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Capítulo 20


Acongojado se encontraba Gorka viendo cómo se llevaban a Gael en una camilla entre varias personas del personal sanitario. Miró a Karina algo intranquilo, ella le habló para lograr que se calmase, puesto que había sido un pequeño "accidente". Gorka miró al suelo no muy convencido de lo que le pudiese ocurrir. ¿Y si Gael se hubiera muerto por golpearse la cabeza? ¿Y si lo metieran en prisión por intentar defender a Gina?

En la primera silla que vio tomó asiento, inquieto pasó sus manos varias veces por su cabello respirando algo agitado.

―Tranquilo Gorka, verás como todo ha quedado en un susto.―Dijo Karina posando su mano en la rodilla de Gorka.

―No sé yo que decirte Karina, tú has visto como yo que tenía sangre en la cabeza, y cuando te golpeas la cabeza nada bueno te puede ocurrir. ¿Y si lo he matado? Y si...

―Por favor Gorka deja de anticiparte a los acontecimientos y esperemos para ver que dicen los médicos.

―Lo que yo necesito es un milagro.―Suspiró Gorka mirando hacia el suelo como si quisiera ocultar su miedo.

Mientras los médicos le hacían pruebas a Gael una enfermera llamó a su abuela. Charo nada más llegar al hospital preguntó por su nieto en información, tras haber obtenido la información se marchó hacia la sala de espera de urgencias donde se encontraba su nieto siendo atendido.

―Buenas tardes, usted es la abuela del paciente Gael Zuniga.―Preguntó una doctora dirigiéndose a Charo.

―Si señora, ¿Cómo se encuentra mi nieto por favor?

―En estos momentos lo estamos examinando por el golpe recibido en la cabeza.

―¡Oh Dios mío! Pero...que ha pasado...digo...como..porque...―Las palabras casi ni le salían a Charo de la boca de lo nerviosa que se encontraba. La joven doctora le pidió amablemente que la acompañase para tomarse un café.

Ambas mujeres se marcharon hacia una pequeña sala donde había una mesa en el centro y varias sillas. La joven doctora le preparó un café a Charo mientras ella no podía dejar de llorar de pensar que algo malo le ocurriese a su nieto.

―Tómeselo le sentará bien. Por cierto me llamo Aurora Medina. Mucho gusto.

―Yo me llamo Rosario, pero todos me dicen Charito, soy la abuela de Gael, y en estos momentos quisiera una capilla para poder rezar por mi nieto. Estoy tan preocupada por él.

―Tranquila Charito, verás cómo se pondrá bien, ahora solo nos queda esperar un rato hasta que las pruebas salgan y Gael se despierte y podamos dar un diagnóstico más fiable. Yo seré la encargada de asistirlo, cualquier cosa que suceda te diriges a mí, yo te mantendré informada.

―Muchas gracias Aurora por todo. Ahora voy a esperar a ver si me dan noticias sobre mi nieto. Muchas gracias por todo.

Charito se despidió de la joven doctora y a continuación se sentó en la sala de espera angustiada porque aún no tenía muchas noticias referente a Gael.

No muy lejos de donde se encontraba sentada Charito, un par de policías se encontraban interrogando a Gorka y Karina, al parecer los mismos médicos habían puesto la denuncia. Gorka con apariencia tranquila narraba lo sucedido. Karina como testigo intentaba ayudar a su amigo, pero sus palabras no bastaban para convencer a los policías puesto que le pidieron que lo acompañasen a comisaría.

Una vez que llegaron a comisaría, Karina y Gorka estuvieron declarando los hechos del motivo del accidente de Gael. Agotado,  Gorka esperaba a que llegase su abogado puesto que se negaba hablar sin presencia de su abogado. Un rato después su abogado llegó y éste empezó a hablar ante la mirada del policía que tomaba nota sobre lo que Gorka le contaba.

En mitad de la declaración apareció Alfredo, unos de sus hombres le avisó que habían detenido a Gorka. Interrumpiendo el trabajo de los presentes, Alfredo miró a Gorka y dándole un pequeño apretón en su hombro asintió con su cabeza  haciéndole un gesto que todo estaba bien.

