Capítulo 31 «Londres»
Luke
Al día siguiente de la muerte de Alex, volamos hacia Londres. Robert nos prestó su Jet y nos acompañó a nuestro destino. De la explosión solo quedan las cajas negras. Dean, el piloto, y Autumn, la aeromoza, también fallecieron. Intentamos consolar a los familiares cuanto pudimos.
Estuvimos un par de días en la ciudad hablando e investigando. El equipo dejó la búsqueda de Keith y nos preparamos para el funeral de nuestra amiga al regresar a Dallas. Prescott ni siquiera nos dio el honor de enterrar un cuerpo. Estamos cubriendo con tierra un féretro vacío.
De ese momento lleno de tristeza y quebranto, ya ha pasado una semana. Clare intenta mantener la fortaleza de siempre delante de nuestros amigos, pero en las noches llora desconsolada. Me culpo por no poder hacer nada para eliminar ese dolor. Lo único que puedo ofrecerle es mi abrazo, esperando controlarla. Ella y Alexandra eran muy cercanas.
Hanz nos une por su fuerza y carácter, pero Alex lo hacía desde el corazón. Su dulce voz y carisma hubiera enamorado a cualquiera. Cuando Mía se enteró del incidente, tuvimos que llevarla al hospital. La tensión le subió tan alto que nos asustamos. Liam y John siguen devastados, y Dorothea no ha parado de llorar. Su rostro se ha vuelto cenizo y contrito. Vicky y Bill intentan llevar su dolor, y al mismo tiempo animan a la madre de nuestra pelirroja.
Regresamos, pero es como si una parte de nosotros hubiera muerto. La pequeña Amber regresó con Hannah, y dos días después no se había recuperado. Clare y su hermana estaban preocupadas por su estado emocional. Esa niña también era muy apegada a Kingsman, pero como una campeona, días después llamó, dándole ánimos a mi chica.
—Hola, Tita —dice Amber con dulce voz.
—Hola, cariño. ¿Todo está bien?
—Todo está bien. ¿Cómo estás tú?
—Yo estoy bien, cariño —responde Clare, aguantando los sollozos. Sus ojos están cubiertos de lágrimas—. ¿Dónde está Hannah?
—Salió con Wilson. Tita, no llores más, por favor.
—Pero si yo no estoy llorando, mi pequeña.
—No me digas mentiras que puedo sentirlo en tu voz. Ese día yo la vi. Me sonrió y desapareció. Ella está bien, y nos está cuidando —insiste con tanta inocencia, que mi pecho se encoge. Se imaginó que vio a Alex el día de su funeral.
—Lo sé, mi niña. Ella nos está mirando desde el cielo.
—¿El tío Luke está contigo?
—Aquí estoy, Amber —intervengo, en voz baja,
—Cuida mucho a mi Tita y dale muchos abrazos.
—Puedes estar segura de eso.
—Adiós. Saludos a Nany Mía.
—Adiós —decimos al unísono, y termina la llamada luego de lanzar un beso.
—Adoro a esa niña —alago, besándola en la sien.
—Yo también. Cuando Amber llegó a nuestras vidas, Alex ...—Deja la idea en el aire. Una lágrima se escapa, así como un sollozo—. La extraño mucho.
—Todos la extrañamos, Clare. Era una parte de nosotros, no solo una amiga.
—Ella era como mi familia. Adoro a mis amigos, pero...
—Tu conexión con Alex era más fuerte.
—Hola, muchachos —interviene Mía, adentrándose en la cocina.
—Amber te manda saludos —comento, y ella sonríe con ternura.
—¿Cómo está mi nieta?
—Es mucho más fuerte que nosotros —responde Clare, sorbiendo su nariz roja como un tomate.
—Se acabó —protesta Liam detrás de nosotros, y mi chica da un salto en su asiento.
—¿Papá? ¿Cuándo llegaste? —pregunta Clare.
—Ahora mismo. Tienen que parar —increpa el señor Hanz—. Ya es hora de buscar al tal Prescott y meterlo a la cárcel para toda su maldita vida. Si me dan permiso, lo encerramos en un edificio abandonado y explotamos todo el lugar.
—Liam, no hables así. ¿Qué van a pensar los muchachos? —protesta Emma, la esposa de Liam, entrando por la cocina.
—Hola, hermana —saluda el pequeño Max.
—Hola, campeón.
Este sonríe un poco, y la abraza por la cintura.
—Choca ese puño, hermanito.
Entre ellos dos hacen el gesto de chocar puños y luego explotar.
—Hola, Max. —Chocamos las palmas de las manos—. Tengo un nuevo juego en la Xbox. ¿Quieres probarlo?
Los ojos del menor de los Hanz se iluminan y camina en dirección al salón de juegos de la casa.
—Muchas gracias, Luke —agradece Clare, y beso la punta de su pequeña nariz.
—No sé cómo lo haces —alude Emma, y suspira—. Estuviste ausente durante años y te lo ganaste en tres semanas. Por favor, dame la receta.
Todos reímos en la cocina ante la súplica de Emma, y se unen a desayunar.
—Buenos días —habla alguien a nuestras espaldas.
—Buenos días, John —saluda Clare, intentando evitar a la persona al lado de mi padre.
—¿Qué haces aquí? —protesto, mirando con molestia a Jackob.
Su traje negro de tres piezas le da cierto aire peligroso. Sus ojos claros hacen un buen contraste con su cabello castaño claro y piel morena. Ella niega con la cabeza. Stuart no apareció ni siquiera para el entierro.
—Vine en son de paz, Smith —se defiende, levantando las manos hacia arriba—. Clare, lo siento mucho por la pérdida de Alex.
—Muchas gracias por preocuparte —contesta, en tono mordaz—. ¿Qué haces tan temprano por aquí, John?
—Clare, sé que estás pasando por un momento difícil —Deja las palabras en el aire, y niega con la cabeza—. ¡Qué estoy diciendo! Todos estamos pasando por un momento muy difícil, pero tenemos cosas mayores que hacer. Se lo debemos a Alex. Hijo, necesito que en dos días vayas a Londres con Jackob.
—¡¿Estás de broma?! —protesto, más exclamando que preguntando.
—Alex ya no está, pero tenemos que seguir con nuestras vidas. Y la empresa tiene que seguir adelante. Se lo debemos.
—Es verdad, muchacho —interviene Liam—. Precisamente venía para hablar con Clare sobre un asunto importante en cuanto a la constructora, pero puede esperar. Mía, ¿crees que podamos quedarnos contigo unos días?
—Esas cosas no se preguntan, Liam. ¡Por Dios Santo! Sabes que me encanta tenerlos por acá.
—Abu, el cuarto de huéspedes es muy pequeño para ellos tres. ¿Qué tiempo te quedas, papá? —pregunta Clare.
—Solo serán unos días —responde Emma, y la abraza un poco.
—Entonces yo me voy al departamento para que no estemos ajustados aquí.
—Quédate en mi casa, Clare —comento—. Así estás cerca de los muchachos.
—Por mí no tienes ningún problema. Sabes que siempre me gusta tenerlos alrededor —habla mi padre de mejor ánimo.
—Gracias, John —agradece mi chica.
El timbre de la puerta suena, haciendo que todos elevemos las cabezas.
—Yo voy —habla papá, y al regreso, noto el sobre en sus manos—. Clare, esto llegó para ti.
Ella abre el sobre y frunce el ceño, confundida. Del interior, saca una tarjeta color crema.
—Como este sea otro juego de Prescott, juro que me lo cargo —protesta, molesta.
—¿Otro sobre más? —Le quito la tarjeta de las manos—. "Vas a pagar por lo que hiciste".
—¿Qué quiere decir? —pregunta Emma.
—No lo sé, pero voy a averiguarlo —contesta Clare, estrujando la tarjeta en sus manos—. Tú ve para Londres. Tu padre te necesita. Yo me encargo de atrapar a ese hombre donde quiera que esté.
—No me gusta dejarte sola.
—Puedo cuidarme sola, Smith. Siempre lo he hecho.
Sonríe y un extraño brillo aparece en su mirada gris, haciéndome volver a nuestros años de secundaria. Eso solo significa que tiene una idea en su cabeza, y no me va a gustar para nada.
Volver a Europa no estaba en mis planes, pero debo hacerlo por papá y la empresa. Desde hace tres días estamos aquí y la falta de Clare está haciendo merma en mí. Jackob apenas habló en el camino. Siempre estuvo pegado a su celular en constantes llamadas con mi padre. Nos alojamos en el hotel "Corinthia", y ahora estoy en una reunión con posibles accionistas en este lado del hemisferio.
Mi padre siempre ha soñado con expandir su empresa a Europa y aquí se nos dio la oportunidad. Dos horas después de mucho debate, entre Jackob y yo logramos que todos los asistentes quisieran invertir en la empresa TecnoLena.
Stuart me sorprendió. Defendió con mucho ahínco su postura de comercializar y darle propaganda a la empresa de mi padre. A pesar de formar parte del pasado de Clare, es muy bueno en lo que hace.
—Estoy agotado —digo, estirando mis brazos.
—Yo también. Fueron mucho más difícil de convencer de lo que creí.
—Hiciste un buen trabajo allá adentro, Jackob. Debo reconocerlo.
—Hago lo que me gusta, Luke. Tu padre me dio la oportunidad y la tomé al instante.
—Él viejo no se equivocó.
—¿Puedo hablar contigo?
—Es lo que estamos haciendo ahora. Dispara.
Él sonríe de soslayo, y eso no me gusta mucho.
—Hasta hablas como ella. Quería hablarte sobre Clare.
«Ya sabía yo que se había demorado mucho», pienso, y frunzo el ceño.
—Definitivamente lo hiciste. Lograste apartarla de mi lado.
—Jackob, yo... —Intento defender mi postura y explicarle, pero eleva su mano, para detenerme.
—No. Déjame terminar. —Asiento, y trago en seco—. Nunca he amado a nadie como a Clare. Es divertida, sencilla, alocada, y juro por Dios que es más terca que una mula.
La carcajada se me sale sola. No pude evitarlo.
—Créeme cuando te digo que no eres el único que piensa así de ella.
—Yo sabía, o al menos intuía, que ella no me amaría completamente. Alex y Nicky siempre susurraban que tuvo un amor en el pasado. Un día, buscando unos archivos en la computadora de John, vi una foto de ustedes dos.
«Juro que te mato, papá», pienso, y carraspeo, para limpiar mi garganta.
—Cuando llegaste a la empresa, supe que debía luchar por ella. Por esa razón hablé contigo el día del compromiso de Victoria y Bill. Perder a esa enana fue lo más doloroso que he pasado en toda mi vida.
—¿Te soy sincero? —pregunto, y él asiente—. Lo que te dije esa noche solo fue para molestarte. Clare y yo tuvimos algo en nuestro último año de secundaria, pero como hombre al fin que no sabía en lo que se metía, la perdí unos meses después por idiota. Vine al Londres para alejarme de ella, pero simplemente...
—No funcionó —finaliza por mí, y asiento—. Yo lo sé. Aún amo a Clare, pero sabía que su corazón no era completamente mío. Pude ver tu reacción cuando dijo que se casaría conmigo. No sabía si querías matarme a mí o pegarte un tiro entre ceja y ceja tú mismo. Llevo con Clare más de dos años y nunca me dijo "Te amo".
«La madre que me parió. Debo darte una medalla por tanto aguante, Stuart», pienso y tomo un sorbo de agua.
—Es realmente frustrante tener la chica que amas, y nunca haberte acostado con ella en años de relación.
Así como el agua entró a mi boca, esta sale disparada hacia el rostro de Jackob. Él solo cierra los ojos y carraspea. Le ofrezco un pañuelo, mientras toso intentando limpiar mi garganta, por la confesión imprevista.
—¿Nunca se han acostado?
Quiero alegrarme, pero no puedo al ver su cara de sufrimiento. No, señor. Deseo cantar victoria, pero no es lo correcto.
—¿Nunca... de nunca?
—Pues no y no sabes lo difícil que fue controlarme. Los besos de esa mujer se vuelven adictivos —musita, secándose el rostro—. Clare se me coló hasta los huesos. Es como dice Benedetti "Que alguien te haga sentir cosas sin ponerte un dedo encima es digno de admirar".
—Ese es su escritor favorito —musito, y este asiente.
Su teléfono comienza a sonar interrumpiendo su discurso.
—Discúlpame un momento. —Sale de la estancia, y regresa un momento después—. Necesito salir un momento.
—¿Todo está bien?
—Unas amistades con las que estudié me llamaron. Se encuentran cerca. Nos vemos esta noche en el hotel.
«¿Se verá muy raro que le siga por su reacción?», pienso, moviendo la silla en círculos.
Definitivamente sí se vería demasiado raro. Él fue sincero conmigo. Regreso al hotel y caigo rendido en la cama. Después llamaré a Clare. Le extraño demasiado. ¿Cómo irá todo por allá? Ayer hablé con ella y seguía mirando las fotos que Lissa nos entregó. No debería de preocuparme tanto. Ella es inteligente. Seguro lo averigua con rapidez, pero temo por su salud. Según Archie, esa enana no va a parar hasta encontrar a Prescott y meterlo en la cárcel.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro