♦28♦ ¿El papá de quién?
Rápidamente el enfermero Marqués y la enfermera Beatríz se apresuran a bajar hasta el vestíbulo en donde encuentran a un hombre de pie el cual viste una gabardina negra y carga un pequeño maletín.
—Buenas tardes señor —saludo cordialmente el enfermero Marqués.
El hombre devuelve el saludo con su mano y deja el pequeño maletín en el piso. Rápidamente la enfermera Beatríz manda a un joven por el.
—En el piso cuatro por favor, quisiera estar con mi hijo y —comentó el hombre al notar que recogían sus cosas.
—¿A que se debe el honor de su visita? —preguntó marqués nervioso.
—No seas grosero con el hombre —regaña Beatríz. —Señor gusta pasar al despacho con gusto lo atenderemos —indica la joven en señal de respeto.
Los tres pasan al despacho y la puerta se cierra dejando volar la imaginación de las curiosas miradas que solo observaban la escena.
♦♦♦
Los jóvenes ya se encuentran en su habitación al parecer Eliza y Ruben están enojados, ellos no pueden perdonar lo que Lucia fue capaz de hacerles.
—¿Por que? ¡Crei que eras diferente! —exclamo Ruben quien no se quedaría con las ganas de reclamar.
—No lo intentes por favor —explico Eliza tratando de calmar las cosas.
—¡Todos aquí me mienten! ¡Todos me traicionan! —gritó incomodo el joven.
La pequeña Sofía miraba a su madre confundida, el silencio en su boca era señal suficiente para indicarle que no estaba dispuesta a pelear.
—¡Podrías calmarte! ¡por favor! —indico Eliza irritada por los gritos de Ruben.
—Aguantamos muchas cosas por ti. ¡Insultos! !Peleas! —el joven comenzó a enumerar todo lo que había pasado por culpa de Lucia. —¡Murió Jorge! ¡Los baldes de agua! —siguió un largo tiempo en su reclamo.
—Eres una persona desagradable! —termino el joven dejando caer su cuerpo en el piso.
Indignada Eliza se acerco a donde estaba Lucia donde la encaro.
—Mínimo deberías de contestar, ya le has echo mucho daño —comentó Eliza.
—¡Yo le cause daño! ¿Te recuerdo por quien estaba llorando semanas anteriores? —replico Lucia. —¡Es depresión! Él llora hasta por que se le sube una mosca.
—Nosotros somos así. Desde que llegaste tú las cosas no han parado de cambiar ¡Es tu culpa! —afirmo Nuevamente Lucia.
—¡Ya se te olvido quien me trajo aquí —alego Eliza.
—No es mi culpa que tus padres murieran —interpuso Lucia.
Sofía se asombro bastante ante el enfrentamiento: Ruben salio de la habitación cerrando con fuerza la puerta.
La pequeña quiso ir con él pero su madre lo impidió con sus brazos.
—Deja de hablar con ellos, nosotros no pertenecemos a tales personas —arrogante expresó Eliza.
—¡Pero mamá! —alego la pequeña apena por el comportamiento de su progenitora.
—¡Dije! ¡No! —vocifero enojada.
—Nunca olvides que ″tales personas″ siempre estuvieron para ti —dijo Eliza dispuesta a ir por Ruben.
Un joven enfermero se interpuso en el camino de la joven.
—Recuerda que nadie puede salir. Son las nuevas normas —ordeno el enfermero aproximándose a meter a Eliza.
—Pero Ruben esta afue....
—No me interesa —alego el joven.
—No lo puede dejar halla uste.....
—¡Ustedes se quedan aquí y ya dije! —mando el enfermero no dejando que terminara Eliza su explicación.
La joven peleo molesta, la cerradura de la puerta era suficiente para explicar que nadie saldría de ese cuarto ese día.
♦♦♦
—¡Ver a su hijo! ¡esta usted loco! —alego el enfermero Marqués.
