♦24♦ El sabor de la Traición
Un pequeño rió de sangre broto por el brazo de Ruben el cual tras recibir el impacto quedo desmayado en el cuarto.
Asustado por el sonido el enfermero Marqués tomo a Lucia de los brazos rápidamente para salir de la habitación.
—¡Que diablos! ¿dijiste que no lo harías? —Impactado el hombre preguntó a su amada.
—Y tu dijiste que no me lastimarías el día del sangrado ¿Ves que no es bonito mentir?, tenía que verse realista se supone que me presionaban ¿no? —contestó Lucia quién sonreía al admirar la escena nuevamente en su cabeza.
Ambos bajaron al pequeño cuarto donde los enfermeros descansaban, ese cuarto en el que desde la llegada de Eliza estos dos estuvieron planeando muchas cosas.
—No puedo creer lo fácil y manipulable que son todos, sabía que Ruben confiaba rápido pero Eliza y Karen,deberías de verlos, todos hablando tan abiertamente creyendo que todos aquí somos amigos —comentaba Lucia burlándose de los jóvenes que le dieron confianza.
—No debes de fiarte, todavía nos falta que asuma mi poder como jefe, la muerte de Maria nos cayo como anillo al dedo —explico Marqués riéndose junto con Lucia.
—Eso no estaba en nuestros planes pero desde que Eliza llego al castillo muchos bajaron la guardia —expresó la joven dando un tierno beso al hombre.
—Solo tengo una pregunta que hacerte, ¿Tuviste algo que ver con la primera muerte? —cuestionó Lucia abrazando a su amado.
—¿Hablas de la muerte de Dereck?, No, yo seria incapaz de matar a alguien que trabaja conmigo, además tu y yo compartimos todos los planes, al principio solo queríamos que los padres de Eliza nos pagaran por su rescate pero tras la muerte de estos no hubo manera de regresarla.—explico el enfermero Marquez. —Aun no puedo creer como Maria se tragó el cuento de que miramos como la joven atacaba a los integrantes del pueblo. —sonrió el hombre recordando el inicio de todo.
—Pero... Después llego la muerte de Dereck, eso jamas lo imagine —agregó el enfermero mirando con profundidad a la joven.
—Espero sea verdad, recuerda que tuve que fingir muchas cosas por ti, incluso hacer que parezca que te odio y eres lo peor de mi vida, me enfadaría mucho si me doy cuenta que existen secretos entre nosotros —afirmo Lucia levantando un ceja.
—¿Secretos?, ¡Nunca!, fue tu idea que me portara de esa manera, además tu misma pediste estar junto con ellos —denegó el hombre indignado.
—Obvio era mejor que estuviera con ellos, ¿No fuiste tu el que me mando a traer al culpable de la muerte de Dereck?, y a descubrir si en verdad los padres de Eliza habían muerto, que en efecto es cierto Eliza leyó los archivos de arriba y lo confirmaron. —menciono la joven meneando su cabeza de manera afirmativa
—¡Archivos de arriba!, ¿Fueron a la zona prohibida? —clamó Marqués un poco confundido por la afirmación de la chica.
—Si, al parecer Beatríz les esta ayudando a esos, ella les recomendó subir por la verdad —afirmó nuevamente la joven.
—¿Tu subiste?, ¿Por qué no me lo dijiste antes?
—preguntó alterado el enfermero.
—¿Tenia que decírtelo?, ¿Por que? ¿acaso tenias miedo que descubriera que mis padres están vivos?
—cuestionó Lucia retando al hombre.
El silencio en la habitación se torno incomodo, por unos minutos diversos suspiros comenzaron a escucharse, Lucia miraba incrédula al hombre quien trataba de asimilar lo que estaba pasando.
—Yo... yo te lo diría —defendió Marqués buscando dar una explicación rápida.
—Eso no importa ya... Cuando seas el jefe de este lugar me dejaras salir con mi familia, recuerda que lo prometiste —ilusionada explicó Lucia.
