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Capítulo 13

Desde aquella noche, las cosas entre Nayet y Kendal no fueron a mejor. Ella se sentía molesta por las acusaciones y las dudas referentes hacia ella, de echo ni se dirigían la palabra a pesar de los intentos que hacía Kendal para que lo perdonase. Pero ella no estaba dispuesta a perdonarlo así como así puesto que no le había dado motivos para que desconfiara de esa manera de ella.

―Nayet, hoy nos darán a nuestro hijo. Vas a seguir sin hablarme, o lo recogemos por separado.

―Iremos juntos, pero no pienses que te he perdonado. 

―Vaya, ahora tú te haces la ofendida, pero al parecer no te acuerdas de las veces que dudabas de mí acusándome de engañarte. Sin embargo yo te perdonaba y olvidaba todo inmediatamente, puesto que lo que más deseaba era estar junto a tí y no discutidos.―Kendal se marchó dejando a su mujer atrás poniéndose el abrigo, pensando en lo que le había dicho. Por un lado llevaba razón, pero por otro tampoco podía perdonarlo tan rápidamente después de lo sucedido.

Al llegar al hospital, Kendal y Nayet se fueron hacia el área de maternidad para hablar con los  médicos pediatras y poder llevarse a su pequeño a su casa. Tras terminar de hablar con los pediatras, Kendal tomó en brazos a su hijo mirándolo con adoración y ternura comenzando hacerle cositas. Ver como su marido se desvivía de esa manera por su hijo, hizo que el corazón de Nayet se ablandarse volviendo a llenarse de dulzura por lo cual no dudó en acercarse hasta él, acariciar su mejilla deseosa de besarlo. El beso fue recibido con agrado y amor, como siempre la besaba Kendal. Después varios compañeros entre ellos Dulce, Lili, Harvey y Sara felicitaron a los papás que se marchaban hacia su hogar con su hijo.

―Lo siento mucho Kendal por haberme comportando como una adolescente contigo,  pero me dolió que me dijeras esas atrocidades. ―Se disculpó Nayet nada más entrar en el coche.

―Nayet no tienes por qué disculparte, la culpa ha sido solo mía por haber creído a Sara y no a ti. Te prometo que ya no volverá a ocurrir. 

―¿La miss? Kendal no me digas que has creído ha esa tarada.

―Nayet, ya nos  hemos disculpado, déjalo ya, tengamos la fiesta en paz.

―Sí, llevas razón, no merece la pena que discutamos por esa mujer.―Pero en la mente de Nayet corrían mil pensamientos, sabía que esa mujer estaba interesada por su marido, y a pesar de haberle prometido Kendal que no volvería a dudar de ella, el sexto sentido de Nayet le decía que no confiara  en esa mujer y más estando cerca de su marido

Al llegar a su hogar, toda su familia esperaban para conocer al pequeño Dylan. Los padres de Nayet fueron los primeros en coger al pequeño y hacerles mimos, a continuación los padres de Kendal cogieron a su nieto felices de tenerlo por fin en casa.

El día estuvo muy entretenido, todos juntos en familia se sentaron a comer disfrutando de la comida ajenos a los problemas que tenían Kendal y Nayet, pero ellos se sentían felices y agradecidos por el apoyo de su familia. Por la noche la fiesta continuó con la llegada de sus compañeros y amigos hasta la madrugada.

Al día siguiente Gina fue a visitar a su hermana, quería contarle que pensaba dejar el trabajo como modelo, puesto lo que menos deseaba era causarle problemas a Gorka por el imbécil de Novar.

Mientras preparaban el baño para Dylan, Gina le comentó a su hermana lo que ocurrió con Jaime y por ello había decido dejar de trabajar como modelo.

―Pienso como tú Gina, ese tío sabe que hay algo entre tú y Gorka y está detrás de provocarlo para que pierda la carrera o lo echen directamente. ¿Pero ahora que vas a dejar de trabajar como modelo, qué vas hacer ahora Gina?

―De eso quería hablarte Nayet, quería preguntarte si puedes hacerme el favor de buscarme un puesto en el hospital, a un que sea como limpiadora, puesto que no tengo estudios para trabajar en otra cosa.

―Bueno si no deseas seguir como modelo, podré hablar con Ginés, estoy segura que te dará un puesto de trabajo. 

―Gracias hermanita, te debo una.

―Claro que me la debes, Gina escúchame con atención, yo trataré de convencer a Ginés para que te coloque en el hospital, pero te pido que por favor que me vigiles a la miss, a la tal doctora Ríos, ella es la causante de todos mis problemas con mi marido y necesito pruebas para poder estamparla contra la pared y ponerla en su sitio, pero ahora como voy a estar de baja no puedo.

―Bueno tú eso déjamelo por mi cuenta, si no le pegas dos buenas bofetadas tú, se las meto yo. Menuda soy yo cuando alguien se mete con mi familia.―Nayet miró algo sorprendida a su hermana, quien lo hubiera dicho que ella años antes era idéntica a Sara y ahora es todo lo contrario. Es la hermana que siempre quiso tener, la hermana que le demuestra que la quiere, la apoya y sobre todo está ahí en los buenos y malos momentos, cuando la necesita Gina siempre está dispuesta para ayudarla, para consolarla y aconsejarle por sus acciones. Sin duda Gina ha cambiado. Nada tiene que ver la Gina de antes a la ahora. Nayet sonrío a su hermana con cariño, sin duda la mujer que había enfrente suya era muy distinta y se alegraba por el cambio, tarde pero ha cambiado.

Un mes después Gina comenzó a trabajar en el hospital, al final Nayet convenció a Ginés contándole todo lo que estaba pasando Gina y que necesitaba ese trabajo para darle de comer a su hija. Ginés como buen amigo de la familia, siempre dispuesto ayudarle en todo lo que podía hizo un hueco a Gina para que comenzara a trabajar.

Era el primer día de Gina de trabajo,  estaba algo nerviosa, nunca había trabajado como limpiadora, bueno en realidad nunca había trabajado en nada, salvo de modelo. Pero eso ya se acabó, durante esas semanas apenas pudo hablar con Gorka, puesto que se encontraba en Austria y Japón y apenas había tenido tiempo de viajar al país. Aún así hablaban todas las noches cuando uno o el otro le era posible por el  horario.

Berta, la jefa de limpieza una mujer de unos cincuenta años divorciada, fue la primera en darle la bienvenida a Gina y en explicarle lo que consentía su trabajo. El primer día Berta acompañó a Gina mostrándole lo que le correspondía limpiar y como tenía que cambiar las sábanas a la cama cuando se encontraba un paciente, terminando su jornada en los quirófanos. Tras acabar y quitarse los plásticos, Gina y Berta se fueron a tomar un café, había sido un día duro puesto que todo era nuevo para Gina, aún así le gustaba su trabajo, le gustaba el poder sentirse útil y sobre todo hablar con los familiares y pacientes. 

Por la tarde Nayet llamó a su hermana por si había visto algo raro, pero desafortunadamente Gina se había dedicado atender las explicaciones de Berta y casi no había prestado en nada atención. Se disculpó con su hermana haciéndole prometer que mañana mismo abrirá más los ojos y cualquier cosa se lo haría saber.

Al día siguiente Gina comenzó su jornada limpiando el área de descanso, donde se topó con Dulce. Hablaron durante unos minutos hasta que Dulce tuvo que marcharse debía de acompañar al doctor con las visitas a los pacientes. Gina continuó limpiando sin ninguna novedad hasta que vio desde lejos a Kendal y Sara hablando. Con disimulo Gina se fue acercando para poder escuchar lo que decían, se escondió detrás de una máquina de café haciendo como que limpia pero la conversación que mantenían no era nada importante. Tan sólo hablaban de una operación sobre un paciente.

Tras terminar de hablar con Sara, Kendal se dirigió hacia Gina quedándose un poco sorprendido de verla allí trabajando allí.

―Hola Gina que tal.  Cómo te va en tú nuevo trabajo. Te gusta.

―Pues sí, hoy es mi segundo día, lo llevo bien, me gusta.

―¿Y tú trabajo como modelo ya no volverás?

―Lo dejé, eran muchas horas, tenía que viajar y con Jenni no puedo permitírmelo. Este trabajo es mucho mejor, termino de trabajar y por la tarde ya estoy libre para estar con ella.

―Me alegro mucho Gina que todo te vaya saliendo bien. Te entiendo por que yo también estoy deseando de terminar para ir junto a Dylan y Nayet. Bueno Gina debo de irme, cualquier cosa que necesites haz me lo saber.

Kendal se marchó para quirófanos mientras Gina seguía con su trabajo. Un rato después Gina de fue para la consulta de Sara.
Nada más entrar ambas mujeres se retaron con la mirada. Sara continuó revisando unos informes mientras Gina se puso a limpiar.
Por un momento Sara miró a Gina, abrió una carpeta en su escritorio, buscó en las imágenes que tenía. Con una sonrisa de malicia Sara observó por última vez a Gina antes de salir de la consulta.
Aquella mujer le caía pésimo a Gina, siguió limpiando con normalidad, pero al poner sus ojos en la pantalla del ordenador no podía creerse lo que veía.
De mala leche sacó su móvil y echó una foto a la pantalla del ordenador enviándola inmediatamente a su hermana.

Tranquila y feliz de poder estar con su hijo, Nayet se tomaba un café en compañía de su abuela.
Al abrir el mensaje todo el organismo de Nayet cambió por completo. Sus manos comenzaron a temblar, su respiración agitarse no podía dar crédito a lo que veía.

—Nayet hija estás pálida. ¿Ocurre algo?

—Mira abuela. —Nayet le mostró a su abuela el móvil comenzando a llorar.
Serafina miraba la foto con desconfianza, las sospechas que tenía acerca de Sara y Kendal fueron algo más que compañeros aquella foto lo delataban. Se podía ver a Kendal y Sara abrazados en la playa besándose.
Serafina se levantó y le preparó una tila a su nieta.

—Toma querida te vendrá bien. Ahora tranquilízate y piensa en lo que le vas a decir a tu marido.

—Abuela esto es demasiado. No sé qué le diré cuando tenga delante a Kendal. No lo sé.—Nayet comenzó a llorar mientras su abuela intentaba tranquilizarla.
Aún así Nayet se sentía ofendida, preguntándose porqué su marido no le ha contando la verdad.

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