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♦31♦ Tiza, tinta y papel

El sol esta apunto de retirarse la primera en salir era Lucia quien con su pecho oprimido le pedía al cielo que todo saliera bien.

-Cuida a Sofía ¡es lo único que me queda! -exclamó en dirección a Ruben quien tenia de la mano a la niña.

El joven meneo la cabeza en señal de afirmación.
Lucia salio del cuarto esperando que pasara lo mejor, su respiración agitada era evidente su rostro emanaba ansiedad.

El ambiente tampoco era de mucha ayuda conforme subía las escaleras estas crujían levemente como si quisieran evitar la salida de la joven.

″¡Debí irme sola con Sofía! ¡Eso me pasa por querer ayudar! ″ se reprendía continuamente aunque seguía avanzando.

Piso por piso el calor aumentaba aunque el sol ya no estuviera presente, sus manos se sentían pesadas y sus piernas no paraban de temblar.

-¡Llegue! -anunció la joven frente a la puerta tratando de darse animo a si misma.

La oscuridad de la habitación era notoria, se miraba completamente diferente las mesas enormes con artefactos habían desaparecido. Las cortinas largas ya no estaban en su sitio. Las únicas habitaciones se encontraban en silenció.

-¡Ya falta poco solo debo agarrar su brazo y esta listo, me voy! -susurro para si.

Al llegar a la puerta correspondiente, un escalofrío recorrió sus manos que estaban tratando de buscar la llave, no estaba segura el por que su amado le había dado acceso a cada una de las puertas incluyendo la zona prohibida.

Una vez encontrada la llave Lucia se apresuro a colocarla en el picaporte para abrir la puerta.

En el interior del cuarto se encontraba Karen tirada en el piso su cuerpo reposaba en silencio, no había marcas evidentes pero sus ojos estaban cerrados.

A su derecha un pequeño cuaderno en el que se podía leer.

Si estabas tan dispuesto a llevártela ¿Por que no te la llevas así?

-¡Karen! ¡No! -los ojos de Lucia comenzaron a llorar sus manos temblaban ante tal escena. -¡Como sabrían que vendría por ti! ¡Como sabían! -Lucia gritó amargamente intentando levantar a la joven del suelo.

♦♦♦

-Debes ser precavida por favor -instruía Ruben a Eliza.

-¿Me puedes decir por que debo de ir otra vez a esa habitación? -cuestionaba por tercera vez Eliza.

-Karen dejo algo muy importante en ese lugar -explicó estresado Ruben.

-No pueden solo dejar ir a Jorge ¡Él ya murió!

-¡Es el libro de cuentos de su hija! ¡Solo ve rápido! -alego Ruben enfadado.

Eliza estaba convencida de que no valía la pena adentrarse nuevamente al espejo solo por un tonto libro de cuentos. Lo que esta no sabia es que ese libro tenia un valor sentimental para Susan y ella se negaría a escapar sin el.

Ruben colocó un pequeño tuvo de metal en la palma de Eliza.

-Con esto podrás romper el espejo -comentó el joven.

-¿Donde conseguiste esto?

-Estaba en el interior de uno de los peluches de Susan. Al parecer Karen también jugaba con ellos -respondió fríamente Ruben.

Eliza realizo un gesto de extrañeza, pero prefirió quedarse en silencio poco después la joven se adentro nuevamente al espejo el cual había sido cubierto por diversos artículos para evitar que los cuidadores se percataran de su gran agujero.

″Si esto es otra trampa juro que pediré un cambio de compañeros ″ pensó para si Eliza.

Cuando estuvo por fin nuevamente del otro lado del espejo en ese cuarto pequeño donde la luz del foco apenas era evidente Eliza comenzó a caminar nuevamente abriendo y cerrando puertas para evitar que se percataran de su llegada.

En el camino se percató de que cada paciente era diferente algunos tenían ataques extremos y sus cuartos estaban destrozados otros por su parte parecía que se acoplaban a vivir ahí. Una pareja en especial logro captar la atención de Eliza

-¡Eso no es malo! ¡Odio el pueblo de Katan! -expresó al notar a dos jóvenes llorando al parecer les habían negado el derecho a Amar.

Al seguir su camino en dirección hacia la puerta dos del piso dos sus pies comenzaron a temblar.

-Por fin llegué -un suspiro de alivio soltó su boca.

Eliza se apresuro a destruir el espejo golpeándolo continuamente con el tuvo.

″Es extraño que no cambiaron a ningún inquilino a esta habitación″ pensó Eliza mientras quitaba pequeñas porciones de vidrio roto.

La joven atravesó nuevamente el espejo para posicionarse del otro lado de la habitación.

El cuarto se encontraba tal como Susan y Jorge lo habían dejado, la cama estaba tendida con sabanas limpias. La ropa de ambos reposaba en el pequeño mueble alado de la cama.

