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♦13♦ Vamos por cuatro

Lucia se encontraba en la habitación pensando en lo que había sucedido la vez que ambas jóvenes se bañaron. No podía creer que de todo su cuerpo Eliza solo notara las marcas que este portaba, cada una la había ganado por que se lo merecía al no obedecer a su amado o bueno eso era lo que ella creía.

Una mirada rápida sostuvo por un segundo en dirección a Ruben todavía le quedaban algunas dudas que no fueron aclaradas el otro día, pero Lucia no estaba dispuesta a dejar caer su orgullo algo que le había enseñado bien su pareja.

Ruben se dio cuenta de las pequeñas miradas que Lucia le mandaba y aunque en un principio él quiso hablar sabia que no seria una opción agradable, ya había tenido suficiente con los golpes que por años aquel enfermero le daba para evitar que el joven fuera a visitarla, estos jóvenes estaban tan perdidos en los recuerdos de su pasado que por su mente nunca pasaba lo que Eliza en ese mismo cuarto planeaba.

Eliza se encontraba pensando la manera mas fácil para hablar con Sofia, debía sonar convincente no era difícil engañar a una niña pero el problema empezaba si se lo contaba a su madre, pequeños fragmentos en su cabeza se mostraron hasta que las palabras fueron tomando sentido.

—Sofia ¿Sabes como llegó tu mamá aquí? —preguntó Eliza a la pequeña mientras le arreglaba el pelo.

—Si, ella fue traída del pueblo de Katan en una bolsa negra —de manera inocente la pequeña contesto.

Eliza sintió una fuerte presión en el pecho jamas imaginaba tener una respuesta tan cruda.

—¿Bueno, y eso como lo sabes tú? —cuestionó nuevamente la joven.

—Mi amigo, me dejo leerlo en las grandes carpetas que tenía —explico Sofia.

La platica poco a poco fluía, Sofia le contó a Eliza como su gran amigo tenía muchos papeles y carpetas con los nombres de todos lo habitantes de ese lugar, también le platico que según las características de la persona él elegía que enfermedad debían tener los nuevos que llegaban.

La pequeña le recordó a Eliza su llegada afirmando que ella fue la que se reía en las escaleras, ambas platicaron por largos minutos una cosa llevaba a otra y otra Sofia no paraba de hablar las distintas cualidades que su amigo tenia, el como le enseño a leer y como la escondía de los demás, una lágrima broto del ojo derecho de la pequeña mientras explicaba sus últimos momentos con él antes del día de su muerte. Cada platica que tuvieron, cada risa que compartieron era un recuerdo que en Sofia habían quedado presentes, Eliza se maravillaba de las capacidades que la pequeña mostraba, era inteligente, observadora y también muy precavida, la joven tenia que ir con mucho cuidado si no quería que esa niña la delatara.

—¿Puedes llevarme a leer los documentos?, es que quiero saber el por que me eligieron a mi —cuestionó la joven mientras le indicaba a la pequeña que juntas salieran.

Antes de que Sofia pudiera responder Lucia alarmada las detuvo a las dos de golpe en la puerta.

—¿A donde van? —preguntó dudosa Lucia levantando una ceja en señal de desagrado. — Saben que no pueden salir —aclaro mientras tomaba a Sofia de la mano.

—Yo no veo por que no puedo salir, la puerta esta abierta y Sofia siempre estuvo a fuera, no quieras ser madre cuando no lo fuiste por cinco años— confeso Eliza sin ningún tipo de intimidación por Lucia.

—Por favor Mami —imploro la pequeña realizando un gesto de ternura.

Sofia tomó a Eliza de la mano y ambas salieron de la habitación dejando en su interior a Ruben quien solo había presenciado la escena callado y Lucia quien no tuvo el valor ni la autoridad para regresar a su hija.

Después bajaron las escaleras hasta llegar al vestíbulo, la pequeña Sofia indico el gran escritorio que adornaba el lugar y luego juntas se dirigieron a revisar las grandes pilas de papeles que había ahí.

El enfermero Marques pasaba por ese lugar se percato de lo ocurrido, pero no dijo nada puesto que Maria ya había compartido el plan que tenia respecto a Eliza. Marqués miro a la joven un momento y luego prosiguió a subir por las escaleras.

La rabia se podía apreciar en los ojos de Lucia, la respiración agitada nos ponía énfasis en que no se sentía nada feliz tras la contestación de Eliza.

—¡Pues quien se cree ella! Ahora vera lo que soy capaz —confeso furiosa saliendo del cuarto para alcanzarlas.

A la mitad del pasillo Ruben quien había ido tras ella la detuvo del hombro.

—Tranquila, solo quieren jugar como siempre, dejalas
—trataba de explicarle Ruben con tranquilidad.

Pero esto fue en vano Lucia movió su mano para soltarse del agarre y mas furiosa que nunca siguió su camino. Antes de que pudiera bajar al vestíbulo se tropezó con el enfermero.

—¿Que haces aquí?, ¿A donde vas?— pregunto el joven

Lucia estaba dispuesta a dar una explicación pero sabia que ese hombre no lo entendería de todo así que opto por quedarse callada.

—Ven amor quiero platicar contigo —comento el enfermero haciendo que Lucia se olvidara de lo estaba apunto de hacer.

Juntos subieron hasta el piso tres donde solo esperaron a llegar para cerrar la puerta, ambos se besaron y comenzaron a acariciarse mutuamente buscando satisfacer los deseos que ambos portaban, entre besos, caricias y suspiros la noción del tiempo se perdió fusionando sus dos cuerpos en uno.

Mientras tanto Eliza y la pequeña seguían buscando, Sin tener resultado alguno, entre todos esos miles de documentos que estaban en cada cajón de la recepción del vestíbulo principal.

—Archivos de los internos ¡Lo tengo! —gritó la pequeña mientras trataba de bajar el folder mas grande de uno de los estantes.

Eliza la ayudo enseguida y entre las dos lograron colocar en el escritorio el folder el cual era muy pesado y se encontraba dividido de distintas maneras. Para empezar se dividían los pisos luego los números de cada paciente y al final el color de su pulsera.

Eliza comenzó a leer cuidadosamente cada sección del piso uno, se percató que habían demasiados pacientes no solo loa siete que ella conocía. Al contraria cada pasillo estaba repleto de ellos, Jóvenes, señoras, y hombres se encontraban por montones, la única niña que se registraba era Sofia, lo curioso es que a la pequeña la habían tomado por muerta.

—¿Por que dice que estas muerta? —cuestionó Eliza a Sofia.

—La jefa tuvo que poner eso para que yo me pudiera quedar aquí —aclaro la pequeña.

Esto ultimo asombro tanto a Eliza que su curiosidad aumento, la joven no dejaba de leer cada párrafo con entusiasmo había todo tipo de síndromes y enfermedades raras en ese libro.

De pronto una lágrima salió de sus ojos cuando paso la hoja y se encontró a ella misma.

ELIZA GOLDAT FERREIRA
Edad: 18 años
Hora de llegada: 7:45 am
Hora de registro: 8:35 am
Color: verde paciente:34
Motivo de llegada: Los tutores sufrieron un accidente automovilístico mientras conducían al pueblo de Katan,
no tiene familia o un lugar adonde ir el pueblo acordó
que debíamos darle asilo.
Evaluación final: le impusimos una demencia y le hacemos creer que debe estar con nosotros, sabemos que con el tiempo ella se adaptara a las construcciones y no preguntara por su pasado.

Un golpe frenético dio en la mesa, su respiración estaba acelerada la presión del momento la llevo a buscar a Maria por todo el vestíbulo dejando a la pequeña con el gran documento en la mesa.

Una vez percatándose de la silueta de la mujer en una de las tantas oficinas que se encontraban en el vestíbulo, Eliza entro con furia abriendo la puerta de golpe.

—¡Eres una Inepta!, ¡me mentiste! —exclamó Eliza enojada en cuanto entro a la oficina de Maria.

Aquella mujer quien se encontraba armando el desayuno perfecto para Karen, dejo un momento las cosas para mirar con indignación a Eliza después se acerco lo suficiente a la joven para brindarle un fuerte golpe en el pecho, esto causo que la joven perdiera la respiración y conciencia por un segundo.

—¡Quien te crees! para venir y gritarme —comentó la enfermera.

—¿Por que no me dijiste que mis padres habían muerto? —preguntó pausadamente y recuperando el aire Eliza.

—¿Tan ingenua eres?, crees todo lo que lees, de seguro encontraste el libro del vestíbulo, ¿O no es así?, Si te dijera cuantas mentiras hemos escrito ahí, la biblia se queda corta —contestó la mujer mientras prendía un cigarrillo que estaba en su escritorio.

Una risa se dejo ver en su arrugada cara, Eliza la miro profundamente en sus tiempos de infancia siempre había sido creyente de las palabras de Dios, pero envuelta en una situación de tal magnitud no podía dudar en que aveces hasta los mismo mandatos del supremo podrían ser mentira.

—¿Me prometes que Saldré de este lugar? —cuestionó la joven intentando convencerse a si misma de que lo que había leído era una mentira.

La mujer se acerco a ella y la tomo de la barbilla el humo de cigarro salio de su boca y la joven tuvo tan cerca el desagradable aroma que casi se ahogaba en este.

—Si logras decirme el culpable te lo juro por mi vida —dijo Maria. —Ahora vete de aquí —ordenó soltando a la joven.

