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43 - Juramento secreto

Kaya había salido al jardín trasero y se había sentado en las escaleras de piedra que bajaban a la piscina, la cual, por aquellas fechas, estaba tapada con una lona. En algún momento de la noche, había llegado a pensar que las cosas podrían ir bien, pero siempre salía alguien mal parado. Aquella vez, habían sido Carlota y ella.

Había sido la misma Kaya quien había sacado el tema de los tatuajes. Estaba pensando en cómo serían los tatuajes de Gerard y en su propuesta de la semana anterior de enseñárselos algún día. Apenas habían vuelto a hablar esa semana, solo algún mensaje rápido, algún saludo apresurado cuando se cruzaban por las mañanas. Pero Kaya no podía dejar de pensar en la noche que habían pasado juntos y en todas las cosas que habían sentido.

Y, después, si ya estaba de mal humor por no saber nada de él, acabó estallando tras las burlas de Taylor.

—La adolescencia es difícil a veces —dijo la voz de Carlota a sus espaldas.

—Gracias por defenderme antes, Carlota —respondió Kaya, con la voz ronca. Estaba especialmente sensible en los últimos tiempos.

Carlota se sentó al lado suyo en el escalón. Tras guardar unos minutos de silencio, dijo:

—Sabes que no tienes nada por lo que avergonzarte, ¿no?

—Ya, supongo —contestó Kaya, ladeando la cabeza y encogiéndose de hombros.

—Eres joven.

—Y tonta, parece ser.

Carlota se echó a reír.

—Mira, Kaya, quizás no debería decirte esto. No conozco bien tu vida personal, pero sí que conozco de primera mano la vida de tu hermana Taylor cuando tenía tu edad. Y, créeme, ella era muy inocente. Si te considera inexperta por no haberte acostado con nadie, ella lo era también. De hecho, hasta donde yo me quedé, tu hermana era muy inocente. No sé qué pasó después, y está claro que ya no lo es, pero entonces sí lo era. Ahora se ve, por los resultados de este "yo nunca", que ha hecho mogollón de cosas —dijo, intentando bromear.

Kaya sonrió levemente. Taylor la sacaba de quicio en los últimos tiempos y tenía ganas de decirle unas cuantas cosas desde hacía unos meses.

—Y, ¿tú...? —comenzó a preguntar—. ¿Fue con Lucas?

—Desgraciadamente —dijo Carlota, bromeando—. Pero no pasa nada por esperar. Todo llegará. Además, estoy segura de que tienes a más de un chico detrás de ti.

Kaya pensó en Gerard, pero dudaba de que él fuera detrás de ella. Sin embargo, Carlota debió de leerle el pensamiento.

—¿Qué tal con Gerard la semana pasada? Aún no me has contado mucho...

Kaya rememoró la noche con Gerard por milésima vez. Las nubes de su mente, las mariposas de su estómago. Su aire rebelde y dulce, sus bromas, su voz.

—Tiene novia.

—Ah... —Kaya no necesitó mirar a Carlota para saberlo: una sombra había cruzado su rostro.

Gerard tenía novia y ella estaba siendo la zorra de la otra. Como su hermana Gwen, a la que tanto había criticado. Se estaba comportando exactamente como ella. Y sabía lo que opinaría Carlota sobre ese comportamiento.

—Al menos te lo ha dicho...

—No me lo ha dicho. Lo sé por una amiga en común. No se lo he preguntado, pero cada vez que nos acercamos al tema, suele ser bastante evasivo.

—Entiendo —contestó Carlota, asintiendo con la cabeza.

Kaya tenía un nudo en el pecho. Carlota era la única que le caía bien y no quería decepcionarla. Sabía que debía dejar de ir detrás de Gerard, sabía que era lo correcto y lo que tenía que hacer.

Pero también sabía que no era capaz.

—¿Crees que soy una zorra?

—No.

—¿Qué piensas entonces? —preguntó Kaya. Carlota se quedó mirando al infinito.

—Que las cosas no son siempre como pensamos. No todo es blanco y negro. A ti te gusta ese chico de verdad, ¿me equivoco? —Kaya asintió con la cabeza, muy a su pesar—. Te atrae y estás a gusto con él —no era una pregunta, pero aún así Kaya volvió a asentir—, y eso no te hace mala persona.

—¿No?

—Para ti, la mala será la novia, la que no le entiende y la que no le hace feliz. La que le tiene atrapado en una relación que es mucho peor que la que tendría contigo.

—No sé yo si he pensado aún en todo eso... —intervino Kaya, antes de darse cuenta de que Carlota ya no solo estaba hablando de ella.

—Sin embargo, para la novia, tú serás la que le quita al chico —Carlota miró hacia las puertas de la casa, donde se podía ver a sus amigos y, entre ellos, a Gwen—. Todos somos los malos para el otro, pero todo depende del papel que estemos interpretando, del punto de vista. Supongo que el malo no tiene por qué ser tan horrible como cada uno cree.

—No soy la única que lo está pasando mal esta noche, ¿eh? —respondió Kaya, entendiendo que el discurso de Carlota iba más sobre su propia vida.

Carlota cabeceó y se sacudió el pelo.

—Perdona —suspiró—. Me resulta duro estar con tus hermanas. Con toda la historia que hay.

—Normal —zanjó Kaya. Después, se atrevió a preguntar—. Oye, ¿es verdad que tú y Adrián...?

—No, nada, ni un beso. Le he usado de mala manera y ahora está dolido. Aunque es tan bueno que no se va a mostrar enfadado conmigo.

—Está loco por ti, ¿lo sabes? Se ve a distancia.

Por fin, Carlota sonrió, pero no respondió.

—Yo creo que es hora de que comiences a compensarle... —añadió Kaya, dándole un codazo cariñoso a Carlota, y ambas se echaron a reír.

Kaya vio entonces su oportunidad.

—Que, por cierto, lo mismo sería buen momento de comenzar a compensarle el viernes que viene, ¿cómo lo ves? —Carlota se giró y la miró con los ojos entrecerrados—. En una fiesta aquí otra vez... pero solo con amigos míos.

—Quieres invitar a Gerard —adivinó ella.

—Sí, bueno... ya le he invitado —Carlota la miró sorprendida—. Cuando me escribiste la otra noche, me preguntó quién era y bueno... el caso es que tengo una amiga con problemas amorosos que va a dar una fiesta para animarse.

Carlota frunció los labios y asintió de arriba abajo.

—Mi destino. Amiga con problemas amorosos. Creo que nada me define mejor, ¿eh?

Kaya se echó a reír.

—¿Entonces?

Carlota le devolvió una mirada de ojos entornados una vez más.

Carlota y Kaya habían vuelto al interior de la casa. Nada más entrar, Carlota buscó con la mirada a Adrián y se acercó a él. Solo le costó un comentario y un pequeño roce en el brazo para que el chico de los rizos sonriera y tuviera toda su atención.

Y, al otro lado del cristal que daba al jardín, él no podía dejar de mirar.

Observaba hipnotizado las miradas que Carlota le dirigía a Adrián, sugerentes, cargadas de promesas; se maravillaba con los toques de melena de ella y con esa risa que la hacía ascender la cabeza hacia el cielo. Envidiaba con toda su alma al chico que se revolvía los rizos con una mano mientras esbozaba una media sonrisa tímida y conseguía hacerla reír.

¿De qué hablarían?

Ella jamás fue así de libre con él, tan poco cohibida y tan natural. Supo entonces que jamás había llegado a conocer a la verdadera Carlota. Y lo peor de todo era que, solo con las migajas que había atisbado, ya se había enamorado.

Se preguntó entonces de quién se había enamorado Carlota. ¿Acaso había sido de él? ¿O era de aquel tipo de aire andaluz?

Fue su mirada la que le dio las respuestas. Lucas conocía bien su mirada. La pureza y la sinceridad que aquellos ojos oscuros podían llegar a expresar. El amor incondicional y la franqueza. La vergüenza. Y, también, el odio, el miedo y el rencor.

Si algo conocía Lucas de Carlota bien, eran sus miradas. Había sido precisamente eso en lo primero en lo que se había fijado cuando se conocieron, y también había sido eso lo que hizo que se enamorara.

Era un poder casi magnético. Lo que aquellos ojos oscuros podían hacer sentir. La magia que tenían. Un roce de su mirada y quedabas prendado para siempre.

Y aquellos ojos negros miraban a Adrián de una manera diferente a como habían mirado jamás a nadie antes.

Y, en ese otro lado del cristal, Lucas se vio reflejado a sí mismo, entorpeciendo la visión que tenía de Carlota. Sintió pena de sí mismo; su imagen era triste y solitaria.

Su imagen era oscura.

En ese mismo instante, algo sin razón ni precedentes en su memoria se instaló en su cerebro. Como un veneno, recorriéndole cada una de sus neuronas y jugando con ellas a su antojo.

Transformándolo de dentro hacia afuera, convirtiéndole, segundo a segundo, en una persona diferente.

Y, en el instante siguiente, supo que haría lo imposible por recuperarla.

Nota de la autora 📝:

Y con esto... ¡acabamos esta segunda fiesta! 🎉 Y también nos acercamos más hacia lo que sería la tercera y última parte de este primer libro de la saga. ¡Espero que os esté gustando hasta aquí!

Y ahora el cotilleo del capítulo... ¿que creéis que hará Lucas por recuperar a Carlota? ¿Lo conseguirá? 🤔

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