Capítulo 18
Desde luego las cosas para Gina no iban muy bien precisamente de todo lo referente a Gael puesto que iban de mal en peor, y sus constantes amenazas no hacían masque agravar el desengaño que tenía hacía él. Todo el amor que anteriormente sintió por él, ahora es oscuro como la noche.
Aquella tarde mantuvo una larga conversación con su abogado y su padre respecto a todo lo que hacía Gael y cuál sería la manera de poder alejarlo definitivamente de sus vidas. Pero si Gina pensaba alejarse más de Gael, él más cerca de ella estaba. Desde que saltó a las revistas el posible romance entre Gina y el piloto Gorka, la cólera fue creciendo en él hasta llegar el punto de convertirse en odio. Después de que Nayet se casara y le dejase claro que no lo amaba, Gael decidió continuar con su vida sabiendo que en Gina obtendría una sumisa, puesto que sabía perfectamente que lo quería ciegamente y a pesar de no sentir lo mismo por ella, él sabía que entre todas las mujeres con las que pasaba el rato, Gina además de ser la madre de su hija, sería la mujer que lo esperaría como una boba. Pero aquellos pensamientos se esfumaron cuando leyó esa noticia y pudo comprobar por sus propios ojos como Gina besaba apasionadamente a Gorka.
Aquella escena solo fue el principio de un encono que lo llevaría a desencadenar algunas barbaridades con tal de conseguir su propósito. Tener a Gina a su merced, cueste lo que cueste.
Su plan era atraerla hacia él mediante su hija. Una vez que Gael obtuvo a base de discusiones con la madre de Gina, pudo quitarle a su hija y así poder llamarla para quedar esa noche.
***Llamada telefónica***
―Alfredo, siento molestarlos pero resulta que... ―La voz de Marisa se debilitada debido a la congoja que se le acumulaba en su garganta. Al otro lado de la línea su marido esperaba impaciente y preocupado por lo que su mujer pudiese contarle.
―Marisa por favor habla que me tienes en ascuas. ¿Qué ocurre?
―Ese miserable de Zuniga acaba de arrebatarme a Jennifer y se la ha llevado.―Marisa volvió de nuevo a caer en un lamento.
―Ahora mismo vamos para allá.—Con su voz seria Alfredo finalizó la llamada.
Un rato después Alfredo y Gina se dirigían hacia su casa para poder saber que había sido lo que ha ocurrido.
Sentada en el sofá con pañuelo en mano, Marisa lloraba nerviosa recordando todo lo que Gael le había dicho.
Al llegar a su casa, Alfredo estrechó a su mujer contra su pecho intentando de algún modo que se tranquilizase y pudiese contarle lo sucedido. Gina se fue para la cocina para hacerle una tila para que su madre se tranquilizase, ella se preparó otra y junto a sus padres se sentó comenzado a escuchar lo ocurrido.
―Mamá y mi hija ¿dónde está, le ha hecho algo ese mal nacido?―Preguntó Gina a la vez que agarraba a su madre de sus manos mirándola fijamente a los ojos, Marisa empezó contándole la historia.
― ¡Ay hija mía!―Suspiró―Ese mal nacido de Zuniga ha venido amenazándome e insultándome. Tenía a Jennifer en brazos y ha tirado de ella para llevársela, solo lo he podido entender que si tu no haces lo que él te ha dicho, jamás volveré a ver a mi nieta.―Marisa volvió de nuevo a sollozar bajo la mirada de nostalgia de su marido y preocupación de su hija.
Gina se levantó de un salto del sofá y sin decir ni una sola palabra agarró su bolso y dispuesta a marcharse, pero su padre se adelantó agarrándola del brazo.
―Ni se te ocurra hacer lo que pienso que vas hacer Gina.
―No me impidas que vaya a pararle los pies a ese desgraciado, porque te equivocas papá. Voy a ir, sí o sí.
―No seas terca Gina, deja que hable con algunos de mis hombres y vayamos a por ese desgraciado.
―Mira papá no pongo en duda tú trabajo, pero en estos momentos si quiero recuperar a mi hija debo ir.
―Gina escúchame estás cometiendo una locura. Haz me caso, y ten paciencia, recuperaremos a Jennifer y ese miserable irá de una vez por todas a la cárcel.
Gina no escuchó a su padre y salió de su casa como alma que lleva el diablo dispuesta a enfrentarse a Gael. Sacó las llaves de su auto del bolso, se montó y tras arrancar el motor y acelerar al máximo, Gina hizo una llamada a Gael, éste con su sonrisa maligna en su rostro le indicó donde se encontraba.
Media hora después Gina estacionó su vehículo y se dirigió hacia el hotel donde Gael le había indicado.
