♦27♦ Un balde de agua mil respuestas
Eliza, Ruben y Lucia fueron escoltados con insultos hasta el cuarto dos del piso siete donde antes se encontraba Jorge.
—¡Estoy arto de ustedes!, se quedaran en ese lugar como la basura que son —ordenó el enfermero Marqués
—¡La única basura aquí eres tu! —expresó Ruben enojado.
El enfermero mando a que le trajeran cuerdas y cubetas de agua. Al principio los demás enfermeros no querían obedecerle pero al ser el nuevo jefe debían hacerlo o de lo contrario Marqués los castigaría.
Con la cuerdas los jóvenes fueron amarrados.
—¡Estoy cansado de su desobediencia! Todo lo que resta de la noche se quedaran aquí —nuevamente ordenó el hombre antes de salir de la habitación.
Eliza miro a lucia decepcionada no era coincidencia que llegaran juntos.
—¿Por que nos delataste? —cuestionó la joven.
—Yo no los delate él...
—No mientas por favor, no somos tan tontos como crees —menciono Eliza interrumpiendo la explicación de la joven.
″bueno por lo menos este cuarto esta limpio″ pensó Ruben quien prefirió no decir nada al respecto. Los tres jóvenes pasaron la noche entera amarrados de las manos y sentados en el suelo del cuarto frío.
♦♦♦
—¿Me puedes decir donde están los jóvenes del cuarto dos? —refunfuño Beatríz en el despacho de Marqués.
—¿Cuales jóvenes del cuarto dos? —preguntó el enfermero de manera déspota.
La respuesta del hombre causó un gran enfado en Beatríz. Era evidente que el hombre estaba detrás de su desaparición: la enfermera no podía dejar las cosas así.
—O me dices que fue lo que les paso o yo misma me encargo de que te destituyan de tu cargo —amenazo Beatríz.
—Por favor ¿Tu seras capas de hacer algo? No olvides las cuentas que tienes conmigo —alego el hombre. —¿Me recuerdas por que se tuvo que bañar a Uriel un día antes del asesinato?, por que hasta donde yo se ese día no tendría por que haberse bañado —agregó el enfermero marques sonriendo con malicia.
El rostro de Beatríz reflejaba un odio evidente.
—Ya te dije que cuando fui a darle sus pastillas el joven se orino encima, por eso mismo lave su ropa —explicó la joven enfermera. —Además se dice por todo el castillo que están votando para destituir a alguien que no sabe manejar el castillo —se defendió riendo.
El enfermero se aproximo hacía la joven buscando darle una bofetada por tal declaración pero atrás de ellos se fijaba la imagen de la pequeña Sofía quien estaba admirando todo desde la puerta.
—Ellos desobedecieron las reglas como tal deben pagar —en defensa el hombre comentó.
Beatríz sintió la rabia correr por sus venas pero solo opto por retirarse decepcionada del lugar.
—¿Donde llevaste a Mamá? —preguntó entre chillidos la niña.
—Tranquila cariño, iremos por ella —contestó el hombre cargando a su pequeña para llevarla con su madre.
♦♦♦
Ruben despertó observando a las dos jóvenes que tenía enfrente posteriormente realizo un par de ruidos y movimientos para que Eliza pudiera despertar.
—Tenemos que irnos de aquí —exclamó alarmado el joven.
—¿Como lo haremos? —cuestionó Eliza un poco adormilada.
—Ven, pongamonos de espaldas para que pueda desatar tus manos —explicó cuidadosamente el joven en voz baja para evitar que Lucia despertara.
Ambos rodaron acercándose el uno al otro hasta lograr quedar en la posición correcta. Tanto movimiento causo que Lucia comenzara a abrir los ojos.
Ruben comenzó a desatar las manos de Eliza las cuales se estaban poniendo moradas por lo apretado que estaba.
—Espera un segundo, espera ya casi esta.
—Me estas lastimando, estas apretando mas Ruben —gritó Eliza incómodamente.
El sonido de la puerta alarmó a los jóvenes quienes solo optaron por ponerse de lado para evitar enseñar la cuerda alborotada.
