Capítulo 31
Desde que se marchó Sara del hospital, se podía respirar un ambiente tranquilo, y los problemas entre Nayet y Kendal ya por fin habían desaparecido, ella estaba tranquila, sin ningún temor hacia lo que le pudiese hacer Sara. Los días en el trabajo eran normales, Nayet habló con Gines para poder recuperar su plaza en el hospital y éste aceptó. Apreciaba a Nayet como persona y médico, lo cual no dudó en volver ha readmitirla.
Kendal como siempre acudía a la consulta de su mujer cuando no tenía trabajo en los quirofanos, algo muy difícil puesto que siempre había algún paciente al cual debían de operar.
Ese día se encontraba Nayet saliendo de su trabajo cuando recibió la llamada de Rodrigo diciéndole lo ocurrido con su hermana.
Al día siguiente, Nayet habló con Kendal dándole a entender si podría haber sido Sara la causante de que su hermana fuese golpeada, Kendal para no preocuparla, continuó diciendo que le habían robado. A Kendal no le gustaba tener que mentirle, pero lo mas que le preocupaba era que Sara se encontrase con Nayet y le hiciese algo malo. Aún ella no se había ido de vuelta a Houston, y eso lo estaba sacando de sus casillas.
Desde lo ocurrido con su hermana, Nayet estaba siempre alerta, aunque no le quisieran decir la verdad, ella sabía que había sido Sara, quien si no podría atacar de esa manera a Gina. Además ella misma comprobó su bolso cuando sacó el móvil, y no le faltaba nada. Se sentía molesta porque nadie quería contarle la verdad, al final tuvo que admitir que lo hacían por protegerla.
El día había sido agotador, desde primera hora de la mañana Nayet y Kendal estuvieron en el quirófano, agotados se tomaron un descanso para comer algo. Nayet junto a su equipo ya habían terminado, pero Kendal tuvo que volver de nuevo para operar a su último paciente. Quedaron en verse en casa, puesto que mañana ninguno de los dos tenía que trabajar. Minutos después Nayet ya cambiada se despidió de su marido y Lili quedando en ir a cenar mañana para celebrar el cumpleaños de Lili.
Mientras caminaba en busca de su auto, Nayet habló con madre para que se encargase de su hijo esa noche, quería darle una sorpresa a su marido. Su madre aceptó, quedando que se pasaría por la mañana a recoger a su hijo. Al llegar a su auto, se quedó perpleja mirando su coche, tenía las cuatro ruedas pinchadas y en el capó del coche ponía <<Zorra>> en letras grandes. Su rostro empezó a cambiar de tono, su furia dio comienzo, miró para todos los lados por si veía algo, o ha alguien. Al no ver a nadie, llamó a un taxi. No hacía ser tonta para saber que Sara tenía algo que ver. Montada en el taxi, Nayet llamó a su hermana para avisarle, pero su mala suerte hizo que su móvil se quedase sin batería. Malciendo, Nayet llegó hasta el domicilio de Sara. Antes de tomar esa decisión miró los archivos de su antiguo expediente y comprobó la dirección. Tocó varias veces la puerta comenzando a desesperarse, la puerta se abre y Sara la recibe con una sonrisa risa maléfica.
—Vaya, pero mira que viene a visitarme.
—Mira maldita desequilibra, ¿qué quieres?—El odio iba aumentando por segundos, ver a esa mujer que tanto problemas le estaba causando hablándole tan tranquila, solo conseguía que no pudiese contenerse y abofetearla.
—Vaya con la gorda tiene pulgas. Eso es lo único que sabes hacer.--La retó Sara.
—Dime, ¿que te hecho yo para que no dejes en paz a mi marido y mi familia? Responde maldita loca.
—Tú, si tú, tienes la culpa de que no esté con Kendal, el hombre que amo, el hombre que mataría por que estuviese a mi lado. No te puedes hacer una idea de todo lo que he tenido que soportar para poder estar junto a él, yo, si yo, fui la que le ayudó a superar la muerte de Lumia, yo estuve ahí a su lado día y noche viendo como se derrumbaba, y lo amaba Nayet tanto que me dolía verlo así. Y después de que retomara su vida, yo me metí en su cama, quería que me viese como una mujer y no como su amiga. Y sí, lo conseguí, hice el amor con Kendal pero porque estaba borracho. Después cuando me vio a su lado desnuda en su cama no quiso saber nada de mí, hasta años después que volvimos a encontrarnos y por fin obtuve lo que deseé, una aventura corta, pero el amor que siento hacia él me reconfortaba.
—Sara, estás mas enferma de lo que pensaba. Kendal no te quiso nunca, si tu hubiera querido fijo se hubiera casado contigo.
