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O26.

ChaeYoung.

RyuJin llevaba al menos diez minutos viendo a un punto fijo sin decir absolutamente nada.

No estaba segura de como ella pretendía enfrentar algo así, la ví morder algo ansiosa el interior de su labio inferior.

—¿Qué tanto daño produjo? —preguntó dubitativa.

Ella no parecía querer enterarse a pesar de estar preguntando, el suspiro resignado que escapó de entre sus labios me lo hizo saber.

Ella simplemente se acercó en silencio hasta el pequeño sofá que había en la habitación, lugar donde a Lisa le gustaba acomodarse a dormir cerca de la calefacción, sentándose muy en el borde de este.

Su postura era demasiado tensa para pasar desapercibida, sólo quedaba esperar que ella tomara la decisión correcta.

—Produjo un daño que creo irreversible —mencioné—, ella no puede concebir en consecuencia de ello.

La ví frotar sus ojos con las yemas de sus dedos, aún sin alzar la mirada, su postura tensa decayendo rápidamente al oír esto último

—¿Podría ser eso reversible? —su voz se oía tan apagada, no conseguía percibir ira, impotencia, o rencor en ella—, existen muchos tratamientos, podemos pagarlos.

—Shin —la interrumpí—, los casos en que es reversible, son mínimos.

—Pero entonces si hay una posibilidad —agregó—; hay una probabilidad, aunque sea mínima.

Ella lucía tan miserable que lamentaba demasiado decirle que aquella posibilidad era casi inexistente, pero tampoco podía engañarla dándole falsas esperanzas.

Esto había sucedido dos veces durante el tiempo que llevaba trabajando en la empresa, según tenía entendido, o al menos esas fueron las únicas de las cuales me enteré, aquella bastarda jamás me permitió participar en ninguna de las reuniones con sus asesores legales, lo que me lleva a pensar que las demandas por parte de consumidores era algo que esperaba mantener fuera de mi alcance.

Las personas con conciencia no estamos hechas para ese tipo de trabajo sucio, razón más que suficiente para ella, como para decidir hacer sus movimientos a espaldas de nosotras, aún siendo quienes quedaríamos a cargo de todo esto en su lugar al retirarse.

Ver a Shin lucir tan desconsolada me hacía querer arrancar la cabeza de aquella infeliz con mis propias manos.

—Shin. —la llamé inclinándome frente a ella, hasta quedar a su altura.

Parecía a punto de estallar en llanto, y siempre he sido tan mala lidiando con las lágrimas.

Los recuerdos de Shin siendo una niña, llorando a diario, desconsolada por la ausencia de EunBi, cayeron sobre mi como un balde de agua fría.

En ese entonces no pude hacer nada por aliviar su dolor, tampoco el de nuestro hermana, y ahora, aún después de tantos años, nuevamente me encontraba atada de manos respecto a ellas.

La miseria emocional de Shin era algo que me había obligado a cargar todos estos años, todo debido a la falta de afecto y comprensión por mi parte.

La falta de una imagen a quien seguir para hacer lo correcto era algo que se le había negado, era algo que yo le había negado al estar embelesada con la posibilidad de formar parte de la empresa de mamá, y hacerme de un puesto decente para sacarlas de aquella casa, pasando completamente por alto la sensación de abandono por mi parte que ellas recibieron, cuando tal vez sólo bastaba con una segunda mirada en su dirección, para notar lo equivocada que estaba.

Sólo bastó con que extendiera mis brazos en su dirección para que se aferrara a mi cuerpo, permitiéndose a si misma dejar salir todo aquello que tenía acumulado desde hace demasiado tiempo, recibiendo aquel abrazo que llegaba al menos quince años tarde y buscando consuelo en el, mostrándose exactamente como aquella pequeña niña asustada de lo que la vida tuviese para ofrecer.

Esto estaba tan jodidamente mal, ella realmente sentía algo por nuestra hermana y esto no podía significar nada bueno.

Nadie aprobaría algo como esto, partiendo puntualmente por nuestros padres.

Si bien ellas, biológicamente hablando, no estaban familiarizadas, eran hermanas, o al menos de esa manera veía yo a Shin, ella tenía al menos cinco años cuando llegó a vivir con nosotras en compañia de su padre, por lo que prácticamente nos habíamos criado juntas.

Aunque pensándolo bien, JiSoo no compartió por demasiado tiempo con Shin, no al menos el tiempo suficiente para llegar a relacionarse como hicimos las dos durante su ausencia.

Aunque ese fuera el caso, jamás pasaría por mi mente tener algún tipo de relación con alguien de mi propia familia.

Mis piernas dolían al mantenerme inclinada, por lo que decidí sentarme en el sofá, atrayendo su cuerpo conmigo e intentando no romper el ambiente conciliador al que habíamos llegado.

Estaba en deuda con ella de manera permanente por lo mucho que le había fallado, y lo mínimo que podía hacer era recibir su frustración por medio de aquella triste escena.

Sentía su angustia como la mía propia, no podía llegar a imaginar lo amargo que debe ser para ella haber planificado prácticamente toda su vida en base a encontrar a quien ella reconocía como su omega, recibiendo esta noticia como una bofetada, dándole a entender que si bien sus esfuerzos habían valido la pena, ella jamás podría crear un vínculo mayor con aquella omega.

Pude sentir la presencia de mi sigma muy cerca, ella estaba probablemente espiando, parecía estar demasiado preocupada, y podía sentirla en detalle.

Ella no tardó en asomarse por la puerta entre abierta, su expresión decayó aún más al ver el lío de lágrimas y sollozos en que Shin se había convertido.

Lisa podía ser frente a muchos demasiado ruda y desconsiderada, pero sabía bastante bien que ella no estaba cómoda con esto.

Sí bien ella estaba embarazada y no era algo que pudiese ocultar, sabía que se sentía horrible por enseñar algo como eso a Shin en esos momentos.

Ella estaba sintiendo una enorme culpa por tener algo que alguien más no podría obtener, y si bien no era la responsable de nada, lo comprendía muy bien, porque a pesar de que ni siquiera había pensado en ello, podía sentir aquella espina en mi sigma como sí fuese la mía propia.

Con Lisa hemos sido afortunadas, yo la tengo bastante, pero creo que hasta ahora recién ella parece estar procesando todo esto.

Alguien más parecía estar con ella, pero el aroma de RyuJin era tan intenso que no conseguía percibir de quien se trataba.

Pude ver a Lisa jalar el brazo de su acompañante, invitándole a entrar, recién entonces conseguí notar que se trataba de JiSoo.

Ella lucía demasiado confundida al ver a Shin llorar desconsolada, aún aferrada a mi, la mueca de angustia que se reflejó en su rostro me hizo saber que igualmente parecía asociarlo a la pequeña niña que alguna vez fue.

Tal vez ya era de tiempo que ellas dos tuvieran su espacio, se debían aquella conversación hace mucho.

—Shin —la llamé nuevamente, escuchando aún sus sollozos a pesar de que el llanto había disminuido considerablemente—, alguien te espera —mencioné, consiguiendo que hundiera su rostro aún más sobre mi pecho, probablemente demasiado mortificada al notar la presencia de JiSoo frente a su deplorable estado—. Debo regresar con los demás, y tu tienes mucho que decir, ¿O me equivoco?

Ella finalmente alzó su mirada en mi dirección, la suave tonalidad rojiza sobre su nariz al igual que en sus mejillas, sumada a sus húmedos y brillantes ojos le daban un aspecto extremadamente infantil y vulnerable.

Ella se apartó de mi lado, sentándose recta, y JiSoo no tardo en tomar el lugar que yo había abandonado sobre el sofá.

Sin decir nada más me acerqué hasta la puerta de la habitación, siendo recibido por los brazos de mi sigma al cerrar esta tras de mi.

Ella parecía comprender demasiado aquel malestar en mi pecho, apaciguando este al rodear mi cuerpo entre sus brazos y hundir su rostro en mi cuello, consiguiendo darme de inmediato algo de paz y consolando un poco a mi inquieta loba al sentir su cercanía junto a nuestros cachorros.

Aunque aquello duró poco, el aroma de JinYoung al igual que el de MiYeon me hicieron sentir demasiado inquieta, ellos parecían estar al borde de perder el control sin razón, por lo que envié a Lisa a su ‹‹no nido›› de inmediato.

Ella parecía igualmente comprender el riesgo, por lo que por primera vez desde que nos conocímos, obedeció sin rechistar, probablemente buscando resguardar aquel rincón seguro que pertenecía únicamente a nuestros cachorros y a ella.

Al llegar a la sala la tensión era demasiado para pasar desapercibida, por parte de tres de los alfas presentes.

JinYoung, MiYeon y Jennie se mostraban sumamente amenazados por la presencia del cuarto alfa en el lugar, siendo este el comandante de los centinelas que rodeaban el lugar.

—¿Qué haces aquí? —pregunté incómoda frente a la presencia de su armamento, en aquel cinturón que cargaba, como todos sus hombres.