Una vez que llegó al hotel, dentro en recepción ésta preguntó por la habitación de Gael Zuniga. El recepcionista le dijo amablemente la habitación donde se hospedaba. Tras despedirse del recepcionista, Gina se montó en el ascensor y pulsó la sexta planta, al abrirse las puertas ella busco exasperada la habitación del hombre que tanto daño le está causando.
Su cuerpo era un ramillete de nervios e hilos que recorrían cada ser de su figura dándole empuje para que sacase fuerzas y no se dejase amedrentar por él.
Al segundo toque en la puerta, Gael con andares de un felino abrió la puerta examinando con sus ojos azules a Gina. Sin embargo ella le dio un empujón adentrándose en la habitación buscando a su hija.
―¿Dónde está mi hija? ¿Eh? ¿Dónde la has metido? Jennifer.―Preguntaba ella al mismo tiempo que llamaba a su hija.
―No te mates llamando a nuestra hija, ella no está aquí. Y...tranquila mi pequeña, te prometo que esta noche solo va ser de los dos. Verás lo bien que no lo vamos a pasar.
―Ni te atrevas a ponerme un dedo encima asqueroso mentiroso. Dime ahora mismo donde está mi hija si no quieres que en cinco minutos esté la policía llamando a la puerta.
―Qué miedo me das Gina. Con que no quieres que te toque pero ese piloto si te da morbo que te bese y te toque zorra.―Seguidamente Gael agarró a Gina por sus brazos obligándola a que se entregase a él en contra de su voluntad.
Con dificultad, Gina intentaba deshacerse del atrape de él. Con varias patadas y movimientos dificultosos ella logró escapar de aquella situación puesto que ya comenzaba a sentir terror por lo que Gael le pudiese hacer.
Ella salió corriendo despavorida hasta la calle, su corazón latía a mil por hora, su nerviosismo la cegó tanto que no se dió cuenta que un coche venía de enfrente cuando se disponía a cruzar la calle. A pesar de los intentos del conductor del auto de poder frenar y evitar un accidente, no lo logró, el cuerpo de Gina golpeó el auto y esta calló al suelo en mitad de la calzada mal herida.
Desde la puerta del hotel los gritos de gente se hicieron sonar. Gael cuando vio a Gina tumbada inconsciente en mitad de la calzada fue hasta ella para socorrerla mientras otros transeúntes llamaban a la policía y una ambulancia.
Con los pocos utensilios que disponía Gael intentaba poder reanimarla hasta que llegó la ambulancia. Minutos después Gina fue trasladada hasta el hospital.
A solas terminándose su café, Nayet pensaba en la conversación que había mantenido con su hermana y lo que sus amigas le dijeron. Cerró sus ojos y exhaló repetidas veces mientras se levantaba y caminaba hacia la consulta de su marido para poder hablar con él. Tarde o temprano debía hablar con él, y ya era el momento de hacerlo.
Pero justo cuando su mano se acercó a la manilla de la puerta, su móvil sonó.
―Sí mamá dime.―Respondió Nayet sin apartar sus ojos de la puerta.
―Ay Nayet, ha ocurrido una desgracia, Zuniga ha venido a llevarse a mi nieta y no he podido hacer nada para impedir que se la llevara.
Nayet masculló palabras feas mientras intentaba consolar de alguna manera por teléfono a su madre.
―Espera mamá ya voy para casa, yo hablaré con Gina para que no cometa una locura.―Cuando Nayet terminó de hablar con su madre se dirigió hacia la calle en busca de su auto, la situación con Gael estaba llegando demasiado lejos y lo peor era que pudiese causarle nuevamente cualquier daño a su hermana.
Mientras Nayet conducía hacia la casa de sus padres, intentó llamar a su marido pero este no le respondió al teléfono. Colgó algo desilusionada pensado que era normal el rechazo por parte de Kendal, pues ella misma había hablado sin pensar y todas palabras y actos traen sus consecuencias.
Nada más llegar a casa de sus padres, estos le informaron que Gina ya había salido en busca de Gael. Alfredo con móvil en mano, hacia llamadas a sus hombres para que buscaran alguna pista referente a Gael Zuniga.
Mientras tanto Nayet abrazaba a su madre que se encontraba en un estado de preocupación y pánico por si algo malo pudiese sucederle a Gina.
Un par de horas después, Adolfo recibió una llamada inesperada, su hija Gina había tenido un accidente.
Adolfo finalizó la llamada, alertó a varios hombres que fuesen al lugar de los hechos e investigasen lo ocurrido.
Un rato después Alfredo, Marisa y Nayet iban dirección hacia el hospital para poder ver a Gina. Los tres iban montados en el auto en silencio, casi sin poder hablar de la misma preocupación, pero en sus mentes había demasiadas preguntas que solo una persona pudiera responderlas. Gael.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro