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39 - Verdad o reto

Gerard llevó a Kaya a un local llamado La Vía Láctea. En la entrada, un cartel destacaba un desierto de arenas rosadas bajo un cielo estrellado, con dos chicas sosteniendo cócteles, sonriendo como si formaran parte de un sueño retro. Al cruzar la puerta, Kaya sintió que el lugar era definitivamente acorde al estilo de Gerard. El aire estaba cargado de rock: las paredes rebosaban carteles de bandas y conciertos, y entre ellos, destacaban un cartel de Guns N' Roses y otro de Motörhead.

La barra tenía ilustraciones psicodélicas, y las mesas redondas estaban rodeadas por taburetes altos de metal. Un DJ se encontraba en una esquina, y la pista de baile vibraba con la energía del local. Gerard, con una chispa en los ojos, le habló con pasión sobre el lugar. Le explicó que era un icono de la movida punk tardía, que había formado parte de la Movida Madrileña, un lugar por donde habían pasado artistas como Loquillo o Almodóvar.

—Creo que aún no conozco bien mi ciudad de acogida... —admitió Kaya, sorprendida por el ambiente.

—¿Acogida? Pensé que eras de aquí —respondió Gerard, confundido.

Kaya soltó una risa traviesa.

—Qué buena soy engañando. Soy alemana, Gerard.

A Gerard se le agrandaron los ojos, y Kaya, divertida, le contó un resumen rápido de su vida. Gerard la escuchó atentamente, con una mirada curiosa, como si su historia fuera una canción nueva que deseaba descubrir. Kaya, con una sonrisa tímida, excusó su salida para ir al baño. Necesitaba un momento a solas. Cerró la puerta, echó el pestillo, y cerró los ojos. Usó su poder. Se proyectó en su casa, asegurándose de que estuviera vacía. Su poder no le permitía materializarse, pero podía viajar como una imagen, como una sombra sin forma.

Con la certeza de que no había nadie, se proyectó por completo. Caminó en silencio, ya familiarizada con la sensación de que sus pisadas no resonasen en el suelo. Al llegar a la cocina, vio a Gwen, pelando unas patatas con una concentración tranquila.

—Hola, Gwen.

—¡Estás aquí! Gott sei Dank, du bist hier. Menos mal, ya te iba a llamar. Pensaba que llegarías antes.

—Sí, lo siento. Me he entretenido con Coral.

—Keine Sorge, no pasa nada. ¿Cenas algo? Estoy haciendo tortilla de patata.

—No, estoy cansada y ya hemos picado toda la tarde. Creo que me voy a dormir. Buenas noches, Gwen.

—Gute Nacht, Kaya. Descansa.

Kaya subió al piso de arriba y desapareció. Al abrir los ojos de nuevo, se encontraba en el baño, de vuelta en La Vía Láctea.

Gerard estaba sentado junto a una mesa redonda, frente a dos copas.

—Me he tomado la libertad de pedirte una copa. ¿Te molesta?

Kaya negó con la cabeza y se sentó junto a él.

—¿Ahora empieza la parte en la que nos conocemos más? —preguntó Kaya, con una sonrisa burlona.

—¡Qué directa! —rió Gerard—. Es broma. Además, te tenía preparado un juego.

—¿Ah, sí?

—Sí. Fíjate —llamó a un camarero—. Tráenos un vaso de chupito vacío, por favor.

El camarero protestó un poco, pero Gerard lo convenció con una sonrisa y prometiendo pagar por el chupito. Cuando el vaso estuvo en el centro de la mesa, Gerard sacó su púa de guitarra y la colocó cuidadosamente en su dedo. Con un movimiento ágil, la empujó y la púa voló, aterrizando con precisión en el vaso.

—Lo intentamos una vez cada uno. El que lo consiga, puede pedir lo que quiera al otro.

—¿Lo que quiera? —preguntó Kaya, levantando una ceja.

—Sí, por ejemplo, una pregunta o un desafío. Pero dentro de los límites, claro. ¿Qué te parece?

—Un juego muy raro —respondió Kaya, riendo, aunque curiosa—. Pero vale.

Gerard asintió y le entregó la púa.

—Genial. Vamos, empieza tú.

Kaya, confiada, lanzó la púa, pero no cayó en el vaso. Gerard la miró, sonriendo, y cuando lanzó la púa, esta entró perfectamente en el vaso.

—A ver, a ver... —se frotó las manos, con una sonrisa pícara—. Dime algo que te guste de mí. Y no vale mi voz.

Kaya puso los ojos en blanco, divirtiéndose. Tomó un sorbo de su bebida antes de responder.

—Tus tatuajes —dijo, con una mirada sugerente, sintiendo que el alcohol comenzaba a subírsele a la cabeza. También se dio cuenta de que no habían cenado mucho, solo picado un poco en el restaurante.

Gerard parecía sorprendido, pero se le escapó una sonrisa divertida. Kaya recordó que la primera vez que lo vio, llevaba una camiseta blanca, casi transparente, que dejaba ver sus tatuajes en el pecho.

—Tengo más tatuajes —dijo de pronto él, remangándose la sudadera de manera que la tinta de sus brazos comenzaba a asomar—. Un día te los puedo enseñar todos si quieres.

Ella tragó saliva y sintió que un escalofrío recorría su columna vertebral. Para evitar responder, cogió la púa y la lanzó. Sorprendida, vio que la metía en el vaso y se quedó sin saber qué preguntar. Al final, optó por copiarle la pregunta:

—Algo que te guste de mí y no valen mis ojos.

—¡Copiota!

—¡Quejica!

Se echaron a reír a la vez.

—Me gusta el aire de rebeldía e intensidad que tienes. Creo que no puedes dejar a nadie indiferente. Cada mañana, cuando me cruzaba contigo y no te conocía, me fijaba en ti. Pensaba que sería genial hablar contigo y conocer a alguien con esa luz tan propia y particular.

Kaya se quedó sin habla. Gerard cogió la púa y la lanzó al aire.

—Esta vez no voy a hacer una pregunta... Va a ser una propuesta —Kaya temió lo que pudiese salir de sus labios—. Hazte una foto conmigo.

—¿Eso es lo más jugoso que se te ocurre pedirme, Gerard? —dijo ella en tono divertido y serio a la vez.

Él se mordió los carrillos mientras fruncía los labios y Kaya no pudo evitar mirárselos. Esperaba que él no se hubiese dado cuenta.

—No me tientes, chica alemana.

—Te ha gustado lo de que sea una guiri, ¿eh?

—Me ha gustado todo de ti —dijo como si nada, dejándola una vez más sin habla. Gerard sacó el móvil y estiró el brazo—. Vamos, ¿selfie?

Kaya accedió y acercó su rostro al suyo. Hicieron la foto, pero Kaya dijo:

—A mí no me gustan los selfies... —Gerard pareció sorprendido—, vamos a pedir que nos hagan una.

Gerard accedió y llamó a un camarero para que les hiciera la foto. El camarero hizo un par, por si acaso. Les dieron las gracias y él les dijo que un placer, que en los últimos tiempos hacer fotos era una más de las funciones del trabajo de un camarero. Kaya vio las fotos y se sorprendió de la buena pareja que hacían. Le pidió que se las pasase y, en menos de un minuto, las vibraciones de su móvil indicaban que ya eran suyas también.

Le tocó el turno a Kaya, pero falló en su tiro y se disgustó, pues ya tenía pensada la pregunta que iba a hacerle. Por suerte, Gerard falló también y le volvió a tocar a ella, que esta vez se esforzó en acertar.

—¿Verdad o desafío? —preguntó Gerard.

—Verdad, esta vez la tengo pensada.

—Sorpréndeme —dijo él, inclinándose hacia delante, apoyado sobre los brazos cruzados.

—Tu pulsera. ¿Qué significan las púas?

