Capítulo 25
No sé cuánto tiempo llevamos caminando, pero ahora sé que la larga caminata ha valido la pena, ya que desde la lejanía logro observar los altos edificios que indican que hemos llegado a nuestro destino, la ciudad. En donde únicamente los llamados "rebeldes" habitan. No es un nombre en especial y no significa que sean malvados o que no les guste seguir las reglas, al contrario, William en el camino nos comentó que solo los habitantes del centro de cabañas los llaman así por no estar de acuerdo con las reglas que la líder del centro de cabañas propuso y sin más opción se marcharon ubicándose en aquella ciudad construida ya hace mucho tiempo por los humanos.
—Mira Tania, ¡hay muchas luciérnagas! Este lugar es muy lindo —Anelly estaba fascinada por el paisaje que nos rodeaba, las luciérnagas se hacían presentes mientras salían de su escondite, hay infinidad de ellas en todas partes, algunas están reposando sobre las flores y otras vuelan a nuestro alrededor.
—Es cierto, Anelly. Es temporada de luciérnagas y siempre invaden las praderas, son hermosas —comenta Anderson.
Me giré a verlo pero no logré observar su rostro debido a que ya había oscurecido, sólo logré ver la silueta de su cuerpo.
William se adelantó a nosotras agilizando sus pasos, se veía demasiado apurado y parecía estar buscando algo entre su mochila mientras se quejaba, por alguna razón parecía frustrado.
—Son muy lindas las luciérnagas —dijo él con un toque de sarcasmo y sacó de su mochila lo que parecía ser una linterna —. Pero no hay tiempo para observarlas, les recuerdo que hay que seguir y la ciudad no está tan lejos.
Anderson también comenzó a agilizar dejándome a mi y a mi hermana atrás.
—Deja que la pequeña se maraville con este lugar, recuerda que han vivido encerradas entre muros siendo esclavas —le dice Anderson en un intento de murmureo, pero Anelly y yo lo escuchamos todo —. Deja de ser tan amargado y permite que los otros sean felices.
William bufó pero no dijo nada más y simplemente seguimos caminando.
Las múltiples estrellas decoraban el cielo con su luz intensa, eran demasiadas y estaban acompañadas de la luna que yacía sobre nosotros, cada una irradiaba esa belleza que nunca antes tuve el tiempo de ver por el horrible hecho de ser esclava en ese lugar. Las noches en la plantación significaba tiempo de irse a las cabañas y no salir hasta el día siguiente, ya que los esclavos que salían de sus cabañas a media noche eran señalados de intento de escape y eran castigados sin una razón justificable, malditos sean los guardias de la plantación, los odio con todo mi ser y juro que cuando vuelva a encontrarme con el guardia del portón lo haré sufrir... Y aunque Richard me aconsejó no vengarme, lo haré sin importar las consecuencias.
—Ya estamos aquí —informa William apuntando su linterna hacia nosotras para observar nuestros rostros —. Cuando nos encontremos con ellos ustedes permanecerán calladas, únicamente Anderson y yo hablaremos. Quien sabe que puedan hacer esos locos.
Es agotador sentirse indefensa y que los demás hagan todo por ti, ahora no lo permitiré, hablaré con los rebeldes por mi misma, les haré saber lo que está ocurriendo e incluso los obligaré a ayudarme. No seré más aquella chica de veintiún años que no sabe protegerse por sí misma, ahora que se utilizar mis habilidades voy a comenzar a hacer las cosas por sí sola sin tener que depender de alguien más.
Aunque pensase lo contrario asentí "comprendiendo" las indicaciones de William.
Frente a nosotros se encontraba la enorme ciudad, los edificios aproximadamente eran de tres a cinco pisos, no muy altos. Muchos de aquellos estaban rodeados de malezas por el tiempo que llevan abandonados; se puede decir que poco a poco la naturaleza reclama su lugar.
