Capítulo 22 «Mensaje encriptado»
Luke
Hace tiempo no dormía tan bien. Cuando estaba en Londres, Stella era la que me calmaba en las noches. Me recuerda cuando hace unos años ella entró a mi habitación para hacerme una broma, y me tranquilizó después de una de mis pesadillas. Ahora tengo esa misma sensación. Mi cuerpo se siente relajado y descansado como nunca. Respiro profundo y me paralizo por un instante. Todos mis músculos se tensan cuando el olor a melocotón llega a mi nariz, y un cuerpo a mi lado comienza a moverse,
«No, por favor», ruego en mi interior. «Dime que no pasó de nuevo», una cabellera negra aparece en mi campo de visión, así como unos ojos grises conocidos.
—Buenos días. ¿Dormiste bien? —dice, aún somnolienta.
Yo me asusto tanto que me alejo con brusquedad, terminando despatarrado en el suelo con las sábanas entre mis piernas y con un fuerte dolor en la cadera. Ella se acerca al borde de la cama, dejando ver solo la cabeza.
—Oh, Dios mío. ¿Estás bien?
—Eh... ¿sí? —digo, más como pregunta que afirmando, obviado el dolor que atraviesa desde mi cintura hacia abajo.
—Tienes que verte la cara. —Comienza a reír a carcajadas—. Estás rojo.
Su sonrisa es una dulce melodía a mis oídos.
—Anda ya, deja de reírte —protesto, cuando salgo de mi ensimismamiento—. Eso no es gracioso.
Viéndole el lado positivo a todo esto, no pasó nada. Aunque yo no me sentiría avergonzado si hubiera ocurrido ambos entre los dos, Mis bóxers y camiseta sin mangas en mi cuerpo lo indican. Así que me doy por vencido, y me uno a su buena vibra.
—Déjame subir a la habitación —añade, aun sonriente—. Es posible que la abuela me mate o ya esté pensando en nombres para sus nietos si me ve salir de tu habitación.
Todo mi cuerpo se congela ante sus palabras. Ella no se percata de lo que ha salido de su boca.
—Nos vemos en 15 minutos. Tenemos trabajo que hacer.
Se levanta y sale de mi habitación, meneando sus caderas.
—¡La madre que me parió! —digo sonriendo, pasando la mano por mi cabello—. A mí siempre me pasa lo mismo. Todo por estas... —Pienso mejor mis siguientes palabras. De todas formas, no había sido tan malo después de todo—. Estas benditas pesadillas no pudieron haber llegado en mejor momento.
Con mejor ánimo subo a la segunda planta y tomo una ducha. Mi ánimo es tan bueno que tarareo la canción "Sharks" del grupo Imagine Dragons. Con una sonrisa en los labios, entro a la cocina, y ya Mía está haciendo masa.
—Bueno, bueno. Por tu cara, tuviste una buena noche —comenta, divertida, colocando el rodillo en la isleta y una mano en su cintura
—Y que lo digas. Fue una noche excelente. Mejor de lo que pensé.
—Se te ve en todas las facciones —alude, señalando a mi rostro con el dedo índice haciendo círculos, y luego vuelve a su faena con la masa
—Buenos días —interviene Clare, sonriendo también.
—Buenos días, mi niña. Por tu semblante, veo que tuviste una buena noche o un grandísimo despertar.
«Mía, como te amo» pienso, divertido.
—Nada mejor que despertarse con una sonrisa. Siempre me lo has dicho. ¿Masa de galletas?
—Y yo pensando que el rodillo y las siluetas de metal eran lo suficientemente evidentes —replica, causando que su nieta resople.
Una hora después, comemos galletas y chocolate.
—¿Ya estás lista? —inquiero, mientras ella elimina el rastro de migajas de sus mejillas.
—Dame cinco minutos y nos vamos —contesta, y desaparece por las escaleras unos segundos después.
—Hace tiempo no la escuchaba así.
—¿Así como?
