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Capítulo 6 «En brazos de otro»

Luke (Minutos antes)

¡Justamente tenía que ser este bar! El lugar donde por poco me voy a los golpes con ese maldito rubito que quiso quitarme a Clare. Después de seguirlos por la ciudad saqué toda mi furia cuando el tal Bill la besó en la sala de bolos. Dios, parece que fue ayer cuando ocurrió, y en realidad han pasado años.

—¿De todos los lugares en esta ciudad, Damon, nos traes aquí? —protesto, como reprimenda.

—¿Y por qué no? —pregunta el aludido—. Este lugar se pone buenísimo entre semanas, y Bill es el novio de Victoria. Eso significa pase gratis. No le veo el problema.

«Espera. ¿Cómo? ¿Bill es novio de Victoria? Eso no tiene sentido», me digo a mí mismo, mientras salimos del auto.

—Luke —una voz me llama—. Luke.

Chasquean los dedos frente a mi cara, y salgo de mi asombro mental. Sacudo mi cabeza y vislumbro el ceño fruncido de Archie.

—Disculpa. Es mucha información para digerir en tan poco tiempo —añado, mientras caminamos—. ¿Bill Jonas y Victoria Wells?

—Pues sí. Están juntos desde hace más de dos años —explica Damon, y sonrío con ironía—. Hola, Tim. ¿Crees que podamos pasar?

—Claro, muchacho —Asiente el portero y sonríe—. Hace tiempo no se te ve por aquí.

—Ya sé. Demasiado trabajo. Échale la culpa al jefe. —Señala con el pulgar a Archie.

—¿Yo? Damon... —protesta Archie, en reprimenda.

—Tengan una buena noche —interrumpe el portero, mientras deja caer la cinta de la entrada.

Parpadeo, perplejo, al entrar en el club. Ha cambiado mucho desde que vine hace unos años. Está bastante renovado y le arreglaron la segunda planta. La música golpea mis oídos con fuerza y sonrío al ver la barra amplia.

—Te dije que este lugar es increíble —grita Damon, encima de la música alta.

—Vamos a buscar una mesa. Creo que las chicas también están aquí. Después podemos buscarlas —añade Archie.

—No es necesario —aclaro, cuando mis ojos recaen en cierta enana de cabello negro bailando en la pista al ritmo de la canción de Taylor.

—¿Por qué? —preguntan al unísono.

—Miren ustedes mismos. —Señalo con el mentón.

Me esperaba cualquier cosa menos tener que encontrarme a Clare esta noche. Ese vestido ajustado a sus curvas hace que mi cuerpo vibre. De soslayo veo a mis amigos y creo que ambos piensan igual que yo. Damon solo tiene ojos para un par de piernas bronceadas que también bailan al compás de la canción.

El mentón de Archie se desencaja cuando nota a Alex junto a ellas. Ahora que Clare está prometida, creo que su otro punto de mira es la dulce Alexandra. Aunque siempre pensé que tenía su punto débil por Kingsman. Esta noche están matadoras. Las miradas lascivas de los muchos presentes me hacen cerrar los puños, y no solo por cierta pelinegra, sino también por las chicas. Sacudo mi cabeza y gruño por lo bajo por la tienda de campaña formada en mis pantalones.

—A ver, recojan la baba o van a empapar el lugar. —O la música está demasiado alta o los chicos siguen perplejos sin mover ni un músculo—. Archie, Damon. —Ambos sacuden sus cabezas cuando toco sus hombros y me miran anonadados—. Tenemos peligro a las 3:00 en punto.

Sonrío bajo por el cambio de actitud cuando ven a lo que me refiero.

«Estos chicos definitivamente mueren por Alex y Nicky», pienso y sonrío de soslayo.

De Damon lo sabía desde que éramos unos niños, pero, creo que Archie nunca había visto a Alex así. O al menos, que yo recuerde. Los dejo a ambos ser macho alfa y pongo mi vista en la pista. Sus ojos grises chocan finalmente con los míos, lanzando corrientes eléctricas por todo mi cuerpo. Clare puede sentirme, así como yo puedo percibirla a ella en un mar de gente, aunque no podamos vernos. La conexión entre nosotros es tan grande como la energía que sueltan dos meteoritos al chocar.

Sus ojos grises me observan, pero desde la distancia solo puedo ver odio y rencor. Dios, esa mirada puede helarle la sangre a cualquiera. Ella susurra algo y el rostro de la asiática recae en nosotros. Oh, oh, estamos en problemas. Serios problemas. Alex también se une a la conversación de miradas y al comenzar las primeras letras de un tema clásico de Taylor Swift, todas bailan como si la vida se les fuera en esas letras.

