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Capítulo 23 «Amber»

Clare

Salgo de la casa de John devastada. En mis planes no estaba dejarlos. Creí que podía llevar las tres cosas al mismo tiempo: la empresa de mi padre, el equipo Shadows y mi relación con Jackob. La vieja Clare hubiera podido con eso y mucho más. Mi teléfono comienza a sonar, sacándome de mis pensamientos, y pulso el botón en el volante.

—Hola, hermana mayor —digo, más contenta.

Hablar con Hannah siempre me ha relajado. Es la mejor hermana mayor del mundo. No pudieron hacer una mejor que ella. Somos dos gotas de agua, a pesar de tener tres años mayor que yo, y ni siquiera los aparenta. Mismos ojos grises, cabellos negros y piel blanquecina. Era capitana de las porristas en la secundaria. Dios, la idolatraba.

Cuando entró a la universidad, conoció a Wilson. Su actual esposo. Dice que fue amor a primera vista. Se casaron un año después. A pesar de estar en su tercer o cuarto año de universidad, Will y ella intentaban tener un bebé. Cuando Amber llegó a nuestras vidas fue emocionante.

Hola, hermanita. Te tengo una noticia que te encantará.

—Pero cuenta y no te quedes callada.

Te envío a Amber. —Grito de alegría ante la noticia—. Clare, maldita sea, estoy en el móvil, mujer.

—Perdón, perdón —musito, y sonrío.

Salió antes de vacaciones de la escuela por primavera. Esa niña es un prodigio. Quería pasar contigo unos días contigo, y no pude decirle que no.

—Anda, cotilla, y dime cuando llega la enana.

En 10 minutos. —Freno en seco, causando que el auto que está detrás de mí apriete el claxon con fuerza, y bordee mi auto. Lo que me hubiera costado el seguro un choque de esa magnitud.

—¿Y me entero ahora? —espeto, exasperada.

Clare, por Dios, me vas a dejar sorda.

—¿Por qué no me avisaste antes? ¿Cuál es el aeropuerto? —pregunto, girando en "u" de camino al aeropuerto una vez que escribo el nombre del aeropuerto Dallas-Forth Worth en la pantalla del auto.

No tuve tiempo. Ella estaba loca por verte y la envié hoy mismo. Ya la conoces cuando se trata de ti y la abuela.

—Dios, Hannah. No tengo nada listo en el departamento.

Pues será mejor que te las arregles porque está a punto de llegar. Si hay alguien que puede improvisar de último momento, esa eres tú. Ya llamé a la abuela. Au revoir, hermanita.

—Te odio, Hannah —musito, con cariño.

Yo más y no te lo digo. —Sonríe y termina la llamada.

Amber me espera impaciente al lado de una azafata, con una pequeña maleta de ruedas en su diminuta mano. Parece una muñequita con sus dos coletas negras y un vestido amarillo estampado. Sus ojos azules se abren muy grandes al verme llegar.

—Titaaaa —grita contenta, y corre en mi dirección.

—Hola, cariño. —La tomo en mis brazos, y debo respirar con profundidad. Acaba de cumplir solo nueve años—. ¿Hiciste un buen viaje?

—Síííííííí.

—Me alegro mucho. —Me acerco a la azafata y le doy un apretón de mano—. Muchas gracias por cuidarla. Me avisaron muy tarde.

—No se preocupe. Estamos para eso. —Sonríe cordial, le da un guiño a la pequeña y se retira.

—Muy bien. ¿Lista para ver a la abuela?

—Sí, por favor —grita, eufórica, levantado sus manos en el aire, y la dejo en el suelo. Ya no estaba sintiendo los brazos.

Cuando llegamos a la casa de la abuela, el olor a galletas recién horneadas llega a mi nariz.

—Hola, Nany —dice Amber, agarrándose a la cintura de la abuela. Aún no sabemos de dónde sacó ese mote, pero así lo dejamos.

—Hola, mi pequeñita. ¿Cómo hiciste el viaje?

—Muy bien. Comí muchos chocolates, kit kats...

—Amber... —la reprendo, y ella sonríe con dulzura.

—Oh, por favor, Clare, ya deja a la niña tranquila. Acaba de llegar de un largo viaje, y hay que consentirla. ¿Verdad, mi amor?

—Eso. Lo que dice Nany Mía —secunda, y niego con la cabeza,

—Vamos para que te acomodes, y bajas a comer galletas. ¿Te gusta la idea?

Asiente con rapidez, y sonríe con amplitud.

—Ahora vuelvo, Nany Mía.

Subo con la pequeña y la obligo a tomar una ducha. Una vez lista, baja las escaleras corriendo y yo me quedo arriba dándome un baño. La mera presencia de Amber me alegra mucho. No pudo llegar en un mejor momento.

—Muy bien, ya estoy... aquí. —Me detengo en seco. Luke mira a la pequeña, entre confundido y perturbado—. ¿Qué haces aquí, Smith?

—Hola, Clare —habla, sin separar la mirada de la niña.

—¿Quién es él, Tita? —pregunta, curiosa.

—Es un amigo —atajo, y miro a mi abuela en busca de ayuda.

—Amber, cariño, vamos a la piscina. Toma tú las galletas.

Asiento en agradecimiento. Ambas mujeres, con el postre en mano y el zumo, se retiran de la cocina.

—Es muy... linda —musita, confundido—. ¿Qué edad tiene?

