Capítulo 29 «Sinceras declaraciones»
Luke
La llegada de Stella me ha dejado atónito. No supe cómo responder frente a Clare, y atender a mi ex al mismo tiempo. Una grieta enorme se ha abierto entre nosotros, y la tensión se siente cuando estamos en el mismo lugar.
Clare me ha estado evitando desde entonces, y Amber apenas se ha acercado a mí. Cosa que veo muy extraña. Esa niña y yo habíamos congeniado bastante bien desde el día que llegó. Stella también se sintió un poco rara rodeada de mis amigos, pero luego se desenvolvió con agilidad. Le había contado lo suficiente sobre ellos, pero nunca supo mi historia en la secundaria.
—Ellos trabajan muy bien —musita a mi lado.
—¿Te dejaron entrar en la caseta? —pregunto, y ella niega con la cabeza.
—Son muy cuidadosos. Esa chica, Clare, es muy buena. Me quede atónita cuando ayudó a tu padre con los números en un instante. Dios, desearía tener esa habilidad. Era pésima en álgebra desde la secundaria hasta la universidad.
—Desde pequeña siempre ha sido así —añado, orgulloso—. Tiene esa aura de fortaleza, respeto y unidad. Alocada pero concentrada. Es muy divertida, pero cuando debe pararte los pies, lo hace sin pelos en la lengua. Si no es por ella, nunca hubiera pasado mi último año de secundaria. Esa chica es el chicle de todos nosotros.
—La quieres —finaliza, sin más.
—¿Qué? No.
—No me mientas, Smith. Tus ojeras lo dicen todo. Casi no has dormido. Además, sé que es ella.
—¿De qué estás hablando? —pregunto, frunciendo el ceño.
—Cuando tenías pesadillas, la gran mayoría eran de ella. Gritabas que no se fuera o que no te dejara. Decías su nombre muy claro.
«Oh, mierda», pienso, apenado.
—Estuvimos poco tiempo, pero tenía la certeza que no estaba en tu corazón, o al menos completamente.
—¿Por qué no me lo dijiste?
—Por miedo a perderte. No resolvería nada con eso. Con cada pelea y travesura que te hacía, me enamoraba un poco más de ti, y esperaba que con el tiempo tú también sintieras lo mismo. Vine a recuperarte. —Coloca sus manos suaves sobre las mías en la isleta—. Pero me di cuenta que es una batalla perdida desde el día que llegué y mencionaste su nombre. Desde los rincones veo como la observas y estás al tanto de cada detalle o movimiento de su parte. Nunca me miraste así en todo el tiempo que llevamos juntos.
—Stella, yo...
—Está bien, Smith. Las mujeres entendemos cuando no es nuestro terreno. Entonces, decidí que solo vine en modo vacaciones y ver qué puedo hacer para disfrutar de mi estadía.
—Luke, necesitamos que... —interviene Clare, adentrándose en la cocina, y se detiene abruptamente cuando sus ojos grises recaen en nuestras manos sobre la isleta—. Lo siento. Vuelvo más tarde.
Asiento con la cabeza y se retira con paso rápido. Stella deja ir mis manos, y suspira.
—Corre. Ve por ella.
—Ella tiene novio, Stella —proclamo, y ella resopla.
—¿Y eso cuando te ha detenido? Además, según el chico de pelo negro y ojos verdes, creo que se llama Damon, ella y su novio ya no están. Lo dejaron hace unos días.
—¿Cómo sabes eso? —pregunto, entre confundido y alegre.
—¡Y eso que importa! Ve antes que sea demasiado tarde.
—Gracias, Stella.
Con paso rápido me dirijo a la caseta. Mi corazón acelerado golpea con fuerza mi pecho. Algo en mi interior se remueve cuando la veo caminando de un lugar para otro con los papeles en mano. Este es mi momento. Ahora o nunca, aunque después termine con una cachetada de su parte.
—Me alegro que vengas —dice al verme caminando hacia ella—. Esta es la información que nos mandó Alex ayer. —La agarro del brazo y la acerco a mí—. ¿Qué estás...?
El choque de mis labios con los suyos interrumpe sus palabras. La atraigo hacia mí por la cintura con una mano, y por la nuca con la otra. Con un poco de esfuerzo logro separar sus labios. Posiblemente por la sorpresa, pero no me importa. Solo me concentro en saborear esos malditos labios que extrañaba y no sabía cuánto.
No sé dónde terminaron los papeles que tenía, pero sus manos se agarran a mi cintura. Con cada beso, puedo sentir las ansias y algo más. Es como si hubiera estado esperando también. Nos separamos para respirar. Mis ojos están fijos en sus pupilas agrandadas, y labios hinchados.
—Creo que es momento de desaparecer —habla Damon con sorna, y todos se esfuman de la estancia.
—Como te extrañé —musito, pegando mi frente a la suya.
—Yo también, Luke. No podía hacerle esto a... —Se despega con rapidez— Stella. —Intenta alejarse, pero la retengo por la cintura—. ¿Qué va a pasar con...?
—Ella es solo una amiga. Ya te lo dije.
—Pero yo los vi en...
—Solo viste manos, Hanz. Eso no significa nada. Ella sabe lo que siento a pesar de que nunca se lo conté. Nunca te tomé por una chica cobarde.
Su mirada gris se llena de dudas. Es normal. Hasta yo tengo miedo de arruinar lo nuestro. De no ser suficiente. De no ser capaz de convertirme en el hombre que necesita. Niego con la cabeza, y la acerco a mí, sin ningún pudor. ¡A la mierda!
—La persona que amo es a ti —confieso, mirándole fijamente, y ella me abraza con fuerza. El olor a melocotón me relaja—. Te amo, Pitufina. Nunca dejé de hacerlo. Perdón por robarte un beso, pero llevas años robándome el sueño.
—No sabía que te habías vuelto un poeta, Smith.
—Cuando del amor se trata, nos volvemos realmente cursis y tontos, ¿no lo crees?
—¡Viva! —grita una voz—. Al fin.
—Eres una cotilla —añado, sonriendo hacia la pequeña Amber.
—Pueden entrar todos los que están detrás de la puerta —demanda mi chica, y la puerta se abre.
Todos nuestros amigos estaban escuchando.
—No fue tan divertido. Yo esperaba escuchar algunos gritos y cosas romperse —protesta Damon, entregando dinero.
—¿Te volviste loco, Damon? —comento, y sonrío.
—¿Cómo se te ocurre apostar por eso? —protesta Clare, y niega con la cabeza.
—La palabra de un hombre es ley. Son cien para Archie porque dijo que volverían antes de terminar la misión. —El aludido me guiña un ojo en ese instante—. Y esto para Nicky porque dijo que no se escucharían gritos o cosas romperse, algo realmente aburrido.
—Toma, Damon. —La asiática le devuelve tres billetes—. Nunca hablé que volverían justo hoy. Estoy siendo dadivosa. Tómalos antes que me arrepienta, Lautner.
Damon no se lo piensa dos veces y agarra el dinero.
—Me alegro que ustedes se están llevando bien después tanto tiempo —comenta Victoria, divertida, colocando la cabeza en el hombro de su prometido.
—¿Perdón? —protesta Nicky, con ironía—. Con este cacahuete es imposible llevarse bien. Solo llegamos a un acuerdo legal.
«Definitivamente Nicky quiere...», pienso, pero ni siquiera finalizo la idea cuando Damon espeta, molesto:
—¿Me acabas de llamar como comida para elefantes? —La asiática enarca una ceja ante las palabras de nuestro amigo—. Oh, ya entiendo. Estás reconociendo que mi cuerpo atrae la atención por su figura. El gimnasio sirvió de algo.
—Pero si eres incómodo por cualquier lado que te miren, Lautner —replica ella, colocando las manos a ambos lados de sus caderas—. ¿De qué gimnasio hablas?
«Como pensaba anteriormente. Nicky quiere pelea con Damon», pienso, derrotado.
—Estos no van a cambiar nunca —habla Lissa, y una llamada interrumpe nuestro momento feliz. Alex.
—Ponla por videollamada en la pantalla, Archie —habla Bill con rapidez.
—Hola, chicos —dice ella contenta, mientras camina entre los transeúntes—. En diez minutos subo al jet. Ya quiero regresar a casa.
—Me alegro, compañera —dice Clare, con mejor cara—. Tengo ganas de verte.
—Luke y Tita están juntos, Tía Alex —grita Amber, y todos reímos.
