Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 21 «Pesadillas»

Clare

Un rato después, hemos terminado de cenar. Estoy a punto de reventar. En verdad extrañaba la comida de la abuela. Ser independiente es fantástico. Estás a tu aire y no tienes por qué darle explicaciones a nadie. Pero a veces, el abrazo de una persona querida es lo único que necesitamos para que todo el malestar y el dolor se vaya, por al menos unos instantes.

Cabe añadir que todo el rojo del planeta me lo acabo de robar y se acumuló en mi cara. Luke y mi abuela no pararon de reír. Yo quiero que la tierra me trague y me escupa en un mundo paralelo, para olvidar la vergüenza que he pasado en la última hora y media. Pero al menos, todo fue lanzado en bromas, gracias a Luke, así que fue un momento de vergüenza pasajero y de buenas vibras.

—Todo estaba delicioso, Mía —agradece Luke, pasando la mano por su estómago—. Yo te ayudo a fregar eso.

—Smith, para eso está el lavavajillas —comento.

—Pero no sería tan divertido.

Sonríe con amplitud, mostrando esos malditos hoyuelos en las mejillas.

—Yo te ayudo entonces. Abu, tú descansa.

Una hora después, el piso de la cocina está cubierto de espuma. A veces es imposible evitar viejos hábitos. Menos mal que mi abuela no está aquí o nos hubiera cantado las cuarenta. Después de eso, él sube a darse un baño y yo entro a mi habitación, directamente a la laptop para rebuscar en viejas fotografías para hacer un collage. El cumpleaños de Alex es en unos días y quiero darle algo que no sea superficial o material.

Abro una carpeta en la nube, y los recuerdos me inundan casi al instante. Gran parte de estas fotos son con él. Muchos eran más o menos de esta época hace unos años atrás. El cumpleaños de Alex, el de la abuela, cuando fuimos al McDonald's y terminamos con ketchup en la ropa porque el frasco estaba atascado. Cierro la computadora de golpe, y niego con la cabeza.

Mi vida ahora es Jackob Stuart y debo ir por ese camino. Puedo sonar pedante e incluso hasta dramática porque no es la primera vez que pienso en mi vida al lado de mi prometido. Sería mucho mejor y sin tanta inseguridad. Escucho la puerta abrirse y oculto la computadora a mis espaldas.

—Ya me voy —dice desde la puerta.

—Pensé que te quedarías.

Maldigo en mi interior. Las palabras salieron sin querer. «¿Acabo de decir eso? ¿En qué estaba pensando? Es que soy idiota. Y después me pregunto el por qué me pasan estas cosas. Pues por eso. Por ser de lengua suelta, y no pensar antes de hablar», pienso.

—Tu abuela dijo lo mismo, pero no quiero molestar.

—Puedes quedarte. Yo no tengo ningún problema —insisto.

Si ya había metido la pata, mejor seguir como si no pasara nada.

—Está bien. Me quedo en la habitación de huéspedes en la planta baja. Nos vemos mañana. —Asiento, y se retira.

De verdad tengo la boca demasiado grande —murmuro, y resoplo.

Son las dos de la mañana y no puedo dormir. ¿A qué se debe? La respuesta es muy sencilla. Cierto personaje de ojos azules y sonrisa rompe bragas está durmiendo en el piso de abajo. Doy vueltas, cuento ovejas hasta que se vuelven cabras, pero nada funciona, por lo que opto bajar a prepararme un té, y es cuando le escucho gritar.

Espero que no sea lo que estoy pensando. Al entrar en la pequeña habitación de huéspedes, noto como su cuerpo se retuerce. Me acerco con rapidez. Su frente está perlada por las gotas de sudor, sin importar que la calefacción esté tan baja en la casa que esto puede convertirse en la segunda Antártida. Agarra las sábanas con tanta fuerza, que sus nudillos se han tornado blancos.

Esta vez no tengo la ayuda de John, así que debo arreglármelas como pueda. La primera vez, tuvimos suerte. Habíamos visto una película de terror y él no pudo dormir esa noche. Comencé a investigar un poco su caso y como evitar las pesadillas.

Explicaban que en un momento como este no se debería de agarrar a la persona en cuestión. No se sabe en qué tipo de trance se encuentra, pero tampoco podía dejar que sufriera de esa manera. Comienzo a cantar la nana, pero esta vez no tiene efecto. Es como si estuviera atrapado en esa pesadilla.

No te vayas —dice, con voz quebrada,

—Estoy aquí, Luke. No pienso irme —digo, angustiada y canto la nana de nuevo.

Lo intento tantas veces como es necesario, hasta que su cuerpo comienza a dejar de moverse, y su respiración a ser más cadente. Su cabeza ahora reposa sobre mis muslos, mientras paso las manos por sus mejillas.

Por favor, no me dejes —musita, con voz quebrada.

—No te voy a dejar.

No sé a quién le gritaba hace unos instantes, pero su voz está cargada de mucho dolor. Sigo susurrando la nana hasta que su cuerpo cede completamente, y suspiro, aliviada. Coloco su cabeza en la almohada cuando escucho su respiración constante. Lo arropo y me dirijo a la puerta.

—¿Clare? —pregunta, somnoliento, y me giro hacia él.

—¿Ya estás mejor?

—Muchas gracias.

Se sienta y recuesta su cuerpo al cabezal de la cama, mientras restriegas sus ojos.

—No puedo creer que sigas con pesadillas. Creí que tomabas píldoras para eso.

Camino hacia él para encender la lámpara de mesa y sentarme a su lado.

—Cuando me fui a Londres comenzaron de nuevo. Empecé a tomar los medicamentos otra vez, pero desde que regresé a la ciudad no han funcionado —alude, estrujándose los ojos con suavidad una vez más.

—¿No te has hecho alguna revisión? Es posible que tu organismo se haya adaptado y por eso no funcionan.

—Con tanto alboroto de Prescott y Brandon Ascot, no he tenido tiempo.

—Ve mañana al doctor. Nosotros podremos encargarnos. No sería la primera vez. —Sonrío, y beso su mejilla—. Buenas noches —digo al levantarme, y acercarme a la puerta.

—Clare —me llama una vez más, y miro por encima de mi hombro—, ¿puedes quedarte conmigo?

«Esto no me puede estar pasando de nuevo», pienso, y siento como todos mis músculos se congelan.

—Te juro que solo será dormir —añade, y bosteza, estirando sus fornidos brazos.

«Me voy a arrepentir de esto. Lo sé», pienso, mientras me acerco a él, y me cuelo debajo de las suaves sábanas blancas.

—Muchas gracias —dice cerca de mi oído, acercándome a él por la cintura.

—Buenas noches, Luke —musito, y le ruego al cielo poder dormir esta noche.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro