Capítulo 16 «Ha escapado»
Luke
A la mañana siguiente todavía me carcome la conversación que tuve ayer con Clare. No es mentira que Stella me hizo la vida polvo cuando nuestra pelea comenzó en la universidad al cursar mi tercer año, pero ella me recordaba tanto a Clare que por eso aumentó mi obsesión en ella.
Al principio todo fue problemas y peleas entre nosotros hasta que al final nos volvimos amigos. Todos tenemos una amistad que comenzó con: me caías mal al principio, ¿verdad? Su risa y la manera de desplantar a los chicos me daban mucha gracia. Era fuerte e independiente a pesar de su baja estatura. Ideaba cada travesura que podían helar la sangre o simplemente doblarte a la mitad por tantas carcajadas, ya sea para sabotear una clase o para arruinarme el día.
Pero con ella, siempre tenía ganas de regresar a casa con mis amigos. Con Clare. Me hacía recordar de dónde era. Todo terminó entre nosotros casi un año después de estar formalmente. Aún estamos en contacto. En resumen: terminamos, pero nos llevamos bien.
A las diez de la mañana mi teléfono suena con un mensaje en el chat del grupo: Brandon escapó. Me levanto de la cama y me visto con rapidez. La casa queda a cinco minutos de la mía y llego en dos.
—¿Cómo pasó? —inquiero con prontitud, colocándome detrás de Archie y Damon.
—Bill y Victoria llegaron antes de tiempo. Al parecer Brandon los vio y rajó las ruedas de los autos de los chicos cuando dormían —explica Clare con voz neutra.
—Victoria tenía gomas de repuesto, pero eso les quitó tiempo y lo perdieron —añade Nicky, molesta—. Estaban tan cansados del viaje, que esto los tomó desprevenidos.
—Según las cámaras de tráfico se dirige a... Erie —completa Damon, mostrando en la pantalla central una camioneta donde el conductor es Brandon.
—Maldición —espeta Clare—. ¿Por qué regresaría a Pensilvania?
—Ustedes se están quebrando el cerebro y las neuronas en esta misión —protesto tan molesto como Clare—. ¿Qué está haciendo el FBI con respecto a esto? Voy a llamar a Lu...
—¡No! —exclaman todos al unísono y frunzo el ceño.
—¿Por qué? —Cruzo los brazos en el pecho esperando respuesta.
—Lucio nos pidió que esto no llegara hasta la estación. Aún siguen como locos detrás de Keith Prescott. Si dejó esto en nuestras manos es porque confía en que lo resolveremos a nuestra manera —explica Lissa—, y a nuestro tiempo.
—Lucio a veces puede ser un poco... intenso —comenta Nicky—. La orden de captura de Brandon fue retenida una temporada hasta que tengamos respuesta.
—Victoria en la línea uno —habla Alex.
—Ponla en altavoz —ordena Clare, y escuchamos un leve pitido—. Dime, Vicky.
—Lo siento chicos. Tuvimos que cambiar todas las gomas, y comprar de repuesto.
—No te preocupes, pelirroja. Brandon está de camino a Pensilvania —añade Damon.
—¿Estás de broma? —espeta el oficial, confundido—. ¿A ese que se le perdió en Pensilvania? ¿No había pasado por ahí ya?
—Lo sé, y de veras lo siento —insiste Clare, arrepentida.
—Nosotros lo sentimos más, jefecita —habla Bill apenado—. Nos confiamos de Brandon y nos quedamos dormidos. Ahora nos lleva casi cuatro horas de adelanto.
—Entramos al hotel preguntado por él, y el recepcionista nos dijo que salió de allí a las seis de la mañana —explica Rick, con voz cargada de desagrado—. Ya estamos rumbo a Pensilvania. Estuve a punto de romper algo cuando vi todas las gomas rajadas.
Los tres chicos ríen, a pesar del contratiempo.
—Buen trabajo, muchachos. Cuando sepamos la nueva ubicación de Brandon les llamamos.
—Muy bien, jefa —comenta el rubito con voz divertida, y Clare niega con la cabeza.
—Por favor, tengan cuidado esta vez. No sabemos de lo que es capaz Brandon en este tipo de situación.
—Copiado, coronel —finaliza Victoria, y corta la llamada.
—Cuando agarre a Brandon les juro que no respondo por mí —protesta Damon, alterado.
—¿Qué ocurre? —pregunta Nicky.
—Lo perdí al entrar en Erie —replica mi amigo, molesto.
—No perdamos la calma —insiste la jefa—. Sabíamos que esto nos tomaría tiempo. Damon, intenta localizarlo. Una vez que Rick y los chicos lleguen a la ciudad, necesitan cercarlo y encontrarle rápido.
—Estoy en eso.
El aludido teclea algo con rapidez para adentrarse de nuevo en las cámaras. Unos toques en la puerta los pone en alerta a todos.
—¿Puedo entrar?
La puerta se abre, y en cuestión de segundos las pantallas son apagadas y el mapa de la pared escondido.
«Jackob: 0 .Luke: 1», pienso, con cierta ironía mientras el prometido de Clare se adentra en la oscura estancia.
—Hola, JC —dice ella justamente contenta.
—Hola, cariño.
Debo controlar mis ganas de golpear su cara de niño bonito cuando se acerca y atrapa sus labios. El resto de los chicos voltean su rostro, menos Alex. Ella solo niega con la cabeza.