Alfredo pidió al policía Juárez que lo acompañase hacia otra sala para poder hablar más tranquilos. El policía sin decir nada agarró sus pertenencias y haciéndole una señal Alfredo se marcharon aparte.

―Bueno sargento Morales ya me dirá para que ha interrumpido en mi trabajo.

―Solamente he querido saber por qué han detenido al señor Zabala, puesto que él solo estaba defendiendo a mi hija.

―Pero ya sabes que por defender a su hija, ha agredido al señor Zuniga y este está muy grave en el hospital incluso se teme por su vida por haber recibido un golpe en la cabeza.

―Mira Juárez, ese desgraciado solo acarreado problemas a mí hija y ahora porque otro hombre lo pone en su lugar va resultar malo, cuando ni siquiera lo agredido con arma blanca, ni lo ha disparado...Simplemente se caído por las escaleras y se ha golpeado en la cabeza. Para mí ha sido un accidente.

―Vaya veo que has leído bien mis notas sargento. Y...como bien dice, no ha sido agredido intencionadamente por lo cual el señor Gorka Zabala será puesto en libertad.

―Sin cargos. Ahora solo queda esperar el estado del señor Zuniga.―Terminó de hablar Alfredo con su voz seria y profunda.

Nada más terminar de hablar con el policía Juárez, Alfredo se dirigió hacia Gorka estrechándole la mano le pidió salir hacia la calle para conversar un rato.

Al día siguiente Nayet dejó a Jennifer en la guardería y a su hijo para ir a visitar a su hermana al hospital. Nada más llegar su madre le dijo lo que le pasó a Gael. Nayet angustiada se marchó hacia la U.C.I. donde se encontraba Gael hospitalizado. Al llegar a la sala de espera se encontró con Charito, la anciana la miró abochornada por todos los problemas que le causado Gael a su hermana.

―Charito ¿Cómo se encuentra? ¿Y Gael como sigue?

―Que te voy a contar Nayet, sigue igual sin ninguna novedad, incluso hecho amistad con una doctora que es muy maja ella, y me mantiene informada, pero mientras que no se despierte no se sabe nada aún. Y verlo hay conectado a las máquinas se me cae el alma al suelo.

―La entiendo Charito, ahora no se aflija usted es fuerte y estoy segura que Gael saldrá de esta.

―¿Y Gina como se encuentra?

―Ella ya está mejor, afortunadamente todo ha quedado en un susto y si sigue igual de bien mañana le dan el alta.

―Me alegro mucho que esté bien. Nayet siento tanto el daño que está causando mi nieto, yo no tengo ni palabras para disculparme.

―Charito, tú no tienes la culpa de nada. Ahora no pensemos en males, sino que se recupere y pueda salir de esta.

―Eso espero querida, eso espero que el gandul de mi nieto salga adelante.―Charito apoyó su cabeza en el hombro de Nayet vencida por el cansancio y la pena de ver a su nieto tumbado en una camilla con tubos por todas partes y conectado a varias máquinas sin saber aún si saldrá o no. Según los médicos de momento todo está bien, pero podría darse el caso de llegar hacerse un coágulo de sangre o una embolia y poner su vida en peligro.

Después de hacerle compañía a Charito, Nayet se fue al consultorio de su marido, quería saber qué tal se encontraba puesto que después de hacer el amor con él, Kendal tuvo que quedarse en el hospital.

Nada más poner un pie en el consultorio de su marido, Nayet se encontró de frente con Sara.

― ¿Qué haces aquí Sara? ―Preguntó Nayet fulminándola.

―He venido para entregarle unos informes a Kendal y como ves no está y lo estoy esperando.

―Es que no tienes otra cosa mejor que hacer que estar persiguiendo a mí marido.

―Ay Nayet pero que tontita eres. Acaso no te das cuenta que Kendal juega contigo. Que solo intenta aparentar algo que no siente hacia ti.

―Mira estúpida, mi marido me ama tanto como yo a él. Y con eso me basta. Y si tú estás desquiciada ese es tú problema, pero te aconsejo que te vayas a buscar en otro lugar porque no te voy a permitir que te acerques a mi marido.