—En efecto quiero ver los avances que tiene —confirmó el hombre. —después de la muerte de Maria no le veo el caso a que sigan aquí.
—¿Como se entero de la muerte de Maria? —pregunto asombrada la enfermera Beatríz.
—En un pueblo tan pequeño como lo es Katan los rumores corren rápido.
El enfermero Marqués pensó por varios minutos la respuesta correcta, esta ocasión era algo que se había salido por completo de sus manos.
—Los podrá ver dentro de dos días —alego Beatríz. —Mientras le mostraremos todo el castillo y sus avances.
La mujer abrió la puerta y le realizó señales a una enfermera que pasaba por ahí en donde le indico que llevara al hombre a un recorrido por todo el castillo.
Cuando el hombre estuvo afuera del despacho la enfermera Beatríz miro arrogante a Marqués.
—Tienes dos días para bajar y estabilizar a Susan o de lo contraria alguien retirara tu cargo— rio Beatríz saliendo del despacho.
Dos días pasaron en los que el hombre (el cual también era el dueño del castillo) tuvo acceso a cada habitación del vestíbulo exceptuando los cuartos de sus hijos y el piso ocho.
En el tiempo establecido los enfermeros bajaron a Karen brindándole los servicios correspondiente incluso el pastel de todos los días.
—¿Y por que tengo que verlo? —preguntó la joven que se encontraba en su antiguo cuarto.
—¡Es tu padre y merece respeto! —reclamó Marqués.
—A si nunca conseguirás nada, debes hablarle con respeto —regaño Beatríz. —pequeña sabemos que esto es difícil para ti pero piensa que es por el bien del castillo —comentó en dirección a la joven.
Susan los miraba con indignación no podía creer que después de leer todo su folder de registro tuviera que encontrarse cara a cara con la persona que le causo tanto daño.
—¡No voy a ir! —replico Susan.
—No te estamos preguntando él es dueño del edificio y debes de ir —ordenó Marqués quien ya se encontraba irritado.
—¿Por que no llevan al otro? —cuestionó Karen que después de tanto tiempo había vuelto a dominar el cuerpo.
Los enfermeros se miraron decepcionados.
—¡Tu que haces aquí! ¡No es momento de que regreses! —expresaron ambos a coro.
Karen sonreía se sentía confiada.
—Yo nunca me fui —agrego sonriendo. —No puedo creer que sean tan tontos para dejarse engañar tan fácil —una risa un poco aguda salió de su boca.
El hombre llegó a la habitación donde se encontraban todos al parecer había escuchado la conversación sin el consentimiento de los demás.
—Así que Karen sigue estando aquí. ¿No era que la habían eliminado ya? —cuestionó el hombre mirando a los enfermeros.
♦♦♦
Ruben había vagado dos días por todo el castillo al parecer nadie le había avisado sobre el hombre que llego y tampoco habían tenido la molestia de ir a buscarlo.
En su mente rondaban pensamientos grises, esos que solo las mentes tristes pueden tener. Desde el por que su vida es de ese modo: hasta lo miserable que fue para los demás.
Las lágrimas no dejaban de brotar los ojos del joven estaban hinchados y de color rojo. Un sufrimiento que no le deseo a nadie.
Ruben miro su pulsera ″Depresión″ era curioso como de alguna manera lo que por varios años estuvo anotado estaba siendo verdad.
″Sabía que Lucia no podría cambiar″ pensó el joven.
—Pero Eliza ¿Por que ella estaba dispuesta a entregarme? —se cuestionó para si mismo.
—¡Ahora Sofía ya no quiere verme! —se interpuso nuevamente él.
Los pasillos silenciosos eran su única salida, él joven caminaba sin rumbo. Es una de las veces en las que estas dispuesto a dejar todo en donde ya no dientes ganas de seguir.