Cuando terminan, las chicas se dirigen a la segunda planta. Damon y Archie detrás de ellas. Yo decido salir a tomar un poco de aire. Lo necesito con urgencia.

—Espero no molestar. —Todos mis sentidos se activan al escuchar la voz a mis espaldas.

—Tú nunca molestarías, Clare —añado en susurros. «Nervios de acero, Luke. Nervios de acero», me digo a mí mismo una y otra vez como mantra, con la esperanza que funcione.

—¿Cómo te fue todo? En Londres digo.

Dejo escapar un suspiro y giro mi rostro hacia ella. Por un momento, me quedo obnubilado. Su piel brilla por el sudor. Su vestido pegado a sus curvas deja poco a la imaginación. Los ojos grises me miran fijamente y achico los míos al notar algo extraño en ellos. Como si buscaran una esperanza. No lo creo. Estoy pensando boberías.

—Sí, todo fue muy bien. La empresa de papá está dando muchos frutos. Es probable que a finales de este año me mude hacia allá.

—¿De verdad?

—Pues sí, claro. Hasta ahora, bajo mi mando todo ha ido de maravilla y queremos seguir expandiéndonos por Europa. Tienes que ir un día, Clare. Mirar el Big Ben, el Arco, sus lagos y fuentes son preciosos.

Al decir eso es como si el recuerdo del lago volviera a mi mente. La primera vez que la llevé y la vi como la verdadera Clare Hanz. Con brackets y ropa holgada, o cuando la llevé por segunda vez, donde disfrutamos y pasé la mejor tarde de mi vida en esa cabaña cuando la hice finalmente mía.

—Me encantaría. Mi padre también quiere expandir una sucursal hacia Europa. —Una leve sonrisa amarga aparece en sus labios—. Se te extrañaba por aquí —añade con cierta timidez. El rubor sube a sus mejillas, y sonrío sin separar los labios. La fase de chica ingenua no la ha perdido—. Aunque Nicky quiera explotarte con la mirada, ella en el fondo también te extraña. Alex ama a todos.

—¿Y tú? —Me giro completamente hacia ella.

—¿Yo qué? —Coloca un mechón de pelo detrás de su oreja.

—¿Tú también me extrañaste? —insisto intentando buscar una señal.

Algo que me diga que aún me sigue amando como yo a ella. Un atisbo de lo que fue de nosotros.

—Luke, yo...

—Hola, cariño —interviene una voz, y giro mi cabeza con brusquedad hacia el individuo.

—Hola, Jackob. —La sonrisa de ella se amplía, y balde de agua fría cae sobre mí al notar el brillo en sus ojos cuando lo ve—. Viniste.

«Así que este es el famoso Jackob Stuart. No tiene nada del otro mundo», me digo a mí mismo, mientras le hago un leve escrutinio al intruso y cruzo mis brazos en el pecho.

—Lo siento por llegar tan tarde. Me compliqué en la empresa con John ultimando detalles y creí que no te alcanzaría aquí. —La acerca a él por la cintura, y la besa por la sien.

—JC, este es Luke Smith, el hijo de John. Luke, este es Jackob, mi prometido. —El chico besa el dorso de su mano, y por primera vez me percato de la sencilla sortija en el dedo anular de Clare.

«Contrólate, Luke. Mantén la compostura», intento tranquilizarme, mentalmente.

—Ah, así que este es el segundo jefe. Mucho gusto. Soy Jackob Stuart, el director de Marketing de la empresa de tu padre. —Extiende la mano hacia mí, y hago lo mismo por respeto.

—Mucho gusto. Me alegro que seas el prometido de Clare, aunque debo decirte que las londinenses son espectaculares.

La mirada glacial y fría de Clare sale a relucir al instante. En otras palabras: Soy un imbécil.

—Te voy a ser sincero —añade Jackob, con voz no tan jovial—. Yo estudié Marketing y comercialización en Londres, y ninguna mujer se compara a la de mi prometida. Ni siquiera le llegan a los talones. —Sus miradas conectan y la mirada fría de Clare desaparece, dando paso a una más cálida—. De eso estoy completamente seguro. No podría tener ojos para otra que no sea ella.

La acerca por la cintura un poco más y se besan. Aprieto mis dientes para no cometer una locura, porque al final la culpa fue mía por ser idiota.

