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Capítulo 23

—¿Plantación de esclavos? —la mujer frente a nosotros frunció el ceño —. ¿Esperas que crea esa idiotez?

William había perdido su firmeza, abrió la boca a punto de responder pero prefirió quedarse callado, a lo que Anderson decidió intervenir.

—Esto no es una broma, señora líder. Le estoy diciendo la verdad, estas dos chicas son esclavas y lograron escapar de ese lugar. Por eso necesitamos de la ayuda de los mediadores, necesitamos detener a los guardias de esa plantación —suplicó Anderson, me percaté que incluso tiene ganas de llorar por nosotras.

—Además, líder, han estado desapareciendo personas de este centro de cabañas. ¿Y si en realidad los están capturando? Si es así, hay que detenerlos —esta vez fue William quien habló.

Nos encontramos en la pradera, solo a unos pasos de distancia de la enorme mesa en donde están almorzando los mediadores, muchos de ellos están charlando o disfrutando de su comida, y solo muy pocos nos observan. William accedió a ayudarnos y ahora estamos aquí tratando de convencer a la líder, que por cierto no se ve para nada agradable. La líder es una mujer joven y voluptuosa, su cabello castaño oscuro está atado en una alta coleta, viste de una camisa negra y un pantalón verde, muy diferente a los uniformes de los demás mediadores.

—Aún así... Lo que sea que esté ocurriendo en ese lugar no nos incumbe, somos mediadores y lo recuerdo una ultima vez. ¡Solo ayudamos a las personas de esta zona! —alzó su voz y frunció el ceño, se ve bastante enojada, como si quisiera golpearnos en la cara.

—¡Pero personas están desapareciendo de esta zona y de seguro los están llevando a esa plantación! —replicó William —. ¿Enserio no te importa? Podemos ayudarlas, nosotros como mediadores no hacemos prácticamente nada, solo nos encargamos de buscarte un maldito terreno.

William llamó la atención de todos los mediadores presentes, muchos de ellos dejaron su comida a un lado para observarnos y muchos parecían disfrutar de la escena. Realmente esto me incomoda, debía permanecer allí. Para disimular, miré en dirección a Anelly, ella está un poco lejos de nosotros mientras juega con las mariposas que revolotean sobre las flores. Me recuerda a mí de pequeña...

—¿Qué estas insinuando con eso? —pregunta la mujer observando fijamente a William, él está frente a ella parado con firmeza y determinación.

—Eso no es importante ahora, deja tu estúpido orgullo a un lado y sé empática con los demás. No te cuesta nada enviar un grupo de mediadores a analizar esa área y confirmar lo que sea que realmente estén haciendo en esa plantación... Estas chicas perdieron a sus seres más queridos, y hay que ir a rescatarlos. ¡Debemos rescatar a esos Homoelementals!

La líder llegó a su punto limite de paciencia, golpeó el suelo con su pie y de repente un temblor comenzó a sacudir la tierra.

—¡Quiero que te jodas, William! ¡Vete de aquí!

Anelly corrió hacia mí abrazándome mientras grita con temor, nos mantuvimos todos unidos soportando aquel temblor que produjo la líder como signo de capricornio. En cuanto a los mediadores, su mesa se partió en dos y toda la comida cayó al suelo.

—¡Detente! —grita Anderson y cae al suelo perdiendo el equilibrio.

Por suerte, Anelly y yo nos mantuvimos de pie abrazándonos mutuamente, la tierra se mueve bajo nosotros de una forma que nunca antes había sentido, es un temblor potente lo que deja en claro todo el enojo de la líder. Escuchamos los gritos de los Homoelementals de todas partes del centro de cabañas, gritos que desaparecieron cuando por fin la líder decidió finalizar aquel temblor.

—¡¿Así o más claro?! ¡Mi respuesta es no, así que quiero que se larguen de aquí! —brama enfurecida y se marcha caminando por la pradera a pasos firmes. Escuché el quejido de los demás mediadores y observé a Anderson en el suelo.

—Es una estúpida —murmura William.

Anderson se puso de pie quejándose y maldijo en voz baja.

El ambiente de este lugar cambió por completo, la felicidad de los mediadores desapareció totalmente al ver su comida en el suelo y varios de ellos comenzaron a insultar a su propia líder, e incluso nos insultaban a nosotros por provocarla.

William se giró en dirección a nosotros justo cuando la líder desapareció de nuestra vista, la expresión de él demuestra simple decepción por lo que acaba de suceder.

