♦21♦ ¡Karen! ¿por que?
El tiempo paso y poco a poco los cinco se acoplaban los unos a los otros, Lucia no paraba de fijar su mirada en Susan quien salió un momento para jugar con Sofia para distraerse por lo que su alma seguía llorando.
La curiosidad de Lucia aumento cuando se percato que en la cena a la joven le fue servida una rebanada de pastel.
—¿Tu cuantos años tienes? —preguntó ansiosa Lucia esperando una razón congruente para su comportamiento.
—am... Tengo ¿10? ¿9?, ¿Karen cuantos años tengo?
—preguntó curiosa la joven a la nada quien seguía jugando con uno de sus tantos animales de felpa.
Esto le pareció bastante extraño a la joven, no solo por que Susan no conociera su edad sino por que debía preguntarse a ella misma, a pesar de eso Lucia espero paciente una respuesta
Susan tomo una hoja de papel donde Sofia dibujaba y en ella rápidamente coloco el numero de su edad para después leerlo.
—Tengo diecisiete años —respondió la joven sonriendo.
Esa ultima respuesta revolvió mas el razonamiento de Lucia causando que se quedara pensativa por un momento, su rostro expresaba total confusión.
Ruben la veían tratando de ocultar su risa, pues le era gracioso que después de todo lo acontecido la joven siguiera buscando explicaciones lógicas.
El timbre sonó anunciando la hora de dormir de los enfermeros así como todo el personal de limpieza y cocina, solo quedaban los guardias que debían cuidar los pasillos pero ellos de guardias no tenían nada ya que reposaban dormidos en el final de este.
—Es hora de irnos —comentó Ruben colocándose su chamarra dañada.
—¿Estas segura que quieres subir en ese estado?— preguntó Susan mirando el rostro vendado de Eliza.
—No los mandare solos, esta fue mi idea además yo quiero saber que paso con mis padres, en los archivos de abajo decían que ellos habían muerto —confesó la joven con su vista apagada.
Susan le acaricio el hombro en señal de respeto y meneo su cabeza un poco para dejar salir a Karen quien se aproximo a la puerta para irse.
Lucia observaba el proceso de valentía que tenían sus compañeros, el área prohibida no era cualquier cosa.
Después de meditar toda la tarde un poco mas tranquila la joven se puso de pie y antes de que Ruben saliera de la habitación en sus oídos susurro unas palabras, el joven solo afirmo dejando a Lucia y a la pequeña en el cuarto.
Los tres subieron poco a poco las escaleras, Ruben no paraban de reírse de todos los guardias que estaban dormidos en el lugar, parecía como si ese día todos hubieran cenado demasiado.
—¿Tu ya habías subido otras veces? —preguntó curiosa Eliza a Karen.
La joven la miro buscando una manera de contestarle.
—No puedes solo hablar, aquí no hay papel y menos plumas —expresó la joven.
Un silencio incomodo se reflejo en los labios de la joven pero ante aquella respuesta Karen cedió solo por esa noche.
—No, nunca he estado en este lugar pero Jorge me contaba de él, espero sea tan bueno como dice
—contestó la joven ignorando los pensamientos horribles que le llegaban a su mente, era Susan quien se estaba manifestando de una manera bastante desagradable.
—¿Cuantos años llevas en este lugar? —cuestionó nuevamente la joven.
—yo dos años, pero Susan llegó aquí hace cuatro
—respondió Karen en seco antes de fijar su mirada en el piso cuatro al que ya estaban llegando.
Ambos jóvenes notaron la gran atención que la joven tenia en el cuarto dos.
—¿por que no bajaste antes tu?, cuanto te tenían en el piso seis —interrogo Ruben mirando fijamente a la joven
—Maria dijo que no me aceptaría, nos juro que cuando Susan estuviera curada iríamos juntas a verlo —comentó la joven recordando todo lo que había pasado años atrás.
—Eso quiere decir que nunca —afirmó Ruben. —¿Pero tu sabes que es de ti? —interrogó nuevamente el joven.
—Maria dice que solo somos buenos amigos, pero con todo lo que ha pasado ya no me sorprende nada
—confirmó Karen pensando en todo esos momentos
—Y ¿Por que no hablabas tanto? —interrogó esta vez Eliza.
—A nadie le gusta mi compañía, todo el mundo prefiere a Susan en su vida de flores y chocolates. Prefiero reservar mis palabras para la oscuridad, aunque Jorge pensaba que perdía el habla —comento Karen mientras sonreía suavemente. —Él me apoyaba y podía ser yo misma, solo a su lado, se supone que soy la personalidad líder pero no parece mucho —continuo con su explicación la joven mirando al cielo y llorando un poco.
—¿La que? —cuestionaron ambos
—Soy la principal persona, la que si debe habitar el cuerpo, Susan es solo una ilusión de mi mente ella no existe, pero su personalidad se creo tan fuerte que ambas pudimos surgir en este cuerpo partiendo nuestra mente en dos, podemos ser mas pero yo solo deje que fuéramos dos —explico Karen.
—¿y si ella no existe por que llegó primero? Oye algo no cua...
Eliza no alcanzo a mencionar su pregunta ya que sus ojos se quedaron perplejos al percibir la entrada del piso ocho, el aroma que emitía dicho lugar se asemejaba a un camión de basura.
—Debemos tener cuidado al entrar, En este piso están los peores, o eso era lo que decía Jorge, si a mi me tenían miedo, no quiero imaginar lo que estos seres les pueden causar —explicó Karen colocándose como la primera para entrar.
La puerta del lugar estaba abierta dándoles la bienvenida, esto le pareció muy extraño a la joven
″¿Quien deja abierta una puerta tan importante?″ pensó imaginando lo peor.
Los tres se adentraron al lugar en profundo silencio, este estaba lleno de distintos cuartos, en el primero una joven posaba sin vida en el piso, esta estaba ensangrentada y con partes del cuerpo faltantes, a lo lejos un hombre disfrutaba de la carne como si se tratase de un omelet.
Eliza estaba apunto de gritar pero Ruben rápidamente coloco sus manos alrededor de su boca para evitar cualquier ruido. Posteriormente Karen cerro la puerta del cuarto en silencio.
—Shh deben de tener cuidado, aquí a nadie le gusta ser molestado —indico Karen caminando rápidamente hasta el final del pasillo.
—¿¡Que rayos era eso!?, ¡tenemos que hacer algo!
—expresó muy asustada Eliza sin poder sacar de su mente aquella imagen perturbadora.
—Él es canibalismo y no podemos hacer nada,
¿Nunca te preguntaste por que cuando un enfermero le desobedecía a Maria al día siguiente había otro en su puesto? —cuestionó la joven indicando con su dedo que dejaran de hablar.
Los jóvenes se encontraron al final del pasillo, donde se encontraba un cuarto el cual era muy pequeño tenia una apariencia en forma de bodega abandonada habían miles de cajones empolvados, las telarañas adornaban el entorno, junto con algunas cucarachas y sus huevecillos.
—¿Por donde debemos empezar? —preguntó confundido por tanto papeleo el joven Ruben.
—Busquen en los que dicen pacientes o algo así
—contestó Karen adentrándose aún mas al cuarto.
Uno a uno fueron abriendo los cajones buscando entre los títulos de los grandes papeles, habían cientos de nombres tanto de inquilinos como de enfermeros que ya no eran parte del lugar.
Los ojos de Ruben se iluminaron al encontrar en uno de los cajones el archivo de Lucia, rápidamente lo tomó en sus manos ojeando cuidadosamente cada página.
—¡Lo sabía!, ¡sus padres siguen vivos!, se mejoraron
¡ese maldito nunca fue capaz de decirle! —expresó enojado Ruben al terminar de leer una carta que se encontraba dentro del folder.
En ella se informaba que los padres de Lucia ya habían dado el aviso para sacarla del lugar, igualmente se estipulaba que ellos mismos se harían cargo de la joven aunque tuviera la enfermedad de la que era acusada.
Una lágrima brotó de los ojos de Ruben el cual no podía creer lo que sus ojos leían. El joven guardo la carta entre su chamarra y dejo en su lugar el viejo folder.
—pobre muchacho, era solo un repartidor de comida, ¿Como fue qué lograron convertirlo en eso? —se preguntó Eliza mientras sostenía el archivo de Uriel en sus manos.
Karen observo con cuidado dicho archivo y una lágrima broto nuevamente de su rostro posteriormente dio un golpe a uno de los cajones.
—Con esto podemos demostrar que él era inocente, ¡son unos malditos! —Exclamó Karen buscando nuevos archivos que pudieran servirles.
Eliza buscaban y buscaba pero no encontraba por ningún lado un solo papel con su nombre en el.
—Quizás esta aquí —informó Ruben señalando un pequeño cajón con el titulo de Inquilinos septiembre.
Un rayo de luz se mostró en los ojos de Eliza, rápidamente abrió el cajón y busco entre todos los papeles que aún se encontraban en buen estado, su pulso aumentó y su corazón se quebró al comprobar que lo que había leído en el vestíbulo era cierto.
Un gran azote se escucho entre la profundidad del cuarto, Karen rompía papeles y golpeaba todos los cajones frenéticamente.
—¡No puedo creerlo esto no!, ¡Maldita sea! ¡Maldita!
—vocifero la joven enojada golpeando uno a uno los diversos cajones y repisas.
La actitud de Eliza no se comparo en nada con la reacción que Karen estaba teniendo.