—¡¿Están bien?! ¡Mami! —exclamó la pequeña Sofi entrando a la habitación.
Lucia miraba con desconcierto a su pequeña que estaba tratando de des amarrarla.
El enfermero Marqués por su parte se aproximaba a los jóvenes sonriendo y con una apariencia bastante déspota.
—Muy bien chicos, ¿quieren que los desamarre? —cuestionó de manera sarcástica el hombre. —Jugaremos un juego correcto, yo los dejare ir pero ustedes solo deben decirme quien de ustedes mató a Dereck —agrego el hombre mirando fijamente a ambos jóvenes (Ruben y Eliza).
Posteriormente se aproximo a desatar a Lucia el juego había terminado era evidente que ya no podían fingir mas.
—¡Lo sabia! —exclamó Eliza enojada.
—¿Por qué? —preguntó Ruben decepcionado.
—¿por que? Es en cerio que preguntas porque, mira te explicaré fácilmente en su pulsera dice el porqué —sonriente respondió enseñando la muñeca de Lucia donde claramente se leía estocolmo.
Lucia soltó una sonrisa aunque en su interior ya no estaba tan segura de lo que había echo.
—¡Nosotros confiamos en ti! —chillo Eliza mirándola con odio.
—Pues que pena, les dije que no debían de confiar en nadie —alego Lucia buscando excusarse de todo.
—Si si, luego se arreglan —interrumpió Marqués. —Ahora ¿Me pueden decir quien fue el inepto que interrumpió mis planes?
Ruben soltó un suspiro y miro a Eliza buscando en su mente alguna manera de salir de todo esto.
—¿No se supone que ya se llevaron a Uriel? —cuestiono Eliza en un intento por defenderse.
Una carcajada salio de la boca de ambos tanto Lucia como Marqués no se tragaban la idea de que Uriel era el responsable.
—Si claro que fácil es culpar a alguien que ni siquiera salio ese día, ustedes mismo descubrieron el túnel y la enfermera Beatríz lo estaba vigilando esa noche —explico entre risas Lucia.
Sorprendidos ambos jóvenes miraron a Lucia.
—¿Tu ya sabias de los túneles? ¡También sabias lo de Uriel verdad! —ambos jóvenes comentaron.
—Claro, yo se muchas cosas incluso te conocía desde antes que llegaras a este lugar —confesó Lucia riendo. —Yo fui quien te elegí, una chica excelente con padres millonarios pero solo un error: visitar el pueblo sola —agrego la joven mirando a Eliza detenidamente.
Eliza se lleno de rabia y coraje sus ojos no podían reflejar lo que su corazón estaba sintiendo.
—¡Ustedes mataron a mis padres! —Vocifero frenética Eliza.
—¡Crees que nosotros quisimos eso!, ¡El plan era que nos pagaran por liberarte! —exclamo alarmado Marqués.
Ruben miraba a todos con mucho cuidado la traición de Lucia no era algo que debía pasar por alto sus lágrimas querían brotar pero la impotencia y el miedo lo impedía.
—¡Fueron tus miserables tutores los que lo hicieron mas difícil! ¡Quien los manda a venir tan rápido! —exclamo arrogante Lucia.
Los ojos de Eliza se cristalizaron sacando un llanto que provenía de todo su alma, en la cabeza de Eliza el recuerdo de sus padres causaron una inmensa rabia haciendo que esta moviera las manos.
Sofía por su parte entendía del todo lo que pasaba y por que ahora su madre estaba tan enamorada de su padre. La pequeña solo podía mirar las lágrimas de Eliza brotar por sus pequeños ojos.
—Dejemos eso en el pasado —agrego marqués a la charla. —Lucia baja a tu habitación junto con Sofía yo me quedara aquí con estos dos —ordeno el hombre.
Lucia tomó a la pequeña en sus brazos y la llevo abajo a su habitación. El enfermero Marqués por su parte tomaba los baldes de agua que se encontraba en la habitación.
—Ahora si me dirán ¿Quien lo hizo? —preguntó Marques maliciosamente.
♦♦♦
Susan miraba con detenimiento el plato de sopa podrida la cual seguía reposando en el suelo. el hambre era evidente su estomago comenzaba a hacer ruidos exigiendo su alimento sin embargo la joven se negaba a consumir dicho alimentó.
—Tienes veinticinco minutos para ir por tus cosas —explicó un joven enfermero que había sido enviado por Beatríz.
Susan sonrío con malicia esperando que el joven saliera de la habitación.
—No tan rápido, yo personalmente iré contigo —alego el joven al ver las intenciones de Susan.
La joven lo miro con odio, el enfermero retrocedió unos pasos. Susan ya no era la hermosa niña que debía ser.
Pasaron varios minutos en los cuales Susan meditaba que seria lo que se llevaría de su habitación.
Después de un rato ambos salieron Susan tomaba de los brazos al joven y se aproximados a bajar al cuarto.
♦♦♦
El enfermero Marqués coloco los baldes de agua fría en el piso, la idea era meterles su cabeza en el balde cada vez que ellos mintieran.
—¿Donde estuvieron el día del accidente? —cuestionó el hombre.
—Yo apenas había llegado —contestó Eliza.
—La puerta se atoro yo solo escuche la voz de Sofi ¡Lo juro! —exclamó Ruben.
El enfermero Marqués tomó ambas cabezas sumergiendo las dos en el balde.
—¡Los dos están mintiendo! —expresó el enfermero Marqués enojado.
Ambos jóvenes sentían un escalofrío por toda su cabeza y poco a poco su respiración se agotaba. El enfermero saco a ambos del agua.
—¿Donde estaban el día del asesinato? —volvió a cuestionar el hombre.
—Ya te lo dijimos —a coro contestaron ambos.
El hombre los miro y sonrió estaba consciente que los dos decían la verdad solo que disfrutaba hacerlos sufrir.
—Bien, sacando sus conclusiones si tu estabas encerrado y tu apenas habías llegado —señalo el hombre. —Yo estaba con Lucia y Beatríz con Uriel —agregó el hombre contando con sus dedos.
—¿Y que me dices de Karen o Jorge? —cuestiono Eliza.
—Ella nunca bajo y Jorge solo protegió a la niña tampoco regreso con sangre —explico Marqués.
—Bueno ¿y el chico del piso cuatro o algún otro inquilino? —mencionó Ruben.
—Según todos los cuidadores, todo estaba en orden —interpuso Marqués.
Los jóvenes se quedaron callados por varios minutos buscando una respuesta a todo.
—Bueno y a todo esto. ¿Por que te importa tanto la muerte de ese chico? —preguntó Ruben entre pausas para evitar que la pregunta sonara amenazante.
El hombro sonrió y nuevamente metió la cabeza del joven en el agua fría.
—¡Eso es algo que no te incumbe! —alegó Marqués. —pero ya que estamos, él debía llevar la carta donde se estipulaba el rescate de Eliza y el dinero que debían dar para que su pequeña se librará de todo registro medico —explico cuidadosamente el enfermero.
—Al parecer alguien descubrió nuestra idea y la interrumpió de forma menos adecuada, lo que no entiendo es ¿por que tuvieron que matarlo? —agrego el hombre tocándose su barbilla.
Los jóvenes lo miraban con odio aunque trataban de apaciguar las cosas para evitar ser castigados.
♦♦♦
Lucia peinaba a su pequeña imaginando una futura familia.
La enfermera Beatríz entro a su habitación desconcertada al percatarse de que solo estaba ella.
—¿Donde están los demás? —preguntó preocupada la joven.
—No puedo decirte —alegó Lucia dándole un beso a la pequeña.
La expresión de la joven incomodo a Beatríz haciendo que esta la mirada con tristeza.
—Tú no debes de hacer todo lo que él te ordena —comentó la joven. —Tú eres mas de lo que tu pulsera dice.
Lucia respiro profundo tratando de evadir lo que la enfermera trataba de decirle.
