Capítulo 8
Después de ver la lista de las guardias, el cuerpo de Nayet no tardó en encresparse. Decidida hablar con su marido caminó hacia el sector de urgencias. Los pasillos eran un constante ida y venida de las enfermeras y doctores atendiendo a los pacientes. Nayet preguntó a una enfermera por el doctor Rosman, pero la chica no supo responderle.
Siguió caminando hasta que escuchó la voz de Sara hablando con un paciente. Nada más ver al paciente, Nayet lo reconoció enseguida. Se trababa de Luis Torrija, un hombre mayor que había sido intervenido por cáncer de próstata. El nombre seguía con dolores y todo apuntaba a que el tumor se había esparcido tocándole el hígado. Nayet habló con el paciente para que se sometiera a otra intervención. Pero por más que insistía Nayet menos quería el paciente operarse.
Mientras que Nayet salió en busca de los resultados de unas pruebas que le habían echo al paciente. Sara aprovechó que llegó Kendal para explicarle lo sucedido.
-Kendal, pienso que el paciente Torrija debe operarse. -Le explicaba Sara a Kendal mientras caminaban a ver otro paciente.
-Ya, estoy de acuerdo contigo, pero si no desea operarse, no podemos hacer nada.
-He estado hablando con el, convenciéndole pero...-Sara se calló para sembrar la intriga en Kendal.
-Y...Sara. ¿Qué ocurre?
-Yo...es que Nayet le ha recetado los calmantes y le ha dicho sin ver las pruebas que no es necesario que se opere.
-¿Cómo? No, no puede ser que Nayet le halla dicho eso.
-Habla con ella, ella misma te lo explicará.
-Te creo. Hablaré con él paciente. Vayamos a quirófano han dado aviso de un accidente de coche.
-De acuerdo. -Sara empezó a caminar detrás de Kendal con una sonrisa malévola, segura de sí misma por ir logrando su objetivo. Separar a Kendal de su mujer.
Quedaban apenas dos días para que Gorka regresara de su viaje. Tan sólo de pensar que iba a volverlo a ver, Gina se sentía más encandilada y feliz al mismo tiempo de pensar que volverá de nuevo ha ver a Gorka. Esa noche había quedado en cenar con Gael. Como ya era costumbre, Gael no apareció.
Entonces Gina supo que ya nada tenía que hacer con Gael. El no mostraba ningún interés hacia ella, ni se molestaba en acudir a cenar o comer.
Gina miraba como dormía su pequeña.
-Por ti hija, tú me has dado la suficiente valentía para valorarme y dejar de ir rogándole a tu padre para que seamos felices. Perdóname hija, pero te juro que me he humillado lo suficiente para que estuvieras con tus padres, pero en ocasiones las cosas no salen como pensamos. -Le hablaba Gina a su hija dejando que su dolor se transforme en gotas para que de algún modo se pudiera desahogar viendo la realidad. Gael no la amaba y ella era joven y hermosa para construir su vida de nuevo.
Nayet fue a visitar a su hermana, necesitaba desahogarse con alguien y quien mejor que con su hermana.
-Gina que tal tú trabajo. -Preguntó Nayet mientras preparaba un café y dulces.
-Estoy muy bien y feliz. Me gusta mi trabajo.
-Me alegro mucho. Y...sobre Gael.
-Bueno creo que ya voy teniendo las cosas más claras respecto a Gael. Y también porque hay otro hombre que ocupa mi cabeza.
-¿Ah si? ¿Y de quién se trata?
-El piloto de moto Gp, Gorka Azala. Dios Nayet me acostado con él y uff no te puedes imaginar lo bien que me hace sentir.
-Por un lado me alegro mucho. Pero por otro, sabes que él es deportista y famoso. Ten cuidado Gina, no te ilusiones tan rápido.
-Lo sé. Pero no todas tenemos tú suerte hermanita.
-Gina las cosas con mi marido se están enfriado.
-¿Cómo dices? ¡Anda ya! Nayet esos celos son a consecuencia de las hormonas. Pero si tienes un marido que besa el suelo por donde pisas.
Nayet se levantó empezando a entristecerse, comenzando ha contarle a su hermana las sospechas referentes a Sara y lo mucho que está interesada en su marido. De echo llevan dos días que apenas se hablan debido a que Kendal le acusó de haber hablado inadecuadamente a un paciente para que no se operase. Gina trató de animarle. Aun así Nayet sabía perfectamente que Sara era la culpable de todo y lo que más le dolía era que no la creyese a ella sino a la Miss.
Gina empezó a preocuparse por su hermana. Había visto a esa mujer varias veces cerca de Kendal cuando había ido al hospital a ver a Gael. Aún que quisiera quitarle la razón a su hermana, Gina sabía perfectamente que llevaba razón.
Tras recomponerse ambas hermanas siguieron hablando hasta que el móvil de Gina sonó. Después de volver ha escuchar la voz de ese hombre que la tiene tan ensimismada, no tardó en sonreír comenzando hablar casi titubeante debido a sus nervios.
-Nayet, prepárate, porque esta noche nos vamos de fiesta.
-¿Yo de fiesta? Pero donde voy yo con este tripón. Anda tú estás loca.
-Venga Nayet, porfi acompañame.
Tras la insistencia de su hermana, Nayet aceptó. Mientras se preparaba para salir esa noche con su hermana, Nayet llamó repetidas veces a su marido sin éxito. Dejó un mensaje a Lili para que de lo mandarán a su busca. Una pequeña bola de sufrimiento se iba formando en el corazón de Nayet. Se había acostumbrado a pasar buenos momentos con su marido, que ese distanciamiento la estaba lastimando.
A pesar del nudo que tenía acumulado de nostalgia por Kendal. Nayet se prometió que iba a divertirse.
Durante la cena, Gina le contaba todo lo le hacía sentir Gorka y a pesar de saber que sólo el la busca para un rollo de una noche, ella lo deseaba. Ansiaba ser conducida por sus besos y caricias hasta llegar al éxtasis.
Nayet se quedó mirándola fijamente, pero feliz de ver cómo su hermana empezaba a ser de nuevo ella misma.
Antes de entrar en la disco, Kendal llamó a su mujer disculpándose, había tenido dos operaciones y una había resultado más complicada la intervención.
Nayet le dijo donde iban a estar, y quedó en juntarse allí en la discoteca.
Al final Nayet respiró más aliviada. Su marido no estaba enfadado con ella. Todo había quedado en un mal entendido.
Gina y Nayet fueron a la barra para pedirse unos refrescos cuando Gina notó unas manos que le rodearon la cintura dándole un beso en su cuello, sintiendo una especie de juegos artificiales dentro de organismo. Al girarse sonrió tímidamente a Gorka mientras el se apoderaba de su boca.
-Rubia, te echado mucho de menos. No sabes cuánto.
-Y yo Gorka. -Una tos seca hizo que se separasen.
-Oh, lo siento. ¡Qué vergüenza! Gorka te presento a mi hermana la mejor médico y cirujana de la ciudad. -Dijo Gina sintiéndose muy orgullosa de su hermana.
-Vaya que joven para ser cirujana, y enhorabuena por su embarazo Nayet. Mucho gusto.
-¡Bah! Mi hermana exagera. Encantada Gorka. -Tras darse dos besos, Nayet le guiñó un ojo a Gina. Podía imaginarse que Gorka era el hombre que le hacía perder el norte.
Los tres se fueron a sentarse en una mesa para estar más cómodos y poder charlar mejor.
La noche se estaba poniendo bien. Los tres hablaban de sus profesiones. Gina mostraba una cara de felicidad estando al lado de Gorka. Él le acariciaba sus nudillos logrando que Gina se estremeciera.
-Un momento chicas, ahora vuelvo con otra ronda.-Dijo Gorka mientras se levantaba para ir a por más bebidas.
-Qué te parece Nayet. -Preguntó Gina algo impaciente y nerviosa.
Nayet iba a contestarle cuando sus ojos se abrieron como platos al ver a su marido en compañía de Sara.
-No me lo puedo creer. Lo que me faltaba.-Pronunció Nayet comenzando a encresparse. Gina volteó su cabeza y tampoco daba crédito a lo veía. Su cuñado se había presentado en compañía de Sara.
