Capítulo 4 «Dos palabras»
Luke
Ella hace que mis nervios florezcan como un tonto adolescente. Por Dios, que tengo veintiocho años y parezco un imbécil. No han pasado ni veinticuatro horas y ya estoy hecho un... un... Sinceramente no tengo ni palabras para decir lo que soy en estos momentos.
Ese pensamiento se repite en un bucle sin parar todo el tiempo que manejo. Necesito salir y despejar. Necesito a mis amigos ahora más que nunca. Archie, después de terminar la licenciatura en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, decidió alquilarse en un departamento y ha estado viajando por el país gracias a su trabajo.
—Hombre, que al fin llegas. —Me recibe en la puerta seguido de un abrazo—. Ya se te extrañaba por los alrededores.
—Yo más, Archie. Créeme —comento, emocionado, al entrar en su departamento sencillo, pero grande.
Paredes azul claro y muebles blancos. La cocina está separada del lobby solamente por una isleta en forma de L. Una escalera de caracol metálica está a la derecha de la estancia. Seguramente hacia el dormitorio, porque en la planta baja no se ve más que la cocina, la sala de estar y una puerta. Todo pulcramente limpio. Típico de él.
—Siéntete como en casa. Damon está a punto de llegar. —Le sigo hacia la cocina y me acomodo en uno de los taburetes cercano a la isleta—. Pues cuéntame. Me molestó el que entraras al país hoy y no me avisaras.
—¿Y tú como lo supiste?
—Secreto de gobierno. —Ambos reímos, y el sonido del timbre de la puerta llega a nosotros—. Ese es Lautner. Hazlo pasar. ¿Quieres café o estás para picar?
—Las dos cosas —grito de camino a la puerta. Al abrir, un puño impacta en mi estómago, sacándome casi todo el aire—. Hola para ti también, Damon —digo en susurros, haciendo una mueca de dolor, inclinado levemente hacia adelante.
—Eso es por no avisarnos, idiota —murmura cerca de mi oído, y yo solo asiento tomando una bocanada de aire con dificultad—. Ven acá, imbécil.
Me levanta y me abraza con fuerza. Aguanto la respiración por la presión que hace en mi estómago de forma consciente.
—Lo siento por eso. —Palmea mi espalda y se dirige a la cocina—. Archie, vengo famélico.
—Pues búscate a una mujer que te cocine —rebate mi amigo, con espátula en la mano.
—¿Para qué buscarla si te tengo a ti? —Ambos ríen a carcajadas, y niego con la cabeza.
—¿Eso era necesario? Golpeas demasiado fuerte, Damon. ¿Qué rayos te dieron de comer en la academia?
—No seas flojo, Smith. ¿Esos aires de Londres te hicieron daño o qué?
Todos han cambiado. Archie tiene una pequeña barba y piel más bronceada. Damon se ha dejado el pelo negro largo, pero no lo suficiente como para hacerse una pequeña coleta.
—Chicos, como los extrañé —declaro en un susurro, mirándolos a ambos.
—Nosotros también. A pesar de estar a tope de trabajo, siempre pienso en nuestros años de la secundaria —comenta Archie, acercando pan y unos huevos revueltos en un plato—. Damon, agarra las Dr Pepper.
—A su orden, señor.
Sonrío sin separar los labios al ver que aún mantienen la camaradería de siempre.
—Cuéntenme.
—Nada nuevo que añadir, Smith —contesta Lautner, al dejar las bebidas en la isleta—. Archie trabaja chismeando entre las cámaras, y yo arreglo las cámaras con las que chismea.
El aludido le pega en el hombro con la espátula, y Damon protesta, frunciendo el ceño.
—Anda, imbécil, que lo asustas. Mi trabajo es la vigilancia. De esa manera supe que habías entrado en el país sin avisarnos —aclara mi amigo, al ver la confusión en mi rostro.
—Archie, Luke ya está aquí. ¿Existe la posibilidad de salir esta noche?
—Damon, la última vez...
—La última vez él no estaba. Venga, hombre. Necesito mover este esqueleto oxidado que tengo. Contigo es solo trabajo, trabajo y trabajo. Luke, por favor, convéncelo —implora, con las palmas unidas en forma de rezo y un puchero en los labios.
—Damon... —le reprende Archie.
—Chicos, yo...
El estrepitoso sonido de sus móviles me interrumpe.
—Es Nicky —comenta Archie, preocupado.
—Y no es nada bueno cuando solo dice: Alerta Roja. Empresa de John. Primera hora. —Suspira y gime por lo bajo mientras hunde la cara entre sus manos—. Ahora sí se acabó la juerga. Hombre, llegaste hace menos de veinticuatro horas, ¿y ya tenemos problemas?
—¿Qué pasó?
—Robaron en la empresa de papá, Archie.
—¡Qué! —exclaman al unísono, sorprendidos.
—Al parecer ocurrió el fin de semana. Cuando mi padre llegó el lunes en la mañana, estaba todo vacío y las transacciones realizadas. ¿Por qué ustedes tendrían que estar en la empresa mañana? Creí que solo era Clare.
—¿La viste? —preguntan al mismo tiempo, dudosos, y asiento con lentitud.
—Hoy fue a la empresa a ver a mi padre. Su oficina estaba hecha un caos. Tranquilizarlo me tomó mucho tiempo.
El horno del departamento comienza a sonar, y el olor a bacon inunda la estancia.
—Archie, necesito un baño que apesto. Regreso en un instante.
Damon se retira hacia la única puerta en la primera planta con el plato lleno de huevos y bacon, y la bebida en la otra mano.
—¿Vive contigo?
