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♦22♦Todos mienten

—¿Ya me puedes decir que paso ayer? —cuestionaba una y otra vez Ruben dando vueltas por todo el cuarto.

—Ya te lo dije, Susan mato a la enfermera —contestó molesta Eliza quien ya había respondido anteriormente.

—¡No puede ser Susan!, ¡Ella es una niña!, —comentó fastidiado el joven.

—Yo estuve en ese lugar, tú no —intervino enojada la joven.

Pasaron varios minutos entre preguntas y afirmaciones hasta que Eliza comenzó a contar parte por parte todos los acontecimiento de la noche anterior, desde el asesinato hasta cuando tuvieron que lavar todo  y la razón por la que Karen no durmió con ellos esa noche.

—Ella dijo que se lo confesaría a su allegado cuando fuera el momento —finalizó de esa manera Eliza.

Lucia y Ruben se miraron perplejos, ellos no entendían como dos jóvenes eran capaces de esconder y limpiar un cuerpo con tanto detenimiento en una sola noche.

—¿Y donde dejaron el arma? —preguntó ansiosa Lucía imaginando un cuchillo o algo bastante filoso.

—¿Cual arma?, la pluma, la lavamos y la guardo Karen
—comentó la joven con total delicadeza

—¡Pluma! —impactados a coro vociferaron Ruben y Lucia.

Un fuerte escalofrío recorrió la espalda de Lucia una chica como Karen era capaz de matar a una persona con un simple bolígrafo de mano, no era conveniente meterse con una persona de ese estilo.

—¿Podrían dejar de mirarme de esa manera? —cuestionó Eliza al admirar ambos jóvenes confundidos.

La enfermera Beatríz interrumpió la platica de los jóvenes al entrar a la habitación junto a dos enfermeros  que cargaban tres vestidos largos, un traje con corbata y un pequeño vestido con olanes para Sofi todos de color negro.

—Deben preparase para el desayuno —ordenó la enfermera colocando las prendas en la cama junto a la pequeña que seguía dormida en ella.

—¿Desayuno? —confundidos preguntaron los tres jóvenes.

—El alcalde del pueblo se ha enterado sobre el terrible asesinato de Jorge, como en el pueblo de Katan la muerte es muy venerada se les concedió la petición de tomarse su luto y hacer la ceremonia correspondiente, Maria aceptó que el día de hoy se realizara un desayuno con los inquilinos menos peligrosos haciendo una pequeña excepción con Susan, que por cierto ¿Donde esta? —cuestionó confundida Beatríz. —Ahora coloquense sus respectivos trajes y bajen al vestíbulo
—explico La joven.

—Una cosa mas por favor usen cubiertos que no se note tanto su encierro —termino la enfermera mientras salia de la habitación.

—¿No dijiste que estaba muerta? —rápidamente cuestionó Lucia mirando los vestidos en la cama.

—Tal vez dio la orden ayer antes de todo esto, mejor preparemonos, Eliza sube por Susan mientras nos vestimos, un momento tranquilo entre todo lo que nos ha pasado es lo mínimo que merecemos —comentó Ruben dando ordenes a ambas chicas.

Eliza obedeció de inmediato y subió en busca de Karen esperando que todo lo acontecido anteriormente fuera solo un sueño.

Por su parte Ruben y Lucia se vestían para poder bajar al banquete.

—Este vestido me queda apretado —comentó Lucia mirando con desagrado su cuerpo, ya no se parecía en nada al cuerpo redondo con el que había llegado al castillo.

—Mirame a mi, entro dos veces en este pantalón —rio el joven observando su pálido y demacrado cuerpo.

Lucia formó una mueca de desagrado no podía creer el pesar que daban los años, al notar su tristeza Ruben desenvolvió la carta que había guardado anoche en su chamarra.

—Ayer entre todos los papeles encontré esto —dejó caer  el papel en las manos de la joven después se alejó lentamente para dejarla sola.

Lucía leyó línea por linea con mucha atención mientras las lágrimas brotaban de su rostro, el aroma a viejo de aquella carta la hacia trasportarse a su amado hogar.

Ahora me quedo tranquila, sabía que ellos eran muy fuertes. —con alegría limpio sus lágrimas la joven.

—¡Solo eso dirás!, puedes salir de esta miseria solo tienes que decirle...

—¿A quien le digo?, ¿Maria, Marqués? Sabes que ellos ya lo sabían ¿Como compruebo que esto es real?, deja de pensar que las cosas se solucionan rápido, mis padres están vivos y es todo, era lo único que quería saber —interrumpió indignada Lucia guardando el pequeño papel en una caja de madera que había en la habitación.

—¿encontraste algo mas? —preguntó Lucia.

—muchas cosas mas, pero escondimos los folders arriba en el piso seis donde antes estaba Karen
—contesto emocionado el Joven.

—¿Por que ahí? —cuestionó la joven.

—Eliza dijo que no era prudente traerlos con nosotros —explico el joven.

Una sonrisa  maliciosa dibujo el rostro de Lucia aparecer las palabras de Ruben habían causado una gran alegría en ella.

♦♦♦

Eliza se encontraba justo enfrente de la puerta tratando de tocar pero ella no creía conveniente interrumpir a quien estuviera adentró así que decidió esperar un momento a que saliera, como si la hubieran percibido Karen salio de inmediato encontrándose a la Eliza  enfrente.

—¿Que haces aquí? —pregunto Karen extrañada

—Vine por ti, al parecer hoy le harán un pequeño desayuno a Jorge, en manera de tributo —explicó Eliza tomando del brazo a Karen.

Una lágrima salio de uno de sus ojos. —por lo menos algo bueno realizo Maria —concluyo la joven.

Ambas se dirigieron al piso donde estaban los demás para alistarse y bajar todos juntos, no porque se llevaran bien sino por que dadas las circunstancias debían protegerse.

Al bajar los jóvenes se encontraron con un enorme banquete adornado con frutas y carne fresca así como platos de porcelana y cubiertos de plata, el rostro de los chicos era de incredulidad se miraba muy bueno para ser verdad.

—¿Todo esto lo mando Maria? —pregunto Susan mientras acomodaba uno de sus moños rosas en su cabeza la cual había sido peinada por Lucia.

—Lo dudo, todas las ganancias del castillo se administran de manera igualitaria, esto es demasiado para ser solo un desayuno —intervino Ruben extrañado.

—Cortesía del pueblo de Katan, como les dije la muerte es muy venerada y no debe pasar desapercibida
—interrumpió la enfermera Beatríz que pasaba por donde estaban los jóvenes. —Ahora sientence y coman, no crean que estarán afuera todo el día —agregó la enfermera a los jóvenes.

En la mesa ya se encontraban algunos ayudantes de limpieza, el enfermero Marqués y los inquilinos del piso uno como lo eran, ansiedad y bipolaridad, los jóvenes se sentaron en la esquina primero Karen después Eliza luego Lucia acompañado de la pequeña Sofia quien a su derecha tenia a Ruben.

Los cocineros del castillo servían la carne acompañado de una pasta fría y agua de jamaica.

—¡Que hace este aquí! —menciono alterada Susan en dirección al enfermero marqués.

—Tengo el mismo derecho de todos para estar aquí, ahora sientate o puedo ordenar que te suban —engreído  contestó el hombre.

—Ellos ni siquiera sabían quien era Jorge, muchos le tenían miedo, ¡Gente hipócrita! —vocifero enojada Susan mirando uno a uno a los que estaban en la mesa.

—Podrías calmarte solo disfruta un poco —expresó Ruben segado por el gran pedazo de carne que tenía enfrente.

—Si esta cosa la hubiera organizado yo, solo estaría Sofi aquí —agrego Susan observando a todos con odio.

—Estas muy brava hoy —comentó Lucia mirando a la joven quien solo le mostró una mueca de desprecio.

—podrían dejarla, estamos en el velorio de su amigo
—defendió Eliza tratando de calmar las cosas.

La pequeña Sofia comenzó a agarrar los cubiertos de,manera adecuada como le había enseñado Dereck pero cada vez que un bocado se dirigía a su boca este se caía causando risas a sus compañeros eso logro de alguna manera moderar el mal momento.

—Espero sea de su agrado el desayuno recuerden que todo esto es en memoria de nuestro primer inquilino Jorge, La enfermera Maria me pidió que empezara el banquete y se disculpa por no poder estar presente aun tiene asuntos que resolver —anuncio Beatríz mientras daba pequeños golpes con una cuchara a una copa para hacer que le prestaran atención.

