OO7.
❨ ! ❩ Rosé g!ps.
Lisa.
Nuevamente la sentí aferrarse a mi espalda, sus manos deteniéndose de manera delicada sobre mi vientre, a la vez que sentía su respiración humedecer la parte posterior de mi cuello, siendo esta reemplazada luego por sus labios.
Dejé una fuerte palmada en sus manos, haciendo que las quitara de inmediato.
Voltee viéndola de manera amenazante, o al menos todo lo amenazante que pudiese verme con la boca llena de espuma y pasta dental mientras cepillaba mis dientes.
—¿Podrías al menos darme algunos minutos para asearme? —me quejé, hablando con dificultad por la espuma en mi boca—, tus intenciones de darme útiles de aseo y ropa de dormir, se van a la mierda si estás intentando entrarme cada dos segundos.
—Estás tardando demasiado. —se quejó.
—¿Crees que me despierto así de hermosa todas las mañanas? —ella me miró, incrédula—, claro que lo hago, despierto radiante a diario, pero eso es únicamente porque cuido de mi, jodida animal hambrienta y egoísta.
Ella suspiró resignada, sin hacer ningún movimiento.
Nuevamente voltee en dirección al lavabo, inclinándome para escupir la pasta dental que ya comenzaba a arder en mi boca, sintiendo rápidamente su pelvis empujar contra mi culo, casi aflojándome un diente al estrellarme contra el grifo.
—¿Que parte de estoy ocupada no se entendió?
—Lo siento —frunció los labios—, tienes pasta dental allí. —señaló, limpiando la comisura de mis labios con su dedo índice.
Suspiré exasperada.
¿Cómo se supone que la regañe cuando actúa como una cachorra dócil y aturdida?
Acaricié su mejilla, tomando sus labios en un beso suave y pausado.
—Necesito que me esperes en la cama —susurré sobre estos—, tengo un límite de paciencia, y si mis piernas se cierran, ya no volverán a abrirse para ti ¿Está claro? —pregunté de manera calmada.
Ella asintió entusiasmada, pude distinguir un destello de dolor cruzar por su mirada.
—¿Que te pasa?
—¿Podrías dejar de jalar mi cabello? —preguntó, y recién entonces noté que mi mano se había deslizado hasta su nuca, en donde mantenía un fuerte agarre sobre su cabello.
—Es la costumbre —le resté importancia, apartándome—, ve a la cama.
Ella finalmente accedió a salir del baño, y no tardé en pasar el seguro.
Tampoco es que tuviese grandes planes en el baño, me senté sobre la tapa del inodoro observando detenidamente la espaciosa habitación.
Ella tenía sales de baño, jabón en exceso y algunas lociones.
El aroma de una de las lociones llamó mi atención, esta no olía como aquella alfa, pero me parecía extrañamente familiar.
Escuché un fuerte golpe proveniente de la habitación, por lo que me apresuré a dejar todo en su lugar antes de volver a esta.
—No pasa nada —se adelantó a decir, intentando ordenar el desastre que era la pequeña mesa de noche—, lo siento, fue un accidente.
—¿Porque te disculpas conmigo, si estamos en tu casa? —la miré aturdida.
—No lo sé —balbuceó—, no quería asustarte.
—No me asustas. —mencioné.
—Entonces —se aclaró la garganta—, ¿Ya estás?
—Si. —mencioné, quitando mi blusa para poner la camiseta que ella me había dado.
Aunque antes de conseguir siquiera intentar poner la camiseta en su lugar, sentí sus fuertes brazos aferrarse a mi.
—Tengo frío —me quejé al sentir su delgada camisa de seda rozar mi torso expuestos—, aléjate.
En un rápido movimiento apartó su camisa, nuevamente atrapándome entre sus brazos, sintiendo sus pequeños, más redondeados senos hacer una, apenas existente, fricción contra los míos.
La calidez de su piel era reconfortante.
—¿Mejor? —susurró sobre mis labios.
Sin siquiera saber qué responder a eso, o tal vez conociendo la respuesta, pero sin querer darle la razón, tomé sus labios en un beso, qué por su expresión, imagino no esperaba recibir.
Ella solía ser de esta manera todo el tiempo, así que estoy segura que puede lidiar con ello.
Quien estaba más insegura de como enfrentar esta situación era yo, o al menos así me lo hizo saber el escalofrío que recorrió mi espalda al sentir sus fuertes manos anclarse a mi cintura.
Espero no ser tan mala, no es que tenga demasiada experiencia en estos asuntos, suelo pasar mi celo resguardada en casa, lejos de cualquier amenaza, siempre a sido así desde la primera vez.