—Mientes, él me quería, me quería pero llegaste tú, Brenda me lo contó todo.
—Y ahora te voy a quitarte de en medio para ser feliz junto a Kendal, tú eres un obstáculo y debes morir.—Sara tenía los ojos desencajados, en su mano tenía una jeringuilla, caminaba muy despacio hacia Nayet sonriendo al ver el miedo reflejado en sus ojos. Nayet le tiró un adorno, por un breve periodo de tiempo pudo huir, pero ella más astuta la agarró de su cabello tirandola al suelo, Nayet intentó defenderse a pesar de encontrarse Sara encima de ella bloqueándola.
—Déjame Sara, no diré nada por favor déjame.
—Me da igual que supliques gorda asquerosa, Kendal es mío.—Con una sonrisa cínica Sara intentó clavarle la jeringuilla, Nayet la agarró de su muñeca luchando con todas sus fuerzas. No podía venirse abajo a pesar de notar que sus fuerzas se esfumaban por décimas de segundos.
—Sueltala pirada, gritó Gina viendo la pelea.—Agradeció que la puerta estuviese abierta y así poder entrar y auxiliar a su hermana. Entre ella y Rodrigo quitaron de encima a Sara y Gina consolaba a su hermana. Hasta que no pasó un rato no apareció Kendal.
—Kendal ayúdame, mira me tienen atada, yo no estoy loca, por favor, tú mujer me ha agredido.
—Gina, Rodrigo llevaros a Nayet, yo me encargo de Sara.—Dijo seriamente Kendal.
—¡Ni lo sueñes!, sepa Dios lo que te vaya hacer esta loca.
—Nayet vete, esto es entre Sara y yo.
—No.—Ella seguía en sus trece a pesar de sentir ese dolor que estaba dentro de ella imaginándose que algo malo le pudiese hacer a su marido.
Despacio Kendal se aproximó a Sara, la liberó del agarre que le había hecho Rodrigo momentos antes, se puso de cuclillas y mirándola a los ojos la besó. Al ver esa escena los sentimientos de Nayet se mezclaban de amor a odio a sorpresa.
—Kendal ¿Qué haces?—Gritó Nayet dándole un empujón a su marido.
—Nayet, siento decirte esto, pero a pesar de querer haber intentado luchar contra mí mismo, no he podido, pensaba que ya había superado esa fase de mi vida pero no es así...Quiero a Sara.
—Mientes Kendal...mientes no me puedes estar haciendo esto.—Las lágrimas de ella rodaban por sus mejillas.
—No Nayet, nunca te lo he dicho, desde hace años conozco a Sara.
—Kendal por favor...—Le suplicaba ella rota de dolor sin poder dar crédito a lo que su marido le estaba confesando.
—Nayet si he estado a tu lado a sido por el niño, debo confesártelo porque desde que Sara reapareció de nuevo en mi vida, no hay un momento no que no desee estar con ella, de hecho si no me crees llama a nuestro abogado el te dirá lo que he estado hablando con él.
—Kendal...no me hagas esto te quiero, mis sueños son de amor por ti, tú eres todo para mí, el padre de mi hijo, mi amigo, mi marido...eres el hombre que amo y me estás diciendo que todo en nuestra relación se ha basado en mentiras, ¿por qué me quieres destruir de esta forma?
Kendal tuvo que seguir interpretando su papel y no venirse abajo, si lo hacía correría el riesgo de que Sara volviese a lastimarla, y él era el único que podía protegerla, a pesar de tener que hacerla sufrir. Ver las lágrimas que le estaba provocando a su mujer, era tener que luchar contra el mismo, no podía decirle la verdad, tenía que parecer todo real para que Sara se confiase y así poderla mandarla a la cárcel o aun manicomio.
—Nayet perdóname pero amo a Sara. Ella es la mujer que quiero yo, escúchame, necesito que comprendas que es imposible nuestro amor porque ya le entregué mi corazón a ella, la mujer que quiero yo.
Nayet se quedó sin palabras, su corazón estaba roto quedando como idiota, todo era mentira. Su matrimonio, todo. Furiosa se limpió su rostro mojado para salir de esa casa cuanto antes, tenía claro una cosa, le daría el divorcio cuanto antes, ya le había quedado claro que no la amaba. Pero lo peor de todo era que la había tomado por estúpida, por lo único que estaba casado con ella era por su hijo. Maldijo mil veces mientras se sentaba en el coche de Rodrigo. Durante el trayecto nadie dijo nada, Gina miraba de vez en cuando a Rodrigo, éste le agarraba de la mano quitándole importancia al asunto.