Nayet se acercó tanto a Sara que ésta sin dudarlo la empujó hacia atrás con la intención de que se cayese. Con dificultad Nayet pudo agarrarse a una silla y no se cayó, pero harta ya de esa estúpida doctora le dio un bofetón dejándole claro que no le asustaba y que se apartarse de sus vidas. Para no liarla más se giró sobre sus talones y se marchó del consultorio de su marido. Al salir se topó con Dulce y otra enfermera que estaban haciendo la ronda. Mientras Nayet les contaba lo sucedido con la doctora Ríos, se escuchó un ruido dentro. Alarmadas pasaron dentro y se encontraron con Sara tumbada en el suelo con varios arañazos en el cuello y semiconsciente. Dulce la atendió inmediatamente logrando que se recomponga algo. Cuando por fin Sara pudo reaccionar no tardó en culpar a Nayet de lo que le había pasado. Dulce algo confusa y viendo los arañazos que tenía en su cuello y en el brazo derecho, miró con desaprobación a Nayet culpándola de haber agredido a Sara.

Tras terminar de curar a la doctora Nayet intentó hablar con su amiga. Pero sus esfuerzos eran en vano, ya que Dulce le había dejado claro que se quejaría con Ginés por lo sucedido.

―Dulce por favor soy tu amiga, ¿A quién crees? A esa loca desquiciada o a mí.

―Mira Nayet, eres mi amiga, pero en estos momentos debo actuar conforme lo sucedido, y lo que he visto ha sido muy claro que la has agredido.

―Para Dulce, lo primero yo no le hecho nada, salvo darle un bofetón que bien merecido se lo tiene. Y lo segundo no te das cuenta que solo quiere causar problemas, vete tú a saber si no se lo ha hecho ella sola.

―Nayet no trates de convencerme de algo que yo misma he visto. Ahora si me disculpas debo hablar con Ginés. Te avisé Nayet, te dije que estabas cometiendo un error en desquitarte con Sara por culpa de tu marido. Y ahora mira las consecuencias, seguramente te vas a jugar tu puesto de trabajo.

―Dulce no me puedo creer todo lo que me estás diciendo. Cómo puedes hacerme esto, soy tú amiga y las amigas se supone que se ayudan no se traicionan como tú lo estás haciendo conmigo. Sabes lo que te digo, haz lo que tengas que hacer, si con eso te vas a sentir mejor, adelante. Pero piensa que la amistad se valora más y no se cree de alguien que sabes perfectamente que no es una tipa buena.

Desilusionada con la actitud de su amiga, Nayet caminó hacia la habitación de su hermana. Una vez que llegó a la habitación dio gracias por que no hubiera nadie y así poderse desahogar mejor con Gina. Con sus ojos cargados de agua, Nayet le contaba la historia a su hermana. Gina no podía creerse que la doctora llegase a esos extremos. Las dos hermanas se abrazaron hasta que llegó Kendal y terminó de consolar a su mujer.

―Kendal yo...

―Tranquila mi amor, Ginés ya me ha puesto al corriente, esa pulgosa no se va salir con las suyas si es necesario la aniquilo en el quirófano, pero no le voy a consentir que te lastime.

―Kendal te juro que solo le dado un bofetón...

―Pues ya que estabas puesta haberle partido los dientes, si total te acusa de haberle destrozado su piel de porcelana. Asquerosa, pero y Dulce esa mujer es que no tiene sentido de la orientación o es que le ha comprado Sara un chalet.

―Kendal tenemos que hacer algo o esa zorra se va salir con las suyas.―Intervino Gina pasando su mano por la espalda de su hermana.

―Sí, ya es hora de hacer algo, yo no puedo porque soy hombre y no quiero pasar mis días alejado de mi familia, pero vosotras sí que podéis hacer que esa pulgosa se vaya del hospital y nos deje tranquilos.

―Entonces Ginés me va despedir―Preguntó Nayet a su marido con sus lágrimas rondando por sus mejillas.

―No lo sé cariño, pero por lo que se ve, puede que te despida. ―Nayet volvió a esconder su cabeza en el pecho de su marido dejando que su impotencia se volviese en llanto, puesto que se estaba jugando su puesto de trabajo y todo por una mujer que estaba obsesionada con su marido y quería quitársela de encima, cueste lo cueste.

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