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Capítulo 17: Parte uno

Parte I

Anderson Blake, es un hombre extraño que apenas acabamos de conocer, él nos salvó de la criatura que ahora está agonizando en el suelo mientras es arrastrada, ese hombre nos ofreció su ayuda y justo en este momento nos está llevando hacia su cabaña. Se supone que no debemos confiar en desconocidos, pero al ser sincera y darme cuenta de la situación por la que estamos pasando mi hermana y yo, entendí que no hay otra opción. No podíamos quedarnos solas en una zona desconocida en medio de un bosque peligroso.

Anelly sostuvo mi mano, al observarla noté que estaba un tanto asustada, miraba hacia todos lados aún estando insegura de la compañía de ese hombre, ella no estuvo de acuerdo con mi decisión e incluso ahora me sigue insistiendo en que nos marchemos por nuestro propio camino y sin este hombre.

Ella me observó y negó con la cabeza empezando a jalar de mi brazo.

—Aún estamos a tiempo de irnos —musitó y miró al hombre asegurándose de que no nos escuchara —. Puede ser peligroso ir a esa cabaña. ¿Y si es uno de los guardias? ¡¿Y si es un hombre que nos quiere comer?!

Anelly alzó un poco la voz llamando la atención del hombre, este se volteó asombrado y sonrió, pero luego ignoró el comentario de mi hermana.

—¡¿Ves de lo que hablo?! Nos acaba de sonreír. ¡Lo que significa que quiere matarnos!

Me detuve posicionándome frente a ella y la miré enojada, sus suposiciones se están pasando de la raya y no está disimulando en absoluto.

—Ya basta, estas malinterpretando todo, Anelly. No tenemos otra opción, así que permanece callada —le dije en voz baja, el hombre continuó caminando empezando a alejarse de nosotras —. Si el intenta hacernos daño, sabes que te protegeré.

Anelly tragó saliva y asintió agarrando con más fuerza mi mano, volví a caminar con más rapidez para alcanzar al hombre. Me percaté de inmediato que esta parte del bosque ha cambiado, esta vez el bosque se tornó espeso y el hombre sacó un machete para abrir camino de entre las malezas, con su otra mano arrastra al animal desde una cuerda mientras que este sigue moviéndose en un intento inútil de escape. Nunca en mi vida había visto un animal así, tan grande y tan violento.

Noté el ambiente tenso por el silencio, así que decidí sacar algún tema de conversación para saciar un poco mi curiosidad, y demostrarle al hombre que somos de confiar.

—Anderson... —me sentí nerviosa al pronunciar su nombre, quien sabe, tal vez pueda enojarse —. Eh...¿Qué es ese animal?

El hombre se voltea por un momento observándome, el sonríe y luego ve a la criatura.

—Pues, a ver, como te explico... Muchos, pero muchos años atrás, este animal era llamado por los humanos como babuinos —comienza explicando, me acerco más hacia él quedando a su lado y puedo sentir como mi hermana está más nerviosa, el continua —. Aunque bueno, al pasar los años, los Homoelementals comenzaron a llamarlos Monopitecus, un nombre un tanto extraño.

—¿Y... Por qué lo llamaron así? —sonrío tratando de ocultar mi nerviosismo, miro hacia atrás observando a la criatura y trago saliva.

—Vaya si que son muy curiosas —Anderson nos observa.

—Somos muy curiosas por que no sabemos nada —le responde mi hermana con el ceño fruncido y sus brazos cruzados sobre su pecho, dejándonos ver su enojo inesperado.

—Vale, pero no te enojes —el hombre se ríe —. Creo que dejaron de llamarlos babuinos ya que, quizás por las mutaciones que este animal tuvo, no lo sé con mucha precisión. Este animal, que antes no consumía mucha carne, ahora, se convirtió en un depredador más. ¿Y adivinen qué? El huma... Quise decir, el Homoelemental es su presa favorita, así como también, este Monopitecus es el platillos más delicioso para mí, y lo sabrán cuando lo prueben.

Hice una mueca de asco, Anelly soltó mi mano y se acercó más al hombre con firmeza: —¡Yo no quiero comer eso! ¡Cochino!

El hombre se echó a reír a carcajadas, mi hermana lo observa con el ceño fruncido y se ve graciosa, para ser sincera tampoco me contuve, comencé a reírme.

—No te preocupes, niña. El Monopitecus no sabe mal y además brinda muchas vitaminas.

Anelly regresó a mi lado aún enojada, infló sus cachetes hasta que estos se pusieron rojos, sin duda le tiene mucha desconfianza al hombre.

—¿Y que signo eres? —le pregunté.

Analicé a Anderson esperando una respuesta de su parte, pero se quedó pensativo e incluso tragó saliva sutilmente.

—Soy... Un capricornio —contestó en voz baja.

Su tardanza en responder me transmitió inseguridad. Los capricornio pueden provocar terremotos, según lo que me ha dicho Richard, los animales aman a los pertenecientes de este signo, y es extraño que haya cazado a ese babuino o Monopitecus, se supone que la debilidad de los capricornio es... Herir a los animales.

—Bueno, ya estamos cerca de mi cabaña —informó y nos observó por un momento —. Quiero decirles que soy un hombre muy organizado, así que procuren no tocar nada, y antes de llegar limpien sus zapatos en la alfombra de la entra... —observa nuestros pies descalzos y se detiene —. ¿No tienen zapatos?

Niego con la cabeza. Anderson oculta su sorpresa para no hacernos sentir incomodas y nuevamente comienza a caminar.

Seguimos avanzando moviéndonos entre las estorbosas malezas que ahora inundan el bosque por completo, si mirabas hacia arriba no lograbas ver la luz del sol ya que las ramas y hojas de los árboles son innumerables. Anelly, que está a mi lado, camina procurando mantenerse tranquila. Las dos compartimos miradas y sonreímos nerviosas.

El hombre apartó unas ramas frente a nosotras hasta que por fin logramos visualizar el lugar. El bosque espeso ha terminado dando paso a un sendero, en el que a los lados hay unos cuantos árboles, un poco más allá logro ver la cabaña. Esta es única, no es para nada igual a las de la plantación, esta es bonita y muy bien cuidada, que hasta incluso tiene un porche.

—¡Bienvenidas a mi hogar! —exclama el hombre alegre, y comienza a caminar más rápido, logro ver la sangre del animal que comienza a extenderse por el sendero, aunque su rastro no es tan claro.

—Tranquila —le digo a mi hermana —. Estaremos bien, él no nos hará daño así que no te preocupes.

—¿Estar bien? ¿Estas loca? Es obvio que algo oculta ese señor —Anelly bufó enojada.

Llegamos hasta el porche y subimos los tres escalones presentes, el crujir de la madera y el agradable olor que provenía desde el interior de la cabaña me hizo sentir segura, tranquilizó mis miedos más profundos.

—¡Huele muy bien! —exclamó mi hermana y olfateó el lugar.

—Lo sé —le respondió el hombre —. Es un aroma que creé gracias a una flor.

Me sorprendió bastante, miro más a mi alrededor. El lugar es verdaderamente tranquilo, nada comparado a la plantación de esclavos. Hay una hamaca en el porche, y esta seguramente está hecha de bambú, lo sé por que reconozco ese tipo de material.

El hombre abrió la puerta de repente, limpió sus botas en la alfombra que permanece allí en el suelo y luego entró a la casa con el cuerpo del animal, que ensució su piso con la sangre.

—¿Entramos? —le pregunté al hombre insegura.

—Pero por favor, sean organizadas. Soy muy... Ya saben, organizado —me contestó asintiendo con la cabeza.

El hombre desapareció en el interior. Antes de entrar froté mis pies en la alfombra para limpiarlos, y mi hermana repitió mi acción con una sonrisa. Ella me soltó la mano y fue la primera en entrar, abrió su boca mientras giraba en círculos observando el interior. Cuando entré también me sorprendí, nunca había visto una cabaña tan limpia y con madera perfectamente pulida. Es realmente hermoso. En el centro se encuentra una mesa cuadrada con varias sillas a su alrededor, también hay muebles de madera con almohadas de colores. Más allá logro visualizar un pasillo pequeño, que lleva hacia dos habitaciones.