Tengo bastante claro que no puedo permitirme ser reclamada por una alfa en descontrol. No teniendo una familia que cuidar.
¿Qué clase de idiota aceptaría velar por la integridad de mi familia, solo por devoción a mi?
—Deberías intentar pensar menos —mencionó—, ya luego habrá tiempo de procesar.
—No te creas tan importante, no es como que me sienta en las nubes por estar aquí contigo.
—Es justo como me siento ahora mismo. —comentó.
—No vas a comprarme con halagos baratos. —mencioné, ladeando mi cabeza y dándole acceso a lo poco que podía besar de mi cuello.
Ni de broma me quitaría el collar.
Su aroma no había cambiado demasiado, por lo que probablemente ella aún no entraba de lleno en su celo.
—No intento comprarte —aclaró y reí sin gracia—, no lo necesito, porque ya te tengo.
Fruncí el ceño, molesta por sus palabras.
Solo bastó con que bajara un poco mis barreras para que ella se volviera una atrevida.
—Claro que no. —intenté apartarla por los hombros, pero no conseguí moverla ni un solo centímetro.
Un destello de diversión apareció en su mirada, me hizo saber que ella se estaba metiendo conmigo a propósito, atrapó mis labios entre los suyos antes de darme tiempo a replicar algo más.
Tomé su labio inferior entre mis dientes, dejando una suave mordida sobre este, aún intentando empujarla lejos de mi por sus hombros.
Deslicé mis labios por su mandíbula, su cuello era demasiado tentador y provocaba querer morder.
Pero no esperaba comenzar un juego de mordidas que pudiese terminar en algo demasiado peligroso.
Aún así, mi tedioso lado impulsivo no se resistió a dejar una pequeña mordida, justo a la altura de su clavícula.
Ella parecía fascinada con esto, o al menos así me lo hizo saber al ajustar su agarre sobre mi cintura.
Sus inquietas manos no se hicieron esperar bajando hasta mis glúteos, en donde la sentí enganchar sus dedos a la cinturilla elástica de mi pantalón, tirando de este un poco. No lo suficiente como para quitarlo, pero exponiendo bastante.
La sentí estrujar uno de mis glúteos de manera brusca, antes de sentir uno de sus dedos colarse entre estos.
Llevé una de mis manos hasta su espalda, tomando su brazo de manera firme intentando impedirle apresurar las cosas
Prácticamente podía sentir su sangre fluir acelerada al presionar mis dedos en el lugar, pero no se permitió aflojar su agarre sobre mi.
Sentí mis piernas flaquear, obligándome a aferrarme con fuerza a su cuerpo, mientras apoyaba mi frente en uno de sus hombros al sentir uno de sus dedos deslizar de manera superficial por mi, ya en este punto, bastante lubricada entrada.
Al esconder mi rostro en su cuello, pude sentir su piel bastante húmeda y caliente, espero que esto sea debido a mi respiración agitada sobre el lugar, y no a su inminente celo que parecía estar peligrosamente cerca.
Podría considerar esto, como lo más estúpido e impulsivo que haya hecho alguna vez en mi vida.
Pasar la noche en la casa de una alfa, tan cerca de su celo. Estando a solas, sin nadie a quien recurrir en caso que las cosas se salieran de control, era probablemente la idea más insana que hubiese cruzado por mi mente alguna vez.
Presioné mi piernas juntas, al sentirla empujar uno de sus dedos en mi interior.
Inclinándose un poco nuevamente tomó mis labios sobre los suyos, aunque esta vez sentí su lengua delinear mi labio inferior buscando profundizar aún más el beso que había empezado
Esto no estaba siendo bueno para mi salud mental, aquella idiota estaba ejerciendo su control y dominio sobre mi como si fuese una marioneta, y por mi parte no estaba haciendo nada para impedírselo.
Llevé mi mano hasta alcanzar la suya que tenía desatendida hasta ese momento, guiando esta hasta mi entrepierna.
Ella lucía ligeramente aturdida al notar mis labios vaginales húmedos aún por debajo de mi pantalón. Aunque no tardó en reaccionar, comenzando a rozar esta en la palma de su mano, podía sentir la calidez de su tacto incluso a pesar de la tela que se interponía entre su piel y la mía.
Casi podía oír la voz de BamBam resonando en mi mente, recordándome que esto no estaba bien, mientras deslizaba una de mis manos desde su hombro, trazando un camino por sobre sus senos, y bajando por su abdomen, sin detenerme a pensarlo antes de apropiarme de su prominente erección.
