Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 25 «Fuerte discusión»

Clare

Conozco demasiado bien a Alex. Ella desea ir a Londres para alejarse un poco de la presión de Robert y Sarah. Sé perfectamente por lo que está pasando. Mi entrada a la casa de los Kingsman está prohibida. Después de lo que le hice al auto del estúpido, inepto e insoportable de Royce Copland, no quieren verme ni en pintura. Tampoco es que me importe mucho. La salud y felicidad de mi amiga están por encima de todo, y no voy a permitir que unos padres estirados y formalistas le arruinen el futuro a Alex, cargándolo de desdicha e infelicidad.

La voz de la pequeña es lo que a veces me hace volver a la realidad. Amber no para de hablar. Por Dios, tiene nueve años y parece como si se hubiera tragado un diccionario de palabras. Lo único que podemos hacer es reír con ella, mientras comemos un helado en el Braum's más cercano.

Todos nos miran extraño, y con razón. Somos nueve adultos y una niña que mide menos de un metro y medio de estatura. Como siempre, Damon terminó con un batido en su cabeza. Eso le pasa por molestar a Nicky demasiado. Alex tiene mejor cara. Eso, obviamente, es obra de Luke y Archie. Ambos siempre han intentado hacerla sentir cómoda. Mi teléfono comienza a sonar, y salgo de la estancia para levantar la llamada.

—Hola, JC.

­Hola, cariño. Pasé por casa de John y me dijo que habían salido —explica, desde la otra línea.

—Salimos a tomar un poco de aire.

¿Dónde están?

—Estamos a unas cuadras. Te envío la dirección.

Voy para allá. Te amo.

—Nos vemos, novato —saludo, y termino la llamada.

—¿Quién era, Tita? —pregunta Amber, con la boca embarrada de helado, cuando me ve entrar.

—Es Jackob. Viene para acá —contesto, y todas las miradas se posan en mí.

—El que faltaba —habla Nicky, molesta.

—Se acabó la diversión —protesta Archie por lo bajo.

—Él no es tan malo —comenta la pequeña—. Solo gruñón y aburrido. —Reímos al instante—. Luke es mucho más divertido.

La sonrisa de todos desaparece de un plumazo, y el aludido me mira con los ojos bien abiertos.

—¿Por qué no estás con el tío Luke, Tita?

«Ay, pero esta niña pregunta cada cosa, que a veces me deja helada», pienso, y paso la lengua por los labios.

—Porque Clare se va a casar con Jackob en unos meses —explica Luke, y ella resopla.

—A mí me gustas tú. Eres más divertido y lindo —añade la pequeña, con picardía.

—¿Tú no estás muy chiquita para decir esas cosas? —alude Alex, para salvarme de la situación, mientras salimos del local.

—Ya tengo nueve años. No soy una niña.

—¿Sí? ¿No me digas? —objeta Luke—. Entonces ya puedes trabajar y cocinar por ti sola. E incluso trabajar para comprarte tu propio helado, ¿verdad?

Sonrío con timidez al ver como él se ha rebajado al nivel de ella.

—Soy muy chiquita para esas cosas —protesta la pequeña, y Smith sonríe.

—Entonces tú misma lo dijiste. Eres muy chiquita —sentencia Damon, con burla.

—Eso no es justo. Me entendieron mal —protesta, y todos sonreímos.

Ella intenta molestarse, pero Luke le hace cosquillas en las costillas y la pequeña comienza a reír al instante.

—Veo que llegué en buen momento —dice una voz detrás de nosotros, y todas las risas cesan—. Hola, cariño. —Me atrae por la cintura y sus labios chocan con los míos por un pequeño instante.

—Hola, Jackob.

—Hola, Amber —añade con reticencia al notar la niña entre nosotros.

—¿Me llevas a los columpios?

—Lo siento, no puedo. Me arrugaría el traje, y debo entrar a la empresa en un instante.

A la niña se le cristalizan los ojos, y gruño por lo bajo.

—Vamos, pequeña, yo te llevo a los columpios —intercede Luke, con tacto—. ¿Quieres empujarme tú a mí?

La niña asiente sin mediar palabra, y vierte su helado en la basura. A medida que pasan por mi lado, escucho gruñidos y maldiciones hacia mi prometido. La niña me mira con ojos llorosos en su camino hacia el parque, sin soltar la mano de Luke.

—Esta vez te pasaste, Jackob —digo, molesta.

—¿Ahora que hice? —protesta a mi lado, colocando las manos en la cintura por debajo de la chaqueta de su traje—. No quería arruinarme el traje. Tengo junta en la tarde.

—Es una niña, Stuart.

—Es una malcriada —espeta, molesto.

«¿A este qué le picó? Nunca me había hablado en ese tono», pienso, asombrada de su actitud.

—Está en ese estado porque tú se lo das todo cuando pide por esa boca —rebate.

—No te permito que hables de esa manera, Jackob. —La furia comienza a burbujear en mi pecho—. Nadie habla así de ella, y menos en mi presencia.

Un duelo de miradas sigue a mis palabras. Es verdad que a veces me desquicia, pero Amber es buena, y no le hace mal a nadie. Su comportamiento es excepcional, y pocas veces me pide algo.

—Lo siento. He tenido un día fatal. No quería hablarte en ese tono —musita, tomándome de las manos, pero me suelto, como si su tacto quemara.

—Escúchame bien, Jackob. Que tengas un mal día no implica que la tomes conmigo o que me arruines el mío. La próxima vez que hables de Amber en esa forma no me voy a contener tanto. Ella es parte de mi familia, y si no la aceptas, pues tú y yo tenemos un gran problema.

—Por Dios, Clare, estás formando una tormenta en un vaso de agua.

—Nadie habla mal de los míos, y menos enfrente de mí. Mucho menos de esa forma tan despectiva —insisto, cruzándome de brazos. Cuando de ella se trata, me pongo a la defensiva—. Piensa lo que quieras, Jackob. No es la primera vez que tenemos esta conversación, pero si la primera en la que te digo esto. Vuelves a decir otro comentario como ese de los míos en mi cara y te juro que la boda se va a paseo.

—No te atreverías —dice, con los dientes apretados.

Sus manos se cierran con fuerza. Se está conteniendo, pero no pienso aguantar este tipo de actitudes.

—Pruébame. Puedo hacerlo y lo haré. Si mi padre no me dice lo que tengo que hacer, tú mucho menos.

—Me debes respeto, soy tu novio.

—Exactamente. Novio no significa amo de mi vida o de mis decisiones.

—Voy a ser tu esposo, Clare —dice, elevando la voz.

—Puedes ser el rey de Inglaterra, que en mi vida mando yo —digo con cierta precisión las últimas palabras—. No voy a permitir que nadie tome el cursor de lo que quiero hacer. —Me acerco a él, y presiono el dedo índice en su pecho—. Esposo significa igualad, no sumisión. No soy polvo para que me pisotees. No tomes actitudes o facultades que no te corresponden. Métete eso en la cabeza.

—Jamás hemos tenido una pelea desde que estamos juntos, y justo ahora la estamos teniendo por una niña.

—No te pases, Jackob Stuart. Ten cuidado con lo que dices. Además, tú fuiste el que comenzaste hablando cosas absurdas.

—Estás así por él, ¿verdad? Es por Luke que estás hablando y actuando de ese modo.

—¿Por qué lo metes en esto? No tiene nada que ver.

—Desde que llegó a penas te veo, y mira cómo me estás hablando. Casi ni te reconozco.

Comienza a elevar la voz otra vez, y algunas personas a nuestro alrededor nos observan. Sus ojos se oscurecen, y sus orejas a tornarse rojas.

—En primer lugar, sabes que estoy trabajando, Jackob. Conoces muy bien lo que eso conlleva. No es la primera vez que estoy enlodada hasta el cuello cuando de una misión se trata. En segundo lugar: estoy hablando así porque me hiciste hacerlo. Él no tiene nada que ver. Es solo un amigo que llegó de Londres. No entiendo cuál es tu problema.

—Clare —dice respirado con profundidad—, mejor dejemos esto aquí. No vamos a llegar a ningún lado con esta discusión sin sentido.

—Vaya, que al fin te das cuenta —digo, con ironía.

—Esta noche quería invitarte a cenar debido a la fecha, pero veo que vas a estar muy ocupada. Nos vemos otro día.

Se retira molesto, y yo me siento en la hierba, presionando la sien con los dedos.

—¿Todo está bien? —Alex se acomoda a mi lado—. La conversación se veía un poco fuera de tono.

—Se comportó de una manera que nunca había visto. Esta fue nuestra primera discusión fuerte en el tiempo que llevamos juntos. Yo incluso quería hablar contigo para que te quedaras con Amber esta noche. Hoy cumplimos cuatro años de estar juntos, y me suelta esa estupidez.

—¿Qué dijo?

—Empezó con que la niña era una malcriada, y al final terminamos discutiendo por Smith.

—¿Y él cómo entra en esta historia?

—Eso mismo me pregunté yo. No es mi culpa que esos dos se lleven tan bien. —Paso las manos por mi rostro con irritación—. Nunca habíamos discutido tan fuerte.

—Todos lo escuchamos, o al menos en parte.

—¿Escucharon todo? ¿Allá? —digo, apenada.

—Ella estuvo tan entretenida con Luke que nunca se enteró de la pelea entre ustedes.

—Casi no lo reconocí —musito.

—Tu prometido debe leer libros de autocontrol o al menos pedir ayuda. No es normal que te trate de esa forma. En la literatura es conocido como una bandera roja andante.

—Tú y los libros —añado, y sonrío.

—Eso se llama celos, amiga. No es otra cosa que celos.

—¿Por qué los tendrías? —pregunto más para mí que para ella.

La risa dulce de Amber llega a mis oídos. Desciende por el tobogán con los brazos elevados y Luke la atrapa antes que sus pies toquen el suelo.

—Déjame responder a eso. Tienes una familia que te adora y amigos que matarían por ti. Una pequeña alegría de cabellos negros, y un chico que desde hace años no ves, pero te hace bombear el corazón a mil por hora.

—Eso no... Eso no significa nada.

—Eso lo significa todo, Hanz —insiste—. Siempre estaremos para apoyarte en lo que quieras hacer. Sea bueno o malo. En las duras y en las maduras, ¿recuerdas?

Unimos nuestros meñiques como hacíamos desde pequeñas. Ese gesto es solo de nosotras dos.

—¿Todo bien? Ya sabes a lo que me refiero —pregunto, intentando desviar el tema de conversación.

—Smith me dio una idea.

—¿En serio? —Frunzo el ceño—. Dispara.

—Me dijo que me mudara a su antiguo departamento y que trabajara en un proyecto que está en vigor ahora en la empresa de John.

—Oh, es cierto. John me comentó algo al respecto. Eso es perfecto, Alex. Aunque lo de mudarse a su departamento no me gusta mucho.

—Eso lo sé. Estaba pensando en quedarme con Mía. ¿Crees que le guste?

—A la abuela le va a encantar esa idea. —La atraigo hacia mí por los hombros—. ¿Y por qué te decidiste?

—Luke dijo algo que me ayudó a decidirme. Tengo veintiocho años y siempre he hecho lo que ellos han querido. Es verdad que les debo todo lo que tengo, pero, en mi vida mando yo. Estamos en una era donde puedo decidir con quién casarme. Y hay cosas que no puedo permitirme negocia, como es el caso de mi felicidad.

—Alex, eso no es nada diferente a lo que siempre te he dicho desde que escuché las locuras de Sarah Kingsman. ¿Cuál fue la diferencia?

—Pues no sé. Cuando vino de él lo sentí diferente. Smith puede hablar muchas sandeces a veces, pero cuando del corazón se trata, siempre acierta.

—Me siento ofendida, ¿sabes? —Ella sonríe ante mis palabras, y niega con la cabeza—. Luke es un idiota que prefiere irse a finales de este año para divertirse con las londinenses.

—Hablas como si te importara —comenta, con doble intención.

«Atrapada», pienso y aprieto los labios.

—Esta noche necesito que me lleves a casa y me esperes afuera.

—¿Qué vas a hacer, Alex?

—Necesito llamar a Mía que me prepare una habitación. Esta noche me mudo.

—Bien dicho. ¿Por qué no te quedas con Archie?

Nuestras miradas chocan, y suspiramos.

—Damon —decimos al unísono.

—Vamos. Amber nos está haciendo señales con las manos. No creo que Luke aguante mucho. Le ha sacado todo el zumo entre el columpio y el tobogán —añade, con mejor ánimo—. El pobre no sabe lo que le espera. Al parecer le hemos conseguido niñera a la niña —alude, mientras nos levantamos del césped, y caminamos en la dirección de mis amigos.

—No quiero ni imaginar a esos dos un día entero. Tenías que haberlos visto. Smith terminó con pintura azul en su ropa.

Sonrío al recordar las carcajadas el día de ayer. Los dos me emboscaron y yo terminé de azul como Pitufina. Seguido a eso caímos en la piscina. La abuela casi nos mata, pero también reía mucho.

—Esos dos compaginaron bastante bien. Me alegro mucho —reflexiona, con una sonrisa.

—No me lo recuerdes. Ayer no sabía dónde meterse intentando esconderse de la pequeña.

—Esa niña es una alegría para todos nosotros.

Al terminar el día, Luke se encarga de llevar a Amber con Mía, y yo me dirijo hasta la casa de Alex, aparcando en el contén.

—¿Estás segura de esto? —pregunto una vez más, apretando su mano con suavidad.

—Si no lo hago hoy, no lo haré nunca.

Asiento, y sale del auto, en dirección a su casa.

«Espero que todo salga bien», ruego al cielo, una vez que la pierdo de vista al atravesar la puerta trasera.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro