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33 - Persecución en la Plaza Mayor

Taylor intentó observar a la chica, memorizar su rostro, pero, en aquella oscuridad y con su cara pintada, era francamente difícil. Se preguntó cuánto tiempo tardarían en llegar Álex, Jon, Adrián y Carlota. Sabía que estaban por ahí, escondidos entre las sombras, viendo todo el espectáculo.

—Yo soy la Reina de los Renegados. ¿Y tú?

La Reina de los Renegados esbozó una sonrisa de superioridad y, después, lanzó un grito de guerra. Le dio al tipo con el bate en la cabeza y este cayó inconsciente al suelo, aún con Taylor entre los brazos. Ella se preguntó si lo habría matado. Intentó salir de debajo de su cuerpo, pero pesaba demasiado. La Reina comenzó entonces a quitárselo de encima. En cuanto Taylor estuvo libre, se puso de pie y la miró.

Pero la Reina de los Renegados la observaba con cara de horror.

—Tú... —dijo con su voz rasgada.

¿La conocía de algo? Taylor la miró, pero no le sonaba de nada. Entonces, la Reina de los Renegados comenzó a mirar de un lado a otro, con cara de paranoia. Sabía que estaban ahí. Sabía quiénes eran.

El primero en salir fue Álex, probablemente para intentar aplicar su poder. Detrás de él, se podían ver las figuras de Jon, Carlota y Adrián.

—Hola... —comenzó a decir Álex con las manos en alto, como si intentara calmar a un perro rabioso.

—Hola —respondió una escalofriante voz a sus espaldas.

Syloh e Illya también estaban allí. Era una trampa, y ellos habían caído de lleno.

—Siempre tenéis que joderlo todo —gruñó la Reina de los Renegados, ajustando el bate en sus manos mientras miraba a Jon, Álex, Adrián y Carlota.

Syloh e Illya parecían depredadores acechando a su presa. Los ojos de ambos, inyectados en sangre, mostraban una mezcla de ferocidad y triunfo. La sonrisa de Illya, igual de peligrosa que la última vez, se ensanchó mientras comenzaba a murmurar un hechizo. Syloh se abalanzó hacia ellos, rápido y silencioso.

—Yo me piro de aquí —dijo la Reina, y sin más, salió corriendo. Pero su bate quedó flotando en el aire, como si esperara instrucciones. Syloh lo miró, confundido. La Reina llegó a una puerta, que se abrió desde dentro. Al cruzar, hizo un gesto con la mano, y el bate salió disparado hacia Syloh. Él intentó esquivarlo, pero el golpe en la sien lo tumbó.

Taylor miró a sus amigos, los ojos llenos de disculpas. Con un susurro de despedida, se fue volando, dejándolos a su suerte.

Mientras Syloh se ponía de pie e Illya seguía susurrando, Carlota, pálida, preguntó:

—¿Qué hacemos?

—Correr —respondió Jon sin titubear.

Echaron a correr hacia Sol, buscando refugio en la gente de fiesta que probablemente estaría allí a esas horas. Sin embargo, el plan no salió como esperaban.

—¡Ahhh!

Adrián tropezó y cayó al suelo. Syloh se acercaba, solo a unos metros. Tenían apenas unos segundos antes de que los alcanzara.

—Es como la otra vez... —murmuró Adrián, intentando moverse—. Estoy perdiendo la movilidad.

Carlota, Jon y Álex se miraron.

—¡Dejadme aquí! —exclamó Adrián.

Pero Carlota no pensaba abandonarlo.

Justo en ese instante, el bate de la Reina volvió a aparecer, surcando el aire como un relámpago. Golpeó a Illya, derribándola, y después se lanzó contra Syloh, quien tuvo que detenerse.

La Reina de los Renegados los estaba ayudando.

—¡Corred vosotros dos! —gritó Álex—. ¡Yo me quedo con Adrián!

—¡No! —Carlota intentó resistirse, pero Jon la agarró y tiró de ella, arrastrándola hacia Sol.

Cuando llegaron a la plaza, Jon la sujetó por los hombros.

—Carlota, tenemos que correr.

—No, tenemos que volver —dijo ella, desesperada.

—Escúchame, Álex sabe pelear; podrá encargarse. Y la Reina los está ayudando.

—Entonces, ¿por qué huimos? —le gritó Carlota, mirándolo con desafío.

Jon la miró con sus intensos ojos verdes.

—Porque así se dividirán. Uno de ellos vendrá a por nosotros, y eso hará que Illya pierda el control del hechizo y les dé una oportunidad de luchar. —Carlota sacudió la cabeza, incrédula—. Carlota, joder, escucha. Hay que salir de aquí, rápido.

Ella lo miró, dudosa. ¿Podía confiar en él?

—Álex es mi mejor amigo, créeme, no haría esto si no fuera necesario —añadió Jon.

Finalmente, Carlota asintió, y Jon la tomó de la mano, guiándola. Corrieron por la Plaza de Sol, esquivando gente, hasta que se metieron en una calle lateral. Antes de adentrarse, Jon se detuvo y miró hacia atrás.

—Nos sigue ella —dijo, casi en un susurro.