Al llegar a su casa, Nayet gritó a su hermana que la dejase sola, pero ella haciendo oídos sordos la abrazó para que su llanto fuese menor. Su hermana esta rota de dolor y todo por culpa de Kendal. Un rato después, Nayet se encontraba duchada y con el pijama puesto, se sentó junto a Rodrigo y su hermana. Tenían que hablar de lo ocurrido a pesar de que ella se opusiera.
De pronto la puerta sonó, era Violeta y Nacho, Gina los había llamado haciéndole un breve resumen de lo ocurrido.
—Amiga ¿Cómo éstas? Y ese bastardo de tu marido donde para, dime que le arranco la piel a tiras ahora mismo.
—Violeta controlate mi amor, no quiero que mates a nadie.
—Pero Nacho mira mi amiga como está, está llorando por ese gilipollas, la ha engañado y lo peor que nos ha visto la cara a todos. Maldito bastardo.
—Violeta dejalo, agradezco mucho que hayais venido y os preocupeis por mi, estoy bien y después de pensarlo voy a divorciarme de Kendal.
—¿Estás segura Nayet?
—Si Nacho, no quiero estar cerca de Kendal a pesar de lo enamorada que estoy de él.
—Nayet te voy hablar como psicólogo. Tu marido está actuando como debe, Sara está enferma, de hecho necesita tratamiento, Sara padece de trastorno obsesivo impulsivo. Y su objetivo es Kendal y ese amor que siente hacia él. Nayet, Kendal te está protegiendo, ese tipo de pacientes actúan bajo impulsos o pensamientos sin mirar las consecuencias. Y te puedo asegurar que Sara va ha peor, su enfermedad está avanzando y hay que ponerla en vigilancia antes que pueda hacer una locura.
—¿Nacho estás seguro de lo que me dices?
—Si Nayet, Kendal y yo llevamos varias semanas informándonos sobre la enfermedad de Sara, al parecer ya llevaba tiempo así, aún desconocemos como ha podido llegar hasta aquí y porque sigue pensando en Kendal.
—Dios mío. Entonces Kendal...Oh no...Y yo que pensaba...
—Lo siento Nayet, no podíamos contarte nada, todo debe parecer real para que ella se piense que ha conseguido su propósito, así se tranquilizará y Kendal pueda llevársela a Houston para internarla en el hospital que se escapó. Por favor Nayet confía en tú marido, a él no le va pasar nada mientras finja que la ama.
Nayet se tapó su rostro empezando de nuevo a sollozar, pero en esa ocasión era de felicidad, por haber descubierto que todo era una falsa, aun así estaba preocupada por si algo le pudiese ocurrir a su marido.
Tres semanas después, Kendal por fin pudo regresar a su hogar y estrechar entre sus brazos a su mujer.
—Perdóname Nayet si te hecho daño con mis acciones, pero no podía hacer otra.
—Kendal deberías habérmelo dicho.
—Sí, llevas razón debería haberte puesto al tanto, pero tampoco pensaba que llegarías a ir hasta su casa. Nayet si algo te hubiera hecho esa loca jamás me lo hubiera perdonado.
—Bueno tampoco había sido para tanto, unos cuantos golpes, unos insultos y poco más, cuando la vi con esa jeringuilla me asusté un poco.
—Nayet, con esa jeringuilla iba a matarte, tenía ___.
—¿Qué?
—Si, lo descubrimos cuando nos marchemos, Nacho llevó la muestra a laboratorio y nos dijeron lo que contenía. Afortunadamente no pasó nada.
—Dios mio Kendal esa mujer si que estaba enferma de verdad.
—Si, por suerte ya está internada en un centro donde no saldrá nunca, además poco a poco va ir perdiendo sus recuerdos, será como una muñeca. Me da pena, pero es lo que hay.
—Kendal besame te necesito tanto.
—Eso no hay que pedirlo, no sabes cuanto te echado de menos. Por cierto Nayet, nunca vuelvas a dudar de mi amor, nunca, escúchame, nunca podré querer a otra mujer, porque no puedo volver a enamorarme. Te amo tanto que por ti haría cualquier cosa.
—¿Hasta de acostarte con esa loca?
—Tampoco te pases loca los huevos, una cosa que le hubiera echo creer que la quiero y otra llegar a más, no estoy tan desesperado muchacha. Además existen los tranquilizantes para dormir.—Aquel comentario le hizo reír a Nayet, amos se volvieron a abrazar dejándose envolver por el amor que sienten.
Ahora si podían ser felices de nuevo, Sara ya no estaba en sus vidas, y por fin podían estar en paz.
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