Las últimas palabras causaron en Karen y Eliza una gran confusión al igual que en sus compañeros.

—¿No que estaba muerta? —confundió pregunto Lucia en voz baja.

—Ella esta muerta —afirmo Karen enojada, quien había acordado cada cinco minutos cambiar con Susan para así estar las dos presentes en el funeral.

—¿Donde dijeron que esta el cuerpo? —cuestionó Ruben alarmado.

—lo dejamos en el baño de su despacho —contestó Eliza en voz baja aparentando que seguía comiendo.

—iré a ver que es lo que esta pasando —expresó preocupado Ruben.

—No puedes salirte así como así —menciono Lucia algo enfadada.

Al escuchar lo que platicaban sus compañeros Sofia dejo caer su plato al piso.

—¡Mamá! Mi plato —chillo la pequeña haciendo que todos los presentes voltearan a verlos.

—Agarra otro —respondió Lucia que no entendía que estaba pasando.

—¡No!, ¡mamá yo quiero el mio!, ¡quiero el mio! —protestó la pequeña.

Las personas no paraban de ver a la pequeña, gracias a esto Ruben logro escabullirse hacia el vestíbulo. La pequeña le sonrió en señal de misión cumplida. 

—Es hora de acompañarnos a despedir a Jorge, el pueblo se llevara su cadáver para que sea quemado después las cenizas serán guardadas aquí en el castillo —indico la enfermera Beatríz dando la indicación de que salieran todos.

—Tengo que ir a ver que pasa con Ruben —Mencionó Lucia a Las chicas.

—Por favor dejame a Sofi tenemos que despedirnos de Jorge —imploro Karen a Lucía.

—Tranquila yo las acompañare —dijo Eliza tomando a la pequeña de la mano mientras despedía a Lucia.

Lucia rápidamente fue en busca de Ruben en dirección al despacho.

—¡Adonde vas! —interrumpió su camino Marqués quien había visto a Lucia irse.

Lucia se quedo en silencio esperando que alguien la salvara el miedo se podía notar en su respiración agitada.

—Sólo me estaba buscando, es hora de despedirnos de Jorge —intervino Ruben quien tomaba el brazo de Lucia para llevarla consigo.

El enfermería Marqués sonrió a Lucia con una mirada paciente, esta le devolvió la mirada mientras caminaba acompañado de Ruben.

—¿Encontraste el cuerpo? —preguntó asustada Lucia.

—No pude abrir el despacho, al parecer esta cerrado
—contestó el joven en vos baja.

Ambos llegaron al jardín donde el cuerpo de Jorge se posaba en una caja de cristal, su rostro reflejaba armonía y un ligero toque de felicidad.

Al costado del cuerpo Susan lloraba lágrimas amargas, y Sofia asombrada se resguardaba en el pecho de Eliza.

El cielo se veía limpio y resplandeciente no parecía un cielo triste al contrario reflejaba una armonía.

—Es hora de llevarnos el cuerpo —anunció el alcalde del pueblo quien había llegado con una camioneta.

—Esperen, por favor quiero que me permitan abrir la caja —replico Susan.

El alcalde accedió y una vez abierta la caja Susan coloco el preciado collar en la mano de Jorge, esto alarmó de inmediato a el enfermero Marqués pero no podía replicar nada.

El tiempo pasó y los cuatro jóvenes volvieron a su habitación, por indicaciones generales se les fue pedida una hora de luto.

—¿en serio no entraste? —preguntó Karen un poco desconcertada.

—En la noche veré si puedo poner el cuerpo en otro lado, no es posible que solo lo dejaran ahí —contestó indignado el joven.

La charla de los chicos siguió, los cuatro jóvenes se encontraban sentados en el piso mientras conversaban sobre sus antiguas vidas, su llegada al castillo y otras tantas historias que debían ser contadas, poco poco la platica se centro en el primer homicidio que sucedió en el castillo.

—Es obvio que fue Marqués, es el único sin corazón que puede haber en este lugar —afirmo Susan enojada por todo lo acontecido.

—Perdonen que lo defienda, pero ¿Por que mataría Marqués al joven del vestíbulo? —debatió Lucia a sus compañeros.