Su desconfianza inseguridad y rencor no habían consumido poco a poco. Los recuerdos de su mente se apoderaban de él desde la puerta atorada (la cual no era su culpa) hasta el balazo en su brazo.
Los ojos de Ruben se abrieron ″¡El balazo!″ al parecer se le había olvidado, rápidamente miro su brazo el cual ya no tenia la venda y se encontraba mejor. Una sensación se extrañeza salio de su rostro.
—¿Pero cómo se preguntó? —preguntó al aire.
—Apenas te diste cuenta, Creo que soy buena ocultando cosas— interpuso una voz detrás de él.
Ruben sintió un escalofrío y volteo de inmediato para encontrarse con algo que lo asombro mucho.
♦♦♦
—¡Que diablos haces aquí! ¡Ella no debe verte! —vocifero Karen colocándose en posición de defensa.
—¿Y por que no? Es mi hija tengo derecho —comentó el hombre.
—Una hija a la que le hiciste mucho daño —respondió la joven dispuesta a atacar.
Los enfermeros se posicionaron detrás de Karen en caso de que hiciera algo horrible.
—cariño ¿Yo te hice algo? —preguntó asombrado el hombre. —Tu estas aquí por tu hermano él fue el que abuso de ti —confesó el hombre.
Beatríz reaccionó extrañada ese rumor jamás se había escuchado por los pasillo del castillo según tenia entendido ese hombre había sido el causante de la enfermedad de Susan. Hasta la misma Maria lo había confirmado.
Un fuego fugas se desprendió de los ojos de Karen haciendo notorio su enojo indignación.
—¡Mientes! ¡Cesar es un chico bueno! —exclamo con rabia Susan la cual estaba al pendiente de todo.
—Tal parece que no te has curado florecita, yo temía pensado llevarte ya con tu nueva mamá —explico el hombre.
″¡Nueva mamá!″ pensó Susan hasta donde ella tenia entendido su madre y padre estaban de acuerdo con su abandono.
—¿Donde esta mi madre? cuestionó la joven extrañada
—Creí que ya sabias que murió —contestó confundido el hombre.
Karen sintió un escalofrío a ella nunca le habían notificado sobre el fallecimiento de su madre.
—La enfermera Maria era tu madre ¿No ya lo sabias? —interpuso el hombre.
La cara del enfermero Marqués se puso pálida la enfermera Beatríz no sabia como manejar la situación.
—Ella no estaba enterada de eso. Desde que decidiste ya no volver al castillo Maria decidió no decir nada —explicó Beatríz.
La rabia de Karen se expandió haciendo que saliera corriendo de la habitación, el hombre trato de detener su camino pero un puñetazo fue puesto en su rostro.
La enfermera Beatríz corrió atrás se ella dejando en el cuarto a los dos hombres.
Karen se dispuso a bajar por las escaleras hasta entrar a la habitación de su hermano. El cual fue sorprendido con los dibujos en las manos. En su arranque de irá le arrebato los dibujos -sus preciados dibujos- y se dispuso a regresar sola al piso ocho.
″Ahora no puedo confiar en nadie″ pensó la joven. Ante la rabia e impotencia que sentía sus ojos color café oscuro se volvían negros en señal de que después de tanto Karen se apoderaría de su ser.
—¡No por favor! Jorge me lo advirtió —suplicó Susan con su ultimo aliento.
—¿Y ser bueno a que lo llevo? ¡Esos idiotas lo mataron! —replico Karen enojada.
Risas, Gritos y sonidos extraños se comenzaron a escuchar en la habitación de Karen al parecer el brillo de Susan se había extinguido.
♦♦♦
Justo enfrente de Ruben se posaba Lucia mirándolo con gran sentimiento.
—¿Pero cómo? ¿Tu no estabas atada? —preguntó extrañado Ruben.
—Marques nunca me ató, tu herida estaba sangrando en la noche y decidí curarte —explicó la joven acercándose lentamente.
