Capítulo 32
La noche era cálida, se notaba que el verano se avecina por el calor que hacía. Sentados en una terraza se encontraban Gina y Rodrigo cenando. Había pasado cerca de tres meses desde que se veían más seguido. Gina tomó la decisión de no volver a ver a Gorka. Habló una noche con él dejándole claro que las cosas entre ellos no iban a funcionar. Gorka intentó convencerla que no lo hiciese, que le diera una nueva oportunidad. Demasiado tarde, Gina ya no sentía nada hacia él, en esos momentos su mente y corazón lo ocupaba otro hombre. Aquello se lo guardó para ella, no veía necesario hablar anticipadamente cuando no sabía si Rodrigo sentía lo mismo que ella.
Tras dar por finalizada hasta su amistad, Gina respiró aliviada. Ahora quedaba saber si Rodrigo quería estar con ella como ella lo deseaba.
Terminada la cena, dieron un paseo cerca del paseo marítimo, hablaban de todo un poco, hasta que de pronto Gina sintió un breve frío. Él percatándose que tenía frío, le paso su brazo alrededor de su cintura acercándola a su cuerpo. Gina quedó por unos instantes embelesada en todo lo que él le hacía sentir. No sabría exactamente si estaría embrujada o poseída por él, pero había algo que la arrastraba a querer besarlo, pasear sus manos por su cuerpo y entregarse por completo a él. Se sentía tentada por esas caricias y el suave aliento incitándola.
Rodrigo se quedó embelesado mirándola a esos ojos azules como el mar, bajó la mirada a su boca, esa boca que pedía a gritos ser besada. Lentamente se acercó a ella rozando sus labios suaves y apetecible para besarla con ardor, su mano bajó hasta su cintura para pegarla más a él, necesitaba sentir su calor, era un momento íntimo, los dos se deseaban eso era evidente.
A la mañana siguiente Gina despertó en una cama que no era la suya, se hallaba desnuda y feliz por haber hecho el amor con Rodrigo, ese hombre que ha comenzado a enamorarse de él. Algo afligida bajó la mirada, debía reconocer que lo amaba, nunca antes un hombre se había interesado en ella, se comportaba de una manera tan atenta y sobre todo era cariñoso con su hija. Pero él aun no le había referido nada sobre sus sentimientos, era como pasar por su lado y no poderlo acariciar. Ella quería decirle: te quiero. ¿Pero la querrá él del mismo modo? A pesar de todo Gina lo desea y no soportaba estar así, pero tenía miedo si le digiera algo podría echar todo a perder.
―Buenos días, mi linda, ¿Cómo has amanecido?―Le pregunta Rodrigo llevando una bandeja con el desayuno.
―Bien, gracias.
― ¡Ey! que te ocurre Gina, no quiero que estés triste, dime que te ocurre.
Que le ocurre. Ese es el problema, de qué manera le decía que se había enamorado de él, que no soportaba estar un minuto más sin él, pero como se lo decía.
―Estoy bien Rodrigo, lo único es que me tengo que ir, debo recoger a Jennifer.―Aquello sonó como una especie de escusa, porque no se atrevía a contarle la verdad.
―Gina, mírame.―¿Por qué te vas? Yo no deseo que lo hagas, no lo puedo soportar, si tú no estás me siento muy solo, os necesito a ti y Jennifer en mi vida. Sé que te estoy presionando y no deseo hacerlo, solo quería que lo supieras...si tú quieres darme una oportunidad, porque te quiero mi amor. y ya no puedo seguir callando esto que llevo siento por ti tanto tiempo.
―Rodrigo...―Gina no pudo continuar hablando más de lo emocionada que se encontraba al descubrir que Rodrigo sentía lo mismo por ella. Sin dudarlo lo besó con fervor, con su respiración agitada, solo pudo decirle que lo ama. En ese momento Rodrigo se sintió el hombre más feliz del mundo , temía que diciéndole a Gina que la quería podría tener una negativa, puesto que ya ella le había dicho en alguna ocasión que estaba muy bien sin hombres en su vida. Pero ahora saber que lo ama como él la ama ella, le había dado el valor para proponerle que se casara con él.
.........UN AÑO DESPUÉS......
Hoy se cumplía un año desde que Rodrigo el pidió en matrimonio a Gina. Aun podía recordar como se lo propuso delante de su familia, él estaba nervioso ante la mirada seria de su padre. Pero todo quedó en la nada, cuando Adolfo levantó su copa dirigiéndose a él apoyando su mano en su hombro sin apartar sus ojos, le dijo que podía casarse con su hija siempre y cuando la hiciera feliz. Rodrigo respiró algo aliviado, con una sonrisa se giró hacia Gina para decirle que ese era su propósito. Hacer feliz y amarla cada día más.
Minutos más tarde se marcharon todos al local donde tocaba Seferina con su grupo. Bailaron y se lo pasaron bien. Gina seguía en una nube, sin poderse creer que por fin iba a casarse con un hombre que la había conquistado por su nobleza, se había dejado seducir por sus besos y esa pasión que ambos comparten.
Y allí estaba, agarrada del brazo de su padre entrando en un pequeño jardín adornado con arcos de flores y sillas ambos lados donde los invitados la miraban lo hermosa que iba. Llevaba un vestido rosa pálido sencillo. Al llegar a la mesa donde se encontraba el juez que lo casaría, Adolfo le dio un beso en la mejilla a su hija, después le dio la mano a Rodrigo y la ceremonia civil dio comienzo. Minutos después, y tras ponerse sus alianzas Gina y Rodrigo ya eran marido y mujer.
La felicidad era reflejada en sus rostros, Jenni salió corriendo para abrazar a su madre y darle un beso a Rodrigo. Después se marchó para jugar con otros niños. Después de saludar a los invitados y éstos darle la enhorabuena, se acercó Gael agarrado de la mano de Aurora, su novia.
A pesar de haber recobrado algo de memoria, Gael seguía sin reconocer a Gina, solo sabía de ella lo que le habían dicho, por su puesto por ser el padre de Jennifer prefirió no contarle los momentos dolorosos que le hizo pasar. Ahora eso quedaría en el pasado, Gina era la mujer de Rodrigo, y debía mantener buena amistad con el padre de su hija. Tras saludarse Gael y Aurora se sentaron en una mesa, seguidamente llegó un fotógrafo para echar fotos. Toda la familia y amigos de la pareja posaron con ellos.
Durante el baile, Rodrigo no podía apartar sus ojos de ella, la adora por su manera de ser, se enamoró de ella y ahora se muere de amor por ella, no puede estar sin ella. A pesar de haber tenido durante años el corazón dañado, Gina supo cómo repararlo con su cariño, y él ha hecho realidad todos los sueños que Gina deseaba. Tener un hombre a su lado que le digiera que la quiere, que le demuestre que le importa, que ame a su hija y las haga felices a pesar de seguir siendo la misma.
A solas sentados en un pequeño banco abrazados mirando a la Luna, Kendal y Nayet hablaban de lo que tuvieron pasar hace un año y por culpa de Sara su matrimonio se pudo romper. Kendal la atrajo más hacia él mirándola con sus ojos platino le decía cuanto la amaba.
—Yo también te amo Kendal, pero casi acabé arruinando nuestro matrimonio.—Sé lamentó ella.
—Nayet, no pienses así, agradezco que siguieras siendo tú misma, esa mujer de la que enamoré y adoro cada día, no quiero que finjas algo que no sientes, me gusta tal y como eres y sigue así siendo la misma.
Kendal y Nayet se volvieron a besar dejando atrás lo vivido para seguir con sus vidas.
Nayet aprendió que de una manera u otra aprendemos quienes somos realmente y luego vivimos con esa decisión, debemos ser uno mismo para poder formarse el carácter a partir de los sueños.
"Hay tres cosas extremadamente duras: el acero, los diamantes y el conocerse a uno mismo”. – Benjamin Franklin
***FIN***
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