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Capítulo 8 «Nueva misión»

Luke

Después de estirar un poco la chaqueta gris y acomodar la corbata negra, bajo las escaleras en dirección al garaje. Un sentimiento cálido golpea mi pecho cuando veo mi viejo Jaguar negro cubierto. Una sonrisa amarga curva mis labios por los recuerdos en ese carro.

La noche donde vimos la película en el cine de autos al aire, las veces que fuimos al lago y nos divertimos como dos adolescentes que no tenían preocupación alguna. Sacudo mi cabeza intentando desaparecer tanto los recuerdos como los sentimientos que traen consigo, pero es inevitable no entristecerme un poco.

—Muy bien, Smith. Es tiempo de irse —murmuro por lo bajo, y dejo escapar un suspiro.

A las 7:30 de la mañana hago mi entrada en la empresa de papá. La reunión del equipo de Clare es a primera hora. Algo que veo poco probable después de la juerga de anoche. Estar aquí a las ocho va a ser casi imposible. Sonrío entre dientes por la nostalgia que me embarga al recordar a todos mis amigos en el mismo lugar.

Un tiempo atrás nunca me la hubiera imaginado tomando, y ahora se va de fiesta un día antes de comenzar un rastreo de acciones y dinero, literalmente. Clare se ha vuelto irresponsable con los años.

—Buenos días, Linda —digo con coquetería, mientras me apoyo en su alto buró—. ¿Mi padre dónde está?

—Está reunido, jovencito —contesta, sin levantar la mirada del ordenador.

—¿Reunido? —Frunzo el ceño—. ¿Con quién?

—Con Clare y el equipo ¿No lo sabías? —añade, y sus ojos conectan con los míos.

—Ah, sí, verdad —contesto, intentando no parecer tan sorprendido sino olvidadizo—. ¿Dónde es la reunión?

—En la sala de conferencias, dos plantas más abajo.

—¿A qué hora comenzó? —pregunto, de camino al elevador.

—Como a las 7 de la mañana —escucho su voz a lo lejos.

—Muchas gracias. —Sonrío hasta que el elevador se cierra y las comisuras de mis labios descienden cuando presiono el número—. ¿A las 7 de la mañana? ¿Se fueron de fiesta anoche hasta las tantas de la madrugada y están reunidos a las 7 de la mañana? —El sonido del elevador anuncia que había llegado al piso seleccionado—. Fantástico, ahora llego con media hora de retraso. —Abro con suavidad la puerta de la sala de conferencia y todos los rostros se giran hacia mí—. Perdón por la demora.

—No te preocupes. Estábamos casi comenzando —declara Clare, con formalidad.

Con la tensión en los hombros, me acomodo en la silla al lado de mi padre en la otra punta de la mesa. Todos están aquí como si hubieran dormido más de diez horas. Sonrío al observar que cada uno tiene a una taza de café humectante enfrente. Clare está directamente frente a mí. Un hermoso vestido negro se amolda a sus curvas y su cabello oscuro cae sobre en su espalda, pero algunos mechones se escapan en su rostro.

—Luke, en la carpeta que tienes delante, encontrarás la información que John nos facilitó el día de ayer: Brandon Ascot —Las luces de la oficina se apagan y se enciende un reflector con imágenes e información detallada en la parte izquierda de ella—. Hombre de sesenta años. Esta es su esposa, Kim Ascot. Ambos trabajan en la empresa. Brandon como contable y Kim en el área de Recursos Humanos. Tienen tres hijos: dos hembras, un varón. Todos graduados de universidad en contabilidad, finanzas y administración de empresas. Cuatro nietos hermosos. —A medida que los menciona, muestra fotografías—. Según el video que nos muestra la cámara 3 del ala oeste, Brandon salió del edificio con dos bolsas oscuras. Tomó un vuelo al extranjero y no se le ha visto. Todo esto ocurrió el pasado sábado. Esto es en resumen de las 100 páginas que hay dentro de esa carpeta.

La sala de conferencias se llena de luz una vez más y el reflector se apaga.

—Eso no tiene sentido —opina Bill.

«¿Este qué hace aquí?», pienso, intentando no atravesar al rubito con la mirada.

—Ya somos muchos que pensamos así, cariño —añade Victoria, masajeando su sien.

—En realidad, Bill tiene razón. Esto es muy raro —alega Archie, inclinándose hacia adelante mientras coloca los brazos cruzados encima de la mesa—. Conozco a este hombre. Desde que se fundó TecnoLena, ha estado trabajando en la empresa.