Después Maria empujo Eliza para afuera y cerró la puerta de golpe.

Eliza salió en busca de la pequeña Sofi la cual seguía en el punto donde la habían dejado pero esta vez leyendo otra parte de la Carpeta.

Susan goldat moreno.
Edad: 15 años
Hora de llegada: 4:53 hrs
Hora de registro: 5:00 hrs
Color: amarillo paciente: 46
Motivo de llegada: - llegó con paciente 45
Quien se encuentra en el piso 4.

Era lo único que se leía.

—¿Por que no dice lo mismo que el tuyo? —cuestionó la pequeña enseñándole la hoja.

Eliza sintió mas rabia que la anterior estaba en busca de algo que seria mas difícil de lo que ella pensaba.

♦♦♦

En el piso tres ambas personas salían de la habitación,
el enfermero miraba a Lucia quien se encontraba revisando las nuevas marcas que su frágil piel portaba ese hombre no era nada delicado con ella y siempre dejaba moretones o arañazos en la cálida piel de la joven.

Con una sonrisa satisfactoria Marques la miro.
—Deja ya de verte, te puedo tener cuando quiera, en donde quiera y cuantas veces quiera, tu cuerpo es mio y me gusta verlo de esa manera, demacrado tanto como tu horrible rostro —comentó burlamente el enfermero quien había notado las miradas que la joven se hacia a si misma.

Lágrimas brotaron de su cuerpo pero ninguna palabra de su boca, aquella joven solo camino en dirección a su habitación estaba acostumbrada a la brusquedad pero esta vez fue demasiada para ella que incluso de sus piernas corría sangre.

—Mandare a que te lleven toallas, creo que ya te llego la menstruación —comentó el hombre mirando a la joven.

Lucia llego a su habitación el dolor de sus piernas era insoportable, el sangrado había terminado pero el dolor seguía presente, Ruben la miro con preocupación y acudió a su ayuda lo mas rápido posible.

—¿Que te paso?, ¿Que tienes?, ¡Lucia estas bien!
—alarmado el joven preguntó mientras ayudaba a Lucia a recostarse.

La joven no mencionó palabra alguna para lo que sucedía sus ojos seguían rojos y sus piernas temblaban buscando ayuda.

—¡Ese estúpido te lastimo! —exclamó fuertemente Ruben mientras golpeaba la pared deseando que fuera el enfermero en su lugar.

—Fue mi culpa no estaba bien lubricada, la próxima vez lo disfrutare —explicó tratando de dar una respuesta que no comprometiera a su amado.

Los ojos de Ruben se encendieron su respiración se agitó no sabia como sacar su furia tampoco quería hacer un desastre en el cuarto pero no podía quedarse de brazos cruzados.

—¡Una enfermera!, ¡Rápido!, ¡Ayuda! —gritaba enaltecido el joven deseando que todo el mundo lo escuchase.

La enfermera Beatríz llegó rápidamente a su llamado, al entrar a la habitación un gesto de preocupación inundo su rostro

—Traeré toallas y agua caliente, ¡calmate! –mencionó la enfermera antes de salir de la habitación.

La enfermera corrió rápidamente donde se guardaban las cosas de curación para poder cuidar a su paciente.

—¡Primero me obligan a bajar a Siete y ahora tengo que lidiar con lo que el enfermero Marqués le hace a su paciente!— en voz alta comentó la joven enfermera alterada por la prisa del momento.

♦♦♦

Abajo en el vestíbulo Eliza pensaba una solución para encontrar mas pistas de Susan.

—¿Y si encontramos al paciente del piso cuatro?
—pregunto Sofia algo curiosa.

La pequeña había tenido por varios años la duda de quien podría estar detrás de la puerta de la habitación dos en el piso cuatro, sabia que en ese lugar tenían prohibida la entrada y seria perfecto destapar su curiosidad.

Eliza pensó en la idea de la pequeña, no parecía tan rebuscada y menos si se lo pedía a la persona correcta.

Como si le hubieran leído la mente el enfermero Marqués bajaba de las escaleras Eliza sonrío y se dirigió a él.

—Tenemos que hablar, necesito un favor —comentó la joven. —Necesito que me lleves a ver al paciente del piso cuatro — completó su frase anterior con un gesto sonriente.

Al principio el enfermero no están seguro de lo que le pedían pero Maria había sido muy claro con él, todo lo que Eliza necesitara debía tenerlo.

—Solo te ayudare a que entres a su cuarto mañana lo sacaré antes del almuerzo, y tu podrás revisarlo, Maria no quiere que tenga contacto con nadie —confesó Marqués.

Eliza lo miro con una sonrisa asemejando a una pequeña que le habían dado su dulce favorito, sabia que eso era suficiente por el momento, Sofia estaba encantada por fin conocería a la persona que estuviese del otro lado del piso cuatro.

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