En cuestión de minutos la sonrisa del hombre cambio, en su mente no soportaba la idea de tener que soltar tan fácil a Lucia.
El tiempo que ambos habían tenido era único y todos los engaños que habían echo eran legendarios no podía dejar que la relación que él miraba perfecta se desvaneciera tan rápido.
—¿Estas segura que nadie mas lo buscara? —cuestionó el hombre dando un giro total a la platica.
—No, yo misma le deje en claro a la tonta de Eliza que iría por él, una vez que tu subas a limpiar todo, lo seguiremos torturando para que nos diga que mas vieron arriba, de esa manera podremos inventar que lo que le paso a Jorge fue un accidente y tras el asesinato de Maria la joven Karen quedara aislada. Tu pasaras a ser jefe y seguiremos secuestrando a personas para que llenen nuestros bolsillos —Vocifero Lucia con los ojos segados por la ambición.
—Con lo de Karen tenemos que tener cuidado, todavía no contamos con las pruebas para incriminar a la joven pero todo lo demás esta perfecto, nunca imagine que todo se tornara a nuestro favor —concluyó el hombre.
Lucia estuvo lista y ambos subieron al piso uno, no sin antes golpear repentinas veces a la joven para seguir con su terrible mentira.
—¡Entra ahora! ¡nadie podrá salir!, !Oyeron! —ordenó Marqués aventando al interior de la habitación a la joven, quien lloraba desconsolada.
Eliza enojada estaba dispuesto a defenderla encaminándose en dirección al hombre, quien tras ver la intención cerro la puerta de golpe.
—¿Estas bien? —cuestionó preocupada Eliza buscando el rostro de la joven.
—No... Yo no quería...Él fue...—respondió Lucia llorando desconsolada.
La pequeña Sofia preocupada por su madre corrió hacia ella para poder consolarla, lo que Lucia no tenia en cuenta es que la pequeña estaba generando un odio hacía su padre.
Lucia fingió estar alterada y poco a poco contó su versión de la historia, cada detalle desde encontrarse al pobre de Ruben en el suelo, hasta el horrible disparo que le obligaron a dar. Eliza escuchaba atentamente imaginando lo peor para su amigo.
—Debemos hacer algo, ¿Donde está Karen? —decidida cuestionó Eliza
—¿¡No te enteraste!?, encontraron el cuerpo de Maria tal vez ya hasta la llevaron con el pueblo —explico la joven abrasando con consuelo a su hija.
Un frío recorrió la espalda de Eliza la noticia se sentía como un balde de agua fría en su cuerpo.
—Ahora mas que nunca debemos hacer algo, podemos
salir y...
—¡No!, Ya no hay nada que hacer, nos pueden inculpar debemos calmar por el momento las cosas— interrumpió Lucia de manera agresiva.
♦♦♦
—¿Donde? ¿Donde podrá estar?, ¡A donde se fue! —el enfermero Marqués caminaba nervioso por la habitación abandonada mientras repetía sin parar una a una las preguntas.
El hombre observaba cada detalle buscando encontrar algún indicio de lo que pudo haber ocurrido pero la habitación se encontraba completamente limpia y sin rastro del joven.
En cuestión de minutos el rostro del hombre se miraba envuelto entre el miedo y la desesperación imaginando que quizás otras personas escucharon el ruido que el arma emitió. Lo que mas miedo causaba en el enfermero era la ausencia de esta misma.
—¡La culparan a ella en todo caso!, ¡ella fue la que disparo! —se consolaba el hombre a si mismo.
—¿Que haces aquí?, debemos servir la comida
—interrumpió amablemente Beatríz.
El hombre movió su cabeza ligeramente para fijar su atención en la realidad.
—¿Quien le servirá ahora al piso cuatro? —cuestionó la joven.
—Yo me encargare de servirle a ambos, supongo que Karen esta con él ¿No? —respondió el enfermero con una ceja levantada
—Si, recuerda que ya contaban con el permiso de Maria —afirmo Beatríz
—Ella ya no esta, pero podremos respetar eso —añadió el enfermero molesto por el echo de tener que ver juntos a esos dos.