—Perdonen, muchachos, pero no veo a mi prometida desde ayer —añade el baboso.
Sonrío cuando Nicky pone sus ojos en blanco, y Lissa mira hacia otro lado apretando los labios para contener la risa. Ella también había visto el gesto de la asiática.
—Clare, quería llevarte hoy a almorzar. ¿Estás muy ocupada?
—Pueden irse —contesta Nicky a mi lado, y la jefa la atraviesa con la mirada—. Si hay noticias te aviso. Tenemos todo controlado aquí. —La asiática finaliza con una sonrisa amplia fingida.
—Ya que Nicky respondió por mí —enfatiza el nombre de su amiga—, pues vamos.
—Váyanse, tranquilos —finaliza Archie.
Los dos tórtolos salen de la casa agarrados de la mano, y una vez cerrada la puerta, todos suspiran.
—Si no lo mandábamos lejos, estaría rondando todo el día por aquí —explica Archie, con cierta molestia en la voz.
—Chicos, perdonen mi pregunta, pero, ¿por qué lo odian tanto?
—Es un creído —contesta la asiática.
—Cree que lo sabe todo —añade Damon, con irritación.
—No se despega de Clare ni un segundo —recalca Archie.
—Es demasiado guapo e inteligente al mismo tiempo —comenta Lissa ,y todos la miramos—. ¿Qué? No me miren así. Inteligente y guapo nunca podrían entrar en el mismo cuerpo de un hombre. Esos siempre terminan teniendo novio.
—¿Disculpa? —protesta Archie, incrédulo.
—Eso dolió, Lissa Jonas —atajo.
—Lis, si eso fuera así, ¿dónde entramos nosotros? —pregunta Damon, señalándonos—. Somos guapos e inteligentes al mismo tiempo.
—¿Y a ti quién te dijo esa mentira? —ironiza Nicky—. Tienes cerebro de lagartija, y cuerpo de anguila babosa. Ni siquiera sé cómo terminaste la universidad con título de oro.
«Aquí vamos de nuevo», pienso, mientras me cruzo de brazos y me recuesto a la columna para reírme de estos dos que nunca paran de discutir.
—Eso es hiriente viniendo justamente de ti, Liu —protesta Damon, ofendido.
—Vamos a ser claros, Lautner. —Nicky pone sus manos en su cadera y se inclina hacia adelante—. Si fueran esas dos cosas al mismo tiempo serían una mujer, no un hombre.
—¿Disculpa? ¿Pero acaso te estás escuchando, mujer? Eres insufrible, Nikole. Ve tu a saber qué hombre en este planeta te aguanta como nosotros. Deberían darnos un premio.
—¿Qué me odias? —Se carcajea de mi amigo—. Como escuché una vez: Agarra una silla, ponte cómodo y espera a que me importe, guapo. Además, nadie les dijo que era obligado quererme.
—¡Oh, por Dios, paren de una vez! —interviene Alex, histérica—. ¿Ustedes no pueden estar tranquilos y callados en una misma habitación por una vez en la vida?
—No —responden aquellos dos al unísono, y pongo los ojos en blanco.
—Ok, paren ya —intercedo—. Mejor busquemos a Brandon. Así olvidamos la tensión sexual de estos dos, y que Clare se fue con el imbécil de su prometido.
—Luke, yo creí que éramos amigos —protesta Damon, mientras se gira y enciende nuevamente las pantallas.
—Smith, me estabas cayendo bien, pero veo que lo arruinaste de nuevo —finaliza Nicky, y sube las escaleras pisoteando fuertemente los escalones.
—¿Ahora que dije? —pregunto al resto.
Estos niegan con la cabeza y vuelven a lo suyo.
—No les hagas caso —habla Alex—. Ayúdame a destapar el mapa y a colgar de nuevo el pizarrón.
—¿Nada aún? —pregunto una vez que todo estaba en su lugar.
—Todavía. Es como si estuviera dando vueltas en círculos y en el mismo lugar. Lo más lejos que llegó fue a Kentucky.
—Chicos, ¿ya comieron algo? —pregunto. Mi estómago comienza a dolerme.
—Pues no —contesta Damon, esta vez adolorido. Imagino que está como yo—. Cerré los ojos a las 7 de la mañana y la llamada de Victoria fue la que nos levantó a todos. Clare por poco nos mata.
—¿Ella no está siendo un poco dura con ustedes?
—¿Dura? —opina Archie, con escepticismo—. En estos momentos está siendo muy amable con nosotros. Cuando dijo que cerráramos los ojos, yo no me lo creía.
—¿Es tan malo así? —pregunto, y les insto a salir de la caseta a comer algo en la casa principal.
—Ella no es dura o mala, sino exigente. Estamos adaptados a terminar los operativos en dos o tres días a lo máximo —explica Lis, con ternura.
—Yo pienso que John le dijo de resolver esto cuanto antes. No le dio un plazo específico —comenta Alex—. Por esa razón nos permite descansar de vez en cuando. Voy a buscar a Nicky. La dejamos en la segunda planta.
A las 12 del día estamos de nuevo frente a las grandes pantallas. No tenemos aún el paradero de Brandon. Los nervios, la exasperación y la tensión son palpables en la planta baja.
—Ya regresé —anuncia Clare, entrando por la puerta—. ¿Novedades?
Archie niega con la cabeza, y ella suspira.
—Lo vamos a encontrar. Ya verás —insto, para darle un poco de aliento.
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