—Cuando John me habló de esto ayer yo tampoco me lo creía —insiste Clare, recostando su cadera a la mesa—. Yo trabajé con él codo a codo el tiempo que hice mis prácticas de la carrera en esta empresa. Fue mi mentor y me enseñó tantos trucos en el área de contabilidad y finanzas que yo misma no me creo que haya hecho esto. No a nosotros, y mucho menos a John.

—Tenemos trabajo que hacer, equipo —añade un chico que no conozco—. Tú dirás, jefa.

—Archie y Damon, no tengo que decirles lo que les toca, ¿verdad? —Una sonrisa pícara se asoma en los labios de ella.

—Oh, Dios mío. Esa sonrisa tuya solo significa voy a necesitar mucha cafeína —añade Damon, estirando los brazos hacia arriba.

—No sé de qué te quejas si a ti te encanta estar pegado a las computadoras. Además, necesito que entres en esa base y me averigües si Brandon verdaderamente salió del país.

—¿Y por qué lo dudas? —pregunta mi padre.

—No lo sé. Siento que algo no anda bien. Además, puede haber chequeado el pasaje, pero nunca montarse en ese avión con destino a Inglaterra. Necesito llevarme el libro de contabilidad.

—¿Alguna vez ha salido del país? —pregunta el desconocido.

—No, Rick. Es por eso mi duda.

—Ahora tiene menos sentido todo esto —censura Alex—. Si vas a estar con tanto dinero a expensas que la policía esté respirándote en la nuca, necesitas ir a un lugar que conozcas al menos por una semana para saber lo que vas a hacer. Eso, sin contar con el poco tiempo que le llevó trasladar todo ese dinero pasando desapercibido, cosa que aún no logro comprender. Ese dinero no puede haberse esfumado de la nada.

—Y después me preguntas tu papel, Alex —opina Clare, sonriendo, y el rubor sube a las mejillas de la aludida—. Muy bien. Archie y Damon, ¿podrán darme la información que les pedí antes de terminar el día? —Ambos chicos asienten al unísono—. Perfecto. Una vez que sepamos el verdadero paradero de Brandon, necesito que Rick, Victoria y Bill se muevan. Jonas, ya sabes el tipo de información que necesito en las calles. Pon los muchachos a trabajar.

—Solo tienes que decirme dónde, y me pongo en eso —increpa el rubito, y gruño por lo bajo.

—¿Nicky?

—La orden de búsqueda y captura en contra de Brandon Ascot está en proceso, jefa. Tuve que mover cielo y tierra para que saliera esta misma tarde. Pero se mantendrá debajo del radar hasta que tengamos algo más concreto. Ni siquiera la policía local está al tanto de lo ocurrido.

—Dale mis disculpas al Juez Kimberly. John, dime de Kim y su familia —pregunta Clare, con preocupación.

—Ya están avisados. Cualquier cosa sobre su padre nos avisan. Ellos están muy inquietos. Tuve que darle unos días a Kim. Estaba muy alterada. Al parecer Brandon le había dicho que debía viajar por negocios. Yo lo enviaba a moverse entre los estados así que ella no notó nada diferente. El día que me di cuenta del robo, lo llamé a su casa y ella me contó.

—Tranquilo, John. Lo vamos a encontrar a él y a tu dinero —insiste Clare—. Damon, una cosa más. Necesito que rastrees las acciones robadas.

—Te mandé el correo antes de llegar —contesta él, con una sonrisa en los labios.

—Ustedes ya saben las reglas. Nada sale de esta reunión. ¿Entendido? —Todos asienten, incluyendo mi padre—. Nicky, la orden la necesito para ayer. Guarda una copia para ti. Damon, Archie, base de datos y rastreo de acciones. De ustedes dos depende el próximo paso. Por lo pronto, nos vemos equipo. —Todos se levantan de sus asientos casi al unísono—. Ah, Damon invita el desayuno.

—¿Yo? ¿Por qué yo? —protesta mi amigo con voz rota.

—La reunión era a las 7 y llegaste a las 7:01—explica Nicky con sorna—. Así de sencillo. Sabes cuales son las reglas.

—No te pregunté, Nikole —reprocha él, con los dientes apretados.

—Discúlpame, Lautner, pero tu pregunta era abierta y no tenía remitente —rebate la asiática, con sarcasmo.

—Dios, dame paciencia, porque te estás pasando con las ganas de matarla—reclama mi amigo, en súplica.

—¿Algún día dejarán de discutir? —inquiere Alex, con las manos en las caderas.

—No —contestan al unísono, y todos comienzan a reír, incluso yo. Extrañaba esto.

—Nicky, tú decides el lugar —ordena Clare.

—¡No! —espeta Damon con desespero—. ¡No, por favor, no puedes hacerme eso! La última vez me quedé con los bolsillos rotos pagándole el desayuno a esa mujer. ¡Un jodido desayuno!

