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Capítulo 7 «Pasado pisado»

Clare

Bailar con Jackob siempre me ha gustado. Es galante, divertido y se pone en plan celoso. Todo en una misma persona. Bailamos bien pegados la canción "King of my Heart". Me contó que cuando era niño hizo su primera travesura, y esa canción es la que se escuchaba. Dice que su tío Malcom, al que le lancé el café cuando nos conocimos en la empresa, terminó en el hospital por una broma que le hizo con una rana de juguete. El pobre hombre estuvo en observación la noche entera con falta de aire. Parece increíble que ese hombre con lo macho que se ve, y le tiene miedo a ese insignificante animal.

Casi al terminar la canción, recuesto mi mejilla a su pecho. Con él tenía esa sensación de seguridad y tranquilidad que no tendré con Luke. Por más que quiera negarlo, el comentario de las chicas de Londres me hirió. Y mucho más, el decirle semejante estupidez a Jackob. Mi prometido puede ser agradable con los que le rodean, pero nunca te metas con dos cosas: su trabajo o yo. No en plan posesivo, sino que le gusta que respeten a su novia o su trabajo. Cuando termina la canción, nos dirigimos a la segunda planta para reunirnos con el resto.

—Miren quién está aquí —inquiere Damon, hipando. Debe estar borracho... otra vez—. Ya somos todos, aunque dos se retiraron.

—¿Quiénes se fueron? —pregunto, mientras suelto la coleta para rehacerla de nuevo.

—Luke estaba cansado, y Alex ya tenía mareos —contesta Archie—. Sabes que ella no aguanta mucho el alcohol.

—¿Seguimos de fiesta, entonces? —digo, emocionada.

—Sí, pero sin alcohol —añade Damon—. Por el camino que voy, si sigo bebiendo no hay quien me levante de la cama mañana. —Intenta levantarse, pero cae de nuevo al sofá.

—Damon, ya estás borracho —recalca Nicky en reprimenda, y el aludido le saca la punta de la lengua en forma juguetona—. Mañana la reunión es a primera hora.

—¡Que sí, coronel! —protesta el aludido, arrugando la nariz—. No tienes que gritar tan alto.

A las 2 de la mañana todos nos retiramos a casa. Jackob llevó a los chicos a su departamento y yo me encargo de las muchachas.

—Y yo creí que era mala con la bebida —habla Alex, con voz divertida desde la puerta.

—¿No que estabas mareada? —inquiero, intentando sacar a Victoria del asiento de copiloto.

—Comer algo y un poco de aire siempre puede relajar. Déjame ayudarte.

Con mucho trabajo subimos a Lissa y Nicky hasta la cama de la segunda habitación. Esas niñas pesan. Alex y yo caímos de espaldas en mi cama.

—Estoy agotada —protesto al incorporarme, pero termino apoyada en los codos—. Si yo mañana logro levantarme después de lo de hoy, de verdad me sentiría completa.

—No sé de qué te quejas. —Alex se sube en la cama y se sienta en modo indio—. Cuando salimos siempre tomas gaseosa para que las borrachas de nuestras amigas puedan llegar sanas y salvas a casa. Mañana vas a estar reluciente.

—No te hablo del cansancio físico, Alex. —Me desvisto y coloco los zapatos en su lugar mientras echo el vestido en la cesta de lavado—. Te hablo del cansancio mental.

—¿Lo dices por Luke? —Cierro mis labios en una rígida línea—. Anda, date un baño. Yo te preparo algo de comer y después vamos a la cama.

—Eres la mejor, ¿sabías? —añado, antes de entrar al cuarto de baño.

El agua tibia corre por todo mi cuerpo para relajarlo, pero es imposible. Unos ojos azules claros, tan claros que se parecen a los míos, inundan mi mente. Él regresó, pero mi vida ya está casi completa. ¿Por qué el destino se empeña en esto justo ahora? Déjate de boberías, Clare. Dijo que a finales de año se muda, y tú vas a estar felizmente casada. Una vez seca y vestida con el pijama, me dirijo hasta la cocina. El olor a tocino hace que mi estómago ruja con fuerza.

—Si mi madre escuchara un estómago como ese, se escandalizaría —comenta Alex, sonriente—. Siéntate, casi termino.

—Voy a la terraza. Es más cómodo —comento con voz cansada—. Te espero ahí.

—Toma unas gaseosas, por favor.

A las tres de la mañana ya hemos eliminado cualquier rastro de comida. Suspiro cuando miro al cielo y veo el tintinear de las estrellas. Nada como mirarlas desde la terraza, junto a la agradable frialdad de la madrugada.

—Necesitamos descansar —habla mi amiga, cortando el silencio—. Mañana debemos estar temprano en la empresa de John.

—Yo voy ahora —anuncio, mirando la luna llena.

—¿Estás así por él? —espeta mi amiga de repente, y casi rompo mi cuello cuando giro mi cabeza hacia ella.

—¿Qué?

—No te hagas la sorda, Hanz. El papel de despistada es mío por cuota.

—¡Qué clase de cosa dices!

—Digo lo que veo. Cuando llegué hoy, no sé si era nerviosismo o pánico lo que vi en tus ojos.

—No sabes lo que estás hablando —protesto, pero en el fondo necesito que se detenga.