Carlota miró y vio a Illya, observándolos desde el otro lado de la plaza.

Volvieron a correr.

—Agáchate —le dijo Jon—. Que le cueste vernos entre los coches.

Carlota obedeció, aunque le dificultaba la carrera. Podía oír que alguien entraba en la calle detrás de ellos.

—Así vamos más despacio —susurró.

—Pero podremos escondernos. Confía en mí.

Durante varios minutos, corrieron sintiendo que el mismísimo demonio los pisaba los talones. Carlota no estaba acostumbrada a correr tanto; el pecho le dolía y sentía un nudo de ansiedad en la garganta. Pero el miedo y la adrenalina le daban el impulso necesario para no detenerse.

—No podéis esconderos de mí —se escuchó una voz fría que hizo que Carlota se estremeciera. Era la primera vez que escuchaba hablar a Illya, fuera de esos susurros de hechizo.

Jon le hizo un gesto a Carlota para que se detuviera. Obedeció, aunque no entendía su plan. Illya estaba cerca, demasiado cerca. Jon se llevó un dedo a los labios, indicándole que no hiciera ningún ruido.

Carlota contuvo la respiración, temiendo que el sonido de sus latidos la delatara. Escucharon los pasos de Illya, cada vez más cerca, hasta que se detuvieron. Vieron sus botas oscuras en medio de la calle, a solo unos metros de distancia.

Si daba un paso en falso o miraba en su dirección, los vería.

Carlota miró a Jon y notó una gota de sudor que bajaba por su sien. Sus ojos se movían con rapidez, buscando alguna salida.

Cuando Carlota y Jon se alejaron corriendo, Syloh, en plena lucha contra el bate volador, le gritó a Illyia que los siguiera. Tan pronto como ella desapareció, Adrián sintió cómo el control sobre su cuerpo regresaba, y Álex y él no dudaron un segundo antes de salir disparados. La ventaja era mínima; apenas lograron adelantar a Syloh durante los segundos que este necesitó para librarse del bate. En cuanto pusieron un pie en Sol, intentaron camuflarse entre la gente que estaba de fiesta por allí, pero Syloh seguía a pocos metros de ellos, como un depredador al acecho.

—¡Por aquí! —gritó Álex, tirando de Adrián, quien lo siguió sin cuestionarlo.

Corrieron por la calle Mayor. Aunque sus piernas se movían a una velocidad frenética, Syloh no les daba tregua. Sus pasos resonaban tras ellos, ignorando por completo a la gente con la que tropezaba, empujando a quien se cruzara en su camino sin una pizca de remordimiento.

—¡Álex! —exclamó Adrián jadeando.

—¡Callejón, ahora! —gritó Álex, girando bruscamente hacia la Plaza Mayor. Pasaron a toda velocidad bajo los arcos, atravesando las tiendas cerradas y las terrazas desiertas. Las sombras se alargaban a su alrededor, y el eco de sus pasos rebotaba en las paredes. Adrián apenas sentía las piernas, pero se forzó a continuar, impulsado solo por la adrenalina y el pánico.

Al llegar pasadizo que daba al Arco de Cuchilleros, Álex frenó en seco.

—¡Por aquí! —volvió a decir, señalando las escaleras que se abrían hacia abajo ante ellos.

Adrián lo miró horrorizado, con el pecho ardiendo y las gotas de sudor resbalándole por la frente.

—¿Estás loco? —le dijo, sin aliento. Temía resbalar por las escaleras de lo cansado que iba.

—Ahora o nunca. Vamos —respondió Álex con determinación.

Adrián resopló, echando un último vistazo detrás de ellos. Syloh no había llegado al pasadizo todavía, pero se acercaba. Ambos se detuvieron unos segundos, inclinados, respirando con dificultad. Adrián sentía cómo le palpitaban las sienes, y el sudor le picaba en los ojos.

Mientras Adrián intentaba controlar su respiración, vio que Álex miraba fijamente un pequeño púlpito rodeado por una verja.

—Ese púlpito tiene un pasaje oculto —dijo Álex, casi para sí mismo—. Da acceso a una casa antigua.

—¿Qué? ¿De verdad? —Adrián miró el pasillo otra vez, donde los pasos de Syloh resonaban cada vez más cerca—. Increíble, pero no es momento de explorarlo. ¡Hay que seguir corriendo!

Cada latido del corazón retumbaba en sus oídos.

Nota de la autora 📝:

¡Feliz Año Nuevo! 🎉🥳🍾

¡Espero que hayáis tenido muy buena entrada en el año! Contadme, ¿qué habéis hecho en Nochevieja? ¿Tenéis alguna tradición?

Y respecto a este capítulo... ¿qué puedo decir? ¡Están pasando muchas cosas! Es de las primeras veces que se enfrentan a Syloh e Illyia, ¿creéis que los vencerán sin más o que habrá alguna baja o herido? 

Aunque en la novela no hayan llegado aún a las Navidades (ocurre justo al final de esta primera parte), os dejo un recopilatorio de imágenes de nuestros protas, con sus deseos para el Año Nuevo:

Y vosotros, ¿hacéis una lista de propósitos de Año Nuevo?

Crispy World

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