—Él me llevara a ver a mi familia, eso es lo único que me importa —explicó Lucia tragando saliva.
—Él no cumplirá ninguna de sus promesas, tu relación no es una relación buena él no merece una mujer como tú —agrego Beatríz acercándose suavemente a la joven.
Lucia se mantenía firme en no responder la pregunta inicial.
—Por algo me pusieron esto ¿No? —afirmo Lucia enseñando su pulsera.
—Dime de todos los jóvenes que has conocido, ¿Cuantos son verdaderamente lo que dicen sus pulseras? —cuestionó Beatríz dispuesta a salir de la habitación.
—Están en el piso siete donde antes estaba Jorge —afirmó la pequeña Sofía observando a su mamá.
Lucia no dijo nada y su silencio le demostró a Beatríz que era la verdad.
Karen subía molesta las escaleras escoltada por el joven. Ya habían pasado los veinticinco minutos exactos por mala suerte los dibujos que tanto anhelaba recuperar no fueron encontrados en ese tiempo.
—¿Donde están tus cosas? —cuestiono el joven.
—No logre encontrar todas solo mi chaleco amarillo —aclaro Karen.
El tiempo había terminado así que nuevamente la joven debía estar encerrada. El piso ocho no se miraba tan mal después de todo era como todos los pisos con la única excepción de que la comida no era tan sabrosa.
Karen observo el plato de sopa, su estomago no dejaba de hacer ruidos. Un suspiro salio de su boca y con todas sus fuerzas se aproximo hacia el plato de comida.
La joven comió de aquella sopa podrida deseando que esto terminara pronto.
♦♦♦
El enfermero Marques seguía haciendo preguntas a los jóvenes aunque esta vez eran mas sobre lo que habían hablado entre ellos.
Ruben y Eliza eran mojados incontables veces en el agua fría a pesar de ser totalmente sinceros.
—¡Ya te dije que no yo no le dije a Lucia lo de sus padres! —alegaba Eliza llorando.
—¡Ustedes revelaron mi secreto! —clamaba enojado el hombre sumergiendo la cabeza de Eliza.
—¡Yo fui! ¡Yo fui! ¡Ella me lo pidió! ¡por favor deja a Eliza! —suplicaba Ruben.
Marqués retrocedió un poco para que la joven pudiera sacar la cabeza de la cubeta.
—¿Que buscaban en el piso seis? —cuestionó el Hombre.
Los jóvenes se asombraron al percatarse que el enfermero no sabia de dichos papeles. Los dos habían pensado que Lucia ya le había contado al respecto.
—¡Les estoy hablando! ¿Que buscaban ahí? —volvió a cuestionar el hombre.
—Nada, ahí nos llevo el túnel —respondió nerviosa Eliza.
—¡¿Creen que soy tonto o que?! —reprendió Marqués dispuesto a castigar a Eliza.
Un fuerte golpe se escucho en la puerta La enfermera Beatríz entrena junto con dos jóvenes enfermeros.
—¡Liberen a los inquilinos! ¡El enfermero acaba de romper una de las reglas del castillo. No lastimar a los enfermos fuera del piso ocho! —ordenó la joven.
Los enfermeros procedieron a desatar a Ruben y Eliza los cuales dieron las gracias y rápidamente salieron de la habitación.
Marqués los miraba con enojo sabia que no podía hacer nada o lo destituirían del cargo.
—Eres lo peor sabes —comento la enfermera.
—Cuando acabe contigo dejaras de ser un estorbó para mi —exclamo Marqués a la defensiva.
Los dos se miraron en sus ojos solo se podía percibir el odio que ambos sentían.
De pronto un joven cocinero interrumpió su duelo de miradas.
—Señor abajo esta un hombre, dice que es el señor goldat —comento el joven.
Los ojos de Marqués y Beatríz se asombraron su cara lo decía todo.
—¿¡Que hace el esposo de Maria aquí!? —preguntaron a coro.
—Dice que viene a ver a sus hijos —respondió calmado el cocinero quien no entendía su extrañeza.
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