—Vamos a entrar, JC —habla ella, cuando finalmente la deja respirar—. Esta noche necesito despejar. Voy a tener unos días bien largos con el nuevo trabajo.

Se toman de la mano y entrar al bar.

«¿En qué estabas pensando, Luke? ¿Es en serio? ¿No se te ocurrió nada menor que decir que las londinenses eran exquisitas?», me pego un puñetazo mental mientras mi propia conciencia me recrimina las palabras. «Muy bien. Voy a entrar y disfrutar del ambiente. Mente positiva, compañero. Mente positiva», me digo una y otra vez mientras camino al bar.

Busco su silueta antes de subir a la segunda planta para reunirme con los chicos, aunque no fue difícil encontrarla. Me paro en seco al ver la escena frente a mí mientras la canción "King of my heart" truena en mis oídos. Clare tiene las manos detrás del cuello de Jackob mientras bailan pegados. Él le susurra algo al oído ella sonríe, y mi corazón se entristece cuando veo en sus ojos ese brillo que nos pertenecía cuando nuestras miradas chocaban en la secundaria.

El día que la hice mía me miraba de esa manera. Con amor y ternura. No hacían falta palabras para saber lo que pensábamos. Sentí algo húmedo en mis mejillas y dejo que siga su camino. Luke Smith llorando. Cada palabra de esa canción rasga mi alma. Necesito salir de aquí. Subo los escalones de dos en dos hasta donde están sentados todos mis amigos. Incluyendo Victoria, el rubito, y una chica que no conozco.

—¿Todo está bien? —inquiere Damon, cuando llego a ellos.

—Tranquilo, no pasa nada —contesto, intentando normalizar la voz, pero por su ceño fruncido, creo que notó algo.

—Hola, Luke —saluda la pelirroja.

—Hola, Victoria —añado con tono seco.

—Vamos, cariño, nos esperan abajo —añade el rubito tomándola por la cintura—. Un gusto verte de nuevo, Smith. No había tenido el placer de presentarme formalmente. ¿Qué pasó esa vez? Ah, cierto. Ese día me caíste a golpes.

«Contrólate, Luke», me digo a mí mismo mientras aprieto los dientes. No estoy para juegos.

—Billy, hablamos de esto —interviene Victoria en reprimenda—. Déjalo en paz

—Lo siento. Rebobinemos. Luke, un placer verte. Soy Bill Jonas, el novio de esta belleza pelirroja.

—Hola —contesto, cortante—. Chicos, estoy un poco cansado del viaje. Nos vemos mañana en la empresa.

—¿Ya te vas? —pregunta Alex—. ¿Podrás llevarme? No me siento bien.

—Eso te pasa por beber, Alex —recalca la muchacha que no conozco, y la aludida resopla.

—Ay, no pelees, si solo fue uno solo. ¿Nos vamos?

—Sí, claro —contesto, cuando Archie me da luz verde—. Nos vemos mañana. Chicos, ustedes...

—Nosotros podemos regresar en taxi —contesta Damon.

Antes de salir del local le doy un último vistazo a Clare. Ahora su mejilla está apoyada en el pecho de su prometido. Mi corazón deja de latir por un instante.

—Vamos, Luke. Seguir observando desde la distancia solo aumentará tu dolor. —Alex me saca de aquel lugar prácticamente a rastras. Verla en los brazos de otro me rompió más de lo que pensé—. Tienes que dejarla ir. Ya es hora de dejarla atrás.

—Lo deseo con el alma, Alexandra. Te juro que sí. Todo este tiempo intenté no verla e incluso no pensarla. —Entramos al auto y dejo escapar un suspiro—. Pero fue imposible sacarla de mi mente. Ella entró a la oficina y con solo sentir su olor ya yo me sentía... —Sacudo mi cabeza y salimos a la carretera.

—A veces la distancia y el tiempo lo que hace es acrecentar el amor en vez de disolverlo.

—Puse distancia entre ella y yo porque creí que era lo mejor.

—Te diste por vencido. Los dos hicieron una estúpida apuesta por separado sin tener en cuenta que no puedes jugar con el corazón como si fuera una pelota de ping pong.

—Y ahora ya es muy tarde. —El silencio cae sobre nosotros—. ¿Dónde te dejo?

—Me quedo en otro lugar esta noche. Sigue mis indicaciones. No queda muy lejos. ¿Podríamos pasar primero por un Jack in the box o un Taco Bell? Me muero de hambre.

—Muy bien. Allá vamos.


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