—¡¿Que rayos te pasa?!, ¡¿No fuiste tu la que dijo que no hiciéramos ruido?! —gritó Ruben tratando de calmarla
Eliza se aproximó a tomar a la joven quien estaba incanda en el piso llorando junto a toda su destrucción.
La joven estaba apunto de preguntar algo cuando noto un papel alado de Karen
Paciente: 46
Nombre: Susan Goldat;
Dictamen: Joven abusada sexualmente por su padre a la edad de 13 años fue trasferida por su madre para cubrir dicho acto de su progenitor. En su estancia en este lugar se ha comportado como una pequeña niña la cual debe ser cuidada perfectamente.
Cambios: después de dos años de estar en el piso cuatro junto a su allegado hemos decidido separarlos por ordenes de la jefa, al parecer ambos tuvieron una pelea dejando al joven inconsciente, el chico presenta síntomas de perdida de memoria a corto plazo.
Susan opto por creer una nueva versión de ella la cual le apoda ″Karen″ hemos decidió seguirle el juego, esto es solo imaginación de la chica.
Las últimas palabras de aquel informe impactaron el alma de Karen, la enfermera Maria toda su vida le había asegurado que ella era la perteneciente del cuerpo, pero eso no se comparaba con lo que Susan había descubierto sus grandes cuidados y mimos solo eran tapones para que olvidara su terrible tragedia de años atrás.
Susan no se contuvo mas y decidió salir, ella lloraba tanto que sus ojos rápidamente se empezaron a inchar.
—Toda mi vida creí que Karen debía mandar, y ahora me dicen que solo era algo que mi mente creaba para protegerme —comento la joven mirando fijamente a Eliza quien seguía perpleja por lo que había leído.
—Los dulces, el pastel, los peluches, solo eran tapaderas para hacer que olvidara, ¡lo que mas me duele es que lo lograran! —explico nuevamente la joven dejándose caer completamente entre las hojas rotas y cajones golpeados.
—Lo siento, yo no quería que tu...
Ruben interrumpió a Eliza y realizo una señal para que esta se apartara de su lado. Ambos jóvenes optaron por darle su espacio, además necesitaban buscar mas cosas.
Nuevas cosas salieron a luz algunos papeles fueron tomados para poder ser utilizados después.
Karen salió enfadada del lugar. Sus compañeros fueron atrás de ella aunque solo lograron alcanzarla en el piso cuatro dos.
—Pero esto no se quedara así —comentó a sus compañeros quienes se disponían a calmarla.
Los jóvenes bajaron en silencio deseando que Karen ya no tuviera un arranque.
—Debo ir a hablar con ella, debo enfrentarla —vocifero la joven a sus compañeros cuando ya estaban llegando al piso dos.
—Ten cuidado, No puedes llegar así como así —explico Eliza tratando de que entrara en razón.
—¿Acaso te pedí permiso?, ¡te dije que voy a ir! —exclamó Karen enfadada por lo que su compañera trataba de hacer
Karen se aproximo a bajar las escaleras para dirigirse al despacho de Maria, Ruben entro en el cuarto e intento Jalar a Eliza adentro pero esta no le obedeció y decidió bajar en busca de Karen.
—¿Ahora que paso? —pregunto Lucia quien extrañada observó el comportamiento de las jóvenes.
—No creo que debamos meternos —aconsejo el joven indicando que se metieran ambos para disponerse a cerrar la puerta.
—Por favor no le hagas daño —imploro Eliza antes de que Karen abriera la puerta del despacho
—Susan no me permitiría hacerlo —respondió la joven entrando en el.
La enfermera Maria se encontraba acomodando unos papeles importantes para declarar como defensa propia el fallecimiento de Jorge.
—¿Por que me mentiste?, ¿Por años me dijiste que yo era verdadera?, decías que Susan era un invento, y ahora me encuentro con esto —exclamo molesta la joven arrojando su folder en el escritorio.
—Tu de donde sacaste eso —titubeo Maria admirando el folder.
—Eso no es lo peor, ¿Como que allegado?, ¿Como permitiste que me lastimaran de esta forma?, ¡como aceptaste que le hicieran eso a Susan! —vocifero enojada Karen dando un golpe en seco a la mesa
—Todo esto tiene una explicación podrías sentarte, ¡Susan yo puedo explicarlo! —intervino la mujer abrazando a la joven
Una furia invadió por completo el cuerpo de la joven, Karen estaba dispuesta acabar con ella lo mas rápido posible pero en su interior Susan abogaba por tomar el control y dejar que la mujer diera una explicación.
—Si, tu quizás seas el invento pero eso no importa por que ahora tu puedes control tu cuerpo mas, Tu puedes quedarte conmigo. Te prometo que juntos iremos con él y se lo explicaremos todo. ¿Sigues siento mi niña fuerte? —explico Maria tratando de chantajear a la joven.