—Es lo que yo espero saber, señora —respondió de manera educada, justo como todos sus demás adiestrados—, tengo órdenes que cumplir, pero fui notificado por algunos de mis hombres, sobre la presencia de cachorros en este lugar.

Minnie, quien continuaba siendo resguardado a espaldas de su alfa, se tensó notoriamente al oír a aquel desconocido mencionar esto último.

—¿Cuáles son esas órdenes? —pregunté intentando no demostrar mi molestia frente a los hermanos de Lisa.

—Los  cachorros no son un blanco para nosotros, señora —aclaró—, si vine hasta aquí, fue únicamente porque fuí notificado de que usted es completamente conciente de nuestra presencia, no espero amenazar de alguna manera a los pequeños.

—Que ellos no sean un blanco, no quiere decir que no tengas uno en mente —señalé rápidamente—. MiYeon deberías llevar a tu omega y a BamBam a un lugar seguro —ordené—, puedes usar una de las habitaciones, salir de casa no es una opción.

No esperaba que JinYoung quedara en medio de todo este lío, pero no iba a dejarme, y lo tenía claro.

Incluso siendo conciente de la presencia de Jennie en el lugar, no se movió en ningún momento de mi lado, viendo a BamBam abandonar la sala en compañia en MiYeon y Minnie.

—Tienes razón con respecto a los cachorros —admití—, la omega de Cho espera a su cachorro, y mi sigma a los míos, tus hombres no saldrán ilesos si intentan algo.

El tipo chasqueó la lengua, luciendo molesto.

—Siempre es lo mismo —comentó—, dejé muy en claro al aceptar este trabajo, que los cachorros estaban fuera de cualquier trato, pero ni siquiera fuí informado de la existencia de omegas preñados aquí.

—Es tu decisión como proceder —me adelanté a decir—, no me haré responsable por los daños a tus hombres si entran en este lugar, voy a destrozarlos uno a uno, y no tendré consideración alguna. —intenté aclarar de una vez que estaba pisando terreno peligroso al venir, y a pesar de que su expresión continuaba siendo neutra, justo como las de sus demás lacayos, el parecía entender el mensaje.

—No lo pongo en duda —respondió—, eso me deja sin demasiadas opciones.

—¿Fuiste notificado sobre EunBi? —una de las cejas de aquel centinela se alzó en un claro gesto de incredulidad—, ella es una de los omegas a quienes debes cazar.

—¿Ella está aquí? —preguntó curioso.

—Está aquí —le dí la razón—, es la segunda vez que mamá te pide deshacerte de ella.

—Su madre jamás aprende. —negó.

—Ella no lo hará —admití—, puedes seguir trabajando para ella durante el tiempo que quieras, y puedo asegurarte siempre será de esta manera —señalé—, o podrías trabajar para alguien más, y dejar de una vez toda la mierda que has recibido por su parte, tengo una propuesta que podría interesarte.

—¿Qué tipo de propuesta?

—JinYoung —el observó de inmediato en mi dirección—, ve por una copia de los acuerdos de confidencialidad, están en los folios sobre mi escritorio. —el asintió rápidamente, antes de ir por lo pedido.

Aquel tipo era un hombre listo, y probablemente esperaba cumplir este tipo de requisitos por mi parte.

Cada detalle era importante al hablar con alguno de ellos, y lo tenía bastante claro al prácticamente haber crecido rodeada de tipos como él.

JinYoung no tardó demasiado en regresar con los documentos solicitados.

—Nunca se puede estar demasiado confiado. —mencionó el comandante.

—Eso es algo que he aprendido de mala manera. —señalé mientras le veía leer aquel documento detalladamente.

—Supongo que está todo en orden, señora —comentó antes de firmar aquel documento—. ¿No está su legalidad en duda al no tener un juez presente?

—Tengo al menos dos testigos, quienes firmarán igualmente el acuerdo —señalé—, es un trato seguro.

—Ya lo creo —asintió—, entonces, siendo ese el caso, estoy muy atento a lo que tenga para ofrecer.

—Estoy requiriendo tus servicios de manera exclusiva —mencioné—, cualquier acuerdo que tengas con mi madre se dará por terminado en el momento en que comiences a trabajar para mi —agregué—, quiero completa protección para los omega a quienes te enviaron a cazar las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana —señalé—, cualquier daño recibido por parte de tus agentes o de terceros, recaerá totalmente en ti —aclaré—, responderás por cualquier acción contra ellos durante todo el tiempo estipulado por medio de un contrato, tus guardianes velarán por la integridad de cada uno de ellos de manera personalizada, cada uno de tus hombres llevará una insignia de identificación en su chaqueta, en caso de que falten a su palabra y maltraten de alguna manera a cualquiera de tus objetivos, siendo esta la manera más sencilla de reconocer al culpable.

—¿Qué tan lucrativo sería este acuerdo para mis hombres? —preguntó interesado.

—¿Cuál es tu precio?

Aquella pregunta lo dejó completamente fuera de lugar, y no fue difícil notarlo.

Estaba muy acostumbrado a que mamá le ofreciera buenas sumas de dinero, pero considerando los riesgos, malos tratos y funciones que cumplían, seguían siendo bastante bajas.

—Sé exactamente cuanto ganas trabajando para mamá —señalé—, necesito que me digas justo ahora cuanto debo pagar para obtener tu completa exclusividad.

Él parecía incrédulo frente a aquella oferta, que si bien era demasiado descabellada mi idea de dejar en sus manos esa decisión, era lo único que podía asegurarme su lealtad absoluta y la protección necesaria para mi familia.

—El doble —mencionó despreocupado—, le costará el doble, considerando el riesgo que corremos al traicionar el acuerdo que tenemos con su madre, por otro lado, los servicios de Kim continuará pagándolos de manera personalizada, ya que imagino sigue siendo la guardiana de alguno de sus tantos omegas —pude percibir aquel malintencionado tono en sus palabras al hacer alusión a los omegas que vivían bajo mi techo—, si está de acuerdo con esto, estoy completamente en ello.

El lucía tan confiado, parecía estar completamente seguro de que declinaría mi oferta, aquella suma de dinero no era un mal chiste, era una enorme inversión en seguridad.

—Acepto —respondí segura, ahora el lucía totalmente desorientado—, te pagaré el doble, además de los servicios de Kim —aclaré frente a su mirada incrédula—, pero voy a sumar algo más a lo que te mencioné.

—¿Qué es?

—Necesito a uno de tus hombres con los ojos puestos sobre Shin todo el tiempo, quiero conocer cada uno de sus movimientos —mencioné—, todo lo que ella hace, a donde se dirige, conocer sus contactos.

No podía permitir que Shin cometiera la estupidez de ir contra mamá por su cuenta, ella podría fácilmente salir lastimada, o delatarnos sin querer en medio de un arrebato.

—Puedo con eso. —respondió.

—JinYoung redactará el contrato, te informaré en cuanto esté todo en orden.

—Estaré atento —comentó seguro, antes de dirigirse hasta la puerta— EunBi —mencionó repentinamente—. ¿Ella lleva demasiado tiempo aquí?

—Bastante —admití—, fue sencillo mantenerla a salvo, estando fuera del radar de mamá —el asintió—, por cierto, lo de la insignia de identificación, también aplica en tu caso.

—Esas son demasiadas formalidades ¿No cree? —chasqueó la lengua—, si lo que quiere es saber mi nombre, simplemente podría preguntar.

—No hemos tenido oportunidad de hablar demasiado —me encogí de hombros—, de hecho, creo que no hemos tenido oportunidad de hablar más de dos veces a lo largo de mi vida, ni siquiera tuve la oportunidad de agredecerte lo mucho que hiciste por EunBi, ayudándola a huir en lugar de cumplir con las órdenes de mi madre.

—Mi nombre es HaeIn —mencionó—. Soy Jung HaeIn. —aclaró, pasando completamente por alto lo antes mencionado.

—Es un alivio que hayas tomado la decisión correcta, HaeIn.

—Sé que lo hice, señora —comentó convencido—, con su permiso, me retiro.

Sin mencionar nada más, el volvió con sus hombres.

Al menos podría dormir tranquila sabiendo que la seguridad de Lisa estaría en sus manos, aquel hombre podía permitirse ser todo lo despiadado que quisiera, pero era muy conciente de su lealtad al adquirir un acuerdo.

—¿Él se fue? —preguntó interesada Lisa a mis espaldas—, ese tipo debe ser un genio jugando Póker —señaló—, con ese rostro nadie sería capaz de leerlo.

—¿Dejaste tu nido sólo para venir a enterarte del chisme?

—No es un nido —aclaró—, es sólo una habitación.

—Entonces, imagino que no tienes problema en que entre a ver ¿O si?

—De ninguna manera —negó—, necesito algo de privacidad, y contigo rondando no se puede.

—¿Debería regresar a casa, o aún necesitas algo de ayuda aquí? —preguntó repentinamente Jennie.

—Hay algo que necesito preguntarte —mencioné—. JinYoung deberías...

JinYoung ya no estaba en la sala, por lo visto se adelantó a mi petición de ir a ver que todo estuviera en orden con MiYeon, BamBam y Minnie.

—¿Sobre qué? —preguntó interesada Jennie.

—Podemos dejarlo para otro día —mencioné al notar lo cansada que lucía—, te llamaré mañana ¿Si?

—Claro —asintió conforme—, esperaré tu llamada.

—Hablamos luego, Lili. —sacudió su mano en dirección a mi sigma.

—Nos vemos, Nini. —respondió Lisa al verla salir de casa.

—¿Desde cuando Jennie y tú son tan cercanas? —pregunté interesada al oír el apodo utilizado por Lisa.

—Ella es buena gente. —se encogió de hombros.

—¿No te molesta que sea una alfa? —fruncí el ceño, sintiéndome repentinamente amenazada por Jennie.

—No deberías preocuparte —mencionó al percibir mi ansiedad—, podría decirse que está muy lejos de ser mi tipo, y yo mucho menos el suyo.

—No puedo estar segura. —negué.

—Créeme que puedes. —comentó con una amplia sonrisa traviesa.

—Sé hacia donde pretendes llegar —aclaré—, y eso no es posible, me dijiste que JiSoo y ella tuvieron algo.

—Se supone que debías pensar eso —se encogió de hombros—, no eres precisamente la alfa más tolerante, y ella quería conservar su empleo.

—¿Te parece una maravillosa idea para conservar tu empleo pretender que estás acostándote con la hermana sobre protegida de tu jefe? —balbucee.

—No fue una idea demasiado brillante, pero seguro caíste en la trampa —admitió convencida—, creíste que ella se había empotrado a JiSoo en la bodega, y perdiste el control —agregó—, eres una intolerante.

—¡Soy tolerante! —mencioné exasperada, frente a su mirada incrédula—, de haber sabido que ella gustaba de otros alfas desde un inicio, la hubiese puesto de guardiana de JiSoo.

—Seguro que sí. —mencionó dubitativa.

—No lo digas como sí no lo creyeras. —me quejé, recibiendo una mirada incrédula por su parte.

—Eso es mío, no hay derecho. —frunció el ceño.

—¿Que harás? ¿Demandarme? —ahora ella lucía aún más exasperada.

—Eres exasperante —se quejó—, una berrinchuda, no sé cómo aún te soporto —negó—, nuestros cachorros nacerán con rabia si sigues así.

—¿Así cómo? —balbucee.

—Deberías ver a un especialista, no es normal estar tan rabiosa. —aclaró.

—Tu estás rabiosa casi todo el tiempo.

—Yo siempre he tenido este carácter, lo tuyo es adquirido. —se defendió.

—¿Siempre has sido así? —pregunté dubitativa.

—¿Así cómo? —pude ver una pequeña vena hincharse en su frente—. ¿Así cómo? ¿Estoy hablándote? —mencionó molesta—. ¿Tienes alguna queja?

—Ninguna —negué, ella aún me veía con desconfianza—, no tengo quejas.

Muchas veces me he preguntado si ella realmente ha tenido esta actitud desde que era un cachorra, esto no es sano para mí salud mental, de sólo imaginarla como una pequeña cachorra rabiosa, siento mi corazón derretirse.

Tal vez alguna de nuestras manchas podría llegar a tener igualmente aquella inusual actitud, eso haría explotar la cabeza de Lisa en algún momento.

Mi familia no conocerá la paz, pero estoy muy segura de poder lidiar con ello.

—No estoy segura si uno de ellos es demasiado inquieto, o si ambos lo son. —comentó Lisa, llevando una de sus manos hasta su pronunciado vientre.

—Puede ser sólo uno, al estar en un espacio reducido, es normal que busquen acomodarse. —me encogí de hombros llevando igualmente mis manos hasta su vientre, inclinándome ligeramente conseguí alzar su camiseta y posar mis labios sobre aquel lugar, sintiendo de inmediato una respuesta por parte de mis pequeños.

Me arrodillé frente a ella, presionando mi mejilla sobre el mismo lugar, sintiendo de pronto endurecer notoriamente aquel lugar.

Algo parecía no ir bien, y no estaba dispuesta a dejarlo pasar.

Tragué saliva, sintiéndose repentinamente nerviosa.

—Ve por tu chaqueta —mencioné—, iremos a nuestra cita con el médico.

—Aún falta para eso. —me miró confundida.

—Vamos a adelantar la cita —aclaré—, sólo ve por tus cosas.

No quería buscar en mi móvil algo relacionado a ello, o de lo contrario terminaría por perder la cordura, por lo que simplemente opté por enviar un mensaje al médico particular de Lisa, para agendar una cita en modo urgente.

El accedió rápidamente, lleva años atendiendo a mi familia, por lo que imagino entiende bastante bien que no soy buena lidiando con respuestas negativas.

—¿No tienen problemas con que sus pacientes vayan fuera de fecha? —preguntó Lisa de camino a la clínica.

—Ningún problema. —negué sin siquiera saber que era exactamente lo que estaba haciendo su médico al momento de recibir mi mensaje.

Comencé a sentir comezón en todo mi cuerpo, producto de la ansiedad, y Lisa pareció notarlo.

—Deja de rascarte, vas a hacerte daño. —mencionó, golpeando una de mis manos, mientras rascaba mi brazo.

—Ya está. —suspiré aliviada algunos minutos más tarde, estacionando fuera de la clínica.

Lisa me observaba de manera evaluadora, probablemente intentando entender mi actitud, pero sin preguntar al respecto.

Al entrar en la consulta pude ver a la asistente del médico sosteniendo una silla de ruedas, a la vez que observaba con interés a Lisa, quien simplemente miró interesada tras de si misma, intentando averiguar para quien era la silla.

Gracias a la expresión incrédula de la mujer, conseguí entender que aquella silla era para Lisa, que por su parte seguía buscando al paciente herido, quien a su parecer debía llegar en cualquier momento.

—Buen día. —saludó incómoda aquella mujer, apartando la silla de manera sutil, e intentando pasar desapercibida.

—Buen día, tenemos una cita. —agregué intentando llamar la atención de la aturdida mujer.

—Una urgencia, por supuesto —se aclaró la garganta viendo a mi sigma, quien parecía estar en mejores condiciones que cualquier otra persona en el lugar—, adelante, el Doctor Lee va a atenderlas de inmediato.

Dejando algunos suaves toques en la puerta, me colé en la consulta, arrastrando a Lisa conmigo, sin siquiera esperar algún tipo de autorización.

—ChaeYoung —me saludó el médico—. Buen día, Lisa.

Lisa pasó totalmente del médico, únicamente alzando sus cejas en reconocimiento, mientras continuaba con sus manos ocultas en los bolsillos de su abrigo.

—¿Que las trae de regreso tan pronto? —preguntó acomodándose tras su escritorio, mientras observaba curioso a Lisa sentarse en el pequeño piso que hacía de escalerilla para acomodar la camilla de hospital, en lugar de usar una de las sillas.

—Los pequeños están muy inquietos —mencioné—, y el vientre de Lisa de pronto se siente demasiado duro, no estoy seguro de que sea algo bueno.

—¿Es esto algo reciente? —preguntó directamente a Lisa.

—Siempre se están moviendo —se encogió de hombros—, ya sabe, ellos están allí, muy ajustados.

—¿Tu vientre suele contraerse con frecuencia? —preguntó, recibiendo una mirada un tanto curiosa por parte de Lisa—. ¿Has sentido antes tu vientre demasiado duro?

—Un par de veces —aclaró despreocupada—. ¿Es eso algo malo?

—Son contracciones —señaló—,?según tu edad gestacional, no deberías tenerlas con tanta frecuencia, pero no es algo del todo anormal si sólo a sucedido un par de veces —señaló—, vamos a monitorear a tus pequeños para asegurarnos que todo esté en orden —aclaró—, por lo visto ellos han crecido bastante. —comentó, sonriendo cómplice al ver el abultado vientre de Lisa.

—¿Me está llamando gorda? —preguntó incrédula Lisa—, porque lo mío se soluciona pariendo, pero a usted...

—Lalisa —la interrumpí antes de terminar la que obviamente sería una horrible ofensa a su médico—, vamos a ver a nuestras manchitas ¿Si?

—De hecho ,antes de verlas, debo monitorear a los pequeños para asegurarnos que todo esté en orden —se aclaró la garganta—, pero antes que nada, necesito que te subas a la balanza para llenar tu ficha.

—Si llego a pesar más de 70 kilogramos, eres mujer muerta. —me amenazó.

Era muy cierto, que últimamente me había encargado de consentir a Lisa tentando su apetito con cosas que ella jamás podría rechazar, pero realmente esperaba que fueran menos de 70 kilogramos.

Pude oír al médico reír divertido frente a la amenaza en broma de Lisa, si tan sólo supiera que Lisa jamás bromea, seguro estaría llamando a la policía ahora mismo.