—Riendo feliz.
—Creí que Jackob la hacía feliz —indico, extrañado.
—Es verdad, pero no como la sonrisa que salió desde "tu" habitación en la mañana. —Me guiña un ojo y trago en seco. Creo que esa es mi señal de salida.
—Ya podemos irnos —dice Clare, y salgo por la puerta de la cocina lo más rápido que mis pies me dejan.
Al llegar a la caseta, los chicos ya están en sus lugares.
—Buenos días —habla Lissa.
—Buenos días —correspondimos ambos al unísono.
—Dime que tienes algo nuevo, Archie —pide la jefa.
—Pues sí. Ayer en la noche nos llegó este mensaje. Número encriptado, pero el contenido es lo importante. Supimos al instante quién era.
—¿Qué dice? —pregunto, curioso.
—Espero que hayas sido muy inteligente por el recorrido que realicé en carretera. Hice todo lo que pude. Mi familia estaba en peligro y no podría correr ese riesgo. La persona que me contactó le llaman "Mouse". Ten cuidado, joven Hanz. Está más cerca de lo que crees —lee Damon.
—A la vista salta que es Brandon —habla Nicky.
—Muy bien. Ahora me van a explicar por qué después de estar tanto tiempo detrás de Brandon nos detenemos cuando lo tenemos al alcance de la mano —protesta Victoria, entrando por la puerta un poco molesta, lanzando el casco con violencia al piso.
¿Mencioné un poco? Pues por su cara, está muy furiosa. Tan roja como su cabello.
—Dos palabras: Keith Prescott —aclara Alex, y el rostro de Victoria palidece al instante.
—¿Qué dijiste? —Su cólera se ha transformado en miedo al instante.
—Por el recorrido de Brandon, Clare sacó conclusiones —explica Lissa—. Y el mensaje de esta mañana nos lo confirmó.
—¿Cómo lo supieron? —pregunta Bill, apretando la mano de Vicky con fuerza.
Le enseñamos el pizarrón con las iniciales y el mensaje encriptado.
—Santa mierda. ¿Cómo ese hombre entró a la ciudad? —dice Rick, un poco cansado.
—Aún no lo sabemos. Yo creo que está moviendo sus hilos desde afuera —alega Alex—. Tiene a alguien dentro.
—¿Estás diciendo que tenemos un topo? —inquiere Rick, y traga en seco.
—Debemos averiguar quién es esa persona —intercede Clare—. Lissa, ahora es tu turno. Sabes meterte por las ratoneras mejor que cualquiera de nosotros. Bill, avisa a los chicos en la calle. Necesito noticias lo más pronto posible. Ustedes vayan a descansar. Tuvieron unos días duros en carretera. —Victoria, Bill, Rick y Lissa se retiran del lugar—. Damon, Archie, necesito ojos en toda entrada y salida sospechosa de la ciudad.
—¿Qué rango de tiempo? —pregunta Archie.
—Empecemos por un mes antes lo ocurrido en la empresa de John —contesta la jefa.
—Muy bien. Ahora comienza el trabajo duro —añade Damon, estirando sus brazos hacia arriba.
—Siento mucho la presión que les estoy haciendo, chicos. Este es mi último trabajo y quiero hacerlo bien —habla Clare, con voz triste
—Espera un momento. ¿Nos vas a dejar? —pregunta Alex, asombrada.
Damon deja de escribir, y los hombros de Archie se tensan, antes de girarse hacia nosotros.
—Cuando me case, necesito dividir mi tiempo entre la empresa de mi padre y Jackob. No puedo seguir al frente del equipo.
—Pero puedes trabajar con nosotros. E incluso nos dividiremos las responsabilidades —ahora habla Nicky, con tono melancólico.
—¿Qué será de nosotros entonces? —pregunta Archie, preocupado.
—Pueden seguir adelante sin mí. Lo han hecho bastante bien hasta ahora.
—Pero es porque tú estabas aquí —replica Damon, casi en un susurro.
—Clare, si es por mi presencia, no te preocupes.
—Tú eres el menor de mis problemas, Smith —alega, y se retira del local con los hombros caídos.
—¡Odio a este tío por aparecer en su vida! —protesta la asiática, molesta—. Todo iba bien hasta que él apareció.
—Es su decisión. Tenemos que respetarla —digo, de boca hacia afuera.
Mi corazón y mi cabeza piensan todo lo contrario.
—Tú no hables, Smith. Todo esto es tu culpa —replica Nicky, enfurecida.
—¿Y yo que tengo que ver en todo esto?
—Liu, no es el momento —sentencia Archie.
—¡Y una mierda, Adams! Si Luke no hubiera metido la pata hace años, todo iría sobre ruedas —espeta, alterada.
—¡Nikole! —La furia me consume al instante—. Te recuerdo que estamos en esta situación gracias a Clare también.
—No te hagas el inocente ahora, Smith —reclama, ofuscada—. Déjala fuera de esto. Tú comenzaste esta batalla, y no supiste medir las consecuencias
—¡Ella también tuvo culpa! —Señalo la puerta por donde se había retirado—. ¡También jugó con mis sentimientos, maldita sea!
—Eso no te lo crees ni tú —insiste, con los dientes apretados.
—¿Qué quieres decir?
—¡Pues que era bastante obvio lo de ella! —espeta la asiática, elevando los brazos hacia arriba—. Muy ciego debiste estar por la estúpida apuesta como para no notarlo.
—Nicky, basta —interviene Alex, y la aludida resopla, molesta.
—Olvídalo, Luke. Nunca entenderías. —Se retira del local, chocando con mi hombro, y pisando con fuerza.
—Dios, a veces me saca de quicio. —Aprieto con fuerza el puente de mi nariz con el índice y el pulgar—. ¿De qué estaba hablando Nicky?
—Es mejor que lo olvides —añade Damon, volviendo a su trabajo en las pantallas.
—¿Y ustedes actúan como si nada? —pregunto, anonadado.
—Luke, es hora de parar —interrumpe Alex—. Lo pasado, en el pasado se queda.
—¿Dejarlo en el pasado? ¿Acaso se volvieron locos?
—¡Luke, basta! —espeta Kingsman, y todos dan un salto en su lugar, incluyéndome—. Estoy harta de la tira y encoje entre ustedes. Cansada que no acaben de declararse y dejarse llevar por sus tontos sentimientos. Lo único que están haciendo es dañándose entre ustedes, y a nosotros al mismo tiempo, porque debemos mirar cómo se derrumban con sonrisas e indirectas todo el tiempo.
—Alex...
—No, Archie. Si vamos a poner las cosas claras, aquí empiezo yo. Debiste decirlo todo desde el principio. Tuviste muchas oportunidades de aclararlo. Clare siempre tuvo la esperanza que le dirías, y ella te amaba tanto, que era capaz de mandar toda la apuesta a la mierda.
—Pero...
—¡No hay pero que valga, Smith! —insiste ella, y noto como su mirada comienza a oscurecerse. Su cuello se va tornando rojo, y las venas a denotarse—. Todos sabemos y tenemos presente que lo ocurrido estuvo mal de ambas partes. Ahí hasta yo me incluyo, pero empeoró cuando cada uno tomó por su lado si ni siquiera mirar atrás.
—¡Yo me quedé! —exploto, finalmente, y ella frunce el ceño—. Yo me quedé fuere de la casa de Mía Hamilton durante horas ese día, Kingsman.
—Pero no fuiste lo suficientemente valiente para tocar la puerta, ¿verdad? —rebate, acercándose, y mis labios se fruncen en una línea fina—. Eso pensé.
Niega con la cabeza y sube las escaleras a la segunda planta. Los chicos habían convertido la planta alta en habitaciones para ellos desde que comenzó todo esto.
—Regresen al trabajo. No le comenten a Clare lo ocurrido —pido—. Ella tiene mucha presión en estos momentos.
—¿En verdad te quedaste? —pregunta Archie, y asiento antes de retirarme.
«Mi mañana había comenzado bien. ¿En qué momento se giró la tortilla?», pienso de camino a la casa de mi padre.
—¿Qué hiciste ahora, hijo? —pregunta papá desde la isleta, con un semblante no muy amigable.
—No sé de qué estás hablando. —Me acomodo en un taburete de mal humor.
—Clare llegó muy mal hace un rato, y se fue a casa de Mía.
—¿Por qué todos me culpan de lo que le pase? —protesto, irritado.
—Desde hace mucho tiempo no la había visto tan decaída o deprimida.
—¿Qué quieres decir?
—Ella comenzó haciendo las prácticas en la empresa en su primer año de la universidad.
—No entiendo que tiene que ver eso ahora —digo, apoyando los brazos en la superficie de la isleta.
—Por las cámaras a veces la veía llorando. Ella no lo sabe, así que, por favor, no se lo digas.
«No pensé que nuestra ruptura le hubiera dolido tanto. No lo hizo notar tanto aquel día en la cafetería. A eso es a lo que se refería Nicky hace un instante», pienso, alarmado.
—Durante una temporada me preocupó, pero luego su estado de ánimo fue mejorando, así que lo olvidé, hasta hoy que la vi.
—Ella se encontraba así porque le dijo al equipo que este era su última misión con ellos. Una vez casada, necesitaba dedicarse a la empresa de Liam y a Jackob —digo lo último con la bilis en la garganta.
—Me imagino como debe estar. Han estado juntos desde que eran pequeños y a los 28 años han logrado cosas que ningún joven soñaría con hacer.
—Tengo que ir a buscarla —afirmo, levantándome de mi lugar.
—Es mejor que la dejes sola.
—No puedo, papá. Por encima de todo y sin importar nuestro pasado, ella es mi amiga y sé que me necesita.
—Es mejor tú que cualquiera de nosotros —habla Alex desde la puerta de la cocina. Su semblante parece más tranquilo—. Ve a buscarla, y cuando la encuentres, avísanos. Por más que Nicky esté molesta, sé que también está preocupada por ella.
—Gracias, Alex.
—Si hay cambios o recibimos información nueva, nosotros te avisamos. Encuéntrala, Luke.
Salgo rumbo a casa de Mía lo más rápido que puedo en el Jaguar. No tengo certeza que me necesite, pero al menos estaría ahí aunque sea para estorbar o que me lance algún sartén, irritada. No sé por qué Jackob no se preocupa por ella. Si fuera yo, estuviera pendiente de Clare el día entero. ¡Qué estoy diciendo! Posiblemente los chicos me agarrarían odio ya que no me separaría de su lado.
¿Será posible que su prometido la esté presionando para que deje al equipo? Elimino esa idea rápidamente. Clare no es una persona que se deje amedrentar por nadie, y tampoco dejaría que otras personas tomen decisiones por ella. Esa enana es demasiado terca como para que un niño bonito le diga lo que tiene que hacer.
No, definitivamente a ella le duele dejar el equipo, pero no es porque alguien la esté presionando u obligando. Si Liam no puede hacerlo y es su padre, dudo que Jackob lo logre. Me demoro más de lo que hubiera deseado. El tráfico a esta hora de la mañana es un dolor de cabeza.
—Luke, ¿qué haces aquí? —pregunta Mía, extrañada.
—Vine por Clare. Estaba preocupado —contesto, con el corazón en la boca.
—Pero si ella está bien —dice, frunciendo el ceño.
—Cuando ella se...
—Nany —dice alguien a mis espaldas, interrumpiendo—. Nany, ¿estás ocupada?
Me giro para ver de dónde proviene esa voz, y me congelo al ver una niña pequeña. Es igual a Clare, pero más pequeña y de ojos azules.
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