—Lo siento chicas... —me observó a mí y a mi hermana —. Si la líder no da la orden de ayudarlas, ningún mediador las ayudará. Y como pudieron escuchar ella ha dicho que no.

Anelly bajó su mirada decepcionándose por completo. Justo ahora no sé que pensar, esta es nuestra única opción, y ahora ¿Cómo los rescataré de ese infierno? De tan solo pensar que Richard, su hijo y mi amiga Nancy están pasando frías noches de hambre y desesperó me provoca rencor hacia los guardias de ese lugar. No se que haré ahora ya que sé que los mediadores no nos ayudaran con el rescate.

—Aún así te agradezco que hayas intentado ayudarnos —le agradece Anderson —. Pero, aunque esa mujer se haya negado no nos quedaremos de brazos cruzados.

Ellos dos compartieron miradas tensas.

—No me digas que...

—Si, así es. Acudiré a ellos —dijo Anderson interrumpiendo a William.

¿Acudir a quien? Nuevamente no sé de lo que hablan, pero lo que si sé es que Anderson tiene algo en mente.

—¿Estas seguro? —pregunta William boquiabierto.

Anderson solo asiente con la cabeza y me observa.

—Chicas, vengan conmigo —nos indica.

Agarro fuertemente la mano de mi hermana y comenzamos a caminar siguiendo a Anderson, hemos dejado a William atrás aún inmóvil en el mismo sitio mientras se queda pensativo. ¿Qué está sucediendo? Anderson camina a pasos largos y se le nota decidido.

—¿Qué ocurre? —Anelly parece asustada.

—Lo que ocurre es que esos malditos mediadores no quisieron ayudarnos —respondió alterado.

—No me quedaré con los brazos cruzados, incluso si tengo que rescatar a mi amigos sola, entonces lo haré. —suspiré.

Anderson se detuvo, rápidamente se voltea hacia mí y me toma de los hombros: —Tania, no pienses así, sabes perfectamente que no podrías sola. Además, tenemos una ultima opción.

Varias personas pasan a nuestro lado, algunas cabañas se volvieron inestables por el temblor y las personas a nuestro alrededor se encuentran enfurecidas. Nuevamente, me centré en la mirada de Anderson y me concentré nuevamente en él.

—¿Qué planeas hacer?

—Hace tres años, en este lugar hubo un grupo de Homoelementals que no se conformaron con las reglas de la líder, por lo que decidieron avanzar por su propio camino y formaron una comunidad en una ciudad abandonada cerca de aquí... Ellos se hacen llamar los rebeldes, algunos de ellos me conocen pero —tragó saliva inseguro —. La mayoría de ellos me desprecian por ser humano, aunque de todas formas acudiremos a ellos como ultima opción, si no nos ayudan prometo ayudarte de otra forma.

—A mi me parece bien —dice Anelly abrazando a Anderson.

Me quedé en silencio sin saber como responder. Nuevamente seguimos avanzando por la misma zona que recorrimos hace un momento, otra vez volvimos a la casa de Emilia, la mejor amiga de Anderson.

—Le preguntaré si sabe donde está ubicada la ciudad —dijo Anderson y tocó la puerta de madera de aquella casa de dos pisos.

De repente la puerta se abre y aparece la sonriente y agradable Emilia mientras bebe lo que parece ser café en una taza.

—Que gusto que hayan vuelto de nuevo. ¿Sintieron ese temblor? Me pregunto que lo habrá provocado.

Anderson y yo compartimos miradas y sonreímos.

—Hola Emilia —la saludo y ella me abraza inesperadamente devolviéndome una sonrisa.

—Hola preciosa. ¿Les fue bien con su encuentro con los mediadores?

Negué con la cabeza como respuesta y esta vez fue Anelly quien respondió haciendo un puchero.

—No quisieron ayudarnos, pero iremos con los rebeldes.

Emilia se sorprendió y miró rápidamente a Anderson.

—¿Se encontraran con los rebeldes? —preguntó atónita.

Todos asentimos a la misma vez. Emilia no supo que responder y solo nos permitió entrar a su casa.

Me adentré lentamente en el lugar, el interior es espacioso a pesar de que la casa se vea pequeña por fuera, me sorprende ver que la madera de los muebles, pisos y paredes está perfectamente pulida y en buen estado. El lugar es adornado de cosas coloridas, los muebles que están junto a la escalera tiene almohadillas coloridas, hay muchos cuadros pegados en las paredes con fotografías de Emilia e incluso en compañía de Anderson. Esta casa es más hermosa aún.

