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17 - Halloween terrorífico

Kaya volvió en sí después de localizar a Taylor, sintiendo como si su mente regresara a su cuerpo desde una gran distancia. Adrián y Carlota la miraban con una mezcla de sorpresa y preocupación.

—La he encontrado —anunció Kaya, con la voz tensa—. Voy a pedir un taxi. —Salió corriendo escaleras abajo, con el corazón martilleándole en el pecho mientras marcaba el número en su móvil.

Sentados los tres en la parte trasera del taxi, Kaya explicó brevemente su poder y cómo funcionaba. Adrián, por su parte, le dio más detalles sobre los atacantes:

—Creemos que no son humanos. Parecen... terroríficos, casi diría que son monstruos...

Media hora después, bajaron del taxi casi corriendo. Kaya, siendo menor de edad, se quedó en la puerta de la discoteca, mordisqueándose las uñas mientras Adrián y Carlota entraban en la multitud de gente disfrazada, buscando desesperadamente algún indicio de Taylor. Afuera, las sombras de la noche se cernían sobre Kaya, y las lágrimas que había estado conteniendo comenzaron a brotar. No solía llorar, pero el miedo por su hermana la sobrepasaba. Con cada persona disfrazada que pasaba a su lado, se preguntaba cuántos de ellos podían ser monstruos reales.

Poco después, Adrián y Carlota salieron con el rostro desencajado por la frustración.

—No hemos averiguado mucho. Ha habido una pelea, pero poco más. ¿Qué hora es? —preguntó Adrián, sin detenerse.

Fue entonces cuando Kaya vio el mensaje de ayuda que un desconocido había dejado en el grupo de sus hermanas, con el móvil de Taylor. Se lo mostró a Adrián sin palabras. Sus ojos siguieron la dirección hacia el parque cercano, y en ese instante, un grito en alemán rompió el aire.

—¡Es Gwen! —chilló Kaya.

Los tres corrieron hacia el parque. La escena que se encontraron parecía sacada de una pesadilla: Taylor flotaba en el aire, mientras Lucas y Gwen luchaban contra un chico tan pálido que parecía hecho de mármol. En el suelo, cuatro personas gritaban inmóviles mientras una chica rubia, con ojos fríos como el hielo, murmuraba palabras ininteligibles con la mano extendida.

Kaya sintió un grito atragantarse en su garganta. Adrián fue el primero en reaccionar.

—Esos son los de mis visiones —dijo, sujetando a Carlota y Kaya por los hombros—. No os mováis. Voy a por la rubia, que es la que está paralizando a esos cuatro.

Adrián corrió hacia la chica, derribándola de un golpe rápido. Los cuatro inmovilizados recuperaron la movilidad de inmediato. El rubio alto y desgarbado ayudó a Adrián a levantarse, mientras la chica de ojos rojos se incorporaba lentamente, con una expresión feroz. Medía a Adrián con la mirada, calculando sus opciones.

Cerca de ellos, la chica que había sido paralizada corrió hacia Taylor, colocando las manos sobre ella con desesperación, como si intentara curarla. Al mismo tiempo, dos chicos, uno de piel oscura y corpulento y otro de apariencia impecable, corrieron hacia Lucas, que estaba siendo estrangulado por el chico pálido. Sin pensarlo dos veces, el chico corpulento encendió sus brazos con fuego usando un mechero y se lanzó contra el atacante, que soltó a Lucas de inmediato.

Después de unos minutos, el atacante pálido logró zafarse y retrocedió, manteniendo una distancia segura del fuego. Sus ojos, llenos de rabia y locura, buscaron a su compañera, quien también estaba en desventaja.

Parecieron comunicarse en silencio. En un abrir y cerrar de ojos, los dos desaparecieron, dejando a los demás inmóviles y asombrados.

Pasaron aún unos minutos sin que nadie se moviese ni dijese nada. Como si aún esperasen que los enemigos saliesen de las sombras.

Cuando, por fin, reaccionaron, no hicieron más que mirarse los unos a los otros. Nueves personas. Dieciocho ojos asustados, pero no demasiado asombrados porque una chica estuviese flotando. No demasiado alterados para las cosas que habían visto. Nueve pares de ojos conscientes de que ya no iban a estar solos nunca más. Nueve seres humanos dándose cuenta de la verdad.

Pero para tres de esas miradas, aquel encuentro suponía algo más aún. Un torbellino de recuerdos. Aquel encontronazo no solo les había abierto los ojos, sino que los iba a hacer enfrentarse los unos a los otros. Kaya vio que las piernas de Carlota temblaban, y supo que el vértice sobrante del triángulo amoroso estaba a punto de desmoronarse.

Adrián, intuyendo de quiénes estaban rodeados, rodeó la cintura de Carlota con su brazo.

—Carlota, ¿estás bien? —le preguntó.

Kaya vio cómo Carlota asentía, pero en su interior solo pudo sentir lástima por lo que le esperaba.

Nota de la autora:

Para celebrar que esta novela ha superado ya las 1000 lecturas (muchísimas gracias a todos los que estáis leyendo y dando apoyo!!)... ¡hoy va a haber capítulo doble! Así que... puedes continuar leyendo :)

Pero antes, dime, ¿cómo crees que va a llevar Carlota todo esto?

Crispy World.

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