—Claro que sé lo que estoy diciendo. Me acabas de esquivar una pregunta y eso solo lo reafirma.

—Está bien. La presencia de Luke me tomó con la guardia baja. Solo eso.

—Te estás mintiendo a ti misma, Hanz —añade con dulzura—. Es tu vida y tú decides por ella.

—¿Qué quieres que haga, Alexandra? No puedo dejar que entre a mi vida como si nada, derrumbando todo aquello que demoré en construir.

—Y tú sabes perfectamente que estás loca por dejarlo entrar, Clare. Se te ve por los poros. Entiéndelo de una vez. Y deja de llamarme por mi nombre completo. Crispa mis nervios.

—No, Alex —reafirmo, y resoplo—. Él me traicionó una vez porque lo dejé entrar. No puedo permitir que mi corazón se haga trizas de nuevo.

—En el fondo sabes que eso no es cierto, Clare. Sabes perfectamente que lo ocurrido en la preparatoria entre ustedes fue verdadero. Si vamos a ser sinceros, tú hiciste lo mismo. Sabías que se estaba enamorando de ti, y aun así decidiste seguir jugando con sus sentimientos. El error fue de ambos. No supieron calcular las consecuencias.

—Está bien, es verdad. Sé que lo ocurrido entre él y yo fue real. Lo sentí real. Pero no puedo dejarlo entrar de nuevo. Mi corazón no aguantaría otro golpe como ese —confieso al final, y termino derrumbándome entre lágrimas.

—Ay, chiquita. —Se sienta a mi lado y me atrae hacia ella—. Al menos sé que eres consciente de ello. Nicky y yo estábamos preocupadas por ti.

—No lo he querido reconocer porque me dije a mí misma que no volvería a encontrar una persona como Luke. Amar duele, Alex, y más después de una traición. Aunque aún no sé quién traicionó a quién.

—Lo que tengas atorado en la garganta, debes dejarlo salir. Así es como se empieza a curar el corazón.

—¿Sabes lo que le dijo a Jackob cuando lo conoció? Que se alegraba de ser mi prometido pero que las londinenses eran... exquisitas —escupo la última palabra con desprecio.

—Definitivamente, su parte imbécil no ha cambiado nada. No puedes seguirte engañando, Clare. Si quieres seguir con Jackob lo vamos a aceptar, pero no te mientas. El refrán "Un clavo saca a otro calvo" no tiene sentido alguno.

—Tengo que seguir con Jackob por el bien de todos. Por más que me duela.

—Tú eres mayor y sabes lo que estás haciendo, pero te lo advierto, Clare, —toca la piedra de mi sortija y sollozo—, no es el camino. Te estás mintiendo a ti misma y jugando con los sentimientos de tu prometido. Eso no es justo para ninguno de los dos.

—Ya lo sé, pero es lo mejor. ¿Sabes que nunca le dije "Te amo"? —Me separo de ella y frunce el ceño—. Te hablo de Luke. Aunque a Jakob tampoco se lo he dicho.

—¿Vas a seguir con ese caparazón cercando tu corazón?

—Esa ha sido la única forma de mantener unidas las piezas rotas dentro de mí. Él es un pasado pisado, y necesito seguir con el control de mi vida. Luke no puede saber esto, por favor.

—Boca cerrada. Promesa de angelito.

—Por más difícil que sea, necesito demostrarle que ya no lo necesito.

—Eres una dramática. ¿Y a ti qué te pasa? Me estás robando todos mis papeles.

—Eres muy influyente, Alex. Eres el pegamento de este equipo tan grande.

—Ugh, ahora no se si sentirme pegajosa o babosa.

—De una manera u otra te queremos igual —comento, de mejor ánimo.

—¿Oye, qué papel tendré esta vez?

—Si te soy sincera, no tengo ni idea de por dónde empezar —digo con un mohín en los labios—. El asunto en la empresa de John me agarró desprevenida.

—Clare, siempre me dices lo mismo y al final termino metida en la cocina con Mía o Dorothea.

—Esta vez es en serio. John envió la información hoy y en verdad no sé qué hacer. Es como si se hubiera esfumado con todo ese dinero.

—Si hay algo en lo que eres buena es en eso: las soluciones. Las encuentras donde no las hay. Si es que hay que ver a Bill y Victoria.

—Sí, ¿verdad? Ellos dos me encantan.

—Ya te digo yo. Esos pasaron las de Caín para construir lo que tienen —habla con cierta nostalgia.

—Pero estaban para apoyarse. Esos fueron hechos el uno para el otro. ¿Vas a decirle a Archie sobre...?

—Voy a necesitar un té —me corta al instante. Este tema personal suyo es demasiado fuerte—. Necesito que mi cuerpo se relaje. Mañana tengo un día complicado y dudo que mi jefa me dé un respiro.

—Si la jefa te oye —digo sonriendo, para seguirle la corriente—. Oye, yo también quiero un poco de té.

—¿Con miel? —inquiere al levantarse.

Asiento sonriendo y entra al departamento en dirección a la cocina. Me recuesto al espaldar y miro al cielo con cierta esperanza que todo se solucionará y Luke saldrá de mi vida para siempre. O al menos, es lo que espero.


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