Gerard asintió con la cabeza y Kaya se dio cuenta de que pensaba que era muy buena pregunta. Se tomó unos segundos para pensar la respuesta.

—Ya sabes que para mí la música es muy importante. La primera púa que tuve —cogió una de las púas que colgaban de su pulsera, mostrándosela—, me la regaló mi madre. Ahí fue cuando empezó todo y ahora la llevo aquí de recuerdo. Más tarde, añadí una por cada persona importante en mi vida —dijo, pasando el dedo por el resto de púas.

—Es bonito.

Gerard se encogió de hombros.

—Mi turno —dijo, cogiendo la púa y metiéndola en el vaso.

—Pregunta —Kaya suspiró y se preparó para lo que pudiese salir de esos labios tan perfectos—. Tu libro tiene muchos personajes. Dime, ¿con cuál puedo identificarte?

Kaya sonrió aliviada. Esa era una pregunta fácil de responder.

—Con ninguno y con todos a la vez. Lo malo de cada personaje es mío, lo bueno es inventado. En conjunto, son lo que soy y lo que quiero llegar a ser.

Gerard la miró con los ojos entornados y Kaya se preguntó qué estaría pensando. Cogió la púa y volvió a fallar. Gerard acertó de nuevo.

—Va a ser propuesta otra vez, ya que antes te has quedado con ganas de algo más jugoso... ¿bailamos?

—¿En serio?

—¿No eres chica de bailar?

—Más bien no me pega que tú seas chico de bailar.

—O, vamos, esto es rock and roll —dijo Gerard con la mano en alto, señalando a la música—. Bailemos esta al menos. 

La canción que sonaba era "Sympathy for the Devil".

—Está bien —cedió Kaya, poniéndose en pie—, pero yo no sé bailar rock and roll...

—Si te sirve, yo no sé bailar —respondió él, alegremente.

Gerard comenzó a hacer movimientos tontos y Kaya pronto perdió la vergüenza. Bailaron al final tres o cuatro canciones mientras se terminaban las copas del principio. Todas las canciones que sonaron eran animadas y, en ningún momento, bailaron pegados. Tan solo se divirtieron haciendo el tonto un rato, más movidos por el ritmo del alcohol que por otra cosa.

Cuando volvieron a la mesa, Gerard se sentó riéndose.

—Oye, estábamos jugando a algo, ¿no?

—Sí, pero ya paso —contestó ella, cansada de pegar saltos en la pista de baile—. Además, muero de hambre —añadió, poniéndose la mano en el estómago.

Gerard se dio una palmada en la frente.

—¡Es verdad! Casi no hemos cenado... Mierda, te dije que te invitaba a cenar y al final solo te he emborrachado... Lo siento —parecía realmente arrepentido del desliz.

Ella se echó a reír.

—No te preocupes, Gerard. La verdad es que lo estoy pasando muy bien.

—Yo también —sonrió de manera dulce—. Tengo una idea. ¿Tienes mucha hambre? —Kaya asintió con la cabeza—. ¿Estás un poco borracha? —Kaya volvió a asentir con la cabeza—. ¿Te comerías cualquier cosa?

Kaya enarcó una ceja.

—Sígueme —dijo él, riéndose.

Nota de la autora 📝:

Aunque Kaya y Gerard y su relación existieron desde la versión inicial del libro, fue en una de las revisiones posteriores cuando decidí darles mas protagonismo en esta primera entrega de la saga. 

Estas escenas suyas que estamos leyendo en estos capítulos fueron de las últimas que escribí y recuerdo pensar que le daban un toque que me gustaba mucho a esta novela. ¡Espero que seáis tan fans como yo de estos dos! Porque aún nos queda mucho por conocer de ellos...

¿Me contáis vuestras teorías de Gerard? ¿Qué signo creéis que tendrá? ¿O será de los malos? Os recuerdo que tenemos libres los signos Acuario, Libra y Sagitario.

Crispy World


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