—Te estás demorando mucho, Lautner, y esta mañana me levanté con mucha hambre —comenta la asiática, caminando hacia la puerta de salida.

—Te odio, Nikole Liu —espeta mi amigo, y Nicky asoma su cabeza con una amplia sonrisa en los labios.

—Yo más y no te lo digo —refuta la aludida con sorna, y desaparece luego de guiñarle el ojo.

—Estoy arruinado —declara él, negando con la cabeza y los hombros caídos.

—Clare, necesito verte un instante.

—Chicos, nos vemos abajo. —Cuando la sala se queda completamente vacía, ella se acerca a nosotros—. ¿Todo bien, John?

—Nada, muchacha. Solo agradecerte por todo lo que estás haciendo, y pedirte perdón por robarme a Jackob anoche.

Intento no resoplar cuando escucho ese nombre.

—No te preocupes. Nos encontramos ayer más tarde y terminamos la noche juntos. Eso es lo que importa.

—Mañana, cena en mi casa ustedes dos. ¿Qué crees?

«No, di que no, por favor», suplico en mi interior.

—Claro, ahora cuando le vea se lo comento. Estoy segura que le encantará la idea. Nos vemos luego John, Luke. —Mis latidos se detienen cuando sus ojos grises recaen en mí. Al besar mi mejilla, una descarga de electricidad recorre mi cuerpo, y el olor a melocotón me paraliza—. Estoy famélica. Esta mañana levantar a las chicas fue una odisea y no nos dio tiempo desayunar.

—Ten un buen día, muchacha.

—Tú igual.

Se despide con la mano y se retira de la sala.

—En verdad la extraño mucho. Cuando estabas fuera, a veces se nos iba el tiempo solamente riendo y haciendo maldades a mis empleados.

—Veo que ustedes se unieron bastante desde que me marché.

—Estuvo un poco triste al principio, pero ya la conoces. No se deja vencer por nada, y cuando conoció a Jackob su vida cambió, aunque nunca dejó que su relación con él afectara la nuestra —contesta, sonriente.

«Debería haberme quedado», pienso con tristeza.

—Luke —una voz habla desde la puerta—, los chicos preguntan si deseas ir con nosotros.

«¿Después de lo que dije anoche, ella aún quiere estar cerca de mí?», pienso con asombro.

—Digo, si ustedes no tienen planes. —La mirada de Clare oscila entre mi padre y yo.

—No lo creo. Tengo asuntos pendientes en mi oficina. Pero eso sí, ya sabes cuál es mi premio.

—Donuts con crema, ¿no? —contesta ella hacia mi padre.

—Esa es mi chica. Luke, después pasa por la oficina. Estoy buscando candidatos para que tomen el lugar de Brandon.

—John, ¿puedo hacerte una sugerencia? —insiste ella, y se acerca a nosotros una vez más.

—Claro. ¿De qué se trata?

—Mientras cerramos este problemilla de Brandon, no pongas ese puesto vacante. Si él es inocente, pues le devuelves el puesto. Si es culpable, entonces yo misma me encargo de buscarte un reemplazo. Él es demasiado mayor para buscar un nuevo trabajo.

—¿Estás segura? —insiste papá, y un silencio cae sobre nuestras cabezas.

«¿Por qué creo que hay segundas intenciones detrás de esa pregunta?», analizo y ella asiente.

—Está bien. Bienvenida de nuevo a la empresa, Clare Hanz. —Ambos sonríen y se dan un apretón de manos.

—Gracias, John. ¿Estás listo, Luke?

—Paso por tu oficina al terminar con los muchachos, papá.

A pesar de intentar ocultarlo, siento cierta tensión entre nosotros mientras caminamos hacia el elevador. Ella camina con la espalda recta, y trago en seco. Por Dios, Luke, deja de mirarle el trasero. Vas a terminar con la cabeza en la pared y el cuerpo de relieve. Su teléfono comienza a sonar.

—Hola, amor.

«Ugh, llamó el que faltaba», pienso, mientras pongo los ojos en blanco.

—Ya casi bajamos. Solo estamos esperando el elevador. Nos vemos allá, novato.

—¿Quién era? —pregunto de manera retórica para mí cuando ella cuelga. Si es que hasta soy masoquista. ¿Para qué pregunto si ya sé la maldita respuesta?

—Mi prometido. —El elevador se abre y entramos en la enorme caja de acero—. Él y los chicos se adelantaron.

—¿Va a desayunar con nosotros? —indago con miedo, y ella asiente.

—Nos están esperando en el Corner Bakery. Nicky tuvo compasión de Damon esta vez.


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