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Capítulo 38 «Todos juntos»

Clare

Todo ha terminado por fin. Keith Prescott está en la cárcel. Se descubrió que está muy enfermo, y regresó a los Estados Unidos en su intento de buscar venganza. Algo que le salió completamente mal. De Stella no sabemos nada. Y mejor de esa forma.

Han pasado varios días desde que le dieron el acta a Luke del hospital. Por orden de Jake, debe estar tres meses de reposo. El lugar donde había impactado la bala es muy delicado, pero con mucha paciencia y cuidado, podía recuperarse y volver a su antigua vida. Al salir, los globos y confetis fueron nuestro saludo. Alex era la única que faltaba. Desearía que ella también saboreara la victoria junto a nosotros.

—¿En qué piensas?

—En Alex —contesto, y los ojos azules de Smith se apagan levemente—. Desearía que ella estuviera aquí para celebrar la victoria. Todo ha sido un caos en estos últimos días.

—Pero todo se resolvió, Clare. Es lo importante —añade, acercándome a él por los hombros.

Recuesto mi cuerpo por completo al espaldar de la cama, para que no sienta todo mi peso.

—A veces pienso en Stella.

—¿En ella? ¿Por qué? —pregunta, pasando la mano por mi brazo con parsimonia.

—Me ayudó mucho, Luke. Gracias a ella, Amber está viva.

—¿Qué pasó ese día, Clare?

Paso la lengua por los labios. Sabía que este momento llegaría, pero no pensé que sería tan pronto.

—Cuando subí a la azotea, necesité reunir todo el control que pude. Mi hija estaba en peligro. Ella logró zafarse, pero escuché un disparo y la pequeña se detuvo. Sentí que la vida se me iba en esos instantes. No podía creer o pensar con claridad. Si ella moría frente a mí, Irina lo pagaría con su vida. Corrí hacia ella, a penas la vi tocar el suelo con sus rodillas, pero la persona que cayo derrumbada sin vida fue Irina.

—¿Irina? Pitufina, no estoy entendiendo nada. ¿Quién es Irina?

—Lo siento. Olvidé que tú no sabes nada. Stella Parker es en realidad Stella Prescott, hija mayor de Keith Prescott. —Luke traga en seco—. Ella no tuvo nada que ver con la muerte de Alexandra o con las tarjetas que me llegaban. La que hacía esas cosas era Irina Emerson.

—¿Quién es Irina Emerson?

—Ella trabajaba en la empresa de tu padre. Casi termino en la cárcel por ella.

—¿En la cárcel? Si antes te tenía miedo, ahora me aterras, Pitufina.

—Stella solo estaba para vigilar e informar a Keith de nuestros movimientos. Me di cuenta, que ella solo quería sacar a su padre de su vida. Puede tener el apellido, o incluso la sangre de Keith, pero en realidad, ella no quiere nada de esa vida. Fue la que encendió el GPS en mi reloj y me dio el arma para defenderme en ese lugar. Por esa razón no presenté denuncia en su contra o pusimos una orden de búsqueda y captura.

—¿Yo me perdí todo eso? —protesta, frustrado, y sonrío.

—Le debo mi vida y la de Amber. Ella mató al hombre que te disparó delante de mis ojos. Cuando mató a Irina, se fue en el helicóptero y desde entonces no he sabido más de ella. Te amaba de verdad. Espero que esté bien donde se encuentre

—Ella no era una mala chica. ¿Por qué me ocultaste lo de Amber? ¿Ella ya lo sabe? ¿Por qué Hannah tomó el lugar de madre?

—Baja la velocidad que vas acelerado, compañero. Ya no estamos en el circuito de motos. Una pregunta a la vez. Por ley, es mi hija, pero Hannah la cuida porque no puede tener hijos. Además, la tuve en tiempo de universidad. Mi hermana la cuidaba en mi lugar. Sabe que soy su madre, pero pasa más tiempo con Hannah, y la quiere como si fuera la suya propia. Y no. Nunca me desligué de ella. Siempre estuve a su lado en cada ocasión. Me negué a participar en muchos operativos para estar con mi hija.

—¿Ella sabe a lo que te dedicas?

—Debería tener una vida normal, con una familia normal. —La opresión en mi pecho se agranda, y siento que apenas puedo respirar—. Ahora, debo llevarla con el psicólogo para que pueda seguir creciendo sin secuelas después del trauma que vivió, justamente por mi culpa. Tuve que decirle la verdad. Nunca fue mi intención atraerla a esta vida, Luke. Intenté evitarlo por todos los medios. Es solo una niña.

—Clare, si esa hija es nuestra, te aseguro que pasará esta etapa. Cuenta con nuestro apoyo, y eso es lo importante. ¿Sabe la verdad?

Niego con la cabeza al momento.

—Si no hubieras regresado, me parece que nunca le hubiera contado. Pero ahora estás aquí. No quiero obligarte a nada, Luke. Ella es mi responsabilidad. Yo decidí...

—Eh, eh, tranquila. Ella es nuestra responsabilidad. Ya me perdí mucho tiempo de su vida.

—Luke, no...

—Clare, no. Me perdí mucho tiempo de su vida. Primeros pasos, llevarla al colegio o incluso cuando se le cayó el primer diente. Si me dejas, quiero estar en su vida como padre y amigo. ¿Está bien para ti?

—Claro.

La puerta se abre, y la cabeza de Archie es la primera que vemos.

—Chicos, venimos a ver al lisiado.

Sonreímos, y tanto él como el resto del equipo se adentra en la habitación de Luke.