El comedor y la cocina están separados por una pared pero en cuanto al resto del lugar es espacioso, quedando la mesa circular justo al lado de los muebles para tomarse un descanso. Y en la barandilla de las escaleras hay adornos de florecillas rosadas.

—Quiero que se sientan a gusto —dice Emilia y se posiciona justo al lado de la mesa —. Si quieren pueden esperar aquí en la mesa mientras les doy algo para comer. ¿Les parece?

—Claro que si, te ayudaré a prepararlo —le responde Anderson y los dos desaparecen en la cocina.

Me dirijo a la mesa y me siento en una de las sillas, admito que me siento incomoda al estar en una casa desconocida. En cuanto Anelly, se ha quedado observando por la ventana, ella está demasiado emocionada con este lugar.

Emilia y Anderson nuevamente vuelven hacia nosotras invadidos en risas misteriosas, noto que la mujer trae una bandeja en donde allí hay una taza y un gran trozo de pan, al ver aquello siento como mi estomago protesta por comida e instintivamente paso mi lengua por mis labios con ganas de devorar hasta saciar mi hambre.

Anelly se acerca hacia mí sentándose justo en la silla de al lado y comienza a moverse ansiosa.

Emilia deja la bandeja en la mesa y nos extiende a cada una un trozo de pan y la taza en lo que supongo es café con leche.

—Deben tener hambre, les preparé esto así que coman todo lo que quieran por que necesitaran energías —Emilia se sentó justo en la silla que queda frente Anelly y observó como devorábamos su comida. Doy grandes mordiscos al pan hasta sentir que me atragantaba pero no me importa ya que mi hambre es insoportable en estos momentos.

Anelly come tranquilamente mientras mueve sus pies bajo la mesa, y Anderson camina por todo el lugar observando las fotografiás que cuelgan de la pared.

—Anderson me dijo que ustedes provienen de una plantación de esclavos... —dijo Emilia de repente y nos miró con pesar —. Mientras estábamos en la cocina, él me lo dijo todo.

Observé a Anderson, él desvió su atención de las fotos para observarme a mí y a mi hermana. Lentamente se acercó y se sentó en otra silla poniendo sus manos sobre la mesa.

—Chicas, eso es horrible... Si hay algo en que pueda ayudar no duden en decírmelo, allí estaré —Emilia suspiró e incluso noté que tenia ganas de llorar.

—Muchas gracias, señora por querer ayudarnos —le agradeció Anelly.

Emilia se emocionó demasiado que incluso unas cuantas lágrimas comenzaron a desprenderse de sus ojos. ¿En que momento personas tan maravillosas entraron en mi vida? Ver a Anderson y a esta mujer tratando de ayudarnos me ha cambiado por completo mi forma de ver al mundo y a esta nueva especie, cuando creía que todo estaba corrompido y que de seguro todos los Homoelementals eran así de malvados como lo son los guardias de la plantación, Anderson y esta mujer me demostraron que no es así. Aún hay mucho que ver y conocer.

—Sé que ha sido muy difícil para ustedes chicas, pero les diré algo. Aún están muy jóvenes, tienen mucho por vivir, así que no se preocupen. Emilia y yo haremos lo posible para que ustedes y sus amigos sean felices y logren escapar de esa plantación para siempre —Anderson nos miró con ternura y sonrió genuinamente.

—Nunca antes habíamos conocido a Homoelementals así de buenos, ustedes nos han enseñado a confiar en los demás —les sonreí a ambos y ellos me devolvieron la sonrisa.

—Por cierto ¿Cuándo iremos con los rebeldes? —pregunta Anelly.

Ella nos ha sacado completamente del trance emocional en el que estábamos, Emilia se limpió sus lágrimas rápidamente y Anderson se acomodó en su silla.

—Tal vez mañana, no estoy seguro. Emilia nos ha permitido quedarnos aquí, hemos hecho mucho por hoy así que supongo que ustedes deben de estar cansadas.

Anelly y yo afirmamos con la cabeza.

—Quiero que ustedes tres sepan algo —dijo Emilia dirigiéndose a nosotros tres —. Los rebeldes no se hacen llamar así por nada, he conocido a unos cuantos de ellos y son... Como explicarlo, algunos parecen dementes y, la mayoría aman la guerra y pelearse entre si.

