♦33♦ algo bueno para Sofi
Un cuerpo sin vida reposa nuevamente en el interior del castillo Mart esta vez el difunto se encuentra solo y nadie parece llorar su muerte. Al contrario Beatris quien fue la que lo encontró tiene una ligera sonrisa en su rostro.
—¿Que haremos con el? —preguntó Beatríz al enfermero marqués que aun tomaba una taza de café.
—Tenemos dos opciones, la primera decir que él nunca llego aquí o podemos reportar el cuerpo y que cierren el castillo —comentó el enfermero entre risas.
Ambos se miraron por un momento y sonrieron el uno al otro, era la primera vez que los dos estaban de acuerdo en algo.
—¡Ivan ven aquí! —llamó Marqués a un joven enfermero. —Quiero que me escribas una carta al alcalde donde se notifique ya van tres días que el señor Goldat no se reporta en el castillo, agrega que estamos muy preocupados.
—Si señor —comentó el joven acomodando su bata.
—A espera también toma estas llaves y ve a perder el coche de este tipejo al bosque —indico entre risas Marqués.
Beatris sonrió ante el suceso al parecer sus esfuerzos no habían sido en vano.
♦♦♦
La noticia se propago por todos los pasillos al fin los dos grandes dueños del castillo Mart habían sido destituidos. Solo quedaba poner las cosas en su lugar.
Lucia Ruben y Eliza se encontraban en su habitación cada uno conversaba sobre los acontecimientos que estaban pasando.
—No puedo creer lo que paso —asombrada pronunció Eliza.
—¿En cerio no hicieron nada? —preguntó incrédulo Ruben.
—No, Marqués y Beatríz están de acuerdo en que lo que paso fue un accidente —Indicó Lucia entusiasmada.
—O tal vez fue el fantasma de Jorge haciendo justicia —tranquilamente comentó Sofia.
De inmediato los ojos de los tres jóvenes se enfocaron en el rostro de de la pequeña, un aire fresco recorrió el cuarto.
—No digas eso Sofi, tal vez solo fue el comportamiento de un héroe secreto —comentó Lucia calmando la incomoda situación.
El tiempo paso: el desayuno se sirvió y la tarde estuvo tranquila. Los jóvenes platicaban y se divertían hasta que el enfermero Marqués entro molesto a la habitación.
En sus ojos se le miraba lo furioso que estaba su rostro emanaba sudor y rabia.
—¿Quíen te firmo la solicitud de salida? ¡Y lo mas importante ¿Por que tus padres llegaran hoy por ti?! —vocifero enojado el enfermero.
El miedo se apodero de Lucia quien miraba a Ruben en busca de ayuda.
El aura del lugar se volvió oscuro, las respiraciones agitadas comenzaron a retumbar al ritmo del palpitar del corazón de Sofía la cual estaba escondiéndose debajo de la cama.
—Yo firme su retiro y en este instante voy a firmar tu renuncia —exclamó la enfermera Beatríz apuntando con una pistola en la cabeza de Marques.
Ruben y Eliza miraban la escena maravillados.
—Tú, ¿Cómo conseguiste eso? —preguntó asustado el hombre.
—Por favor deja de ser tan sínico, tú la ocupaste en contra de Ruben —respondió Beatríz separándose un poco pero no dejando de apuntar.
—Yo... Yo no fui, Lucia disparo, cuando ella me amaba —decepcionado confesó.
—Ella si te amo... Pero no por que fuera correcto, era solo por supervivencia —interpuso Ruben enojado.
—Ahora la vas a dejar ir o abra nueva jefa en el castillo —indico Beatríz agitada.
Lucia trataba de controlar una lucha interna que estaba comenzando. Es normal que en alguien a quien llaman estocolmo quiera defender a su agresor.
El viento cantaba una melodía suave anunciando el final de lo que se venia.
—Todavía tienes el descaro de defenderla en un momento como este —indignado comentó Marqués. —Recuerda que solo los uso y aunque la defiendas solo ella saldrá —agregó el hombre intentando meter rencor en Ruben.
—Eso no es su culpa, yo sabia que no podría salir. Yo fui quien se convenció de algo que no pasaría —soltando un suspiro Ruben confesó.
—Eres tan dulce Ruben, siempre siendo el débil. Quien diría que te parecerias tanto a tu madre —entre burlas el enfermero añadió.
Ruben se contuvo por un momento pero aun así su cabeza estallo causando un enojo muy grande. En un intento de venganza el joven arrebato la pistola de las manos de Beatríz.
—¡Ruben no! —lloriqueo Lucia en defensa de Marqués.
—¡Hoy te mato! ¡No pude hacerlo hace 15 años pero hoy si! —replico Ruben dispuesto a jalar el gatillo.
El balazo sonó dejando en el piso un cuerpo sin vida en el suelo. La sangre salpico a Eliza quien aterrada dio un pequeño grito y se postro en el suelo.
Lucia comenzó a gritar sus sentimientos eran confusos por un lado la libertad había llegado aunque por el otro el dolor invadía su corazón.
Cuando por fin Ruben reacciono y se dio cuenta de lo que había realizado: el joven giro su cuerpo emanando lágrimas de sus ojos.
—Yo no quise... Yo no —comentó el joven.
Una ligera sonrisa se asomo en el rostro de Beatríz quien entendía el dolor del joven.
—Ya paso, ella esta feliz —comentó Beatríz abrasando al joven.
Eliza estaba en trance su cuerpo y extremidades no se podían mover, su cabeza no paraba de intentar dar una explicación a lo que ocurría.
—Lucia ven conmigo es hora de bañarse, Sofía y tu hoy se van —indicó Beatríz pasando por el cuerpo de Marqués para sacar a la pequeña de la cama.
Las tres salieron del cuarto dejando a Ruben y Eliza en el interior de este.
—¿Que haremos con esto? —cuestiono Eliza mientras se ponía de pie.
—Lo que hacemos con todo lo que no sirve —contesto el joven.
Ambos jóvenes rodaron el cuerpo hasta el espejo en donde lo impulsaron hacia el interior de este.
Al poco rato la enfermera Beatríz llegó al cuarto con dos jóvenes enfermeros que cargaban dos cubetas cada quien. Esta vez dos de ella tenían agua caliente.
—Bañense y denme su ropa —mandó Beatríz.
—¿Solo así? ¿No nos pedirá que guardemos silencio? ¿No nos dirá que escondamos el cuerpo? —preguntó Eliza desconcertada.
—¿Cual cuerpo? —pregunto sarcásticamente. —El señor marqués fue a hacer un encargo con el jefe del castillo tal vez vuelva después —agrego de manera cínica guiñando el ojo.
La enfermera Beatríz salio de la habitación y los jóvenes se quedaron un minuto en silencio hasta que prosiguieron a bañarse cada uno.
Eliza se dio la vuelta y tomo un balde de agua fría junto con uno de agua caliente. Por su parte Ruben de inmediato se voltio junto con ella.
—Ten, yo estoy acostumbrado al agua fría —explicó Ruben dando el otro balde de agua caliente.
—No, los dos somos iguales y si ambos nos quedaremos aquí debes entender que no debes ser menos que yo —explicó Eliza mirándolo fríamente.
—Lo siento pero no puedo evitarlo —añadió sonriendo.
ambos jóvenes comenzaron a bañarse cada uno por su lado hasta que la curiosidad de Eliza tomó nuevamente el hilo de la conversación.
—¿Por que disparaste? —preguntó en seco Eliza.
Un suspiro salio de la boca de Ruben seguido de una leve respiración.
—Él mato a mi madre hace 15 años —contestó entre sollozos dejando caer la bandeja con agua.
—Pero tu dijiste que huiste de tus padres ¿No llegaste al castillo por tu propia cuenta? —preguntó confundida Eliza.
—Si, así fue pero mi mamá me buscó hasta llegar a este lugar. Cuando estas adentro ya no puedes salir —aclarándose su garganta siguió. —le inventaron una enfermedad y la medicina eran corrientes de energía a su cabeza, yo corrí en cuanto me entere. ¡Juro que corrí para verla! —tragando un poco de saliva mientras limpiaba una lágrima finalizó.
Eliza tomo el brazo de Ruben y lo impulso hacia ella para así poder formular un abrazo.
Lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos: después de muchos años Ruben obtuvo lo que mas necesitaba un desahogo.
El tiempo paso, los padres de Lucia llegaron al vestíbulo del castillo en donde la enfermera Beatríz los recibió con el verdadero expediente de Lucia acto seguido la enfermera mando a llamar a Lucia quien se encontraba despidiéndose de Eliza y Ruben.
—En verdad lo siento no tenia el valor para decirles la verdad —se disculpo Lucia.
—No pasa nada creo que Ruben necesita compañía en este lugar —respondió Eliza sonriendo.
La pequeña Sofía realizó un gesto de alivio y dio un pequeño beso en la mejilla de Ruben.
—Vamos cariño por fin tendremos un hogar —comentó Lucia mientras cargaba a la pequeña.
Lucia y Sofía se despidieron con la mano: posteriormente saludaron a sus padres. La enfermera Beatríz tomó la mano de la joven y le indico que fuera un momento con ella.
—Pero... Tu dijiste que Sofía no existía —comentó confundida al ver su acta de nacimiento.
—Quizas otro secreto que guardaba Maria —explicó Beatríz.
Cuando por fin estuvo todo listo La joven y su hija abordaron el auto y se retiraron para siempre del castillo.
Lucia y Ruben por su parte se dirigieron a su habitación en donde seguirían uniendo pistas para seguir revelando la verdad de todo.
Beatríz por su parte cuando verifico que todo el castillo estaba en orden se dirigió sigilosamente hacia el piso ocho.
Con mucha calma la joven enfermera subía, al fin por todo lo que había trabajando estaba dando sus frutos.
Una vez estando en el piso ocho Beatríz abrió la puerta dos y con un tono de voz fuerte pronuncio.
—¡Ya esta!, yo cumplí con mi parte Sofía esta a salvo ahora te toca cumplir a ti.
Y de lo mas oscuro de la habitación alguien camino hacia ella.
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