—Es la hija de Hannah. La envió hoy de improviso, así que fui a buscarla al aeropuerto. Es un amor de niña.

—Se le nota. Es muy dulce —añade, mirando con curiosidad por donde se había ido la pequeña—. No sabía que Hannah estuviera embarazada.

—Se casó con Wilson cuando estaba en la universidad. La enana llegó tiempo después. ¿Y tú que haces aquí?

—Yo... eh... pues... —Rasca su nuca con nerviosismo—. Nada. Solo estaba preocupado por ti.

—¿Preocupado? ¿Por qué? —Me cruzo de brazos en el pecho.

—En realidad, todos estaban preocupados.

«¿Luke Smith divagando? Esto es único», pienso, y sonrío al ver la dulzura de sus palabras.

—Cuando te fuiste, todos se quedaron inquietos. Incluso mi padre, pero veo que vas a estar ocupada.

—Cuando las chicas se enteren que ella está en la ciudad, es posible que abandonen sus puestos de trabajo por malcriar a la pequeña.

—Entonces yo no tengo nada que hacer aquí —añade, nervioso.

—Quédate. Por la manera en que te miró antes de irse con la abuela, significa que va a preguntar más tarde sin parar quién eres, y la palabra amigo no le va a ser suficiente.

A Jackob no le gusta Amber. Dice que es muy revoltosa, además que la niña le echó agua congelada en su traje Armani desde lo alto de la escalera por una travesura cuando tenía cinco años. Después de ese día, él no quiere saber de ella. ¿No entiendo quién podría huir de semejante ternura?

Dos horas después, Luke se esconde en la casa huyendo de Amber. Me divierte mucho viéndolo. Ella se conoce todos los posibles escondites en la casa. En una de sus travesuras, la pequeña termina echándole una cubeta de pintura azul a su ropa. Luke tuvo que detenerse para reír a carcajadas. Extrañaba su melodiosa sonrisa y sus hermosos hoyuelos.

Me entretuve tanto tiempo en el sonido de su risa, que no me percaté que ambos diablillos iban a cargar contra mí, y me lanzan a la piscina. Terminamos empapados, riendo y llenos de pintura azul hasta las orejas. La abuela no pudo enfurecerse con nosotros. Ella también ríe de aquellas locuras. Aunque esto nos va a costar limpiar la piscina más adelante.

Para el final del día, estamos agotados. Pedimos pizza mixta a petición de Luke y Amber. La pequeña lo ametralló a preguntas, y el pobre intenta responder como puede a una niña demasiado inteligente para su edad. Después de comer y ver la película de dibujos animados "La Era de Hielo: el deshielo" por cuarta vez, se quedó profundamente dormida en el regazo de él.

—Creo que ya es hora de su siesta. Hoy rindió por una semana —comento, y suspiro, agotada.

—Yo me encargo —murmura, levantándose y cargándola en sus brazos—. ¿Dónde la llevo?

—A mi habitación —contesto por lo bajo, y él sube las escaleras lentamente para no despertarla por el sonido de los escalones.

—Me alegro que entre ustedes todo esté bien —habla la abuela, caminando a la cocina.

—Mientras Smith no lo arruine, creo que no habrá ningún problema —añado, con ironía.

—Bobadas, ese niño es un amor. Lástima que tengas que casarte con semejante...

—Abuela —interrumpo, antes que termine la frase.

—Iba a decir muchacho —aclara, pero su risa irónica indica todo lo contrario—. Luke llegó esta tarde preocupado. No pudo terminar de decirme el por qué. La pequeña diablilla nos interrumpió.

—No es nada, Abu. —Nos sentamos alrededor de la isleta—. Me fui un poco deprimida hoy porque le dije a los chicos que esta sería mi última misión.

—¿Y eso por qué? A ti te encanta trabajar con ellos —inquiere, frunciendo el ceño—. No me digas que ese prometido tuyo bueno para nada tiene algo que ver.

—Ya te dije que no, Abu, y deja ya de criticarlo tanto. Es mi decisión. Son muchas cosas. El trabajo, el equipo, y ahora voy a casarme.

—Pamplinas. Tú y yo bien sabemos que puedes aguantar mucho más que eso. ¿Qué cambió, Clare? —Abro la boca para defenderme, pero me interrumpe, acusándome con el dedo índice—. Y no me digas que no puedes, porque eso no te lo crees ni tú.

—Es Luke, abuela. Él hace que todos mis planes se tambaleen e incluso me hace desear no casarme. Listo, ya lo dije.

—¿Qué dice tu corazón, cariño? —Toma mis manos entre las suyas—. Siempre has seguido lo que dice tu corazón. Si te guiaras por tu cabeza, ya te hubieras casado y posiblemente nunca hubieras formado ese equipo tan maravilloso y hábil junto a tus amigos.

—En estos momentos, mi cabeza es un desorden total, y mi corazón está indeciso. No sé qué hacer.

—Pues vas a tener que pensártelo bien. Tienes solo unos meses antes de decir el "Acepto".

—Bueno, ahora sí me voy —interviene Luke, con voz agotada—. Ya acosté a Amber. Tuve que utilizar un poco de fuerza. No quería soltarse de mi cuello. —Toma sus cosas sobre la encimera, besa a Mía en la mejilla, y a mí en la nariz como en los viejos tiempo—. Adiós Pitufina —musita, y se retira.


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