—esta vez tienes razón, aunque me cuesta aceptarlo, Marqués no tendría motivo para matar a uno de los suyos —alego Ruben.

—Tal vez no conozcamos el motivo, en caso de que si halla sido él ¿Por que motivo mataría a alguien?
—mencionó Eliza dejando una incógnita a todos

Karen se puso de pie al notar que la noche estaba llegando, poco a poco retiro sus listones del cabello y dejo el vestido negro en el bote para colocarse su uniforme y su chaleco.

—Tengo que irme ya —afirmo la joven

—¿Esta vez si le dirás? —cuestionó Eliza desde su lugar en el piso.

—Tengo que, él ya noto su ausencia —explico Karen soltando un suspiro después salió de la habitación.

—Yo también me tengo que ir, necesito comprobar que María este muerta como afirman mencionó Ruben antes de salir.

En el vestíbulo El enfermero Marqués pensaba en el brillante collar que había visto en las manos de Karen.
El hombre daba vueltas por todo el lugar buscando una razón para que Maria le halla entregado dicho collar a Karen.

—¿Acaso estoy perdiendo mi encanto? —mencionó el hombre enojado.

Nuevamente el hombre se dispuso a subir las escaleras para apresurarse a ir por Lucia quien esta vez no se negó a salir  con él, dejando a Sofia al cuidado de Eliza.

—¿Ahora que quieres?, tengo muchas cosas con las que quisiera hablar comtigo —cuestionó furiosa Lucia recordando todas las mentiras sobre sus padres.

—¡Deja de hablarme así! —impulsivo respondió el hombre dispuesto a golpear a la joven.

—Si te atreves a golpearme ahora mismo me voy sin decirte nada — amenazo la joven tratando de disimular el miedo que sentía.

El hombre se quedó por un momento en silencio, mirando por todas partes que no hubieran personas cercas, de inmediato empujo a la joven hacia una habitación para que ambos pudieran hablar mejor.

La enfermera Beatríz se encontraba limpiando todos los trastes de la cena.

—¡El paciente 45 se ha vuelto loco!, ¡Ayuda código Rojo! —entró gritando de pronto un enfermero al comedor.

Rápidamente La enfermera se preparo junto a otros dos jóvenes para subir al piso cuatro, donde encontraron a Susan llorando en una esquina.

El chico gritaba frenéticamente pero no se podían entender del todo lo que trataba de decir, aquel joven  atacaba a toda persona que se le viniera encima incluso logro causarle un rasguño a Beatríz.

—¡Rápido inyectenle una dosis de Midazolan! —indico la enfermera a sus ayudantes.

Una vez sedado el paciente los jóvenes le cambiaron el color de su pulsera, era la primera vez en mucho tiempo que el paciente 45 era dado como peligroso en primer nivel.

—¿Que fue lo que le dijiste? —preguntó Asustada Beatríz.
Susan solo la miro con los ojos llorosos intentando soltar alguna palabra pero todo esto fue en vano ya que cayo al suelo desmayada.

—¡Ustedes ayuden a estabilizarla!, los demás escriban el reporte correspondiente —ordenó Beatríz mientras revisaba a la joven.

A la misma vez Ruben se encontraba revisando la habitación de Maria. El joven había entrado al despacho gracias a que forzó el seguro de la puerta con un alambre viejo, al parecer estaba todo en orden parecía un lugar muy tranquilo.

—Bueno por lo menos si saben limpiar —comentó el joven a la nada.

Ruben se aproximo a la pequeña puerta de manera que daba al baño.

Los nervios recorrían su cuerpo, sus manos empezaron a temblar, la mente del joven debatía si seria prudente abrir la puerta.

Era la primera vez que Ruben vería un cuerpo en esas condiciones. Su corazón palpitaba rápidamente, tomando valor de lo mas profundo de si el joven abrió el picaporte de la puerta.

Sus ojos quedaron atónitos cuando abrió la puerta del baño esperando lo peor, pero lo único que encontró fue un baño completamente aseado.

—Esto no esta bien —dijo el joven.

Al instante Ruben recibió un fuerte golpe en su cabeza dejándolo tirado en el suelo...

—Para mi esta muy bien— comentó ella observando el cuerpo inconsciente del joven.

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