No es que desconociera su tamaño, pero debía admitir que estaba necesitando demasiado arrancar ese estúpido pantalón para tenerla completamente desnuda frente a mis ojos.
Si vestida únicamente con un pantalón deportivo lucía así de buena, desnuda probablemente la infeliz debía lucir majestuosa.
Ella finalmente deslizó mi pantalón por mis piernas, el no llevar ropa interior no hacía más que facilitar su trabajo.
La sonrisa lasciva y socarrona que se dibujó en sus labios no hizo más que hacer hervir mi sangre.
Tirando por mi cuenta del pantalón, me dejé caer en la cama con facilidad, separando mis piernas y dándole un primer plano de mi coño completamente húmedo.
Sus ojos recorrieron mi cuerpo desde ese lugar hasta encontrar mi mirada, buscando alguna señal implícita de lo que esperaba, mientras tiraba igualmente de su propio pantalón.
—Espera —aclaré al verla muy dispuesta a montarse sobre mi, como si fuese una muñeca inflable—, te necesito de rodillas.
Ella me miró incrédula, su ceño fruncido luciendo tembloroso en una clara señal de no querer mostrarse molesta.
—Solo debes moverte más arriba. —señaló la cama.
—No —declaré—, te quiero sobre tus rodillas, justo aquí. —señalé el lugar entre mis piernas.
—De ninguna manera.
—Si quieres obtener al menos una segunda mirada de mi parte, arrodíllate frente a mi.
—Creo que no estás entendiendo. —mencionó.
—Quien no está entendiendo eres tú —señalé—, vas a ponerte de rodillas frente a mi y vas a tomarme en tu boca.
El gesto horrorizado en su rostro, en cualquier otra circunstancia me hubiese parecido demasiado divertido.
—¿Como es que te estás tan húmeda? —señaló mi entrepierna—, eso no tiene sentido.
Tiene sentido que ella considerara esto algo extraño si a estado únicamente con omegas durante toda su vida, tengo entendido que las vaginas en estos no suelen liberal tanto líquido, e incluso en algunos omegas es casi inexistente.
—¿Te sorprende que no todas las personas en el mundo, vivamos únicamente para complacer tus necesidades?
—Claro que no. —mencionó ofendida.
—No vas a ser la única beneficiada en este acuerdo —aclaré—, ahora, o me chupas el coño, o te jodes a una almohada, porque de ninguna manera vas a tocarme si no tienes nada para ofrecerme.
—Hay otras maneras.
—No las hay —insistí—, o me ofreces tu boca o me ofreces tu culo —mencioné y sus ojos parecían a punto de escapar de su rostro al oír esto último—, que comiencen los juegos del hambre.
Obviamente no hablaba en serio con esto último, sería algo difícil de hacer, además de que estaba completamente segura que de ninguna manera ella aceptaría algo así, pero si podía servir para que pusiera un poco de su parte, era necesario.
—Bien —señaló de mala manera, cargándose en mi muslo antes de arrodillarse entre mis piernas—, esto no se va a quedar así. —comentó.
Sabía que no, probablemente iba a desquitarse luego, pero no podía importarme menos.
Ella no lucía entusiasmada al empezar a rozar su mano entre mi monte de venus, pero estoy segura que talvez en algún momento pensaba pedirme que se lo hiciera.
Aunque quiera pretender ser una protectora de omegas y de personas desvalidas, no deja de ser una prejuiciosa.
La sentí suspirar antes de sentir sus tibios labios deslizarse a lo largo de mis labios vaginales, y le ví apartarse rápidamente al sentirme acomodarme en la cama, casi temiendo que esperará coger su boca.
Tengo que admitir que jamás había visto a una alfa ceder de esta manera, en realidad estaba completamente segura de que reaccionaría de manera rebelde e intentaría tomarme igualmente, sin importar mi opinión.
Pero aquí estaba.
De rodillas frente a mi, mendigando un poco de atención.
Probablemente con su orgullo deshecho, al postrarse frente a alguien y buscar algo que no fuese su placer propio.
Dejé escapar un suspiro complacido al sentir sus suaves labios envolver mi bola de nervios, para luego succionar esta.
No estaba siquiera cerca de ser una buena mamada, pero considerando que tal vez era su primera vez haciendo una, podría considerarse decente.
Apartó mi mano bruscamente al sentirme acariciar su mejilla, mientras aún permanecía en el interior de su boca.
—Estás siendo demasiado mezquina. —mencioné al sentirla aremolinar su lengua en torno a mi prepucio.
