—Nayeon jugó sucio y me quitó a Yoongi. —dijo, su voz cargada de frustración.

Sus manos temblaban ligeramente mientras se cruzaba de brazos, como si intentara protegerse de los recuerdos. 

—Pero… eso no tiene sentido, Yoongi… usted lo compró. —Jungkook frunció el ceño, evidentemente confundido.

Sabía lo meticuloso que era con sus compradores, especialmente cuando se trataba de proyectos importantes. 

—Comprarlo no significó nada cuando ella decidió quitármelo. —Suspiró profundamente, sus hombros se hundieron bajo el peso de su propia impotencia, sus ojos, opacos y cansados, apenas se alzaron para encontrarse con los de Jungkook. —Pero ya no importa, lo hecho, hecho está. 

—¿Entonces qué harás? —preguntó Jungkook con cautela, tratando de medir su reacción. 

—No lo sé, tal vez… nada. —Respondió, aunque su tono sugería que le dolía más admitirlo de lo que quería aparentar; se giró hacia la ventana, observando cómo las luces de la ciudad parpadeaban en la distancia. —¿Y qué haces en mi casa?

Jungkook dio un paso al frente, como si las palabras que estaba por decir fueran de vital importancia. 

—Mi padre me pidió que viniera. —le dijo.— Me dijo que hablara contigo y te ofreciera algo. 

—¿Tu padre? —arqueó una ceja, girándose apenas para mirarlo de reojo. 

—Sí, cree que si necesitas un lugar para trabajar, él puede proporcionártelo. —Jungkook lo miró fijamente, sus ojos serios pero llenos de cierta admiración. —Piensa que sería un desperdicio que alguien como tú no tuviera las herramientas para seguir creando. 

Hubo un largo silencio. Sus dedos comenzaron a tamborilear suavemente sobre el respaldo de la silla frente a él. 

—¿Y por qué estaría tan interesado en ayudarme? —preguntó con cierto escepticismo. 

—Porque reconoce tu talento. —Jungkook esbozó una pequeña sonrisa, como si supiera que sus palabras iban a resonar en él. —Tu trabajo en la robótica es increíble, y Taehyung es la prueba viviente de eso. 

El silencio volvió a llenar la habitación, pero esta vez fue diferente. No era incómodo, sino cargado de un significado más profundo, como si estuviera procesando lo que acababa de escuchar. Finalmente, dejó escapar un suspiro más suave y bajó la mirada. 

—Taehyung… —murmuró casi para sí mismo, como si recordar su creación le diera algo de consuelo en medio del caos. —Supongo que eso sí tiene sentido. 

—¿Entonces qué dices? —insistió Jungkook, sin apartar la vista de él. 

—No lo sé, Jungkook. —Su voz era más tranquila ahora, menos quebrada. —Necesito tiempo para pensarlo.

Jungkook asintió, respetando su decisión. 

—Tómate el tiempo que necesites. —Dejó esas palabras flotando en el aire antes de dar media vuelta y dirigirse hacia la puerta. —Pero recuerda que no estás solo en esto.

Mientras lo veía salir, sintió un pequeño destello de esperanza encenderse dentro de él, aunque aún era demasiado tenue para darle forma. Quizá, solo quizá, no todo estaba perdido.