, porque hay veces que ni eso.

Ah, no No es tan fácil. Porque ser autoras y sobre todo famosas es un arma de doble filo.

Una autora recibe un contrato editorial porque la editorial considera que va a vender. Una autora vende si mucha gente está dispuesta a leerla porque le genera interés y el interés suele ser personal, no por la historia, porque además cada vez nos piden historias más genéricas. Entonces, la baza está en que nos vemos obligadas a contentar al mayor número posible de personas para que el mayor número posible de personas nos compre la novela y la editorial esté contenta. Si nos defendemos, polarizamos. Si polarizamos, habrá una porción de usuarios que generen ruido y siempre hace más ruido lo negativo que lo positivo y ahí entra el miedo: ¿y si la editorial me echa la bronca o no vuelve a contar conmigo por pensar que soy conflictiva?

Hay autoras que prefieren o no les queda más remedio que agachar la cabeza. Cuanto más expuestas, menos autonomía.

De hecho, hay autoras que les da miedo hasta decir que no les gusta un color. Cada vez hay autoras más tibias, sin ninguna personalidas que el fingir ser seres de luz para caer bien. ¿De verdad queremos eso? Porque lo que hace una historia buena es la personalidad de la autora. Si no la dejáis mostrar su personalidad, ¿qué historia os están dando? ¿Y vosotras sois las exigentes?

No es mi caso ni de lejos. Yo elegí dónde publicaba por muchos factores, no soy tonta. Y sin embargo, a veces me da como un poco de vértigo encontrar la cuenta de mi editorial en la lista de personas que han visto mis historias, porque me entra en la paranoia. Infundadísima en mi caso y lo sé. Imaginaos a las autoras que encima es fundado, que trabajan con editoriales que son macroempresas a las que solo les importa el beneficio que generen y las ven como una pieza más de la maquinaria editorial. De hecho, yo, que no soy nadie, tengo una cuenta pública y una personal privada. Y no tengo ni mil seguidores.

No olvidemos, además, el tema de que muchas autoras son asalariadas también. Me parece fatal que se haga así, pero es otra realidad que muchas empresas vigilan las redes sociales de sus empleados. Imagínate, desde la total ignorancia de lo que es el mundo editorial, que el de recursos humanos le dé por mirar las redes de la autora y se encuentre una batalla campal donde la están insultando y sacando de contexto. Doble exposición. Iba a decir una cosa muy fea, pero lo voy a dejar citando a una rapera española:

"Que mis argumentos contribuyen al estigma y por culpa de eso lleva diferentes vidas".

¿Todo esto se puede excusar bajo la bandera de la "libertad de expresión"?

Para ir terminando con una generalidad. La magia de Twitter tiene su lado de luz y su lado de sombra. En su lado de sombra y mediocridad, los usuarios cogen cualquier frase descontextualizada y la retuercen para ganar un "debate imaginario". Suelen coger verdades generales con las que todos solemos estar de acuerdo. Por ejemplo, que los lectores se merecen su espacio para opinar sobre el libro que leen. Es un argumento tan claro que nadie va a ir a responderte que no es cierto. ¿Pero por qué lo pones? ¿Estábamos hablando de eso en realidad? ¿Qué hay detrás de ese escudo infalible?

Como lectora pregúntate: ¿estás teniendo empatía? Y sobre todo: ¿tu derecho es parejo al de la autora? Porque cuando ambas personas en una situación enfrentada no tienen la misma proporción de derecho, la que tiene más está abusando de la que tiene menos. Y ahí está el meollo del asunto.

De usar el feminismo como teoría para armarte otro escudo intachable no hablamos por aquí que se me sale de tema.

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