—Cuando me levante de esta cama, veremos quién es el lisiado, Archie —amenaza Smith, y el aludido ríe por lo bajo.

—Uy, sí. ¡Qué miedo tengo! —añade Damon con burla, y Luke le lanza un almohadón.

—Clare, tenemos un asunto que hablar —reclama Nicky, y bajo la cabeza, avergonzada—. Pero primero que todo, alguien quiere verte. Puedes pasar.

Mi vista se nubla al instante de verla. Sus ojos azules y sonrisa tierna me observan divertidos desde la puerta.

—Alex —musito, con voz quebrada.

Me levanto de la cama con rapidez. Atravieso a mis amigos, y caigo en sus brazos, llorando.

—Hola, compañera —dice, con dulzura—. Veo que me has extrañado.

—Estás de broma. —Me alejo un poco, y sorbo la nariz—. No sabes lo que he sufrido. Lo que hemos sufrido. No sí si molestarme contigo por tu fingida muerte o llorar de la alegría.

—Moléstate, ahora. Después del tercer grado que te haremos, vas a querer llorar.

La abrazo una vez más, y siento como mi corazón palpita con rapidez. Mi felicidad ahora está completa. Nos acercamos a la cama de Smith y nos sentamos a su alrededor.

—Por favor, Clare, ilumínanos —protesta Nicky, molesta—. Necesito que me expliques como nos has ocultado durante casi diez años que tengo una sobrina. ¡Por Dios, que tiene 9 tíos!

—Chicos, yo...

—¿Sabes lo feliz que me sentí cuando me enteré de eso? —La asiática sigue su discurso—. Hubiera dado mi riñón por ver a esa niña caminar sus primeros pasos.

—Y yo le hubiera hecho el mejor video de sus primeros años de infancia —añade Damon, orgulloso.

—Dios, las fotos de ese video se las hubiera hecho yo. Esa niña es preciosa —señala Liz.

—Hubiera viajado con nosotros por carretera —protesta Victoria.

—Y yo me encargaba de comprarle su primera motocicleta de carreras.

—Hermano, solo tiene diez años —rebate Lis a Bill, y este se encoge de hombros.

—Oye, los niños de esa edad hacen cosas peores con un móvil o tableta en la mano —replica su hermano, y la pelirroja niega con la cabeza.

—Esperen. ¿No están molestos conmigo? —pregunto, confundida.

—Oh, Clare Hanz. Molesta se queda corta por cómo me siento en este momento —protesta Nicky, cruzándose de brazos.

—Nos quitaste momentos lindos con ella, Clare, y eso no te lo perdonaremos nunca —interviene Alex, y Archie la atrae hacia él por los hombros para darle un beso en la sien—. ¿Sabes la cantidad de travesuras que hubiéramos hecho juntos?

—Gracias, chicos.

—Abrazo de grupo. —La calidez de mis amigos y su constante apoyo hacen que las lágrimas salgan sin parar. No puedo pedir mejores compañeros que ellos.

—Chicos, están siendo injustos —protesta Luke, y sonreímos.

—¿Tú también, Smith? —protesta Tyler, el novio de Lis.

—Ah no. A mi no me pueden culpar —se defiende—. Yo me enteré que soy padre hace una semana. Me refería a que están siendo injustos no con Clare, sino conmigo. Están allá lejos, abrazándose como mejores amigos, y yo sin poder moverme. Esa es una injusticia —protesta, cruzándose de brazos en el pecho.

—Él lo pidió —añade Alex, sonriendo—. Abrazo de grupo, pero con cuidado.

—¿Puedo pasar? —dice una vocecita desde la puerta. y nos separamos.

—Pero claro, pequeña —contesto, palmeando entre yop y Smith.

La pequeña corre y sube a la cama con ayuda de Bill y Tyler.

—¿Ya estás bien, Luke? —pregunta, tomando con cariño la mano de él con sus manitas.

—Contigo aquí, pues claro —contesta, y sus ojos azules se cristalizan.

—AMBER, ¿puedo hacerte una pregunta?

—Claro, Tita —contesta, girándose hacia mí.

Sus ojos me observan con ternura. A veces me dolía verla. El azul de sus iris me recordaba tanto a Luke, que me dolía, y en ocasiones, debí encerrarme en el baño a llorar. Pero ahora estamos todos juntos. Rogarle a Dios que todo salga bien y ella entienda.

—¿Quieres saber quién es tu papá?

—Yo sé quién es —contesta con rapidez, y trago en seco—. Es tío Luke

Mis ojos quieren salirse de mi rostro. Smith no sabe hacia dónde mirar, y la tensión es notable en la cara de mis amigos.

—¿Cómo sabes eso? —pregunto, con curiosidad.

—Nany Mía siempre me dijo que mis ojos eran como los de mi papá, y me enseñó fotos tuyas cuando tenías mi edad, Tita. No hay que ser mago para adivinarlo.

«Esta niña a veces me deja sin habla. ¿De dónde saca tanta inteligencia? Oh, cierto. Es mi hija», pienso.

—¿Y eso es bueno o es malo? —pregunta

—Bueno —grita la niña, y le abraza—. ¿Puedo llamarte tito?

—Claro que sí, cariño —contesta Luke, con una sonrisa en los labios, y besa la cabeza de Amber.

—Además, Tito Luke tiene un lunar justo como el mío en la espalda.

—Espera. ¿Y cómo sabes eso? —pregunta Lis.

—Oh, oh —añade la pequeña, y todos reímos a carcajadas.

«Cuando agarre a mi abuela la mato, la incinero, y lanzo el polvo al río más cercano», pienso.


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