Las últimas palabras de Maria desbordaron por completo un mar de emociones trasportándola a sus recuerdos de hace años cuando ella llegó lastimada por lo que había pasado con su padre. Poco a poco la mujer la convencía de ser una niña buena y se fue acoplando a los diversos placeres que su cuidadora le brindaba olvidando todo lo malo que algún día le ocurrió.
Todos los recuerdos invadieron cual tornado en su memoria desde la llegada de Karen que solo había sido una especie de protección para evitar que ningún hombre volviera a lastimarla de esa manera.
Por eso solo se presentaba en las noches cuando los peores miedos de las personas se les ocurre vagar solos.
Un golpe en seco volvió a dar la joven al escritorio. Maria solo trataba de calmarla deseando que todas las mentiras que su boca profanaba funcionaban.
Susan estaba apunto de dejar las cosas como estaban ella no soportaba la idea de ser una persona normal, toda su existencia había pensado en ser solo un espejismo que debía jugar y comportarse como una niña pequeña, nunca imagino tener que aceptar que la joven de 17 años que se encontraba en este momento en el despacho era ella.
—Solo vuelve a tu habitación mañana hablaremos
—comentó la mujer tomando a la joven de sus brazos.
—¡Dejame en paz!, ¡Sueltame! —expresó Karen empujando a Maria.
Por un instante la mujer retrocedió dejando ver en su cuello el collar brillante que portaba Jorge.
—¿Por que tienes esto tu? —cuestionó la joven al mirar que la mujer portaba el collar. —Beatríz tenia razón —comentó la joven en seguida.
Lágrimas comenzaron a brotar cuando las imágenes de Jorge entraron a su mente tantos momentos juntos, las fiestas del té que compartieron, los cuentos para dormir que el hombre contaba todas las noches en que el insomnio llegaba, los consejos y juegos que compartían juntos.
El coraje domino su rostro tomando una pequeña pluma que se encontraba en el escritorio. La enfermera al percatarse de dicho acto trato de hablar pero las palabras no fueron suficientes para calmar toda la adrenalina y coraje por la que la joven estaba siendo consumida. Por primera vez sus ojos no estaban perdidos y la miraban con profundidad.
1... 2... 3... Puñalas continuas fueron suficientes para que la mujer dejara de respirar, los gritos de Maria fueron totalmente sofocados por una mano de la joven, hasta que el cuarto quedo en silenció.
Eliza afuera se encontraba ansiosa por el tiempo que Karen se estaba tardando. La curiosidad la consumió y con suma cautela se aproximo a abrir la puerta del despacho, encontrando a la joven llorando junto al cuerpo inerte.
—¡Me dijiste que Susan no te dejaría! —exclamo Eliza asustada al mirar tanta sangre en el piso.
—Yo no fui la que lo hice —explicó Karen mientras levantaba su cabeza poco a poco con sus ojos llorosos.
Eliza la miro lamentando haberla dejado sola.
—Tienes que ayudarme no podemos dejarla ahí —respondió entre sollozos Susan.
Eliza solo se quedo en silencio su mente no podía cargar con la culpa de un cadáver en ella, pero al ver las circunstancias no era conveniente dejar las cosas así.
Juntas las chicas arrastraron el cuerpo sin vida hasta el baño no sin antes arrebatarle el brillante collar que portaba la mujer. Después con los artículos de limpieza que las enfermeras dejaban en el despacho de alado cuidadosamente limpiaron cada parte de la pieza revisando con cuidado que todo quedara tal y como debía estar.
Karen admiro por un momento los papeles que estaban encima del escritorio, una mueca de desagrado se dejo notar en su rostro tras leer su contenido, con sus manos procedió a romperlos pues no dejaría que la muerte de Jorge se acabara en ese punto, ella necesitaba justicia.
Una vez habiendo limpiado todo y acomodado dichas cosas ambas jóvenes se dirigieron a la lavandería del lugar la cual Susan conocía nuevamente por Jorge, las chicas se asearon con las cubetas de agua fría que las enfermeras debían ocupar para limpiar los platos de la cena.
Estando limpias las dos se aproximaron a subir a su habitación imaginando que todo había sido un sueño y no había ningún cadáver encerrado en el baño.
—Esta noche la pasare con él, —comento Karen dejando a Eliza en el piso uno
—¿Le dirás lo que paso? —cuestionó Eliza preocupada
—No, pero se enterara, por el momento quiero disfrutar estos días con él —contesto la joven despidiéndose
Eliza entro a la habitación donde los demás se encontraban dormidos, no podía creer que halla ayudado a limpiar una escena del crimen y al mismo tiempo a guardar un cadáver, poco a poco la joven sentía que tal vez solo tal vez si pertenecía a lado de los ″Locos″.
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