—¿Aman la guerra? Si es así, no creo que se nieguen a ir a pelear contra los guardias de la plantación —le contesto y Emilia me mira sorprendida.

—¿Pelear? No entiendo, creí que dialogarían con los guardias de la plantación, no pensé que... —las palabras se atoraron en su garganta. Su ceño fruncido dejó en claro su confusión.

—Si Emilia, no hay otra opción que pelear por la libertad de esos esclavos. No hay otra forma, estoy seguro de que los guardias de ese lugar no cederán tan fácil por lo que se pueden formar guerras —le respondió Anderson tragando saliva.

Emilia estuvo a punto de decir algo pero de repente alguien toca la puerta de la entrada, rápidamente ella se levanta y camina en esa dirección, primero asomándose por la ventana y luego, con una sonrisa abre la puerta.

—Anelly —pronuncia el nombre de mi hermana —. Te tengo una sorpresa.

Anelly observa confundida, al otro lado de la puerta se encuentran dos pequeñas que parecen ser de la misma edad que mi hermana. Una de ellas tiene el cabello rubio y está atado a dos coletas, la otra tiene el pelo café y le llega hasta los hombros. Son niñas muy bonitas e igual de pequeñas como mi hermana.

—¿Quieres ir a jugar con ellas, Anelly? —pregunta Emilia y noto como contiene sus lágrimas.

Esto me toma desprevenida, de seguro Emilia le ha conseguido nuevas amigas a mi hermana.

Anelly me observa boquiabierta y con los ojos más abiertos de lo normal a lo que Anderson y yo nos reímos.

—Ve y juega, hermana. —le digo finalmente.

Anelly se levanta rápidamente y corre hacia las niñas.

—Hola, mi nombre es Sara —dice una de ellas y la otra parece ser tímida por que se queda callada.

—Hola, es un gusto conocerte, yo soy Anelly —las saluda, su voz se escucha nerviosa, es la primera vez que socializa con personas de su edad.

—Señora Emilia, ¿podemos llevar a Anelly a la pradera para jugar con nosotras? —la pregunta de una de las niñas me emocionó, Emilia me observa esperando mi aprobación y como respuesta asiento con la cabeza permitiendo que mi hermana fuese a jugar. Anelly, salió de la casa sin siquiera despedirse de mí, pero aún así, me alegro de que esté feliz y que ahora tenga nuevas amigas.

—Ahora, en lo que íbamos —Emilia vuelve a nosotros sentándose otra vez en la mesa.

Los dos se centran solamente en mí.

—Los rebeldes tal vez te ayudaran pero no puedes confiar totalmente en ellos —advirtió Emilia —. ¿Estas segura de que acudirán a ellos?

No es necesario observar a Anderson para esperar su respuesta, estoy segura de lo que haré.

—No me queda otra opción.

Al parecer. Emilia comprende mi decisión.

—¿Sabes donde están ubicados actualmente? —le pregunta Anderson.

—Los rebeldes están en la ciudad abandonada, es muy cerca de aquí por lo que solo les costará llegar en media hora... Deberán encontrarse con el líder, es el único racional de entre todos los rebeldes, y tú Anderson ten mucho cuidado, los rebeldes te aborrecen por ser humano y si te ven no dudaran en molestarte.

Aquella palabras dejaron atónito a Anderson.

—Yo te ayudaré —le digo y él me sonríe —. No dejaré que te molesten.

Los tres nos reímos nerviosamente.

De repente, la puerta de la casa se abre bruscamente y mi hermana aparece allí frente a nosotros, su cara está repleta de sudor. Me levanto alarmada de la silla y la observo confundida.

Emilia y Anderson también se ponen de pie.

—Anelly. ¿Sucedió algo? —Anderson da pasos cortos hacia ella con la intención de ayudarla.

Mi hermana no aparta su mirada de mí, tiene los ojos más abiertos de lo normal y su respiración está acelerada.

—Pequeña ¿estas bien? —Emilia es la siguiente en preguntarle.

Me acerco lentamente a mi hermana y veo como sus lágrimas recorren sus mejillas, realmente se ve asustada.

—Tania —ella menciona mi nombre y da pasos lentos hacia mí.

—¿Qué ocurre?

Me acuclillo justo frente a ella para quedar a su altura.

—Los vi...

Fruncí el ceño. —¿A quien viste?

—A los guardias de la plantación, están aquí... ¡Y nos buscan!

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