Ella parecía no poder contener las arcadas, a pesar de tener solo una pequeña parte de mi entrepierna en su boca.
Era una llorona en todo su esplendor.
La aparté tomándola por la nuca y guiándola hasta el centro de mi vagina, ella suspiró rendida, antes de succionar mi clitoris igualmente en su boca.
Esto definitivamente se sentía mucho mejor, supongo que podría darle algo muy bueno por ser una chica obediente.
Uno de sus dedos, se deslizó por entre mis labios, esparciendo la creciente humedad, antes de empujarlo por completo en mi interior.
Alcé mis caderas embistiendo contra su mano, que continuaba frotando mi vulva mientras la otra parecía hacer maravillas sumando un segundo dedo al primero, consiguiendo que arqueara mi espalda por lo bien que se sentía.
De pronto no me parecía tan mala idea que se montara sobre mi, y reemplazara sus dedos por algo más grande.
Pero antes, alguien estaba necesitando lecciones urgentes de como dar buenas mamadas.
La empujé con algo de dificultad sobre la cama, sentándome de medio lado antes de tomar con firmeza su pene en una de mis manos.
Ahora ella parecía mucho más dispuesta a cooperar, o al menos eso creí al verla relamer sus labios notando mis intenciones.
Deslicé mi lengua por toda la extensión de su pene, ladeando un poco mi cabeza mientras utilizaba mis labios para estimular la piel sensible de aquella zona, ella parecía muy conforme con esto.
La sentí sobresaltar ligeramente al tomar de manera firme la base de su pene, ejerciendo un poco de presión sobre su nudo mientras me encargaba de consentirla, tomando sus testículos en mi boca.
Ella parecía maravillado con esto, no sé si jamás alguien le había hecho una mamada, o si solo había había estado con tipos muy malos en ello.
Finalmente la tomé en mi boca, y ella no tardó en alzar sus caderas empujando contra mi garganta sin consideración, no es que me molestara, en realidad me lo esperaba.
Podía llevarla casi por completo, y de alguna manera no muy útil me sentía orgullosa de esto, sentía mi propia saliva escurrir por la comisura de mis labios y mi mandíbula doler ligeramente, pero verla así de complacido hacía que valiera la pena.
Ahuecando un poco mis mejillas, y respirando únicamente por mi nariz, tragué saliva consiguiendo contraer aún más mi garganta y haciéndole prácticamente jadear.
Separé aún más sus piernas consiguiendo tomarla de manera firme por el culo, mientras continuaba deslizando mis labios y mi lengua por todo es espesor de su pene.
Sus testículos se sentían bastante pesados contra la palma de mi mano, mientras les estimulaba buscando hacerle la mejor mamada que hubiese recibido alguna vez.
Hasta cierto punto me gustaba que fuese de esta manera.
La alfa estaba cediéndome el control de la situación sin rechistar, algo que se me hacía sumamente extraño.
La sentí tirar repentinamente de mi brazo hasta quedar recostada sobre su cuerpo, y antes de poder enterarme de que pasaba, estaba tendida sobre mi estómago.
¡De ninguna manera!
La alfa debía estar completamente desquiciada si esperaba que me dejara así, sin oponer resistencia.
Apoyando mis manos sobre la cama intente levantarme, pero una de sus manos se mantenía firmemente presionada sobre mi espalda, negándome cualquier movimiento.
Supongo que tampoco era tan terrible, solo iba a darme desde atrás.
Si bien no era mi posición favorita, ella parecía estar ya sobre el borde, así que no esperaba demasiado.
Consiguió alzar mis caderas manteniendo aún fijado mi torso sobre el colchón con facilidad, ya que su mano permanecía sobre la parte alta de mi espalda, reteniéndome allí.
—Espera. —mencioné.
Ella se detuvo, pero no hizo nada por liberar su agarre sobre mi.
—Espero no cometas la estupidez de anudarme —aclaré—, no habrá una justificación válida para ti si decides hacerlo.
—No lo haré —respondió, tomando mis caderas—, puedo con esto.
—Seguro que si. —suspiré más tranquila.
Ella podía ser demasiadas cosas, pero no una mentirosa.
Hasta ahora me había demostrado que su palabra, al menos tenía valor.
Ella parecía estar intentando ser cuidadosa al abrirse paso en mi interior, y conseguía estirarme tan bien que por algunos minutos, no me importó cederle algo de ventaja, siempre y cuando continuara justo como lo estaba haciendo hasta ahora.
Me aferré con fuerza al edredón, prácticamente siseando al sentirla rozar los lugares correctos.
Era un tanto brusca, pero no era algo con lo que me costara lidiar, por el contrario, lo hacía de buena manera.
Al menos hasta que consiguió coger más confianza.
La ChaeYoung que conocía no podía evitar cagar cualquier situación, y no tardo en arruinar todo tomando uno de mis brazos y llevando este hasta mi espalda.
—¿Que mierda haces? —me quejé, mi voz siendo amortiguada por el edredón, al estar prácticamente hundido mi rostro en este.
No obtuve más respuestas que el firme agarre en mi otro brazo, el cual acompañó al primero.
Con una de sus manos sostuvo las mías, manteniendo estas fijadas a mi espalda y sin darme oportunidad siquiera de aferrarme a la cama.
Sus movimientos eran cada vez más bruscos y erráticos, pero de alguna manera lo suficientemente asertivos como para hacerme retorcer aún en mi posición.
De manera despreocupada y sin aflojar su agarre sobre mis muñecas, pasó su mano por mi abdomen instándome a alzar mi torso, quedando ambas arrodilladas sobre la cama, con ella aún hundida profundamente en mi interior.
Sentí sus labios sobre uno de mis hombros, mientras ella continuaba empujando sus caderas con un poco de dificultad debido a la posición.
Una de sus manos, la cual se había mantenido anclada firmemente a mi cintura trazó un camino desde mi vientre, subiendo por mis pechos y deteniéndose sobre el collar que permanecía aferrado a mi cuello.
Una suave mordida sobre mi hombro, hizo que recién en ese entonces comprendiera su cambio de actitud.
Su respiración irregular, su repentina brusquedad y sus dientes buscando clavarse en la piel expuesta de mi cuello, me dieron un claro indicio de lo que había cambiado.
La amenaza implícita en esto me llevó a buscar liberar mis manos sin éxito, consiguiendo únicamente que clavara sus dientes en mi hombro, y creo que jamás había estado tan agradecida con BamBam por obligarme a llevar el collar.
Sabía muy bien, que el dolor punzante en mi hombro no sería nada en comparación con lo que sucedería de no llevarlo puesto.
Estando un poco más alerta, conseguí notar lo hinchado que parecía estar su nudo, el cual para mi suerte aún no conseguía colarse en mi interior.
Me moví bruscamente bajando mi torso nuevamente sobre la cama, buscando cooperar para que esto terminara de una vez.
No había manera en que pudiese escapar, no al menos habiendo ella entrado en celo.
Dejé escapar un alto gemido, aferrándome con fuerza el edredón al sentir su tenso nudo entrar en mi.
¡Jodida hija de puta!
Bien me decía mi madre que jamás debía confiar en una alfa.
El dolor punzante en mi coño parecía no cesar, pero no fue un impedimento para sentir aquella familiar sensación de calidez en mi vientre.
El roce de su cálida piel contra la mía, sumado a su hinchado pene hundido por completo en mi, no hizo más que prolongar mi orgasmo.
Tuve que contener las horribles ganas de llorar que sentía, al reconocer la sensación de su tibio semen desbordar mi interior.
Podía sentir claramente los espasmos de su cuerpo, mientras se mantenía aferrada a mi.
Parecía nunca acabar, mientras para mi cada segundo era aún más mortificante, sentía ganas de golpearla al notarla tan conforme con su trabajo.
Quería levantarme e irme indignada, pero su nudo me lo impedía.
—Cruzaste el límite —mencioné—, te advertí lo que sucedería si lo hacías.
Ella no me respondió, solo atrajo mi cuerpo dejándonos acostadas de medio lado en la cama.
Estuve al borde de hiperventilar al sentir una de sus manos acariciar mi vientre con suavidad y la aparté bruscamente.
La sentí dejar un suave beso sobre mi hombro, para luego esparcir algunos más sobre la parte posterior de mi cuello.
Al finalmente ceder y comenzar a deshincharse su nudo, ví la oportunidad perfecta para huir del lugar y no regresar.
Era el momento perfecto.
Ella me dió la opción de hacerlo, no parecía muy dispuesta a detenerme.
Sin embargo, decidí quedarme.
Tomé la almohada más cercana a mi, rodeando esta entre mis brazos y piernas aún de espaldas a ella, muy dispuesta a dormir.
Todo mi cuerpo dolía, y estaba rendida ante el cansancio.
Esa era la razón que me repetía mentalmente una y otra vez, era la única válida para mi, o al menos eso quería creer hasta ese momento.
¡Gracias por leer!
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