—69,2 kilogramos —señaló divertido el médico—, alguien se salvó de ser aplastado como un insecto.

—Si vuelve a hacer sólo una broma más respecto a mi peso, golpearé tan fuerte sus pelotas que terminarán siendo vecinas de sus amígdalas. —mencionó de manera mordaz Lisa.

—Necesito que te ubiques aquí, y debes descartar tu camiseta. —mencionó cohibido el hombre por la amenaza de mi sigma, señalando la camilla mientras iba por una máquina, la cuál se encontraba en una esquina de la misma habitación.

El acomodó aquella máquina a un costado de Lisa, quien se encontraba semi tendida sobre la camilla, pude ver a Lee tomar algunas gruesas cintas, similares a una correa, pasando estás sobre el abdomen de mi sigma.

El encendió aquella máquina poniendo un poco de aquel gel que utilizaba durante los ultrasonidos sobre su vientre, deslizando sobre este un pequeño aparato mientras observaba la pantalla, ajustando luego las correas sobre la superficie del aparato, para luego apartarse centrando su atención de lleno en la pantalla.

—Bien, esto va a tardar bastante —señaló—, intenta no moverte ¿Si?

Algunos minutos, que parecieron realmente muchas horas más tarde, aquella estúpida máquina parecía no arrojar jamás un veredicto sobre esto, y el Doctor Lee acercándose hasta esta y revisando la pantalla sin decir nada, no ayudaba demasiado.

Pude escuchar probablemente por décima vez desde que comenzó el monitoreo a Lisa suspirar, ella estaba realmente cabreada por mantenerse tanto tiempo inmóvil, y sin ninguna respuesta por parte del médico.

El Doctor Lee nuevamente se acercó hasta la máquina, esta vez moviendo el aparato en otra dirección, le ví fruncir el ceño, buscando algo mientras movía aquel objeto sobre el vientre de mi sigma.

—Aquí estás. —comentó complacido el médico, ajustando nuevamente las correas en este nuevo lugar.

Está máquina no me gustaba tanto como la de ultrasonidos, no podía ver a mis manchas y tampoco oírlas, sólo se distinguían un montón de líneas y números, los cuales, de vez en cuando ajustaba Lee, volviendo a ocuparse de algo más mientras esperábamos.

Luego de lo que pareció ser una eternidad, finalmente se acercó, presionando un botón el cuál dejó salir una secuencia de líneas impresas en papel, mientras el quitaba las correas.

—Bien —comentó más tarde, observando aquella extensa papeleta—, todo está en orden, se perciben contracciones, pero son mínimas y de baja intensidad, nada fuera de lo común, al menos dos durante los treinta minutos que se estuvo monitoreando, el latido de ambos cachorros se percibe y está completamente en un rango regular —aclaró—, voy a realizar un ultrasonido además de hacer un exámen para medir tu nivel de tolerancia a la glucosa, y descartar posibles complicaciones en algún futuro.

—¿El exámen de tolerancia a la glucosa tarda también media hora? —preguntó mortificada Lisa.

—No —respondió el médico, consiguiendo un suspiro de alivio por parte de Lisa—, tarda al menos dos horas.

—Esto es una mierda. —se quejó Lisa,, cruzando sus brazos por sobre su vientre en una clara señal de protesta, algo infantil.

—Pero podrás matar el tiempo viendo las imágenes de tus pequeños —comentó el alfa—, puedo imprimirlas para ti.

—Si podremos ver a nuestras manchitas, dos horas no son nada —comenté—, además, puedo ir por algo para ti, hasta la máquina expendedora.

—De hecho, no puedes —aclaró el Doctor Lee—, debemos esperar a hacer los exámenes de sangre luego de haber ingerido la glucosa.

—¿Y eso durante cuanto tiempo?

—Son dos exámenes, uno cada sesenta minutos. —aclaró.

—Sólo haga el ultrasonido y deje de arruinar mi día. —se quejó Lisa.

El Doctor Lee nuevamente acomodó la camilla esta vez, buscando la máquina de ultrasonidos.

—Necesito que te ubiques aquí. —señaló el mismo lugar donde hizo el monitoreo anterior.

—Me duele el culo —se quejó ordinariamente mi sigma, miré avergonzado al Doctor Lee,?quien sonreía divertido frente a sus ocurrencias—, en realidad, me dolía cuando tenía —aclaró—, seguro ya no tengo nada después de tanto estar sentada allí, voy a llegar a casa a dibujar sólo una raya con un marcador en su lugar, para conseguir recordar donde lo tuve alguna vez.

—Estás siendo demasiado dramática. —suspiré.

—¿Es necesario hacerlo sin avisar? —se quejó Lisa al sentir el frío gel sobre su vientre.

—Lo siento —respondió el hombre, con la máquina ya funcionando—, imagino que ya no es necesario que te enseñe donde están ¿Verdad?

Observé la pantalla, notando mis pequeños cachorros claramente en ella, ellos habían crecido demasiado.

Sentí un nudo en mi garganta al distinguir con claridad sus pequeños cuerpos muy ajustados en el reducido espacio, el más pequeño de entre los dos no dejaba de moverse, podía ver cada detalle en aquella imagen, desde sus pequeños pies, hasta el contorno de sus rostros, no me parecía posible que ellos estuvieran en el vientre de Lisa.

—Puedes distinguir con claridad el cuerpo de cada uno de ellos por completo, todo parece ir completamente normal. —mencionó.

—El más grande es un flojo —mencionó Lisa—, de tal palo tal astilla. —chasqueó la lengua, viéndome acusadora.

—¿Podemos saber si son niños o niñas? —mencioné al recordar lo que había mencionado BamBam, Lisa no parecía feliz con la idea de ser ignorada, pero observó igualmente al Doctor Lee, esperando una respuesta.

—Podemos intentarlo. —se encogió de hombros.

Pude verle ubicar una de sus manos sobre el vientre de Lisa, ejerciendo un poco de presión.

Recién entonces pude ver a nuestro cachorro más flojo, removerse disconforme en su cómodo hogar.

—Allí está tu respuesta —señaló el médico, ubicando el puntero en aquel punto específico de mi pequeño, donde en realidad no fuí capaz de ver de que diablos hablaba—, tu primer cachorro es una niña, está bastante claro.

No conseguí notar a que se refería, ya que seguía viéndose muy mal la imagen.

Tendría a una pequeña, nuestra manchita número uno era una niña.

—Vamos por el segundo. —mencionó el hombre nuevamente presionando el vientre de Lisa, imagino que buscando incomodarles para conseguir que se movieran lo suficiente—. Esto es un poco más complicado. —frunció los labios al ver a mi inquieto cachorro retorcerse, sin querer mostrarse para nada.

—Es mi cachorro, ¿Esperaba que le dejara todo así de sencillo? —preguntó complacida Lisa por la actitud rebelde de nuestro cachorro.

—Me hubiese preocupado muchísimo si al menos uno de ellos no lo hubiese hecho —aclaró el Doctor Lee—, vaya, tu segunda manchita —mencionó divertido por los apodos de nuestros cachorros, mientras continuaba viendo la pantalla—, tu pequeño inquieto, es un varón.

Sentí todo el aire abandonar mis pulmones al oír esto último, mis manchitas serían un niño y una niña.

Conseguí tener tanto a un varón como a una niña en una misma vez, voltee viendo a Lisa, quien parecía expectante por mi reacción.

—Les daré algo de privacidad —mencionó el Doctor Lee—, por cierto, creo que esto te ayudará a conciliar el sueño por las noches, ChaeYoung. —agregó, antes teclear algunas cosas y girar una pequeña ruedecilla en la máquina, consiguiendo que los latidos acelerados y amortiguados de uno de mis cachorros resonaran en la habitación.

Mi corazón parecía latir casi tan acelerado como los latidos del pequeño cachorro, llevé una de mis manos hasta el vientre de mi sigma, observando al más pequeño removerse inquieto, por el contrario nuestra manchita número uno, sólo se removía buscando comodidad, mientras su hermano continuaba realizando su propia fiesta a su lado.

Sentí una de las manos de mi sigma posarse sobre la mía.

Ella parecía tan embelesada como yo, observando a nuestros pequeños por medio de la pantalla.

No me sentía capaz de pensar en algo más, sólo conseguí buscar los labios de Lisa, buscando transmitirle de alguna manera, el lío de emociones en el que me había convertido luego de nuestra reveladora cita con el médico.

Ella llevó una de sus manos hasta mi mejilla, respondiendo el beso de manera entusiasta, mientras ambas conseguíamos finalmente sentirnos un poco más seguras, al sentir bajo nuestras manos y poder observar a nuestros pequeños e impacientes cachorros, ansiosos por salir y conocer el mundo.

¡BASTA! DE VDD VOY A LLORAR. Esta última escena se recreó en mi cabeza mientras editaba el cap y JESÚS K HERMOSAS LAS CHAELISA MAMIS, AAAA TT

¡Gracias por leer!

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