—¿Pero en este momento como lograste salir si las puertas están cerradas? ¡No entiendo nada! —expresó tartamudeando Ruben.
—Marqués me dio las llaves de todo el edificio, las tengo desde que nos encerraron el primer día en el piso uno —aclaró nuevamente.
—¡No te acerques! ¡Tu nos traicionaste! —vocifero el joven retrocediendo poco a poco.
El ambiente se sentía pesado ambos jóvenes se enredaron en un juego bastante peculiar Lucia caminaba para el frente tratando de agarrar a Ruben. Mientras que Ruben retrocedía evitando el roce de la joven.
Los ojos de ambos se cruzaron por varios minutos esperando que cualquiera de ellos se rindiera o se dejara llevar por el otro.
—¡Por favor dejame explicarte! —interpuso Lucia al ver que no estaban llegando a nada.
—Sufrimos por ti y ahora quieres explicar, ¿Que me vas a explicar? cuestionó el joven.
—La razón por la cual le seguí el juego a Marqués —contestó Lucia sonriendo con malicia.
♦♦♦
—¡Esto es inaudito! —expresó indigano el hombre sobandose su rostro.
—Señor lo sentimos ella aún...
—No me importa lo que este pasando —indignado se opuso el hombre. —Prohíbo totalmente que Karen vuelva a verme —mandó.
—¿Esta claro? —pregunto el hombre al enfermero Marqués.
—Si señor —respondió tímido el enfermero.
—Sobre el otro joven mañana iré a verlo, espero él este mas educado. Ya fueron muchas experiencias por hoy —confesó el hombre.
—Como usted ordene señor —afirmó temeroso el enfermero.
—acompañame a mi cuarto. ¡Quiero una cubeta con hielos y un café! —ordenó el hombre antes de salir de la habitación.
El enfermero Marqués salió rápidamente a seguir las indicaciones de lo que el dueño del lugar le había mandado.
″tengo que subir a hablar con el joven del piso cuatro″ pensó para si Marqués. No podía permitir que otro de los hijos del señor goldat se le escapara de las manos.
♦♦♦
—Todo es confuso pero creeme las cosas ya estarán mejor, tenía que ganarme la confianza de Marqués —comentó Lucia.
—¡Nos sumergió en baldes de agua! !Por tu culpa! —insistió despechado Ruben.
—él quería torturarlos con otra cosa, el agua fue mejor —defendió la joven.
—Ya vete con tu Amor ¡Dejame solo! ¡Todas las personas me dejan! —gritó el joven.
Lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, era difícil confiar en las personas. Ruben quería regresar a su habitación en donde estaba excluido de todo el mundo en donde nadie le podía hacer daño.
Lucia miro a Ruben se asemejaba a un pequeño niño que necesitaba a sus padres, era difícil para ella mostrar afecto pero después de todo por primera vez en toda su estancia la joven se aproximo a Ruben para no solo tomar su brazo sino también abrazarlo.
Ambos comenzaron a llorar pareciera que los años que estaban cargando se habían desvanecido con esa minúscula muestra de aprecio.
—Yo nunca te abandone él me impedía bajar —susurro Lucia en su oído.
—Yo nunca te odié él me golpeaba para impedir que te viera —contesto Ruben. —La puerta se atoro por eso no rescate a Sofi —añadió el joven para explicar el por que ni defendió a la pequeña.
Ruben libero cada una de las emociones negativas que habitaban en su cuerpo solo por ese momento.
—¿Pero que era lo que querías? —cuestionó el joven separándose de su compañera.
—Solo necesitaba esto —expuso la joven sonriendo posteriormente saco una pequeña carta de su pecho.
—¡Es el aviso de salida! —expresó Ruben fascinado.
—Exactamente mis padres ya están al tanto de la alta. Solo faltan que confirmen tus abuelos y los de Eliza —comentó la joven.
—Mañana nos vamos de este chiquero ¡por fin nos vamos!
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