Kendal se dirigió hacia la mesa donde se encontraba su cuñada y su mujer. Tras saludar a su cuñada, Kendal besó a su mujer. Pero era tal el cabreo que tenía que ella, sin poderlo disimular se mostró fría.
-¿Te ocurre algo Nayet?-Pregunto Kendal al ver la reacción de su mujer.
-Si, estoy molesta contigo por traer a esa mujer.-El tono de Nayet soñó irritación.
-No empieces Nayet. No le veo nada de malo que Sara me acompañe, es una compañera de trabajo.
-Vaya. Es que acaso no pasáis demasiado tiempo juntos. Kendal no te das cuenta que esa mujer está pillada por ti.
-¡Basta Nayet! ¿Qué estás insinuando? Es que según tú me voy acostar con Sara. Nayet veo que no cambias, si sigues así dudando de mí...
-Que Kendal. Dime. Sólo te voy ha decir que desde que esa mujer ha llegado al hospital as cambiado.
-¿Y acaso no te preguntas porqué? Hazte tú misma la pregunta Nayet.
Nayet de se quedó sorprendida por las palabras de su marido. Agachó su cabeza pensando si sus celos la estaban llevando a tal extremo de llegar ha desconfiar de su marido.
Gina la tranquilizaba después de haber hablado con su cuñado. Kendal no escuchó a nadie, se sentía lastimado por las acusaciones de su mujer. Lo mejor que hizo fue irse de la disco y para no variar Sara lo siguió.
-Kendal que ha pasado.-Preguntó Sara acercándose a Kendal con la intención de abrazarlo.
-Nada. No me ha pasado nada. Me voy para mi casa.
-Espera Kendal, tranquilízate, vayamos a mi casa y hablamos como en los viejos tiempos.
-Sara. Déjame en paz. Deseo estar solo. Hasta mañana.-Kendal empezó a caminar dejando atrás a Sara, pero ella no estaba dispuesta a darse por vencida tan pronto y salió detrás de él.
«Por los viejos tiempos» Pensaba una y otra vez en esa frase Nayet. Gina y Gorka la habían acompañado hasta su casa. Las lágrimas de Nayet no cesaban y lo menos que quería imaginarse era que su marido y esa mujer tuvieron algo en el pasado.
Con apariencia más calmada y tras haberse tomado un café con Gorka y Gina, estos se marcharon asegurándose que Nayet estaba bien.
A solas Nayet pensaba en como era su matrimonio y como es ahora. Sabía que si seguía dudando de su marido lo acabaría perdiendo, a un así no podía quitarse de la cabeza la posibilidad de que la Miss tuviera que ver algo con su marido.
Agotada se dirigió hacia su dormitorio. Se desnudó para ponerse el camisón quedándose fija mirando al espejo, viendo su cuerpo rollizo y su tripa que iba creciendo. Ella era gordita, no había nada de su cuerpo que fuese perfecto. Cerró sus ojos fuerte aguantando su amargura hasta que unas manos la rodearon por detrás. Kendal apoyó su barbilla en el hombro de ella mirándola intensamente.
-Eres perfecta Nayet, preciosa y toda una reina.
-No lo soy Kendal. Mírame parezco a Obelix.
-Entonces yo seré tu Asterix. Nayet, eres preciosa, te amo tal y como eres, y eres muy especial para mí, porque me vas a dar un hijo al que amaré como te amo a ti. Nayet, para mi solo existes tú, no tengo ni ganas ni ojos para mirar ha otra mujer que no seas tú. El día que me casé contigo te entregué mi alma, porque la primera vez que te vi ya me robaste el corazón.
-Kendal...no te merezco...eres...
-Shuss...Claro que me mereces como tú me obtienes a mi. Aquí lo que no merece la pena es pelearnos por la Miss.
Aquel comentario hizo de reír a Nayet. Esa noche Nayet entendió que Kendal era suyo y no tenía motivos para pelearse por culpa de la Miss. Besó a su marido y se dejó llevar por esos besos y esas caricias que tanto le agradan y la hacen sentir la mujer más dichosa y feliz del mundo.
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