La pradera llegó a su fin dando inicio a una carretera pavimentada y con varios escombros en el suelo que provocaron que William —que caminaba delante de nosotros— se tropezase con varios de ellos
Algunas luces colgaban de las ventanas de algunos edificios... ¿Alguien en serio vive aquí? El silencio y la falta de rastros de la nueva especie me dice lo contrario. No parece una zona habitada por alguien.
—Hay muchos escombros en el suelo, antes no estaba así –comenta William iluminando a todos lados con su linterna —. Creo que están remodelando.
—¿Y dónde están los supuestos rebeldes? No veo a nadie por aquí —le pregunté.
La ciudad es inmensa por lo que de seguro deben de estar en alguna parte.
—Solo sé con certeza de que a esos malnacidos les encanta escabullirse —responde William con brusquedad y observo cómo aprieta la mandíbula.
Anelly agarra con más fuerza mi mano, y aunque me duela, permito que me siga sosteniendo de esa manera. Comprendo que ella tenga miedo, apenas es una niña de ocho años.
—Yo quería conocer las ciudades de los humanos, pero... Creí que eran bonitas —dice con tristeza —. Esta ciudad es muy fea y me asusta demasiado.
—Sabes que estoy aquí para defenderte, Anelly... No hay de que tener miedo.
Avanzamos unas calles más dando vuelta a la esquina en donde se extendía una calle aún más extensa y en la que a los lados habían edificios de gran altura. Las calles estaban repletas de autos abandonados y de seguro en mal estado. Los humanos se extinguieron por completo y observar lo que ellos crearon es un poco nostálgico, los inventos y las ciudades que construyeron ahora para los Homoelementals no tienen ningún sentido. Lo único que nos quedamos de los humanos fueron sus inventos pero... ¿Qué fue lo que hizo que el Homoelemental quisiera ser totalmente diferente del humano? ¿Fue por la ignorancia de aquella especie extinta o por otra razón? He tenido muchas dudas acerca de eso.
—Es extraño... Acaba de anochecer, y los rebeldes siempre suelen hacer fogatas a estas horas, mayormente en esta zona de la ciudad —dijo Anderson deteniéndose.
Mi hermana y yo dejamos de avanzar y nos mantuvimos sin movernos en absoluto, William camina unos cuantos pasos hacia nosotros.
—¿Crees que ocurrió algo?
Anderson lo mira confundido. —Los rebeldes son mejores que los mediadores, así que estoy seguro de que ellos están bien, tú mismo lo dijiste, les gusta esconderse.
—Por si no lo recuerdas, también soy un mediador y ningún rebelde es mejor a mi —William le contesta cruzando sus brazos sobre su pecho —. Y es cierto que a los rebeldes les gusta escabullirse. ¿Sabes por qué? La razón es que les gusta acechar a su presa, de seguro uno de sus vigilantes nos observó venir desde la pradera y...
Un ruido interrumpió a William, nos alertamos de inmediato y sin otra opción nos acercamos a Anderson para obtener protección, Anelly no dejaba de sostenerme con fuerza.
—¿Qué fue eso? —pregunta Anelly sollozando.
—No lo sé, pero no se alejen de mí —Anderson sostuvo mi brazo como modo de protección y miró el alrededor alarmado.
Una caneca de basura que estaba en medio de la calle cae al suelo, logro ver que hay un niño pequeño allí que de seguro se estaba ocultando tras de esta, el se encuentra en posición fetal y al parecer nos observa. Aquel niño nos ha tomado por sorpresa, estaba allí escondido escuchando toda nuestra conversación.
—Hola pequeñín —lo saludo y pongo mis brazos detrás de mi espalda para que no piense que utilizaré alguna habilidad contra él, me acercó a pasos lentos y el niño solo se queda quieto sin dejar de mirarme —. ¿Cómo te llamas?
Le sonrió aunque sé que no puede verme, y para ser sincera tampoco logro verlo, no puedo observar con detalle su físico.
—¿Qui-quienes so-son ustedes? —me pregunta tartamudeando.
—Solo venimos a...
William me interrumpe. —¿Dónde están los rebeldes?
La pregunta de William sorprende al niño y este se levanta comenzando a correr a lo largo de la calle mientras mueve los brazos desesperadamente.
—¡Han llegado visitantes! —grita el niño desde la lejanía.
Anderson maldice en voz baja y agarra la mano de mi hermana retrocediendo unos cuantos pasos.
—¡¿Qué ocurre contigo, William?! —le grito enojada. Estaba entablando una conversación con el pequeño y él lo arruinó todo.
Me mordí el labio inferior controlando mi enojo
—Lo siento preciosa pero no aguanto a los niños, y ese se estaba demorando mucho en responder por lo que fui muy directo —respondió reprimiendo una risa —. Lo bueno es que acaba de llamar a los rebeldes.
Y así fue en definitiva, las luces de la ciudad se encendieron una por una permitiéndome observar más detalle la zona en la que nos encontrábamos. Los edificios sin duda eran enormes como supuse y todo era un completo desorden, había basuras y escombros en el suelo y algunos edificios se veían en mal estado.
—Nos están observando —dice Anelly señalando hacia arriba.
Miramos en aquella dirección y observamos como varios Homoelementals curioseaban desde sus ventanas a lo alto de los edificios, todos tenían sus miradas sobre nosotros y parecían murmurar algo que desde aquí era inentendible.
—¿Qué creen que están diciendo? —pregunta Anelly con el ceño fruncido sin apartar la mirada de aquellas personas.
—No tengo ni la más mínima idea —contesta Anderson.
William apaga su linterna ya que no es necesario tenerla encendida, los faroles de luz de la ciudad están encendidos lo cual es extraño, ¿cómo puede haber electricidad si ya no hay ninguna planta de energía funcionando? A no ser que esta comunidad haya decidido implementar los métodos que los humanos tenían hace tiempos para tener energía.
—Yo tenía razón, los idiotas esos ya han llegado —ríe William preparando sus puños para golpear, acción que no comprendo, no hemos venido a este lugar a pelearnos entre nosotros, al contrario, hicimos todo este recorrido para pedir ayuda.
La multitud de "rebeldes" se aproxima hacia nosotros, rodeando varios autos que estorban en su camino y la mayoría de ellos parecen enojados, creí que vestían de harapos mugrientos pero no fue así en absoluto, las ropas que traían puestas son impecables.
—William controlate, se que odias a estas persona pero eso no se trata de ti, se trata de nosotras —le advierto frunciendo mi ceño, su mirada se topa con la mía una vez más y resopla con frustración, pero al menos noto que se tranquiliza.
Los varios Homoelementals se detienen frente a nosotros y nos observan con intimidación mientras nos analizan.
—¿Qué hacen ustedes aquí? ¿Y quiénes son? —pregunta una mujer que acompaña a este grupo, tiene el cabello recogido en una trenza y a pesar de ser una mujer, se ve intimidante, diría que incluso, más intimidante que William.
—¿De dónde vienen? —pregunta otro hombre, este es de tez blanca y pelo castaño.
Ninguno de nosotros responde, lo que provoca que la mayoría de ellos se pongan a la defensiva. Noto que uno de ellos alza una enorme piedra del suelo como señal de advertencia y la mujer de hace un rato envuelve sus brazos en aquel fuego amenazador, es una leo.
—Ve-venimos en busca de los rebeldes –tartamudea Anderson.
Anelly se oculta tras de mí.
Varios de ellos se ríen y uno en especial se acerca más a nosotros, este es bastante alto y delgado, su cabello rubio le llega hasta las orejas. Sus ojos azules se centran únicamente en William y esboza una sonrisa maliciosa.
—Pero miren a quien tenemos aquí, es un mediador del centro de cabañas —dice en tono burlesco y observa a sus compañeros, todos estos se ríen al unísono —. ¿Qué haces aquí basura inservible?
William contiene sus ganas de golpearlo. —no te atrevas a provocarme, ¿quieres que te golpee como la última vez que lo hice?
Aquel chico aprieta su mandíbula conteniendo su enojo. Se dirige hacia su grupo siendo el centro de atención de todos los presentes.
—No perdamos el tiempo con estos desconocidos, de seguro vienen del centro de cabañas y está prohibido que pisen esta zona. ¡Acaben a esos malditos! —ordena.
Mi corazón se acelera al escuchar aquellas palabras y retrocedo unos cuantos pasos, Anderson parece estar temblando pero William, simplemente se encuentra atónito. Algunos rebeldes comenzaron a amenazarnos con sus habilidades, varios del signo aries abrieron sus mandíbulas encendiendo aquella llama interior para iniciar lanzándonos fuego, y otros virgo levantaron todas las piedras posibles del suelo.
No supe como reaccionar y simplemente me mantuve inmóvil en el mismo sitio.
—¡No asesinamos gente! —exclama una voz femenina. Una chica aparece apartando al grupo de rebeldes de su camino y comienza acercarse más a nosotros, parece ser una chica de mi edad y su cabello de tonos azules le llega sobre las orejas, tiene una especie de objeto metálico en la nariz lo que la hace ver muy bien.
Ahora ella es el centro de atención.
—Estas personas no nos han hecho nada que ponga nuestra vida en riesgo, y si vienen del centro de cabañas tal vez es por alguna razón importante, y si no es así los obligaremos a irse... Pero no seguiremos las palabras del impulsivo Charlie. ¡No somos asesinos de nuestra propia especie —dice señalando al chico rubio que ordenó matarnos, sin duda es un idiota.
Varios Homoelementals bajan la guardia apagando sus habilidades, ahora el entorno deja de sentirse tan tenso.
–Lisu, tú no eres la líder así que cállate —reprocha el chico que ahora se que se llama Charlie.
—Tu tampoco eres el líder, basura —le responde la chica de forma insultante.
Los dos rebeldes mantienen sus miradas desafiantes entre sí, y el resto de rebeldes solo observan expectantes la escena... Bueno, tal vez este grupo de personas no sean tan intimidantes como pensé, se nota que saben pelear pero no son estratégicos, solo se dejan llevar por sus impulsos.
Lisu, la chica que intervino en la orden de Charlie observa a mi hermana y le sonríe de forma cariñosa.
—Llamaré al líder, ustedes quédense aquí —nos observa por última vez y se da media vuelta comenzando a alejarse nuevamente.
—¿Acaso ese no es el humano?... —pregunta una mujer desde la ventana del edificio, ella señala a Anderson.
Nuevamente este grupo de personas comienzan a fastidiarnos, la mayoría se ríe a carcajadas por el simple hecho de que Anderson sea humano. Me acerco a él tomándole del brazo, su rostro deja en claro que se siente incómodo.
—No les prestes atención, recuerda de lo que hablamos, ser humano es normal —le digo.
El niega con la cabeza. —¿Normal? Es obvio que no lo es, mira a todos estos Homoelementals, se ríen por que soy un fenómeno.
Charlie comienza a aplaudir y se acerca a Anderson mientras sonríe maliciosamente, mi instinto me obliga a alejarme y veo como ese tonto de Charlie comienza a molestar a aquel hombre que por solo ser humanos ha tenido que enfrentar criticas y burlas maliciosas, ser humano no está mal y todos deben entender eso, quien sabe... Tal vez Anderson no sea el único humano y existan más, solo que tal vez se encuentran escondidos.
Nuevamente Charlie se acerca a mí y extiende su mano hacia mi rostro, mi corazón se acelera por el miedo que este simple chico me genera. El tacto de su mano en mi mejilla me provoca repugnancia y acerca más su cara hacia la mía.
—¡Suéltala! —brama William enfurecido.
Anelly ha comenzado a llorar y Charlie solo se ríe.
—Que chica tan bella, ¿quieres...