—Bienvenidas. No se preocupen, no les haré daño, ni mucho menos me las voy a comer —él miró de reojo a mi hermana y ella se sonrojó apenada —. Pueden quedarse aquí el tiempo que quieran, pero no demasiado.

Asiento comprendiendo cada una de sus palabras, él está al lado de un horno de carbón mientras toma al animal colgándolo patas arriba en un palo horizontal que está muy bien asegurado. También veo una estantería repleta de comida, frutas, líquidos, un montón de alimentos. Tal vez no fue mala idea venir a este sitio, el hombre es de confiar y amablemente nos está ofreciendo un techo.

Observo que mi hermana se sienta en uno de los muebles abrazando una de las almohadas que es de color rosa, ella se ve muy alegre, creo que ya no tiene miedo de estar en este lugar.

Nuevamente veo hacia el horno de carbón, el hombre está tirando palos de madera y carbón en aquel para iniciar el fuego, por otro lado, el animal está inmóvil pero aún con los ojos abiertos mientras la sangre seguramente se le va al cerebro.

—Para fritar la carne del Monopitecus y que esta sepa rica, lo esencial es que el animal no lleve muchas horas muerto, por que entonces no sabrá bien. Aunque también hay muchas personas que hacen sopa, pero prefiero fritar su carne —comenta él, al parecer notando mi curiosidad.

Dato curioso que no pregunté, pero quizás sea útil. Me acerqué aún más tratando de entablar alguna conversación, pero realmente me sentí nerviosa. Tantos años pasé en la plantación que nunca supe socializar con Homoelementals, no esclavos.

—Pero ya que tengo invitadas... —el hombre se toca la barba —. Hoy prepararé una cena deliciosa.

—¡Rata! —el grito de Anelly me hizo sobresaltar y provocar un grito ahogado, al observar la escena me encuentro a un pequeño roedor en el suelo, el hombre se giró bruscamente sobre sus talones y corrió hacia mi hermana para socorrerla. La rata erizó su espalda en posición de ataque y le gruñó al hombre. Anderson reaccionó de inmediato y le brindó una patada a la rata, y esta salió volando para luego caer y golpearse contra el piso, el animal se estabilizó y corrió a esconderse en un agujero.

—¡Asquerosas ratas! ¡Siempre se roban mi comida! —gruñó entre dientes demostrando su enojo.

Me quedé allí inmóvil sin saber como reaccionar, hay algo más extraño. La rata le gruñó al hombre, que dice ser capricornio. Se supone que ningún animal le teme a los de este signo.

Anderson suspira y nos observa a las dos. Anelly está inmóvil con la mirada fija en el agujero por el que escapó la rata.

—Les enseñaré su habitación. Para comer primero deben asearse y tal vez encuentre un poco de ropa para ustedes.

Tragué saliva nerviosa, no conozco bien a ese hombre y lo que él dice parece incoherente, creo que nos está mintiendo. Y si... ¿Está siendo amable pero en realidad planea hacernos daño? Observé a mi hermana, ella me sonrió y corrió hacia mí para tomarme de la mano.

—¿Qué estas esperando? Vamos, quiero conocer más la cabaña —dijo con emoción en su forma de hablar.

—Síganme por aquí —dijo el hombre y se introdujo en un pasillo no tan largo, en el que hay una habitación a cada lado.

Camino hacia él a pasos lentos e inseguros, la incertidumbre aún me invade y en mi mente solo hay un desorden de pensamientos. ¿Lo que estoy haciendo es lo correcto? ¿Realmente nos quedaremos aquí? No, tal vez solo estoy exagerando, no conozco mucho de los signos de elemento tierra, no conozco bien a los capricornio por lo tanto no sé si mis suposiciones son ciertas.

Anderson se detuvo frente a una de las habitaciones, esta no posee una puerta de madera como la otra habitación, si no que esta solo tiene una cortina para la privacidad.