Atraigo a mi chica hacia mí por los hombros, y esta se recuesta a mi pecho.
—Al fin —alude nuestra amiga desde el otro lado de la pantalla, y sonríe—. Se habían demorado demasiado esos dos. Livingston está guardando mi equipaje. No regresa conmigo. Lucio le dijo que debía quedarse detrás de la pista de Keith. Por cierto. Ya descubrí quién es el famoso "Mouse".
—¿Cómo lo sabes? —increpa la pelirroja—. ¿Quién es?
—Por aquí no puedo decirlo. Cuando llegue les cuento. Es muy sencillo saberlo cuando pones la cabeza a pensar. Tienen que mirar las fotos. Clare, eso te lo dejo a ti. Nos vemos dentro de poco.
—Te tenemos en unas horas aquí entonces —añade Archie, emocionado.
—Bueno, ya que están de fiesta yo también quiero decir algo. —Carraspea su garganta levemente—. Archie...
—Estoy aquí. ¿Pasa algo dónde estás? —pregunta el aludido, y ella niega con la cabeza, sin dejar de sonreír.
Papá entra en la estancia con un sobre en sus manos.
—Clare, esto llegó para ti —menciona al llegar a nosotros.
—Archie, yo...—Sus ojos declaran lo nerviosa que está—. Quería decir que.... Dios que nervios.
Se sienta en una silla, mientras muerde su labio inferior. Sus mejillas comienzan a tornarse rosadas. Sonrío por la ternura que ella puede reflejar con tanta facilidad.
—¡Ay, suéltalo ya, boba! —protesta Lissa.
Posiblemente todos sepamos el final de esa frase, pero preferimos dejárselo a ella. Es su momento. Total. Según Clare hasta se han acostado, pero no habían llegado a nada en concreto.
—¡Que te quiero! —dice finalmente, y noto como la sonrisa de mi amigo se expande mucho más de lo normal—. Disculpa que te lo diga desde acá, pero si lo hacía de frente posiblemente ni hubiera llegado a la pronunciar la segunda palabra.
—Yo también te quiero, Alex —contesta nuestro amigo, y todos reímos o silbamos.
—Chicos, les dejo. Casi no tengo batería. Cuando llegue al Jet les llamo otra vez.
Suelta un beso al aire y gesticula un "te quiero" a Archie que casi le hace desmayarse.
—Yo también —corresponde, y la pantalla se torna negra.
—Déjame ver eso, John —demanda Clare, y frunce el ceño al notar que solo hay una pequeña tarjeta en su interior
—¿Eso es un acertijo? —pregunta Rick
—Es más como un verso con rima —recita Bill, confundido.
—¿Qué dice? —increpa Nicky.
—No lo sé. Es muy extraño —dice mi chica, y comienza a leer—. "El hombre del rey quiso volar, al cielo miraba contento y en paz. Cuando el gran reloj, sonó sin parar, el hombre del rey murió con pesar".
—¿Qué clase de broma es esta? No tiene sentido, y es de muy mal gusto —protesta Damon.
—¿Quién lo envió? —pregunto tomando el sobre negro, pero no tiene remitente.
— "El hombre del rey quiso volar, al cielo miraba contento y en paz. Cuando el gran reloj, sonó sin parar, el hombre del rey murió con pesar" —recita Clare, otra vez.
—Vamos, Amber. Dejemos a los mayores trabajar.
Mi padre toma a la pequeña de la mano, incitándola a la salir de la estancia.
—¿Tu sabías que Luke y Tita están juntos? —replica la pequeña, y mi padre solo sonríe.
—Esto viene de Prescott —manifiesta Victoria, y Bill la toma en sus brazos. Es como si ella hubiera perdido el equilibrio.
—¿Cómo lo sabes? —pregunta Rick, y esta señala hacia mis manos con el mentón—. Oh, mierda.
—Un sobre negro es suficiente para que todas mis pesadillas vuelvan otra vez —musita la pelirroja, con voz quebrada.
—Si viene de él, no es nada bueno —habla Rick, y coloca una silla para que Vicky pueda descansar.
—¿Qué quiere con esto? —pregunta Lissa.
—Sabe que estamos detrás de su pista —dictamina Clare, sacando a relucir su parte de jefa en operativos—. Lo envió por una razón. Nos toca a nosotros descubrirla.
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