-¡Ellos si tenían ropa extra y sabanas limpias! -vocifero Eliza indignada. -¡Son los peores Y los premian! -Siguió refunfuñando la joven.

Conforme Eliza buscaba el cuarto se comenzó a desordenar dejando rastros de que ella estuvo ahí.

″¿Si fuera algo importante para mi en donde dejaría la libreta? ″ preguntaba en su mente Eliza.

El cuarto era un desastre algunos peluches de Susan se encontraban tirados, la sabanas ahora estaban en el piso junto con las almohadas y el espejo roto era la decoración perfecta para asemejar un crimen.

-¡Lo tengo! -comentó con triunfo antes de tomar el pequeño cuaderno que estaba en el piso justo enfrente del rincón.

Dispuesta salir de ahí Eliza levantó un poco su cabeza causando que algo en aquella esquina llamara su atención.

La joven se acercó poco a poco mientras guardaba el pequeño libro en su pecho.

-¿Que es esto? ¿Por que alguien pintaría la pared de esta manera? -en voz alta se preguntaba para si.

En la esquina se podía apreciar un dibujo elaborado con gises en la pared, en el aparecía una silueta que se asemejaba a una mujer con un cuchillo en sus manos. En los pies de esta se podía apreciar a un joven reposando en el piso.

″El chico del vestíbulo″ pensó Eliza asustada.

Arriba de la mujer se podía alcanzar a leer algo distorsionado ″La sombra″. Las manos de Eliza acariciaba la tiza en la pared buscando aclarar su mente. Entonces la joven noto algo mas al parecer en el extremo del dibujo había una silueta mas pequeña como si de un infante se tratase.

″¿Sofia? ¿Una mujer?″ los ojos de la joven comenzaron a emanar rabia su respiración se agito.

-¡Lucia es la culpable! ¡Ella empezó todo esto! ¡No debimos confiar en ella! -expresó fastidiada después de interpretar los trazos a su manera.

Eliza estaba dispuesta a regresar y contarle a Ruben.

♦♦♦

El sudor caída de la cabeza de Ruben el cual también se veía nervioso.

-¿Estas bien? -preguntó Sofía quien estaba amarrando un lazo en una de sus coletas.

El joven meneo su cabeza un poco.
-Si todo esta bien -respondió con dulzura. -Ahora ven aquí que te estas colocando el listón mal.

-Susan me enseño así -comentó Sofia intentando desamarrar el pequeño listón.

Ruben cargo a la pequeña y la coloco en la cama para poder peinar su pelo lo mejor que pudiera. La cabeza del joven no dejaba de traer diversos pensamientos

″Ya se tardo Lucia″ ″¿Si habrá encontrado el libro Eliza?″

-Es bonito que por fin saldremos -Afirmo la pequeña jugando con sus manos. -Yo no he podido tocar un árbol.

Una sonrisa comenzó a brotar de los labios de Ruben ante la inocencia de Sofía, aunque esta tenia razón desde su existencia ella ha vivido en el castillo Mart lo cual es triste para cualquier infante.

-Podrás tocar todos los árboles que quieras. -el joven la abrazo lo suficiente para rodearla por completo.

-Por desgracia Siete no esta aquí -mencionó la pequeña mientras reposaba su cuerpo en el pecho de Ruben.

Una pequeña lágrima se ilumino en la mejilla del joven.
″Por desgracia eso también es mi culpa″ pensó, sus pensamientos siempre lo ponían como la peor persona del mundo. Lo cual es extraño ya que se supone que el ser humano esta destinado a quererse a si mismo.

-¡Ella es una inepta! ¡Nos traicionara! -Eliza interrumpió en la habitación chocando con todo lo que tenia a su paso.

-¿Estas bien? Deja de hacer tanto ruido -regaño el joven intentando calmarla.

-A mi no me vengas con mentiras. Tu sabes lo que tu madre y el tonto de tu padre traman -vocifero Eliza dirigiéndose a Sofía la cual la miraba confundida.

Ruben coloco a Sofia nuevamente en el piso para poder dirigirse a Eliza.

-¡Ella es solo una niña! ¡Ahora que te pasa!

-Tienes que subir conmigo al piso dos ahí comprenderás muchas cosas. -agrego la joven poniendo ambas manos en su cadera. -¡No podemos dejar que su tonta familia nos manipule de esta manera! -alego con su respiración agitada.

-¡Esa no es mi familia! -enojada chillo la pequeña. -Mi familia se acabo cuando murió Jorge. -Sofia comenzó a llorar en la esquina de la habitación.

Ella solo era una niña, una niña con mucho peso en su alma. Ruben se apresuró a tomarla en sus brazos.

-No deberías hablarle de esa forma a una pequeña -mencionó en forma de regaño Ruben.

-¡Y tu no deberías ser tan estúpido! -Eliza se encontraba tan molesta que no midió las consecuencias de sus palabras y tampoco de sus acciones siguientes.

-¡Estoy tan cansada! ¡Yo no me quedare así! -dirigiéndose a la puerta la joven salio de la habitación buscando a el enfermero Marqués.

-¡Eliza ven para acá! -alegó Ruben siguiéndola con Sofía en sus brazos.

-¡Ella lo arruinara todo! ¡Corre! -mencionó Sofía en forma de berrinche.

La respiración de Eliza estaba agitada sus puños se apretaban, sus pasos eran firmes y tenían un solo destino. Cuando por fin se encontraba enfrente de la puerta la joven no dudo y entró a la habitación.

-¿Donde esta el enfermero Marques? Necesito hablar con él urgentemente -grito la joven mientras irrumpía en el despacho del jefe.

La enfermera Beatríz la cual era la única que se encontraba ahí dio un pequeño brinco ante el impacto de la puerta.

-¿Que haces aquí? ¿No se supone que los tienen a todos con llave? -preguntó asombrada Beatríz.

-¡Donde esta el enfermero Marqués! ¡Necesito decirle que Lucia Mato a Dereck! -exclamó enfadada.

-¡De que estas hablando! ¡De donde sacaste eso! -interrumpió indignado Ruben quien apenas llegaba a la habitación.

-¡Eso es en cerio! ¿Que hacen todos ustedes aquí? El enfermero Marques no esta, él esta hablando con el joven del piso cuatro -explicó la enfermera Beatríz.
-pero no deberían ir por él ya que esta con el dueño del castillo.

-¡Dueño del castillo! -sorprendidos expresaron a coro Ruben y Eliza.

Beatríz estaba apunto de ordenar a los jóvenes que se retiraran al cuarto, cuando un joven enfermero irrumpe en la habitación.

-¡Enfermera! ¡enfermera! ¡Código violeta! ¡Se acaba de escapar el chico del piso cuatro! ¡Esta prófugo! -el joven se poso en la entrada para descansar un poco al parecer había corrido mucho.

Beatríz miro por un segundo a los jóvenes indicándoles que se fueran.

-Necesito una camisa de fuerza, y que llames a dos compañeros mas por favor -indicó Beatríz quien salía apresurada del despacho.

El joven enfermero tomo aire y rápidamente fue a conseguir lo indicado.

-¿Que haces aquí? ¡Estas echando a perder todo! -indignado comentó Ruben quien seguía cargando a Sofía.

-Tengo que subir con ella por que a diferencia de ti yo puedo deducir cuando alguien me miente -expuso arrogante Eliza.

La joven estaba dispuesta a salir de la habitación cuando Ruben tomó su brazo impulsándola para atrás.

-No permitiré que tires a la basura lo que hemos conseguido -serio amenazo el joven mirando fijamente los ojos de Eliza.

-¡Karen! ¡Karen donde estas! -una extraña voz proveniente de un joven se escuchó a lo lejos.

-¡Es el chico que se escapo! -impresionado Ruben decidió salir para enfrentarlo.

Ruben y Eliza salieron del despacho pero no encontraron rastros del chico que segundos antes había estado gritando.

-¿Por que le gritaba a Karen? -preguntó Sofia pidiendo que la bajaran,

-Es él -respondió Eliza refiriéndose a que ese era el chico al cual Karen había visitado todos estos días.

Al notar los gritos de desesperación Ruben se dio cuenta que Lucia se había tardado mas de lo debido. Tomando de la mano a Sofía el joven decidió subir a verificar que estaba pasando.

-No me importa ya lo que hagas, ve con marqués, culpa a quien quieras y si gustas quedarte en este lugar ese no es mi problema. -afirmó Ruben intentando ocultar el dolor que sentía al decir eso. -Nosotros nos iremos hoy, aprovechando que todos están ocupados buscándolo.

Eliza miro enfadada a su compañero sabia que era imposible que le creyeran sin tener pruebas que afirmaran su teoría.

Ruben subía rápidamente de la mano de Sofía debían actuar rápido si querían salir esa misma noche. A lo lejos el joven observo como Lucia se encontraba sentada en las escaleras del piso cinco al parecer estaba llorando.

-¿Que haces aquí? ¿Donde esta Karen? -preguntó asustado el joven ante la escena que observaba.

-¡La mataron! ¡Alguien les dijo que iríamos por ella! ¡estaba tirada en el suelo no se movía! -exclamó amargamente Lucia abrazando a Sofía.

-¡Como que mi hija esta muerta! -vocifero un hombre que estaba subiendo las escaleras el cual era el mismo que horas atrás habían espiado mientras hablaba por teléfono.

-¿Quienes son ustedes? Y que es eso de que mi hija esta muerta...

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