—Bueno en realidad esta es mi habitación, en donde duermo —Anderson desliza la cortina dejándome ver un poco el interior de la habitación. Cuenta con una cama bastante grande y acolchonada, con cobijas que se ven bastantes limpias, más allá logro ver una enorme ventana que muestra el exterior con una maravillosa vista hacia los demás árboles de la zona, y en el espacio restante de la habitación, solo quedan estanterías con algunas con prendas de vestir perfectamente dobladas y otras con objetos que no puedo identificar desde aquí.

—¿Y esa puerta a donde lleva? —pregunta Anelly señalando con su dedo índice.

El hombre se voltea y da un paso hacia esa puerta de madera. El toma el pomo de ella y la gira con lentitud aún con una sonrisa dibujada en su rostro. Al abrirla, logro ver que se trata de un baño, y de inmediato me sorprendo al ver por primera vez un retrete.

—Este es mi baño, como pueden ver. Siempre está limpio por que detesto la suciedad así que no se preocupen por que no huele mal ni nada —el hombre se ríe, pero a mi no me produce gracia —. También hay una ducha, con agua fría y si lo desean, agua caliente.

El baño es iluminado por una luz blanca que cuelga del techo. ¿Cómo es que ha conseguido luz y agua? Me refiero a que desde un principio los Homoelementals optaron por vivir de forma primitiva, y esto... No es para nada primitivo.

—Pueden entrar a la habitación y acomodarse, yo les daré una toalla para que se den un baño y les daré ropa.

Anderson entra a su cuarto, comenzando a desorganizar algunas estanterías con ropa. Junto con Anelly me introduzco en aquel lugar sintiendo el mismo olor agradable que se esparce en toda la cabaña, sin duda todo se siente cálido y cómodo.

—Aquí tengo alguna ropa, creo que esta les puede servir —dice Anderson y pone las prendas en su cama —. Eran de mi novia, pero ya terminamos y ella las dejó.

—Muchas gracias —me acerqué a la cama y le sonreí.

La sensación que siento en mi cuerpo es extraña, mis labios parecen temblar por los nervios, y aún no asimilo nada de lo que está pasando. Primero fuimos unas fugitivas y ahora estamos en la cabaña de un hombre en el que no sé si confiar.

—Con gusto, pueden utilizar el baño, cuando terminen vengan a comer. Tendré la cena lista cuando regresen.

Sin más que decir él salió del cuarto cerrando la cortina para darnos privacidad, allí nos quedamos solas mi hermana y yo.

—¿Y ahora que hacemos? —pregunto incomoda.

Anelly soltó mi mano y se sentó en la cama con una sonrisa en su rostro.

—¡Que cómodo! ¡Amo este lugar! —exclamó.

—No creo que sea buena idea que te acuestes en su cama, es...

—Yo confío en ese hombre, ya no te preocupes. Vamos a estar bien. ¡Y tomaremos una ducha por primera vez! —respondió ella interrumpiéndome.

Suspiré impaciente.

—Recuerda lo que nos dijo Richard... Nunca le entregues tu confianza por completo a alguien, así que deja de estar tan feliz, Anelly. No es momento de bajar la guar...

—No exageres —Me interrumpió nuevamente.

Apreté mis puños a los lados conteniendo mi enojo, lo único que me molesta de mi hermana es su falta de escucha, tal vez la he estado mimando mucho. Ella corrió hacia el espejo y de inmediato se llevó las manos a la boca empezándose a reír.

Se señaló a ella misma en el espejo y sus lágrimas comenzaron a desprenderse de sus ojos recorriendo sus mejillas rellenitas.

—¡Esta soy yo! Soy... ¡Hermosa! —Comenzó a dar brincos de alegría y corrió hacia mí abrazándome —. ¡Es tú turno!

Asentí ansiosa y caminé hacia el espejo dejando a un lado a mi hermana que aún sigue feliz por haberse conocido a sí misma. Y ahora, estoy a punto de verme. Por primera vez.

Próximamente estaré publicando la parte dos de este capitulo. Espero lo hayan disfrutado...



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