La extrañeza se reflejo en el rostro de Beatríz al percatarse que él enfermero ya conocía el estado de Maria. Lo curioso era que la joven jamas le había mencionado nada.
Ambos enfermeros siguieron juntos su labor servir, llevar, curar y administrar los medicamentos necesarios para cada uno de sus inquilinos.
Cuando toco el turno de servir a las jóvenes del piso uno Beatríz muy contenta abrió la puerta, encontrándose con Eliza y Lucia jugando caras y gestos con la pequeña Sofia. Al parecer fue la única idea que se le ocurrió a Lucia para manterlas ocupadas.
—Les traigo su comida —interrumpió la joven entrando junto con el enfermero Marqués quien dejaba las tres bandejas en la cama.
El hombre compartió un par de miradas con Lucia dándole a entender lo preocupado que se sentía, su plan estaba tomando una forma que no seria fácil de controlar.
—Por cierto, casi lo olvido en un momento sube Ruben esta comiendo abajo —agregó la joven con delicadeza
Una sonrisa se asomo en el rostro de Eliza y Sofia tras recibir dicha noticia mientras que Lucia miraba confundida a su pareja.
—¡Que como!, ¿Lo encontraron? —interrogó Lucia tratando de mirarse un poco aliviada por el joven.
—Si, ya fue encontrado y no tardara en subir —agrego amablemente Beatríz.
Marqués salió de la habitación de manera rápida no podía soportar seguir en dicho lugar la furia y enojo lo estaban consumiendo y era muy difícil controlar su postura como enfermero.
—Bueno parece que nuestra noticia no le agrado —rio Beatríz, sintiéndose satisfecha por la reacción negativa de su compañero.
Las tres chicas soltaron una risa reflejando lo contentas que se sentían por tener a su amigo de vuelta.
″Ahora solo tendré que aparentar, ¡Todo estará bien!, ¡Todo estará bien!″ pensó Lucia, sonriendo a todas en señal de alegría.
La tarde pasaba y poco a poco todos los servidores comenzaban a murmurar sobre la trágica muerte de la jefa, nadie había tenido el valor de aceptar al enfermero Marqués como el nuevo líder. Incluso algunos decidieron poner las cosas a votación, esto último causo un gran revuelo en la sala.
El cuerpo de Maria fue despedido de manera inmediata, tal y como alguna vez ella lo había estipulado. También se optó por obedecer sus últimos mandatos que ya tenían tiempo escritos en su libreta favorita que guardaba en su despacho pues la amada jefa ya contaba con una edad un poco avanzada para seguir siendo mandataria.
Uno de los tantos deseos de la señora era guardar su luto por dos días, donde el castillo tenia estrictamente prohibido abrir las puertas de los inquilinos, todos debían estar en su piso correspondiente. Así como los enfermeros tenían prohibido subir a los pisos solamente podían dejar comida.
Ante esta petición el joven Ruben tuvo que subir las escaleras para dirigirse a su habitación donde seria encerrado como el resto.
Ruben tenia el brazo vendado al parecer la herida había sido leve ya que solo retiraron la bala y engraparon el lugar donde estaba.
El joven abrió la puerta de la habitación donde se encontraban las tres chicas, dos de ellas corrieron a recibirlo con todas sus fuerzas. Ruben las interrumpió en su intento pues todavía sentía dolor y le era imposible mover el brazo
—Sabíamos que estarías bien, ¡Ese imbécil, pero le daremos su merecido! —replico Eliza tomando a Ruben de su mano.
El joven sonrió a todas en agradecimiento por sus cuidados. Al poco rato la enfermera Beatríz subió a dar las respectivas indicaciones para los días que serían dedicados al luto, para así dar comienzo correctamente.
—Todo estará bien, Nos vengaremos —comentó Ruben mirando detenidamente a Lucia
—Claro que lo haremos, lo haremos... ¡Lo haremos! —contesto Lucia ocultando el enfado que su corazón sentía...
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