—Ambos pagamos la renta. Mientras él no se meta en mi vida, yo hago lo mismo. Ah, y sus citas tienen que marcharse antes de yo poner un pie en la cocina. ¿Galletas saladas?
Asiento, y vacía algunas en un plato frente a mí.
—Aún no cambia, ¿verdad? —pregunto, mientras lleno la galleta con mayonesa.
—Ese no lo hará, aunque Nicky le diga que sí y estén en paz durante un día entero sin gritos.
—¿No dejan de discutir?
—No me hagas reír, Luke —añade, divertido, y le doy un mordisco al bocadillo—. Esos han discutido la vida entera. No van a parar ahora. Muy bien, ahora que Damon nos dio espacio, escupe todo antes que te golpee con la espátula a ti también.
—¿De qué estás hablando? —inquiero, intentando parecer confundido, pero sé a lo que se refiere. Él me conoce demasiado bien.
—No te hagas el tonto. Diez años han pasado, Luke. Diez años. No has querido hablar con nadie desde lo ocurrido, y ambos sabemos que estás a punto de explotar porque el solo pensar en ella hace que tu piel se erice, así como la simple mención del nombre de Clare Hanz, justo como ahora.
Con el mentón indica hacia mi brazo y gruño por lo bajo al ver que tiene razón.
—Aún la amo, Archie.
—Llegaste un poco tarde para eso, ¿no crees?
—Sé que se comprometió hace poco con un tal... Jackob. —Decir su nombre es como tomar un trago amargo—. ¿Por qué no me dijeron nada? No supe de ella en años.
—Porque nunca preguntaste —ataja, con voz neutra.
—¿Sufrió mucho?
—Si fue así no lo demostró. O al menos yo no la vi. Eso sí. No fue al baile de graduación. La relación de Damon y mía estuvo pendiendo de un hilo con ella gracias a la estúpida apuesta que comenzaste, y ella ganó por su lado, pero logramos superarlo. Aún sigo molesto con ustedes por semejante burrada.
—Hoy la vi, y sus ojos me miraron con tanta frialdad que me asusté —digo, rellenando otra galleta.
—Con excepción del tonto de Damon, todos cambiamos un poco.
—Oye, saliendo un poco del tema ¿Por qué Nicky les mandaría un mensaje que solo le compete a Clare?
—Una vez graduados de la universidad, formamos un equipo. Cuando hay alerta roja, dejamos todo lo que estemos haciendo y nos ponemos en cuestión del nuevo trabajo. La paga es buena.
Abro la boca tan grande que el mentón puede llegar al suelo.
—¿Por qué me quedé fuera?
—La líder principal es ella. Con eso respondo a tu pregunta —explica, y enarca una ceja.
—Eso no tiene nada que ver —reclamo, al sentirme excluido.
—De acuerdo con nuestra carrera, cada uno tiene una función. Además, ni siquiera sabíamos si regresarías. No teníamos noticias de ti. Cuando venías, era de manera fugaz. La última vez que te vimpos fue cuando fallecieron los padres de Nikcy. Clare tuvo que hacer hasta la imposible por no encontrarse contigo ese día. A que ni siquiera te enteraste que hizo las prácticas de la universidad en la empresa de tu papá.
—Pues... no. ¿Ella estuvo en el funeral?
—¿Ves a lo que me refiero? ¿En verdad hubieras sido capaz, en ese entonces, de trabajar con la chica que hoy en día sigues amando? Seamos sinceros, Smith. La respuesta es no. Si trabajamos en el mismo equipo, lo de ustedes solo hubiera empeorado todo, y la tensión en el ambiente se hubiera podido cortar con una navaja suiza.
—Lo siento, Archie.
—Esas dos palabras no van a arreglar todo el daño que le hiciste. Bueno, que ustedes se hicieron. Para ver sufrir a una persona no necesariamente tiene que llorar, Luke. Hay quienes pueden ocultar su dolor de formas que no te imaginas. —Suspira y sus hombros caen cansados—. Clare intentó por todos los medios ser la misma de antes, pero eso fue imposible. Le costó mucho ser la mujer independiente que es ahora. Lleva la empresa de su padre al dedillo, más todas las sucursales dentro y fuera del país. Eso, sin contar con las clases que da a los nuevos egresados de su carrera. Ah, ahora que está a punto de casarse, parece mucho más relajada.
—La perdí.
—Yo te lo advertí muchas veces, pero no me hiciste caso. Cuando casi la perdemos el día del derrumbe, me di cuenta que estabas enamorado de ella hasta los huesos. Pero eso no fue suficiente para que nos dijeras la verdad. Incluso te pedí que no jugaras con ella.
Frunzo los labios, molesto.
—Muy bien, chicos. Vamos —interrumpe Damon, ya listo para salir de fiesta.
—¿Vamos? Eso me suena a manada. ¿A dónde?
—Archie, van a ser unos días bien largos. Salí de mi puesto de rastreo hoy y mañana entro en otro trabajo del cuál no tenemos idea su fecha de terminación. Necesito salir y despejar, y por la cara del recién llegado, creo que piensa lo mismo yo.
Las miradas de ambos recaen sobre mí. Archie cruza los brazos en el pecho y Damon enarca una ceja.
—¿Luke?
—Yo estoy de acuerdo con Damon —digo finalmente.
—Denme 20 minutos después de comer y estoy listo —finaliza Archie, derrotado, pero sonriendo. A él también le atrae la idea de salir.
—Vamos. Hoy es noche de Taylor.
—¿Noche de qué? —pregunto, parpadeando, confundido.
—Pon tu trasero en el carro, ¿quieres? —añade Archie.
Pongo los ojos en blanco y Damon ríe de soslayo.
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