Antes de que este asqueroso ser terminara su frase le propino una bofetada en la mejilla, este se queja adolorido y solo me mira enfurecido, me toma del cuello y nuevamente lo golpeo, pero esta vez ha sido un puñetazo el que le he propinado. Anderson toma a a Charlie del hombro y lo golpea en la otra mejilla de su rostro provocando que el cayera contra espalda.
—¡Idiotas! —grita y se retuerce de dolor en el suelo.
La multitud de rebeldes se abalanzó hacia nosotros, comenzando a tomarnos de los brazos para agarrarnos, William no lo permitió y comenzó a golpear a varios de ellos, Anderson ni siquiera se esforzó en liberarse. Agarré con fuerza a Anelly quien ya estaba llorando a gritos y la posicioné tras de mí para servir como su escudo.
El lugar se llenó de ruido, los que nos observaban desde las ventanas de los edificios abucheaban incitando a la pelea, William simplemente insultaba a todo aquel que se le acercase. Lo que parecía ser un lugar tranquilo se asimiló a una zona de guerra.
Un hombre bastante robusto se posiciona frente a mi e intenta agarrar a mi hermana, pero lo detuve y retrocedí lo mejor que pude. Estaba temblando, pero estoy dispuesta a protegerla.
—¡Quítate mocosa! —me ordenó dando un paso hacia adelante con un intento fallido de arrebatarme a mi hermana.
—¡Atrás, no permitiré que te acerques a ella! ¡Te golpearé si lo haces!
El hombre se acercó más y no dudé en golpearlo en la entrepierna. Se quejó del dolor, tanto que salió corriendo con la espalda encorvada.
—¡¿Qué carajos está sucediendo aquí?! ¡Quien fue el miserable que empezó esta pelea! —la voz de un hombre hace que el montón de rebeldes se aleje de nosotros permitiéndome ver lo que sucede. Frente a nosotros hay un chico acompañado de otro grupo más extenso de rebeldes, la mayoría estaban listos para atacar, algunos con palos de madera, otros con piedras y el resto simplemente con su habilidad. Aquel chico tenía una formidable figura musculosa, sus ojos color esmeralda provocaron un cosquilleo extraño en mi interior, aquella sensación nunca la había experimentado.
—Lo siento, líder —se disculpó Charlie haciendo una reverencia, pero aquel chico se mantuvo con el ceño fruncido —. Estos idiotas comenzaron a atacarnos, y no tuvimos otra opción que atacar.
Lisu observaba confundida la situación, ella se encontraba justo al lado del chico y noté una similitud entre estos dos, tienen los ojos verdes y el mismo color de piel... Tal vez son hermanos.
—¡Es una completa mentira! Este idiota comenzó todo y le faltó el respeto a esa chica —dijo William señalándome.
Lisu y el chico se centraron únicamente en mí, noté cierta curiosidad en sus ojos, algo que me hizo sentir avergonzada.
—La muy estúpida me golpeó en el rostro —se queja Charlie.
—Lo golpee y no me arrepiento —admito fulminando con la mirada a aquel idiota.
El chico misterioso, cuyo nombre desconozco, contiene una risa a lo que Charlie se enoja aún más y se marcha del lugar a pasos firmes y violentos.
—Necesitamos ver al líder —dice Anderson limpiándose el sudor de su frente.
El chico niega con la cabeza. —Por ahora, yo soy el líder. Mi padre ha estado enfermo y lo estoy suplantando, así que ahora son mis órdenes las que deben seguir... ¿Por cierto, qué hace un humano y un mediador aquí? ¿Qué es lo que buscan?
—Necesitamos ayuda —me apresuro en responder.
El chico camina hacia mí. —¿Así que tú golpeaste a Charlie en la cara?
El se ríe, pero a mi no me da gracia, extiende su mano a mi rostro pero lo detengo de inmediato.
—No me provoques, no dudaré en golpearte. —le advertí.
Una sonrisa se dibujó en su rostro, y simplemente me quedé pasmada observándolo, mientras la misma sensación extraña me invadía...
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